Mordejai y su mentor, Rabi Levi Itzjak

Frecuentaba la casa del Gran Rabino de la ciudad, Rabi Levi Itzjak Schneerson.

Mordejai era uno de los más brillantes estudiantes en la escuela secundaria. Sus pares y maestros advirtieron que era un judío observante y lo atormentaban. En cada conversación, sus maestros mencionaban lo fútil de la religión. Pero Mordejai permanecía firme en su observancia. Mordejai no estaba sólo en sus dificultades, pues su mentor, Rabi Levi Itzjak, lo apoyaba y animaba.

Aunque Rabi Levi Itzjak era el rabino oficial de la comunidad, el regimen comunista no le permitía  mantener una discusión de Torá con la gente, ni tampoco influir en los jóvenes para seguir los Preceptos. Pero esto no lo detuvo. Usó cada oportunidad para hablar al público sobre fortalecer y conservar el Judaísmo, aunque hubiera delatores presentes.

 

Cuando Mordejai completó la secundaria, decidió asistir a la universidad, pero no fue aceptado.

No podía entender por qué, pues sus calificaciones eran excelentes.

Habló con el rector de la universidad, y éste le dijo: “Ve a preguntarle a Schneerson, nosotros no podemos ayudarte.” Finalmente, Mordejai fue aceptado, pero lo enviaron a una granja donde los estudiantes trabajaban y estudiaban. Mordejai seguía en contacto con Rabi Levi Itzjak.

 

Los estudiantes iban a la ciudad para comprar suministros para la granja. Todos aprovechaban la oportunidad para vender sus productos y ganar dinero. Pero Mordejai usaba sus visitas de otra manera. Indagaba sobre los judíos de la ciudad, y verificaba qué artículos religiosos les faltaban. Cada vez que iba allí, llevaba su bolso lleno de Mezuzot, Tzitzit y Libros de Oración. Los distribuía de acuerdo a las instrucciones de Rabi Levi Itzjak. Todo en secreto.

Cada día Mordejai se ponía sus Tefilín. Mientras los demás dormían, salía furtivamente a los campos. Allí, entre los tallos de maíz, rezaba rápidamente.

 

Todo fue bien hasta que una tarde de Janucá, un inspector judío llegó al lugar, y descubrió velas ardiendo. Al otro día Mordejai fue enviado a casa. Allí continuó estudiando Torá y observando las mitzvot. También visitaba la casa de Rabi Levi Itzjak. 

Un día de verano, Mordejai fue a nadar al mar, y nunca volvió…

El rector de la universidad quería hacer el entierro por cuenta del gobierno. Preguntaron a la hermana de Mordejai, una comunista declarada con una importante posición gubernamental. Ella se excusó diciendo que sus padres eran tradicionales y no podía intervenir. Luego fue deprisa a lo de Rabi Levi Itzjak y le dijo: “La voluntad de Mordejai es su voluntad, lo que usted diga, haremos”.

 

El entierro fue de acuerdo a la ley judía. La gente acudió de todas las puntas de la ciudad. La universidad envió a estudiantes y profesores al entierro. Rabi Levi Itzjak empezó su discurso: “Mordejai, en su corta vida, nos mostró el camino. No temió de lo que sus amigos o el gobierno dijeran. No prestó atención a quienes buscaron dañarlo. Mordejai resistió por su fe y observancia”

La muchedumbre estaba muy agitada por las palabras del Rabino. Se sorprendieron al oír del sacrificio de Mordejai para distribuir artículos religiosos, y cómo oraba en secreto entre los tallos de maíz. El rabino los instó a seguir el camino de Mordejai y no olvidarse de su Padre Celestial.

 

Cuando Rabi Levi Itzjak concluyó, todos estaban asustados porque el Rabino se atrevió a hablar así, ignorando a las autoridades y sus amenazas. Tres años después, en 1939, fue arrestado, torturado, y desterrado.

Rabi Levi Itzjak falleció en el exilio. Pero nunca lograron quebrar el espíritu del gran hombre que fue el padre del Lubavitcher Rebe.

 

(Publicación de ufaratzta) de “Em BeIsrael”




¿Quién compuso la bendición para después de las comidas?

La obligación de expresar gratitud a Di-s luego de comer una comida, está escrita claramente en la Torá:

“y vas a comer y serás saciado, y deberás bendecir a Di-s, tu Di-s, por la buena tierra que El te ha dado”.

