Beshalaj: Los niños transforman el mar en una muralla

“Y las aguas fueron para ellos una muralla a su derecha y a su izquierda” (Shemot 14:22)

Nuestra Parshá describe el milagro de la partición del Iam Suf. 

El milagro ocurrió luego de que los judíos se vieron aprisionados, con el mar frente a ellos y los egipcios persiguiéndolos desde atrás. Entonces ocurrió el gran milagro: el mar se partió frente a ellos, y las aguas se erigieron en “una muralla a su derecha y a su izquierda”. El propio obstáculo, el mar, se transformó en una muralla protectora del pueblo de Israel.

¿En mérito a qué se hizo acreedor Israel de este milagro? Fue por los niños. Nuestros Sabios Z”L relatan2 sobre los niños que estuvieron presentes al salir de Egipto que “ellos Lo reconocieron (a Di-s) primero que todos”. Es verdad, se encontraban ahí Moshé, Iheoshua y todos los Grandes y los Ancianos de Israel, pero quienes reconocieron antes que todos a Hashem fueron específicamente los niños. Esos niños, que nacieron y crecie- ron en plena esclavitud de Egipto, pero recibieron la educación que corresponde – ellos fueron los primeros en identificar al Altísimo y apuntaron con el dedo diciendo: “¡Este es mi Di-s y he de embellecerlo!”3

NACIERON EN EXILIO

Estos niños que se desarrollaron en el seno del exilio de Egipto, experimentaron con intensidad su condición de “pocos entre todos los pueblos”4 Sintieron cómo el estilo de vida egipcio se opone a una vida judaica, y a pesar de ello fueron leales a su judaísmo y estaban orgullosos del mismo.

Motivados por esta educación no dudaron en abandonar “la cacerola de la carne” y salir al gran y temible desierto, incluso carentes de provisiones suficientes, en un espíritu de absoluta confianza- bitajón- en el Altísimo. A eso se debe que se hicieran meritorios de ser los primeros en reconocer a Di-s y que en aras de ellos se parta el mar.

Cuando hay niños como éstos, no hay motivo para alterarse porque “Egipto viaja atrás de ellos”5 y del hecho que los hijos de Israel estén rodeados por todos lados, por el mar y el desierto. Con niños como estos se puede avanzar dentro del mar hasta que el propio mar se parta ante ellos.

EL OBSTÁCULO PROTEGE

Cuando se partió el mar Iam Suf ocurrió algo singular: no sólo fue removido el obstáculo (el mar), sino que el mismo se transformó en una muralla protectora del pueblo de Israel- “y las aguas fueron para ellos una muralla a su derecha y a su izquierda”. Éste es el nivel más perfecto de la anulación de las perturbaciones, y también ello tuvo lugar en mérito de los niños. Cuando se educa a niños para que sean los primeros en proclamar “Este es mi Di-s y Lo embelleceré” entonces las propias trabas y estorbos se transforman en elementos protectores de Israel.

Cuando el niño judío sabe que la única existencia verdadera es la santidad, y asume naturalmente y en forma tácita que nada puede molestarlo e impedirle cumplir con la Voluntad Divina, que se expresa en los man- datos de la Torá, entonces se hace meritorio de que todos los obstáculos caigan y desaparezcan, y más aún – que se conviertan en co- laboradores que contribuyen en su servicio a Di-s.

MILAGRO CONSTANTE

No sólo para salir de Egipto necesitó el pueblo judío de un milagro sobrenatural de esta magnitud. En cada generación precisamos de milagros. El pueblo judío siempre se asemeja a la ovejita que está entre setenta lobos, y su misma existencia está basada en lo sobrenatural, es un milagro continuo, como el de la partición del Iam Suf. Para ha- cerse acreedor permanente de este milagro que asegura la continuidad del pueblo judío, debe educarse a los niños a estudiar la Torá Escrita y la Torá Oral, así como también a observar la conducta sagrada del pueblo judío. ¡Entonces tendremos el privilegio de verlos proclamar por propia iniciativa: “Éste es mi Di-s y Lo embelleceré”, incluso antes que sus padres y abuelos!

Likutei Sijot Tomo 2, pag 523

Un dia especial: 10 de Shevat

…Recuerdo perfectamente el rostro del Rebe cuando descendió del barco a orillas de los estados unidos de Norteamérica. Sus ojos se destacaban, su mirada penetraba hasta el corazón. Creímos que descansaría unos días luego del viaje, pero al llegar nos aclaró la razón de su llegada aquí: “no he venido a descansar, sino a trabajar, y muy duro, para darle renovada vida al judaísmo de américa”… Así describe el Rabino Tzvi Iehuda Foguelman, hoy enviado del rebe en Worcester – Massachusets- acerca de la llegada de Rabí Iosef Itzjak Schneerson, el sexto Rebe de Jabad a Nueva York, el 19 de marzo (9 de Adar II) de 1940.

