El libro de la luz

Lag Baomer, el día treinta y tres de los cuarenta y nueve de la “cuenta del Omer” desde Pesaj hasta Shavuot, es el día que más se asocia con las enseñanzas de la Cabalá.

Es el aniversario del fallecimiento de Rabi Shimon Bar Iojai, autor de la obra más básica de la Kabalá, el Zohar. (Literalmente: “Iluminación”, “Radiación”, comúnmente traducido como “El libro del Esplendor”). Rabi Shimon le instruyó a sus alumnos celebrar el día de su fallecimiento, como si fuera el “día del casamiento” (Iom Hilula). Ya que el día del fallecimiento de una persona es la culminación de su vida en esta tierra; en el caso de un individuo justo, es también el punto más alto, el punto en el cual una misión perfectamente realizada en la vida, llega a su última realización.

La Cabalá es el alma mística de la Torá, el elemento de la Torá que más íntimamente se relaciona con su Divina esencia. Todo en la Torá, incluidos pasajes Talmúdicos que tienen que ver con las leyes de “dos personas que se sostienen en una vestimenta”, o “uno que hace trabajar a una vaca en vez de a un burro”, son sabidurías y deseos de Di-s, y la mente que los contempla y los integra hasta unirse con ellos, es entonces un recipiente que puede concebir Divinidad; pero de esa manera, uno entiende por sabiduría Divina como algo investido en “prendas” mundanas, cómo Él se ha investido dentro del mundo, en temas y lugares corrientes.

Por el otro lado, el alma de la Torá, en su forma así como también en su esencia, es Divina:

 

La Cabalá no discute sobre problemas financieros u obstáculos en la vida, sino que habla sobre los mundos espirituales, atributos supremos y formas de energías Divinas.

 

Si el estudiante de Talmud sabe que la temporalidad del tema en cuestión es sólo una caja que esconde la Divina esencia implícita dentro de ella, la mente Cabalista ingiere la sabiduría Divina en una cápsula más traslúcida, en un recipiente que irradia espiritualidad y Divinidad.

De vista y de oído

Cuando el Talmud cita una prueba para decidir la disputa entre dos sabios o para resolver una cuestión en una ley, generalmente lo introduce con la frase “Ta Shemá”, “Ven, escucha”, o “Ve y entiende”. (En Hebreo la palabra Shemá significa “escucha” y “entiende”). En contraste, la común frase con la que comienza el Zohar es “Ta jazi” “Ven, ve”. La diferencia entre ambos es que las dos formas de la Torá son parecidas a la diferencia entre ver por un lado, y escuchar y comprender por el otro.

Mientras que mirar y escuchar son ambas herramientas de percepción, absorbiendo estímulo y relacionándolos con la mente para interpretar, hay una gran diferencia entre la manera en las que ambas nos impresionan con sus “descubrimientos”. La vista es la facultad que más nos convence: una vez que hemos visto algo con nuestros “Propios ojos”, es virtualmente imposible que refutemos lo que otro sentido nos demuestre. Por el otro lado, cuando escuchamos y comprendemos, nos impresionamos menos con la información proporcionada. Nos convencerán de ciertas verdades, pero no como lo hacen inequívocamente nuestros ojos. Lo que oímos y entendemos son hechos que nos han sido “comprobados”; lo que vemos es una realidad.

 Uno contempla el “cuerpo” de la Torá y gana conocimiento de la realidad Divina. Pero esto permanece “escuchado”, una información de segunda mano convenida vía el medio del tema mundano en cuestión. Sólo al estudiar el alma de la Torá es que uno “ve” Divinidad, percibe la realidad de la forma más inmediata e inequívoca.

Basado en una directiva del Rebe, Lag Baomer 5711 (1951).

Matan Tora shel Pnimiut Hatora

Existe una profunda relación entre Lag baOmer y la Redención. Entre los jasidim Lag BaOmer es llamado, “Matan Torá shel Pnimiut HaTorá” (día en que nos entregaron la profundidad de la Torá).

Este es el día en el que se nos dio la fuerza para revelar en este mundo inferior, la luz profunda de la Torá y de esta manera comenzó la preparación concreta para la revelación de la verdad íntima y profunda con la Redención verdadera y completa.