Los Sabios Talmúdicos han sacado la conclusión de este versículo que la alabanza debe contener tres componentes. Debe incluir gratitud a Di-s por:


1- La comida que han consumido
2- La Tierra Santa
3- Jerusalem

Por lo tanto, estas tres bendiciones de Alabanza son una obligación bíblica. Sin embargo, originalmente, cada persona redactó esas bendiciones de la forma que ellos vieron que quedaba bien. No había un texto estándar.

La estructura, es decir, los conceptos generales que deben incluir, fueron añadidos a las primeras tres bendiciones en etapas:

– La primera vez que el Maná cayo del cielo, Moisés desarrolló la primera bendición, agradeciéndole a Di-s por el sustento.

– Cuando el Pueblo Judío entró a Israel, Ieoshúa estructuró la segunda bendición, agradeciéndole a Di-s por la Tierra.

– Cuando el Rey David fue coronado en Jerusalém, compuso el esquema básico de la tercera bendición, agradeciéndole a Di-s por Jerusalém.

Cuando la construcción del Primer Templo fue completada, el Rey Shlomó agregó a esta bendición la mención del Templo, la joya de la corona de Jerusalém.

Cuando los hombres de la Gran Asamblea instituyeron un texto de plegaria estándar, lo hicieron también con la bendición para después de las comidas.

Ellos desarrollaron un texto básico para estas tres bendiciones, que es el que usamos hasta hoy en día.

La cuarta y última bendición es totalmente rabínica y fue instituida (estructura y texto) por el Sanhedrín en la ciudad de Yavne en el año 3908 (148 AEC).

Esta bendición, alabando a Di-s por ser “bueno y benéfico” fue instituida para conmemorar el tremendo milagro que ocurrió cuando los Romanos permitieron enterrar a los fallecidos de Beitar.

Por: Rab Naftali Silberberg

Birkat HaMazón, el agradecimiento después de las comidas

“La Reina del Shabat vendrá realmente hasta India”? preguntó la pequeña Miriam de seis años, con sus ojos profundos y jubilosos llenos de preguntas…

“Si tenemos todo listo para ella, seguramente vendrá”, contesté esperanzadamente. Empezamos a hacer jalá, amasando la masa en la mesa de madera. Miriam quiere hacer el trenzado, y ella es la que se acuerda de separar una porción para Di-s.

Ella trenza una jalá chiquita para su muñeca y me cuenta que Di-s tomará todos los pedazos de jalá y los convertirá en una gran jalá para la comida de Shabat de los ángeles.

Las llevamos afuera bajo el sol abrasador de nuestro prolongado verano indio – esperando al Monzón, rezando para que venga pronto este año y se lleve el hambre. 

Todos estamos ansiosos.

Después de la cena siento una gran necesidad de decir el Birkat HaMazón (agradecimiento después de las comidas).

El Birkat HaMazón siempre me había parecido muy engorroso hasta que llegué a la India. Desde ese momento, la experiencia de estar satisfecha después de una comida siempre me produce un sentimiento de culpa, consciente de los millones que viven aquí y nunca están llenos.

Parecía requerir algún acto de voluntad en mi parte para expiar esta culpa, y la idea de elevar cada comida a lo sagrado, naturalmente me hizo pensar en el Birkat HaMazón, que asumió una nueva y trascendental importancia en el contexto de mi vida aquí.

Aun así, todavía no estaba satisfecho de cómo empieza con la alabanza “Quien sostiene y nutre a todas Sus creaciones” con el regalo del alimento, y llevando la súplica hacia el cuidado especial para la Casa de Israel. Mientras rezo, sé que todo no está ni mantenido ni nutrido aquí, donde yo como furtivamente puertas adentro. Sé que la rica abundancia rica de G-d permanece atada herméticamente a los puños de unos pocos, mientras el manso y callado sufre y no se atreve a hacer ninguna pregunta.

Anhelo que “Tu Pueblo” extienda su mano e invite en su plegaria a los niños valientes y silenciosos de la India que viven en la miseria perpetua y desesperada desde su nacimiento hasta la muerte y nunca se llenan de comida. Sé que Di-s no tiene la culpa, y no hay ninguna razón para dejar de alabarlo. Así que yo expío mi culpa en la plegaria, y esto me lleva a un nuevo tipo de inquietud persistente.