En ese entonces el Rabino Foguelman, era un joven alumno de la Ieshivá “Torá Vadaat”, y recuerda la sorpresa con que fueron recibidas las palabras del Rebe entre el público, sobre sus intenciones de convertir a América en un lugar de Torá como lo había sido Europa. “el Rebe nos pidió que no nos avergoncemos de caminar por las calles con barba y peot, pero eso se veía peor que circular con sombreros típicos de Turquía. Gracias al Rebe comenzaron a verse judíos con barba en las afueras de Nueva York, y con el pasar de los años esto se popularizó en todos los círculos en donde se estudiaba la Torá”.

Dos días después de su llegada dijo Rabí Iosef Itzjak: “ya hace 48 hs que llegué aquí y todavía no se fundó la Ieshivá Tomjei Tmimin (de lubavitch)”. Y ciertamente el Rebe instituyó la Ieshivá, y luego decenas de ellas se extendieron a lo largo de todo Estados Unidos.- Rabinos y personalidades judías vinieron a convencerlo de que sus planes eran irrealizables.

El Rebe les contestó “¡América no es diferente!”. 

En medio de esta revolución falleció, el 10 de shvat de 5710 (1950). Su alma se elevó a los cielos, y la tarea quedó en manos de su yerno, Rabí Menajem Mendel Schneerson, séptimo Rebe de la dinastía de jabad, conocido simplemente como “el Rebe”. El Rebe realzó y difundió el estudio y el cumplimiento de la torá de una manera increíble, hasta lograr que la luz del judaísmo brille en cada rincón del planeta.

El Rabino Foguelman recuerda la llegada del Rebe a América: “no lo conocíamos de antes; pero inmediatamente reconocimos su grandeza. Había sobre él un halo de santidad. Desde el primer instante el Rebe Rabí Iosef Itzjak le entregó la dirección de todas las instituciones que convertirían a América en un lugar de Torá”.

A pesar de su extremada modestia, el Rebe Anterior lo obligó a “revelar un poco de su grandeza”.

Una vez dijo el Rebe Iosef Itzjak de su yerno: “mi yerno nunca duerme a las 4 de la mañana; ó que recién se levanta o que todavía no se fue a dormir”.

Y se cumplió lo que está escrito: “se ocultó el sol y salió el sol”. El 10 de shvat de 5711 (1951) comenzó a brillar el sol del Rebe, y en su luz se refugian miles de judíos, en todo el mundo.

Luego de 70 años de liderazgo podemos decir: “dichosa la generación del Rebe”. ¡que pronto Di-s nos permita marchar hacia la redención verdadera y completa!

El hombre y el árbol

En Tu B´Shvat celebramos el año nuevo de los árboles (15 de Shvat). Conozcamos algunas costumbres de este día y la estrecha relación entre los árboles y el hombre…

Los componentes principales del árbol son: las raíces, que lo anclan al suelo y le suministran agua y otros nutrientes; el tronco, las ramas y las hojas que componen su cuerpo, y la fruta, que contiene las semillas a través de las que el árbol se reproduce.

La vida espiritual del hombre incluye también las raíces, cuerpo, y fruto. Las raíces representan la fe, nuestra fuente de disciplina y perseverancia. El tronco, las ramas y las hojas son el cuerpo de nuestra vida espiritual – nuestros logros intelectuales, emocionales y prácticos.

El fruto es nuestro poder de procreación espiritual – el poder de influir en los demás, para sembrar una semilla en un ser humano y ver germinar, crecer y dar fruto.

Raíces y cuerpo

La raíz es la menos glamorosa de las partes de los árboles y la más crucial. Enterrada, prácticamente invisible, no posee ni la majestuosidad del cuerpo del árbol, el colorido de sus hojas, ni el sabor de su fruto.

Pero sin raíces, un árbol no puede sobrevivir.

Por otra parte, las raíces deben seguir el ritmo del cuerpo: si el tronco y las hojas de un árbol crecen y se propagan sin un aumento proporcional de sus raíces, el árbol se derrumbará por su propio peso. Una profusión de raíces hace un árbol sano, más fuerte, incluso si tiene un magro tronco y algunas ramas, hojas y frutos. Y si las raíces son sólidas, el árbol rejuvenecerá si se daña el cuerpo o su rama.

La fe es la menos glamorosa de nuestras facultades espirituales. Caracterizada por una simple convicción y compromiso con la de una fuente, que carece de la sofisticación de la inteligencia, el color vivo de las emociones. Y la fe está enterrada, su verdadero punto está oculto.

Sin embargo, nuestra fe, el compromiso supra-racional con Di-s, es la base de todo nuestro árbol. De ella se deriva el tronco de nuestra comprensión, de la cual se ramifican nuestros sentimientos, motivaciones y acciones.

Y mientras que el cuerpo del árbol también proporciona algo de su alimento espiritual, la mayor parte de nuestro sustento espiritual deriva de sus raíces, de nuestra fe y compromiso con nuestro Creador.

Un alma puede crecer con un tronco majestuoso, numerosas ramas, hojas hermosas y exuberantes frutas. Pero estos deben ser igualados, de hecho, superados por sus raíces. Por encima de la superficie, puede haber mucha sabiduría, profundidad de sentimiento, abundante experiencia, copiosos logros y muchos discípulos, pero si estos no están conectados a tierra y vivificados por una fe y un compromiso aún mayor, es un árbol sin fundamento, un árbol condenado a colapsar bajo su propio peso.