Si bien antes de Rabi Shimon bar Iojai ya existía la profundidad de la Torá y grandes sabios se dedicaban a su estudio, en Lag BaOmer sucedió algo similar a lo sucedido en Shavuot…

Antes de la revelación en el monte Sinaí, ya había Torá pero también existía una barrera que separaba el mundo físico del mundo espiritual, con la entrega de la Torá se nos dio el potencial de unir la Torá con lo material, introduciendo santidad dentro de este mundo inferior.

También Lag BaOmer nos da el potencial para que la profundidad de la Torá sea recibida con los recipientes del mundo material y se haga parte del mismo.

La fuerza de los primeros

Se cuenta acerca de Rabí Iosef Caro, (autor del código de leyes judías, el Shuljan Aruj) que se hallaba concentrado tres días con un fuerte interrogante, hasta que finalmente y luego de un gran esfuerzo encontró la respuesta.

Cierto día, entró a la casa de estudios y escuchó a un simple estudiante, analizando aquel mismo tema que tanto lo había ocupado, grande fue su asombro cuando escuchó que este hombre, que no era un erudito, halló la respuesta inmediatamente. Esta situación le produjo una gran amargura, hasta que le fue revelado desde el cielo, que una vez que él halló la respuesta con tanto esfuerzo, la “trajo” al mundo, y les abrió el camino a las personas sencillas para que puedan descubrir la respuesta de manera más sencilla.

Este concepto se conoce como “apertura del canal”. De esta manera se explica, por ejemplo, la gran admiración que nos produce la entrega total de Abraham a Su Creador, a pesar de que posteriormente hubo personas mucho más simples, a las que Di-s no les hablo ni se les reveló como lo hizo con nuestro primer patriarca y sin embargo estuvieron dispuestos a entregar sus almas santificando el nombre de Di-s. La explicación es que la grandeza de Abraham Avinu, fue la de ser el primero y la de abrir ese canal para que otras personas simples pudieran llegar a ese nivel.

La revelación del Mashiaj

Rabi Shimon Bar Iojai, autor del “Zohar”, fue quien abrió el canal de parte más íntima de la Torá (Incluso en el Zohar, muchas veces aparece la expresión “abrió”, “abrió Rabí Shimon”, frases que sugieren la apertura del canal para la recepción de tanta abundancia.)

Tenía el don especial de estudiar la Torá en un nivel de “visión”, es decir que cuando se dedicaba al estudio, podía “ver” los asuntos de la Torá como son en la realidad y en su aspecto más profundo, hasta su raíz superior.

En Lag BaOmer, día de su fallecimiento, su trabajo llegó a la plenitud, por eso estaba tan contento y ordenó que todos se alegraran en el aniversario de su desaparición pues ese día completó su misión en el mundo.

En el día del aniversario de su fallecimiento, (como en el de todos los tzadikim) se elevan y se revelan todas las buenas acciones de su vida.

La mentalidad de la Matzá

Si queremos maximizar nuestra experiencia de Pesaj, debemos conectarnos con el alma de la Matzá, el conocido Pan Ázimo.

Para eso, hay que conocer un poco la historia.

Los Judíos eran esclavos en Egipto. Di-s le dijo a Moisés que era la hora de liberar a los Judíos y luego le presentó el plan del Éxodo:

En la noche del día 15 del mes de Nisan, los Judíos tendrían una comida especial, la ofrenda de Pesaj, Matzá y hierbas amargas.

  1. Más tarde esa noche, Di-s enviaría la plaga final sobre los Egipcios.
  2. Los judíos luego abandonarían Egitpo a las primeras horas de la mañana

A medida que se fueron llevando las cosas, los judíos tuvieron que apurarse para irse, y el pan que estaban preparando para su viaje no tuvo tiempo de leudar, por lo que se transformó en Matzá.

Vemos que los judíos tuvieron dos veces Matzá, la planeada para el menú de la noche, y la segunda que surgió del apuro.

El ego superficial representa la mayor amenaza a nuestra libertad interna. Este sentimiento es representado por el pan leudado.

En cambio la Matzá, representa la humildad: el antídoto para el ego. La Matzá es simple, hecha sólo de harina y agua.

La Matzá también representa la fe, porque esto hace que reconozcamos que no tenemos el control de todo.