En los últimos días, empecé a dar las pocas sobras de pan a los mendigos, envolviéndolos meticulosamente en plástico y depositándolas con cierta incertidumbre en manos siempre extendidas que me siguen cada día por todas partes. El mendigo elegido siempre se confunde y se asoma dudoso a través del plástico. Yo me voy rápido y luego volteo para verlo partir un pedazo y masticarlo, primero con vacilación y luego con obvio deleite. La alegría que me envuelve cuando miro a una mujer u hombre con harapos y hambriento comer mi pan es un regalo indescriptible, y yo recibo infinitamente mucho más de lo que doy. En cierto sentido, yo soy el mendigo y él el dador…

Después del desayuno leemos la porción de la semana en mi gran Torá y en la brillante Biblia coloreada para niños de Miriam.

Le leo sobre el milagro del maná. Ella está encantada pero ligeramente confundida por qué Di-s no ha enviado algo de maná aquí para los niños hambrientos de la India. Sigo leyendo, y el problema del hambre y el pan me siguen incluso hasta aquí. Me atormenta dondequiera que me mueva. Nos enseñan que en el cruce del Mar Rojo incluso la sirvienta más humilde vio la Presencia Divina más claramente que el más grande de los profetas que vinieron después. Sin embargo, vemos que unos días de sed y hambre casi hacen olvidar a las personas lo que habían presenciado.

“Mejor ser esclavos en Egipto que perecer aquí en el desierto por falta de comida”, clamaban de hambre “los elegidos”. ¿Qué esperanza hay para nosotros?, me pregunto, ¿hay alguien que pueda ayudarme a través de este laberinto de oscuros pensamientos?

Esa noche, cuando Miriam vino a anunciarme que había encontrado las tres primeras estrellas, yo hice Havdalá para los niños y para mí. Mientras titubeante cantaba las antiguas palabras de la bendición que separa el séptimo día del resto de los días, nuestro Shabat llegaba calladamente a su fin. La dulces y preciosas hierbas de Modiin, apresuradamente empacadas por mi amiga Emuna, pero todavía frescas, nos unió con otros judíos lejos de aquí.

La promesa del Mashiaj estaba alrededor de nosotros. Emergió con la urgencia particular como el incienso de sándalo que lanza su fuerte y profunda fragancia, a través de nuestra casa pequeña y a través de las ventanas abiertas, hasta que se funde con la profusión alegre del jazmín y el aire de tristeza que se expande como una manta andrajosa, estrellada sobre nuestro pueblo del sur indio, llevándonos hacia otra semana de lucha y esperanza.

La inminente venida del Mashiaj se ha vuelto muy real para mí desde que vine a la India. Lo que una vez fue símbolo de un adorno poético un concepto religioso, se ha transformado en una real espera, con la fe perfecta en un evento inminente. Parecía bastante natural e inevitable que la redención viniera de algún modo, algún día, aquí, donde tanto se la necesita.

Estoy llena de admiración y sorprendida del callado sufrimiento; las masas sumisas de la India que continúan sus febriles vidas sin pensar en alguna esperanza, alguna vindicación. La alarma y el desánimo por lo que veía aquí, había crecido en mí hasta que se volvió un lamento urgente y doloroso de anhelo del Mashiaj para que llegue y transforme la interminable miseria y oscuridad, en luz y alegría.

Cada vez con más las palabras de Maimónides surgen de mis labios: ““Creo con fe perfecta en la venida del Mashiaj” y más fuertemente, “y aún si él tardara en venir, a pesar de ello, cada día continuaré esperándolo cada día”.

Wendy Dickstein

Comprometerse con el Amor

El casamiento está compuesto por dos elementos integrales: el compromiso y el amor.
Debajo de la Jupá, el novio y la novia se prometen mantenerse fieles y leales uno con el otro; comprometiéndose a traer alegría y estabilidad a su relación. Mientras que el compromiso mutuo constituye la fundación de la relación, es la pasión, amor y sentimientos mutuos los que traen el color y la vida a la relación, y lo que hace que el casamiento sea tan atractivo. Es este último elemento el que causa a los solteros entregar su “libertad” y sus solterías.
La necesidad de estos ingredientes para asegurar un matrimonio estable y feliz no se discute. Cuáles de estos dos valores forman la base del matrimonio, sí es punto de contención entre los valores de la Torá y las normas Occidentales.

¿Debería el amor llevar al compromiso, o el compromiso lidiar al amor?