Por otro lado, una vida puede ser bendecida con conocimiento escaso, escaso sentimiento y experiencia, escaso logro y poco fruto. Pero si sus raíces son extensas y profundas, es un árbol sano: un árbol con la capacidad para recuperarse de los reveses de la vida, con el potencial de crecer con el tiempo y convertirse en uno, más hermoso y fructífero.

Frutos y semillas

El árbol desea reproducirse, difundir sus semillas para que echen raíces en lugares diversos. Pero su alcance se limita a la medida de sus propias ramas. Por eso, busca otros mensajeros más móviles para transportar sus semillas. Produce frutos, en los que sus semillas están envueltas por sabrosas y coloridas fibras y jugos de dulce aroma. Las semillas no despiertan interés en los animales y hombres, pero con su atractivo embalaje, logran después de consumirse el fruto externo, que se depositen sus semillas en diversos lugares. Cuando nos comunicamos con los demás, contamos con muchos dispositivos para hacer nuestro mensaje atractivo. Pero debemos tener en cuenta que esto es sólo el envase.

La semilla en sí es esencialmente insípida – la única manera de impactar a otros es mediante la transmisión de nuestra propia fe en lo que estamos diciendo, y nuestro propio compromiso de lo que estamos exponiendo.

Si la semilla está ahí, nuestro mensaje va a echar raíces en sus mentes y corazones. Pero si no hay semilla, no habrá descendencia a nuestro esfuerzo, por más sabrosa que sea nuestra fruta.

(Basado en las enseñanzas del Rebe de Lubavitch)

Teshuvá, Tefilá y Tzedaká

En hebreo existen palabras que no tienen equivalente en otros idiomas, entre éstas se encuentran tres palabras muy significativas en estas fechas tan especiales.

Teshuvá: En otras lenguas el proceso de purificarse del pecado se denomina “arrepentimiento”, “borrón y cuenta nueva” o “volver a empezar”; en cambio en hebreo, la palabra Teshuvá significa “retorno”, no es algo nuevo sino el volver a las fuentes.

Tefilá: La acción de dirigirse al Creador y pedirle por nuestro bienestar, es definida en todos los idiomas como “pedido” o “imploración”. En cambio, en hebreo esto se denomina “Tefilá”, que significa “unión” o “fusión” con Di-s.

Tzedaká: El brindar una ayuda monetaria al necesitado se conoce entre las naciones como “beneficencia”, “ayuda” o “caridad”. En hebreo, esto se llama “Tzedaká”, cuya raíz, “Tzedek”, significa “Justicia”.

Cuando un judío decide retomar su camino, éste, no es un camino nuevo. Es su camino de siempre, es su realidad, su verdad. Todo judío desea interiormente conducirse por el camino de Di-s, el camino de la Torá. Sólo las distintas situaciones de la vida lo llevan a apartarse de él. Al retornar a la Torá, el judío simplemente está actuando de acuerdo a su verdadera esencia y voluntad.

 

El significado profundo del rezo no es un pedido, sino una unión y unificación con Di-s. Durante la plegaria se crea una fusión del alma del individuo con su fuente creadora, la esencia infinita del Todopoderoso. En ese instante, el alma se desconecta de las limitaciones que le impone el mundo material, y se exterioriza su verdadera esencia, lo que realmente es, una porción de Di-s.

Del mismo modo, la Tzedaká, en su verdadera expresión, no significa “hacer un favor” o “dar una donación”. La Tzedaká es “hacer justicia”; es lo que “debemos hacer”. El judío sabe y tiene presente que su dinero y sus bienes le fueron confiados por Di-s para hacer con ellos lo realmente justo.

En estos solemnes días pedimos a Di-s que nos brinde un año bueno y dulce. Para ser merecedores de la Bondad Divina, es por eso que aumentamos en caridad, aún más allá de nuestras “obligaciones”: Del mismo modo, Di-s nos retribuye aún más de lo que estaría “obligado” a darnos de acuerdo a nuestros merecimientos.

La Teshuvá (arrepentimiento), la Tefilá (plegaria) y la Tzedaká (caridad) apartan la severidad del decreto”, (de la plegaria de Musaf de Rosh Hashaná y Iom Kipur)”.

Comencemos el nuevo año actuando en concordancia a los valores aquí mencionados.

En mérito a esto tengamos todos Ktivá Vajatimá Tová. Leshaná Tová Umetuká.

¿Qué es la tefilá?Una labor del corazón


Por Tzvi Freeman

Qué es y qué no es.


Un elemento clave de tu relación con tu Creador es “servirle con todo tu corazón”. 1 La palabra servir en hebreo es avodá , que conlleva el sentido de trabajo laborioso. Pero ¿qué tipo de trabajo puede hacer el corazón para servir a Di-s ?

La respuesta judía clásica es que esto es tefilá: un trabajo de despertar el amor oculto dentro del corazón hasta que se alcanza un estado de unión íntima con lo divino.