La tendencia en la sociedad sobre esta área está clara.Conoce a una persona durante unos años, quizá vive con ella durante un tiempo, y el salto se toma si es aparente y obvio que los sentimientos mutuos garantizan el compromiso del matrimonio. En contraste, la tradición Judía se avoca al acercamiento casi opuesto. Relaciónate con el individuo lo suficiente, como para determinar si sus valores y temperamento van en concordancia con los tuyos. Asegúrate que las dos personalidades (la del otro y la tuya) no chocan, y percibe si hay una atracción. Si todo esto encaja, entonces se realiza el compromiso. El amor se desarrollará y se profundizará luego del compromiso. Basado en el compromiso.

Si la “prueba está en el pudding”, este pudding ciertamente demuestra que el enfoque judío funciona. Está claro que conocer y amar a alguien antes de casarse, no aumenta las posibilidades de sub secuentemente tener un matrimonio feliz. Esto es totalmente lógico. Si el compromiso está basado en el amor, entonces, puede muy bien desaparecer y el amor comienza a apagarse o desaparece. Si el amor está basado en el compromiso, entonces si sucede que el amor comienza a apagarse, el compromiso asegurará que ambos hagan el esfuerzo de enamorarse otra vez. 

De acuerdo a la ley Bíblica, el matrimonio es un proceso de dos pasos. El primer paso se llama “Kidushin”, y el segundo paso es conocido como “Nisuin”.

El Kidushin hace que el novio y la novia se conviertan en marido y mujer. Luego de este punto, si Di-s libre y guarde deciden separarse, precisarían un “get” (divorcio Judío). Sin embargo, el novio y la novia todavía no pueden vivir juntos como marido y mujer hasta que no se complete el segundo paso, que es, Nisuin. En los tiempos modernos, el Kidushin y el Nisuin se realizan seguidos debajo de la Jupá; el Kidushin es efectuado cuando el novio le da a la novia la alianza, y el Nisuin, a través de la unión del marido con la mujer bajo un mismo techo por el bien del matrimonio. Primero viene el Kidushin, el compromiso. Sólo después es que viene el Nisuin, y todas las expresiones de amor. 

*La receta para un matrimonio feliz y entregado*
El 15 de Av, “Tu Be Av”, observamos y celebramos la más alegre de las festividades. Este día, marca el aniversario de varios eventos, todos ellos asociados con la revocación de un evento trágico. Esta festividad, viene seis días después del día más triste del año, Tishá be Av, y es simbólica a la resistencia de nuestra nación, a nuestra capacidad de recuperarnos de todas las tragedias que nos han azotado.
Es también una festividad asociada con el matrimonio; el Talmud describe cómo en los tiempos de antes, éste era un día dedicado a la unión de jóvenes. Esto es porque el casamiento representa la recuperación de la tragedia más terrible ocurrida en Tisha be Av, la destrucción de los Templos Sagrados y el subsecuente exilio de nuestro pueblo. 

Nuestra relación con Di-s también está compuesta por estos elementos básicos; el compromiso y el amor. Antes de que se manifieste el amor, debemos someternos a la etapa del compromiso, el Kidushin. Por eso se debe la destrucción de los Templos y los exilios. Pero luego de 2.000 años de sufrimiento y opresión, hemos asegurado nuestro compromiso sin duda alguna. Es tiempo ahora del Nisuin, el Nisuin cósmico entre Di-s y Su pueblo, que se celebrará con la inminente llegada del Mashiaj.

Por Naftali Silberberg

Fundamentos de la tzedaká

Cada de lo que poseemos es nuestro: Di‐s nos lo da para que podamos dárselo a los demás.
 
El recipiente:

Se debe dar tzedaká (caridad) a los necesitados, escuelas de Torá, instituciones judías y / o causas humanitarias. Un miembro de la familia en una situación financiera difícil tiene prioridad sobre los que no son familiares. Las organizaciones benéficas y pobres locales tienen prioridad sobre sus contrapartes lejanas. Y las causas benéficas en Israel tienen prioridad sobre las organizaciones benéficas (no locales) en la Diáspora.

El resultado:

Nuestros Sabios enseñaron que la tzedaká trae expiación y protege contra los duros decretos celestiales. El rey Shlomó escribió: “Cuando le das a un pobre, le estás prestando a Di‐s”. Eso es porque Di‐s reembolsa todos los fondos de caridad, junto con bonitos dividendos en este mundo. Según el profeta Malaji, Di‐s nos desafía diciendo: “Pruébame y verás”.