Por eso la traducción común —oración— es terriblemente inexacta. La oración implica dos entidades distintas, una inferior que hace una petición a una superior. Hay otra palabra hebrea para esto: bakashah . De manera similar, la adoración tiene una palabra: shevach . La tefilá incluye ambos elementos, pero en sí misma no es ninguno de ellos. En cambio, comunión podría ser una palabra mejor, definida como una unión de mente y espíritu.

Sin embargo, dado que ninguna de estas palabras transmite el sabor de la “tefila” para el judío practicante, la preferencia común es ceñirse al original. Alternativamente, se utiliza daven, un término idish relacionado con la misma raíz latina que la palabra inglesa divine. En yinglish, a menudo usamos un participio presente: davening .

¿Cómo lo hago?
Cada vez que compartes con tu Creador lo que tengas en tu corazón (ya sea alabando, bendiciendo, quejándote o pidiendo), estás rezando. Puede suceder en cualquier momento y en cualquier lugar, siempre que surja de las preocupaciones genuinas del corazón y de la conciencia de la mente de una presencia superior.

Tradicionalmente, además de hablar con Di-s cuando sienten la necesidad, los judíos rezan tres veces al día y, siempre que es posible, juntos. Cuando los judíos fueron exiliados a Babilonia, los Hombres de la Gran Asamblea vieron que la generación más joven quería hablar con Di-s como habían visto a sus padres y madres hacerlo, pero no podían encontrar las palabras. Entonces institucionalizaron esta alabanza/bendición/queja/súplica en una liturgia formal.

La tefilá de la mañana se llama Shajarit , la de la tarde Minjá y la de la noche Maariv.

La tefilá de la mañana es, con diferencia, la más larga: una Shajarit entre semana dura entre 40 y 90 minutos, según el día y la dedicación de los participantes.

La estructura de shajarit está diseñada para llevarte por la escalera de la tefilá a un estado de rezo inspirado en el asombro y el amor, siempre que Diseñado para llevarte hacia arriba, siempre que inviertas el trabajo de mente, corazón y alma.Invierte el trabajo de kavanah —una concentración de la mente, el corazón y el alma en las palabras que estás diciendo y, sobre todo, en la Presencia Superior a la que se dirigen esas palabras.

¿Con quién lo hago?

Aunque la tefilá expresa las preocupaciones más íntimas de una persona, el judío generalmente se comunica con Di-s en comunidad.

La unidad hacia abajo es la mejor manera de llamar la atención de la Unidad hacia arriba.

A los hombres, en particular, se les exige que recen sus tefilot siempre que sea posible en un quórum de diez, llamado minián . El protocolo es muy populista y participativo, rico en rituales de identidad que sirven para unir al grupo.

Las mujeres no están obligadas a asistir a las tefilá comunitarias, por lo que sus tefilá pueden ser mucho más personales. Sin embargo, el lugar y el momento de la tefilá comunitaria se consideran óptimos para lograr la aceptación de la misma.

Tefilah, Torá , Mitzvá
Describimos la mitzvá de manera similar a la tefilá: como una conexión. De manera similar, la Torá fue descrita como un compartir de pensamientos. 

La tefilá es única en el sentido de que su conexión se mueve principalmente en una dirección de abajo hacia arriba, mientras que la mitzvá y la Torá son principalmente de arriba hacia abajo.

Aunque contribuimos con nuestro propio ingenio y creatividad, el estudio de la Torá es principalmente un estudio de la sabiduría de Di-s. Aunque contribuimos con enfoque e inspiración, así como con muchas representaciones y costumbres rabínicas, al cumplimiento de las mitzvot, sin embargo, una mitzvá significa esencialmente Su voluntad, en contraposición a la tuya.

El énfasis de la tefilá, por otro lado, es nuestro movimiento hacia Él, expresando nuestros propios pensamientos y sentimientos de una manera que se conviertan en un acto divino.

Otro paradigma: el ser humano tiene tres modos de actuar, a saber, la acción, el habla y el pensamiento. Las mitzvot ocupan principalmente nuestra modalidad de acción, mientras que la Torá se ocupa más del habla, de articular pensamientos Divinos en palabras humanas. El núcleo de la tefilá, por otro lado, es nuestro modo de llegar cada vez más profundamente a nuestros pensamientos internos y encontrar dentro de ellos a Di-s mismo.

Janucá 5785/2024

Janucá comienza en vísperas del 25 de Kislev y dura ocho días. En el calendario civil, generalmente coincide con el mes de diciembre.  Janucá en 2024 se celebra del 25 de diciembre al 2 de enero.

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La parashá en síntesis: Vaietzé

Vayetzé: Y salió…

Iaacov, padre de las doce tribus, salió de Israel (Beer Sheva) y se fue a Aram (Harán) para escapar de su hermano Esav, según el consejo de su madre, y para buscar esposa, según las instrucciones de su padre, Itzjak.

Beer Sheva representaba la paz y la seguridad, el rezo y el estudio de Torá; sin embargo, tuvo que dejarlo para enfrentarse al mundo de las tentaciones, Olam, cuya raíz es Elem, ocultamiento (donde Di-s está oculto) y para superarlas, con miras a ser luego el padre de la casa de Israel. Esto nos enseña que Di-s quiere que los judíos vivan una vida espiritual en un mundo terrenal. 