Hacerlo bien:

La forma más elevada de tzedaká es proporcionar autosuficiencia. Extender un préstamo a un amigo, permitiéndole embarcarse en un proyecto empresarial; ayudar a un conocido a encontrar un trabajo o incorporarlo a su negocio.

Nadie debe pagar con su dignidad la ayuda de otro. Por eso es mejor donar de forma anónima. Dé antes de que se le pida. Evítele al sujeto la vergüenza de tener que mendigar. Regalar con una sonrisa y calidez genuina. ¡Cómo das, enseñaron nuestros Sabios, es más importante que cuánto das!

El momento adecuado para hacerlo:

Siempre es adecuado dar. Pero ciertas épocas son más auspiciosas. Colocar tzedaká en la alcancía de caridad antes de la Plegaria. Las mujeres y niñas deben hacer lo mismo antes de encender las velas de Shabat y festividades.

Es una tradición milenaria prometer dinero para tzedaká en mérito de las almas de los seres queridos fallecidos mientras se dice Izkor. En su morada celestial no pueden hacer Mitzvot, así que depende de nosotros.

El resultado de hacerlo:

Cuando Di‐s hizo el mundo, nos dejó la tarea de inyectarle espiritualidad y significado. Nuestros Sabios nos dicen: “¡Grande es la caridad, porque acelera la Redención!

Inspiración interna


Cuando nos encontramos con algo nuevo, algo que enciende nuestra imaginación o nos inspira, nos emocionamos. Nos lanzamos. Nos volvemos entusiastas, incluso fanáticos, con ganas de saberlo, hacer y compartirlo todo.

Por ejemplo, si descubrimos los placeres del ajedrez, o nos volvemos fanáticos de un escritor, o nos interesamos en un deporte, o nos dedicamos a la jardinería, o nos interesamos en la cocina vegana, compramos libros, navegamos por la web, estamos en redes sociales, y reclutamos amigos, familiares, vecinos.

Y luego, con el tiempo, nuestra energía y entusiasmo disminuyen. Seguimos interesados e involucrados, pero nuestra actividad adquiere cierto tono mecánico. No queremos que sea así. Queremos el entusiasmo porque la actividad todavía nos interesa, tiene valor y significado para nosotros.

Este mismo sentimiento y proceso, se aplica a nuestro importante encuentro con el judaísmo. Cuando nos encontramos por primera vez con una mitzvá (mandamiento), o un tema o maestro inspirador de la Torá, nuestra energía y entusiasmo no conocen límites, ya que estamos sedientos de la experiencia. Y luego, después de un tiempo, aunque la experiencia es una parte tan importante de nosotros que ni siquiera se nos ocurre detenernos, nos preguntamos dónde está esa maravilla que nos puso en marcha. ¿Debemos experimentar un entusiasmo aburrido? ¿La inspiración solo es buena para comenzar, y luego todo es solo rutina?

Rabi Aarón de Karlin ofreció una parábola para explicar la situación. Un rico comerciante decidió ayudar a dos personas pobres de su ciudad. Dio a cada uno 5.000 rublos con la condición de que se reembolsara en cinco años. El primer indigente salió inmediatamente y compró una casa nueva y elegante, ropa nueva para su familia, y un coche caro. Vivió bien hasta que se le acabó el dinero.

Al final de los cinco años regresó al comerciante, confiado en que obtendría un nuevo préstamo, o al menos una extensión del que había recibido. El comerciante estaba furioso. “Ha abusado del préstamo”, dijo, “desperdiciando la oportunidad y los recursos que le proporcioné. El préstamo debe ser reembolsado”

El segundo pobre compró solo lo necesario y con precaución. Se llevó el resto y, después de investigar un poco, invirtió en un negocio que se sentía competente para dirigir. A medida que el negocio comenzó a crecer, apartó parte de las ganancias como reembolso del préstamo. Él y su familia trabajaron duro, apreciando el préstamo. De manera lenta pero segura, fue capaz de apartar lo suficiente para poder pagar el préstamo. Su negocio también creció, por lo que él y su familia ya no eran pobres y vivían modesta pero cómodamente.

Al cabo de cinco años fue al comerciante y, después de agradecerle profusamente el empréstito, le explicó cómo lo había utilizado y le devolvió el dinero. “Guárdalo como regalo”, dijo el comerciante, “porque has invetido sabiamente y no puede haber un mejor uso de mi dinero”. La lección es clara: debemos interiorizar esa inspiración inicial, invertirla, asimilarla en nuestro propio ser para que, cuando la necesitemos, podamos encontrarla, dentro de nosotros mismos.

Una plegaria en el Kotel

Deseo contarles una vivencia especial, donde fui testigo de la inspiración Divina del Rebe:

Durante los “Diez días de Teshuvá” (los días que se encuentran entre Rosh Hashaná y Iom Kipur) del año 5749, estuve de visita en Israel. Uno de esos días, al amanecer, me dirigí al Kotel HaMaaraví (Muro de los Lamentos) para rezar allí. Durante mi Plegaria, recordé a varios de mis amigos y conocidos, pidiendo para ellos un Año Bueno y Dulce. Agregué además, como siempre acostumbraba, el nombre del Rebe de Lubavitch, pidiendo a Di-s que Le dé salud, por el bien de todo el pueblo judío.

Al concluir mis rezos retorné a mi automóvil. Para mi sorpresa, descubrí que la policía vial había colocado un “cepo” a mis ruedas. Aparentemente, debido a la oscuridad reinante a la madrugada, no había notado el cartel que indicaba que el estacionamiento estaba prohibido en ese sector.

Me dirigí a las oficinas de la municipalidad y aboné la multa. Pero me informaron que debía esperar un tiempo hasta que liberaran mi auto, debido a los trámites burocráticos.

Decidí aprovechar el tiempo y escribir una carta a cada uno de mis amigos, contándoles que recé por ellos en el Kotel. Decidí escribir una carta también al Rebe de Lubavitch. En la misiva le aclaraba que basado en lo que dicen nuestros Sabios: “quien envía un regalo a su compañero, debe avisarle”, le informaba que me encontraba en la ciudad de Ierushalaim y había rezado por él (Menajem Mendl Ben Jana) en el Kotel HaMaaraví, para que Hashem le diera salud y pudiera continuar conduciendo al pueblo de Israel con salud y satisfacciones, etc.

Después de Iom Kipur, regresé a los Estados Unidos. Desde el año 5745 acostumbraba a visitar 770 (Sede Central de Jabad Lubavitch Mundial) junto a mis hijos, dos veces  al año. Cuando el Rebe repartía “Kos Shel Brajá” (Al concluir Pesaj, Shavuot, Rosh Hashaná y Simjat Torá, el Rebe acostumbraba a repartir de su copa de Havdalá a los presentes. Para dicho acontecimiento llegaban miles de iehudim desde diferentes barrios y pasaban delante del Rebe. El Rebe bendecía a cada uno de ellos). Ese Motzaei Simjat Torá (dos semanas después de haber rezado en el Kotel) acudí como siempre a 770. Deseo aclararles que jamás tuve una audiencia privada con el Rebe, y jamás me presenté delante de él. Se entiende de ello que no había ninguna forma de que el Rebe pudiera reconocerme o saber mi nombre.

Me paré en la fila junto a mis hijos. Al llegar nuestro turno, el Rebe primero sirvió Kos Shel Brajá a mis hijos y luego me sirvió a mí. Cuando dije “Lejaim” el Rebe me miró a los ojos y me dijo:“Muchas gracias por recordarme frente al Kotel…”

Miré al Rebe sorprendido. Pero el Rebe ya estaba mirando a quien venía detrás de mí. Me adelanté un paso, pero no podía dejar de mirar al Rebe. Estaba totalmente pasmado por lo sucedido. Había sido testigo de la inspiración Divina del Rebe.

(Testimonio de Reb. Isajar Ber Rozenberg, jasid de Tzanz- Rebot Moftai)

Cuándo comienza el mes de Av

Cuando comienza el mes de Av,  limitamos aún más nuestro regocijo al grado de evitar incluso cualquier situación que pueda llevar a alegrarnos. Así, no plantamos árboles para dar sombra o para embellecer y dar aroma, ni emprendemos ningún proyecto de construcción o de refacción en la casa por mero lujo, como ser redecorar o pintar nuestros hogares. Sin embargo, si alguien no tiene dónde vivir, puede construir una casa durante este período.

En muchas comunidades es costumbre realizar un siúm (culminación del estudio de un tratado talmúdico) cada día del mes de Av, desde Rosh Jodesh hasta Tishá beAv inclusive.