Iaacov estudió 14 años en la Yeshivá de Eber antes de ir a Harán. En vez de dedicarse a estudiar la cultura y el idioma del lugar al cual iba, se dedicó a rezar, lo cual demuestra que antes de formar un hogar judío, la prioridad no debe ser integrarse a la sociedad e imitar las costumbres de otros, sino conocer nuestros fundamentos de vida, indicados en la Torá. 

Antes de llegar a Harán, Iaacov, se detuvo en el Monte Moriá, en el mismo lugar donde Abraham construyó el altar para el sacrificio de Itzjak y donde posteriormente fue construido el Beit Hamikdash (Templo de Jerusalem). Allí tuvo el famoso sueño de la escalera y recibió de Di-s la promesa de que esa tierra le pertenecería, y de que su descendencia sería tan numerosa como la arena. 

En el sueño de Iaacov, la escalera estaba apoyada en la tierra, pero llegaba hasta el cielo. Como la vida y las experiencias de los patriarcas sirven de modelos para nuestra conducta, este sueño del patriarca nos señala que aún cuando nuestra existencia física es terrenal, todos tenemos el potencial de alcanzar altos niveles espirituales y, por tanto, debemos poner todo el empeño en lograrlos.

En la escalera había ángeles que subían y bajaban. Éstos representaban a los cuatro imperios que dominarían a nuestro pueblo: el de Babilonia, Persia, Grecia y Roma (Edom), nuestro exilio actual.

En cada uno de los casos, Iaacov vio su subida, apogeo y caída, menos en el caso de Edom, cuyo ángel subía continuamente. Al preguntarle a Di-s cuándo bajaría, este le respondió que Él mismo lo haría bajar, lo que indica que la finalización del actual exilio se producirá por medios sobrenaturales.

Iaacov llegó a la casa de Laván, su tío, y luego de trabajar siete años para casarse con Rajel, tuvo que casarse con Lea, la hermana mayor de Rajel, porque Laván lo engañó. Entonces trabajó siete años más para casarse con Rajel. En total, Yaacov pasó 20 años trabajando para Laván, sin perder su nivel espiritual. 

La raíz de la palabra arameo (en hebreo, aramí) significa “engaño”; ese era el nombre con que se conocía a Laván, “maestro del engaño” (aramí).

Cuando se narra el amor de Yaacov por Rajel, se dice que aún cuando tuvo que esperar siete años para casarse con ella, éstos se le pasaron como si fueran pocos días, debido al amor que sentía. Esto nos explica el verdadero tipo de amor. 

Para quienes se aman principalmente a sí mismos y necesitan la compañía de la otra persona para gratificarse, cada día de ausencia es una eternidad. En cambio, Iaacov amaba a Rajel por lo que ella era, más que por lo que podía darle; se trataba de un amor incondicional, por el que cualquier sacrificio valía la pena.

El amor egoísta es impaciente; el verdadero amor es permanente, prevalece, y en tal contexto, muchos años pueden parecer pocos días. 

Iaacov tuvo doce hijos con sus cuatro esposas: Lea, Rajel, Bilhá y Zilpá. Las cuatro eran hermanas por parte de Laván, su padre; y Bilhá y Zilpá eran hijas de una concubina de Laván. 

Decir la verdad

¿…y cuando está permitido ser menos que honesto?

En el libro de Génesis leemos cómo Iaakov, siguiendo el pedido de su madre, se disfrazó como su hermano mayor Eisav para que pudiera recibir la bendición que su padre Itzjak quería darle a Eisav…a pesar del hecho que Iaakov era un gigante espiritual y el paradigma de la verdad. De hecho, el atributo de la verdad es el que está más asociado con nuestro patriarca Iaakov, como está dicho “Da la verdad a Iaakov”.

Parecería que la presión que se necesitaba para recibir las bendiciones, hizo caso omiso a la prohibición general de engañar. Veremos pues, la importancia de decir la verdad y bajo qué situaciones está permitido engañar.

La virtud de la Verdad

La Torá dice: “Distánciate de las palabras de falsedad” Este es el único pecado sobre el que la Torá nos advierte que nos “distanciemos”.

Al decir la verdad, emulamos a nuestro Creador, sobre Quien está dicho: “El sello de Di-s es la verdad”. 

El Sefer Jasidim escribe que quien habla la verdad puede cambiar el destino decretando que algo suceda…y sucederá.

En el Talmud, se ve evidente que ser cuidadoso de hablar la verdad es una Segulá (actividad espiritualmente propicia) que le permite a uno completar los años destinados a él por  Di-s.

El Talmud dice que hay cuatro grupos de personas que no son meritorios de recibir la presencia Divina. Uno de ellos son los mentirosos. Este castigo es medida por medida: por medio de la mentira ellos demuestran que quieren caer en gracia en los ojos de las personas, ignorando la presencia del Altísimo. Por ello, no son meritorios de estar frente a Su presencia.

El Talmud también dice que hay tres tipos de personas que Di-s desprecia. Uno de ellos es aquél que dice una cosa, pero piensa algo completamente distinto.