La fuente de esta costumbre surge de una interpretación original de la frase de nuestros Sabios: “Desde que ingresa [el mes de] Av, se disminuye la alegría”. La interpretación es la siguiente: “Desde que ingresa Av, se disminuye” la tristeza del exilio diaspórico. ¿De qué manera se logra esto? Mediante “la alegría”. Y como la única alegría permitida es la que genera el estudio de la Tora (Lospreceptos de Di-s son rectos, alegran el corazón — Salmos 19:9), se realiza un siúm cada día. No obstante, no se comen alimentos cárneos tras éste, cómo suele hacerse en un siúm en el resto del año.

Está prohibido comprar, coser, y tejer prendas nuevas, incluso si la intención es estrenarlas luego de Tishá beAv. Tampoco se puede comprar una prenda usada si es que ésta le agrada a la persona por su belleza. Sin embargo, debe observarse, estas restricciones atañen sólo a situaciones donde no se encuentra involucrada la realización de una mitzvá. Pero si el fin es el de cumplir una mitzvá —por ejemplo, comprar el ajuar para el novio y la novia, o construir una casa para ellos—, está permitido. Si existen razones para sospechar que después de Tishá beAv aumentarán los precios de las prendas, se puede comprar la ropa que se desee, pero no se ha de usarla hasta después de Tishá beAv.

Desde Rosh Jodesh Av —y según otros, desde la semana en que acaece Tishá beAv— no se debe lavar ropa, aunque no vaya a ser utilizada hasta después de Tishá beAv. Sin embargo, si la persona tiene un único conjunto de ropa, puede lavarlo hasta comenzar la semana en la cual acaece Tishá beAv.Alguien que transpira mucho y necesita cambiar su camisa con suma frecuencia debe preparar de antemano —antes de Rosh Jodesh Av— varias camisas, y vestir por un rato cada una de ellas [o bien, usarlas en Shabat]. Sólo así podrá usarlas durante los “nueve días”.

Además de la prohibición de cortarse el cabello, los adultos también tienen prohibido cortar el cabello de sus niños a partir del 17 de Tamuz, y lavar sus prendas desde Rosh Jodesh Av. Sin embargo, la ropa de niños pequeños puede ser lavada y planchada —incluso durante la semana en que acaece Tishá beAv—. De ser posible, no hay que lavar grandes cantidades de ropa ni hacerlo en forma pública.

Está prohibido lucir zapatos nuevos a partir de Rosh Jodesh Av. Sin embargo, si fueron comprados especialmente para usar en Tishá beAv —por ejemplo, calzado confeccionado con lona o goma— pueden lucirse aunque sean nuevos. No obstante, es preferible estrenarlos en Iom Kipur y no en Tishá beAv.

Desde Rosh Jodesh Av [según algunas opiniones, incluyendo ese día] hasta después de Tishá beAv, está prohibido comer carne y beber vino [a excepción de Shabat], pues durante este período se interrumpieron los sacrificios animales y las libaciones de vino en el Beit HaMikdash. Por costumbre esta prohibición se extendió para incluir también toda comida a base de carne. Sin embargo, está permitido comer alimentos parve que fueron preparados en un recipiente utilizado generalmente para preparar carne. La costumbre sefardí es observar todas estas restricciones sólo en la semana misma en que acaece Tishá beAv.

Algunos son estrictos y se abstienen de beber el vino usado para el recitado de la Havdalá y el Birkat HaMazón. En su lugar, dan de beber el vino a un niño que aún no comprende el significado del duelo por Jerusalén, pero que ya es lo suficientemente grande como para ser entrenado en la práctica de mitzvot. Si no hay ningún niño presente, la persona misma que recita la Havdalá debe beber el vino, pero en el caso del Birkat HaMazón debe recitarlo sin vino.

Desde Rosh Jodesh Av [según la costumbre sefardí, en la semana en que acaece Tishá beAv no se puede lavar el cuerpo entero, aun con agua fría. Asimismo, está prohibido bañarse en una piscina, en un río, o en el mar. Sin embargo, si Rosh Jodesh Av acaece un viernes, la persona puede bañarse con agua caliente en honor a Shabat, siempre que ésta sea su costumbre cada viernes.La prohibición anterior se refiere específicamente al baño por placer. Aquel que debe bañarse por motivos de salud —por ejemplo, si los médicos le ordenaron bañarse cada día con agua caliente—, o un trabajador que se ensució como consecuencia de su trabajo, pueden bañarse durante este período.

Extraído de “Nosotros en el Tiempo” de editorial Kehot.

El Pellizco

“Desde la estrechez yo llamo a Di-s, El me responde con la extensión de lo Divino” – Salmos 118

“Entre los estrechos”, así es la descripción de Jeremías para el período entre el 17 de Tamuz, el día en el que las murallas de Jerusalém fueron rodeadas, y el 9 de Av, cuando el Templo Sagrado fue destruido y el exilio de Israel comenzó. 
 
Hasta hoy en día, estos dos días son días de ayuno, y las tres semanas “estrechas” entre ellos, son un período de luto y arrepentimiento.

Éste estrecho angosto, no es un obstáculo, sino lo contrario. Es un mecanismo para aumentar la productividad. 

Las Centrales hidráulicas, y las mangueras del jardín se emplean para exprimir un mayor grado de poder y velocidad del elemento que restringen. El Shofar, tocado para despertar al hombre en arrepentimiento, es también un dispositivo de este tipo, su estrecha boca “pellizcando” la corriente de aire expulsado de los pulmones del soplador hasta la nota que emerge de su amplio final.


Lo mismo es cierto con el estrecho que hay entre el 17 de Tamuz y el 9 de Av, y los 2000 años exilio físico y oscuridad espiritual. Veinte siglos de represión han arrancado el alma judía a través del embudo del exilio, revelando sus convicciones más profundas y provocando sus más altos potenciales. 

De estos terribles estrechos nunca hemos dejado de buscar a Di-s, y es esta búsqueda la que producirá la “extensión Divina” de la redención final y el mundo perfecto de la era mesiánica.
“En ese día”, proclama el profeta, “el gran Shofar será soplado. Y ellos vendrán, aquellos perdidos en la tierra de Asiria, y aquellos abandonados en la tierra de Egipto, y se prosternarán delante de Di-s en el Sagrada montaña, Jerusalem”. En ese día, la bondad y perfección de la creación de Di-s, estallará de los estrechos y ocultamientos, y florecerá en una realización sin restricciones.

Por: Yanki Tauber

El talit según la Cabalá


La idea principal de la plegaria judía es conectarse con Di-s. ¿Cómo puede un ser humano limitado, conecgmdstarse a un Di-s infinito? Pero Di-s quiere relacionarse con nosotros, por lo tanto Él se “limitó”. 

Hizo esto al expresarse Él en la creación. El mundo en  que  vivimos  es  una  expresión  de  Di‐s,  como  una  pieza musical es una expresión del músico que la compuso, y una pintura es la del pintor. 

Nosotros no podemos ver a Di-s pero podemos ver Su creación. Al mirar una pintura o escuchar una canción podemos percibir algo acerca de quién es el artista, al observar la belleza de este mundo, su complejidad y sus ritmos podemos empezar a apreciar Di-s.

Pero aunque la creación exprese a Di-s, nunca podría  expresar  Su  verdadera  esencia.  Tan  hermoso como es el mundo, es sólo un fragmento de la verdadera sabiduría de Él. Y ahí es donde Di-s es muy diferente de un artista. 

Para expresarse, el artista tiene que poner toda su concentración, esfuerzo y creatividad en su trabajo.

Pero para Di- s, expresarse es exactamente lo contrario—Él se limitó, se rebajó a hacer un mundo físico.

Sería como el talentoso músico que tiene que escribir: un pegajoso jingle sobre el yogur para un anuncio de radio. ¿Expresa eso su genio? ¡No! ¡Más bien, expresa su paciencia! De manera similar, Di-s no necesitó invertir  “esfuerzos”  para  crear  semejante  mundo  asombroso.  El  único  esfuerzo  estuvo  en  “limitarse”  para  poder crear esta existencia finita.

El Talit tiene dos partes el manto mismo y los Tzit zit o cordeles. El manto rodea nuestro cuerpo, y los cordeles cuelgan de él. Ellos representan los dos aspectos de Di-s, y su forma de relacionarse con nosotros.

El manto representa la esencia de Di-s, que nos supera en extremo y no podemos alcanzar, por ello el manto nos cubre. Los pequeños cordeles que cuelgan de las puntas son sólo una diminuta fracción de Su ser, aquella porción que podemos experimentar.

No importa cuán sagrados nos sintamos, Di-s es infinitamente  más  santo.  Esto  es  el  Talit  que  nos  envuelve. Pero no importa cuán impíos nos creamos, Di-s baja hacia nosotros y nos pide que hablemos con Él. Estos son los Tzitzit que cuelgan para que nosotros los tomemos y besemos.

Necesitamos  tener  esto  en  mente cuando rezamos, por eso usamos Talit.