En un nivel muy práctico, está claro que cuando la persona se acostumbra a decir la verdad, la gente confía en él, como dice el versículo: “Una lengua verdadera se establece para siempre”. Por el otro lado, uno que habitualmente es mentiroso, la gente le desconfía, como continúa el versículo, “Pero una lengua mentirosa, sólo por un momento”, o sea, su confiabilidad es muy corta.

Entendiendo el permiso de mentir

A pesar de lo arriba mencionado, encontramos que en ciertas circunstancias está permitido o incluso es recomendable mentir. La razón para esto es que el mandamiento Bíblico contra la mentira sólo incluye una mentira que dañaría otra persona, como dice el versículo: “Distánciate de las palabras de falsedad; no mates a un hombre inocente o justo”. O sea, está prohibido mentir de manera que cause muerte o daño a cualquier persona.

e nos dice que una mentira dicha para promover la paz, no está incluida para nada en la prohibición de decir mentiras. Parece ser que si el propósito final de esta mentira es positivo, entonces no está prohibido.


Ejemplos de mentiras permitidas

Uno puede “cambiar la verdad” por razones de paz. Esto se aprende de una conversación entre Di-s, Sará y Abraham en Génesis. Sará dijo sobre sí misma: “Luego que me he arrugado, recibiré una piel suave, y mi marido es anciano”. Cuando Di-s repitió sus comentarios a Abraham, dijo que Sará había dicho: “Cómo puedo dar a luz cuando he envejecido”. Como explica Rashi, Di-s cambió las palabras de Sará para que Abraham no sepa que Sará había hecho un comentario denigrante sobre él.

Aaron, el Sumo Sacerdote solía emplear este método al intentar hacer las paces entre parejas que discutían y amigos. Solía acercarse a uno y decirle que el otro estaba muy arrepentido y quería reconciliarse. Cuando la persona escuchaba esto, expresaba interés en querer resolver el problema. Aaron iba luego a la otra persona y le decía lo mismo. Así, las cosas se solucionaban. El Rif dijo que mentir para mantener la paz, es una Mitzvá.


Otros ejemplos de mentiras blancas permitidas:

Cambiar la verdad para practicar la humildad. Por ejemplo, uno puede clamar no saber algo de cierto tratado Talmúdico aunque uno sí lo sepa, de esa forma cambia la verdad para preservar la modestia.

Cambiar la verdad para proteger a otro de alguna inconveniencia o peligro. Por ejemplo, si un anfitrión ha sido muy generoso y amable, y luego se le pregunta al huésped sobre dicho anfitrión, él no debe contar todo sobre su amabilidad porque esto causaría que le vengan muchos invitados.

De manera similar, si una persona tiene una enfermedad incurable, y decírselo provocaría que su salud se deteriore aún más, es correcto esconderle dicha información.

Una mentira blanca que se dice para proteger a otro de ser avergonzado. Un ejemplo de esto es que uno puede decir que una novia se ve bella, incluso cuando no es muy linda.

Usar expresiones exageradas cuando está claro que se trata de una exageración. Por ejemplo: “Te ves blanco como un papel”.

Hay algunas circunstancias bajo las cuales uno puede engañar para poder recuperar pérdidas que se le deben. Nuestro patriarca Iaakov empleó este método para proteger sus ganancias obtenidas de forma legal, de ser defraudadas por su suegro y tío Labán.

Si alguien hace algo para sí mismo, pero otro entiende que lo está haciendo para honrarlo, uno no tiene que corregir este malentendido. El Talmud relata que algunos rabinos estaban viajando de una ciudad a otra. Un rabino se acercó a ellos pensando que habían venido a saludarlo. En tal caso, el Talmud concluye, no es necesario corregir este error.

Excepciones a las excepciones

A pesar de todas estas autorizaciones, uno debe siempre intentar no decir una mentira completa, sino más bien, decir mitad de verdad.

Incluso en estos casos, uno debe intentar evitar mentir a los niños, para no entrenarlos a mentir.

También, en dichas circunstancias, uno no debe mentir constantemente.

El Maguen Abraham dice que incluso en las circunstancias arriba mencionadas, uno debe mentir sólo sobre el pasado pero no sobre el futuro. Por ejemplo, uno no debe decir: “No haré esto o aquello”, en aras de la paz. Otros cuestionan dicha sentencia.


Por Aryeh Citron

Sara

Sara

Para mí un nombre hermoso.

El nombre de mi madre. Siempre escuché cómo la llamaban. Claro, nunca la llamé por su nombre. Sara, mezcla dulzura con personalidad segura. Sara es el nombre de cuatro de mis nietas. Lo llevan en honor a mi madre. ¡Y qué bien que les queda! Cada una de ellas es diferente, incluso físicamente, pero todas son, gracias a Di-s, brillantes, como lo era su bisabuela. El nombre, la esencia, las une. Mi madre, mis nietas y todas las Sara de todas las épocas, que conocimos y conoceremos se llaman así en honor a la primera Sará, nuestra matriarca. Mucho se habla de su esposo, Abraham Avinu, quién forjó el pueblo de Israel y difundió el monoteísmo en el mundo.

Pero que algo quede claro: No hubiese podido lograr su cometido sin la ayuda, apoyo y asistencia absoluta y fiel de Sara. Qué mejor entonces, que conocer un poco más de cerca la vida y personalidad de la mujer más famosa e influyente de nuestra historia. 

Llamada en un principio Sarai, Di-s le cambia el nombre reemplazando la letra Iud por la Hei. A partir de ese momento es llamada Sará. En hebreo significa “Princesa” “Ilustre” y en arameo “Princesa” “Guardián” “Ángel” y “Genio”. Todas estas características son aplicables a nuestra matriarca. Nieta de Teraj, sobrina de Abraham queda huérfana a muy temprana edad y su abuelo la adopta. Años más tarde contrae matrimonio con Abraham. Era una mujer alegre. Todos sus días fueron felices. Sará se encuentra entre las cuatro mujeres que la Biblia menciona como hermosas. También la llamaban Iská- pues todos se sentían acariciados por su hermosura.

Otros atribuyen este nombre a su poder de profecía. Todos los maltratos del camino desde Jarán a Israel no estropearon  su belleza. Su hermosura opacaba a las demás a punto de decirse que cualquier otra mujer frente a Sará era como un mono frente al ser humano. Fue codiciada por reyes y faraones. Su inmensa modestia y fidelidad a su esposo ayudaron a que fuera reconocida además como una mujer santa. Su atractivo físico era insignificante frente a su profundidad espiritual. Fue una de las siete profetizas que nombra la Biblia. De todas formas, sólo con ella Di-s habló en forma directa y no a través de algún ángel.

Cuando tenía cien años estaba tan limpia de pecados como una joven de veinte. Era muy recatada y el cántico compuesto por el rey Salomón “Eshet Jail”- Mujer Virtuosa- define a Sará desde el comienzo hasta el final. Ella apoyó y secundó a Abraham en la difusión del monoteísmo en el mundo, llevando el mensaje entre las mujeres de su generación. Sará era estéril y Di-s la recordó el día de Rosh Hashaná. Cuando logró concebir, también lo lograron muchas otras mujeres en mérito a ella y muchos enfermos se curaron. Al dar a luz a su hijo Itzjak a los 90 años, numerosas mujeres de la nobleza vinieron a visitarla con sus propios bebés. Todos sospechaban que el nacimiento de su hijo era un fraude y en realidad Itzjak era un niño adoptado. Pero Sará amamantó a todos esos infantes demostrando que era la madre legítima de Itzjak.

Explican nuestros Sabios que todos los hombres temerosos del Cielo y todos los prosélitos descienden de aquellos bebés que Sará amamantó. Durante todos los días de su vida una nube de honor posaba sobre su tienda, sus puertas abiertas a los cuatro vientos para recibir a quien lo necesitase, la bendición coronaba su masa y su vela estaba encendida desde la víspera del Shabat hasta la víspera del siguiente. Cuando ella falleció, todo esto desapareció. Pero la misma bendición regresó con la llegada de Rivka, su nuera. 

Sará falleció a los 127 años, plena de belleza espiritual y física, dejando el más importante legado a cada una de las mujeres judías. Que su mérito y enseñanzas iluminen nuestros hogares para lograr completar su misión y la nuestra de hacer de este mundo una morada para Di-s.

Por: Miriam Kapeluschnik

Dedicado a mi madre, Sara Ester Gordon, fallecida en la semana de Jaie Sara 5753

El lado positivo del stress

La porción de la Torá de esta semana describe el diluvio que inundó la Tierra en el año 2105 A.E.C (1656 de la Creación), ahogando a todos sus habitantes.

Noaj, su familia y dos miembros de todas las especies animales sobrevivían el diluvio por medio de un arca maciza que
Noaj construyó para escudarlos de la destrucción. 

¿Qué relevancia posee esta historia en nuestras vidas?

UN DILUVIO DE TENSIÓN
Rabi Shneur Zalman de Liadi (fundador de Jasidut Jabad), explica el simbolismo de las poderosas aguas del
diluvio. Estas aguas representan las corrientes de ansiedad que constituyen nuestro esfuerzo diario para ganar el sustento y pagar las cuentas. Así como el diluvio abruma todo en su camino, también la carga de tensión financiera y las vicisitudes del mundo comercial pueden consumir nuestras mentes y ahogar nuestros espíritus. Y a medida que progresamos en la vida y nuestros horizontes de éxito se extienden, las presiones de la vida van en aumento. Las montañas dentro de nosotros, que representan lo alto que se hallaba nuestro espíritu del que estábamos orgullosos, se eclipsa por la ansiedad que proviene de nuestro enredo inevitable con el crudo mundo del materialismo. Y nos preguntamos, ¿qué pasó con mi alma? ¿Dónde desapareció mi montaña?

LA ISLA VERBAL
Para sobrevivir el diluvio en nuestras vidas construimos un “arca” en el que podemos encontrar refugio. La palabra hebrea para arca es, teivá, que también significa “palabra” Cuando Di-s le dice a Noaj “Entra en el Arca,” está diciéndole: “Entra en la palabra.”
Cada palabra de la Tefilá- Plegaria- es una mini arca. Si uno “entra” lo escudará de las tremendas presiones de sus horarios.
La Plegaria es una isla verbal, que da la bienvenida al hombre en el mundo sereno del espíritu, aunque sea por 15 minutos.

¿POR QUÉ LA VIDA DEBE SER “ESTRESANTE”?
Momentos después de que concluimos nuestras oraciones somos expulsamos del arca a las aguas rabiosas del diluvio.
¿Cómo reconciliar las dos realidades – la del espíritu con la batalla necesaria para la supervivencia en nuestra vida? ¿Por qué la jornada de la vida debe tener lugar en un diluvio, en lugar de un flujo liso y pacífico de agua?
La respuesta se encapsula en las palabras bíblicas: “Las aguas aumentaron y levantaron el arca para que se alzara sobre la tierra”
En el último esquema de cosas, no sólo que las aguas rabiosas del diluvio no ahogan el arca, sino que lo levantan a niveles inusitados de alturas espirituales.
La tensión creada en nuestras vidas genera un anhelo hacia la espiritualidad y Divinidad más poderoso que el que
podríamos experimentar en una vida de tranquilidad emocional.
El arca de la Tefilá nunca podría ser una experiencia elevada y profunda sin los rabiosos diluvios que la propulsan a tales alturas.
Cuando un ser humano -hundido por una miríada de presiones, frustrado por lo nulo de espiritualidad en su vida, atormentado por las vicisitudes de su condición diaria, entra en el arca de la plegaria y dice, “¡Di-s, libérame de mi interminable tensión!” cumple el propósito para lo que este estresante mundo fue creado: para generar un anhelo más profundo hacia Di-s y más verídico que el que se haya experimentado en el paraíso.

      • Rabi Yossi Jacobson

    Sin techo

    La falta de vivienda es uno de los fenómenos sociales más tristes. No importa cuán miserable sea una persona, su casa le proporciona una necesaria sensación de seguridad y pertenencia. De hecho, la necesidad de una casa es tan grande que el Talmud dice que “el que no tiene un hogar no es una persona.” Físicamente, tal vez se puede sobrevivir sin un hogar, pero emocionalmente hablando, una casa es la necesidad humana más básica.

    No hace falta decir, que la falta de vivienda no se trata de dónde uno puede encontrarse en un momento dado. Se puede estar en el trabajo, visitando amigos, atrapado en el tráfico, o de vacaciones a miles de kilómetros de su casa. Pero el conocimiento de que hay un pequeño rincón del mundo al que puede llamar propio, le da la tranquilidad que un hogar proporciona.

    El hecho que durante siete días estamos involucrados con una mitzvá, independientemente de dónde nos encontramos o lo que estamos haciendo, explica el Rebe, es lo que es tan especial acerca de la mitzvá de Sucá. Normalmente, estamos conectados a una mitzvá en particular (y a través de la mitzvá, a Aquel que ordenó la mitzvá), siempre y cuando estamos involucrados en su ejecución. Pero Sucá es una excepción. Durante siete días se nos ordena vivir en una Sucá; durante siete días el refugio sagrado de la Sucá se convierte en nuestra casa. Y como se ha explicado anteriormente, la asociación a su casa no se limita al tiempo dedicado en la misma. Es una conexión siempre presente.

    Durante siete días estamos íntimamente involucrados con una mitzvá. Y no se trata de una participación periférica, justo como nuestra relación con nuestra casa, que nunca es periférica, y que es tan básica para nuestra identidad.

    Tal vez podemos tomar la lección de la Sucá un paso más allá.

    Rosh Hashaná y Iom Kipur acaban de pasar

    El tema de estos días de fiesta, así como el mes de Elul, preparatorio que les precedió, es Teshuvá. Generalmente se traduce como “arrepentimiento”, pero su significado literal es “retorno”. Después de un año de vagar a la deriva, volvemos. A los brazos de nuestro Padre, a nuestro hogar, al lugar al que siempre pertenecimos.

    Un año más nos convoca. Una vez más, nos veremos obligados a salir de casa para un prolongado viaje. Una perspectiva desalentadora, un pensamiento deprimente para el individuo que ahora está saboreando su breve estancia en el hogar. Pero nuestro GPS interno tendrá siempre su flecha apuntando al mensaje de la Sucá. Una vez que establecimos nuestro verdadero hogar, nunca debemos perder nuestro apego a casa, no importa dónde estemos. Y el conocimiento nos proporcionará tranquilidad y seguridad.

    No tenemos que esperar hasta el próximo Rosh Hashaná para volver. Hacernos un poco de tiempo para escaparnos a casa todos los días, ya sea de la Tefilá de la mañana en la sinagoga, o incluso lo pocos segundos que tarda en recitarse una bendición sobre una manzana que estamos a punto de morder.

    ¡Si esa es la tranquilizadora lección que tomamos de Sucot, no es de extrañar que es la más alegre de las festividades! ¿Hay algo más edificante que el conocimiento que nunca estamos sin hogar?

    Por Naftali Silberberg