Entonces, Di-s le dice a los Judíos que encuentren el significado de la Matzá, para poder dejar su Egipto personal. No era fácil.

Pero lo hicieron, y tuvieron una exitosa comida de Pesaj espiritual.

Esto abrió un segundo nivel de Matzá, una dimensión más profunda.

El primer nivel era la sumisión generada internamente a la Divino, el segundo, generado por lo Divino.

¿Qué harías si Di-s se te revelara? ¿Acaso te quedaría algún interés personal?

La intensidad te sacará todo el ego

Eso es lo que pasó cuando los judíos dejaron Egipto.

Una vez que habían trabajado con ellos mismos para encontrar humildad y fe, Di-s les concedió Divinidad en su lucha contra ego.

En las palabras de la Hagadá: “La masa de nuestros ancestros no tuvo tiempo de leudar (mientras) el Rey del rey de los reyes, el Santo Bendito Sea, se reveló a ellos y los redimió”.

La segunda Matzá no estaba planeada, y no estaba en nuestras manos crearla.

Fue un regalo Divino.

Este año, en el Seder, podemos vivenciar ambos niveles de Matzá, y la preparación comienza de antemano.

Por:  MENDY HERSON

¿Por qué Moshé no es mencionado en la Hagadá?

La Hagadá, el texto que leemos en el curso del seder de Pesaj, nos da una completa descripción de la esclavitud en Egipto y el éxodo.

Sin embargo, un tema principal no se menciona en la narrativa: Moshé. En la Torá, es Moshé el emisario y actor en cada milagro de Di-s en el éxodo.

¿Por qué no aparece en la Hagadá? ¿Acaso no estamos dejando afuera a la persona más importante de todo el éxodo?

Me parece que la respuesta se encuentra al final de “maguid”, que se lee antes de la comida del Seder. Generalmente estamos con un poco de hambre cuando llegamos a esa parte, por lo que debe ser esa la razón por la cual muchas veces no lo miramos con atención.

Comenzamos la parte final de Maguid diciendo: “…en cada generación la persona está obligada a verse a sí mismo cómo si él hubiera salido de Egipto”. Debemos entender de que Pesaj no se trata de una redención que ocurrió hace mucho tiempo, sino de una redención de trabajo continuo.

Pesaj no se trata de algo que pasó, sino de algo que está pasando ahora. Cada año, Pesaj nos da las fuerzas para poder escaparnos de nuestros límites personales, de hábitos e inclinaciones. Cada año Pesaj nos enseña de que Di-s nos puede ayudar a redimir a otros de sus prisiones, tanto físicas como espirituales y emocionales. Y más que todo, creemos en que Di-s redimirá el mundo, con nuestra participación, de la oscuridad y conflicto, y traerá un mundo en que no haya conflicto ni ignorancia.

Hablar de Moshé también muestra que todo el logro fue a través de un individuo extraordinario. “Moshé puede lograr tales cosas, yo no”. 

Quizás esa es la razón por la cual la Hagadá no habla de Moshé. Solo Di-s es el que redime al pueblo Judío y a toda la humanidad. Moshé era grande porque estaba entregado completamente a los planes de Di-s. Si cada uno de nosotros nos entregamos completamente, entonces cualquiera puede ser el conducto para la transformación de las barreras de la oscuridad a un mundo de luz.

No renunciamos a ningún hijo

“Uno es un sabio, uno es un malvado”…(Hagadá de Pesaj)

En la Hagadá de Pesaj leemos sobre “los cuatro hijos” que están sentados en el Seder: “Uno es sabio, uno es malvado, uno es simple y uno no sabe preguntar”

Se despierta inmediatamente la pregunta: ¡¿Por qué aparece el malvado, el más indigno de los hijos, al lado del sabio; aparentemente su lugar debería estar al final de la mesa?!

También la respuesta que se le da al hijo malvado- “si hubiera estado allí (en Egipto) no hubiera sido redimido”- es sorprendente: si no tiene relación con la salvación de Egipto, para que aparece en la Hagadá?

Más aún: En los escritos del Ari Z”L se explica que las cuatro copas son en correspondencia a los cuatro hijos

¡Y de acuerdo a esto se deduce que la segunda copa, sobre la que se recita toda la Hagadá, alude al hijo malvado!

ÉL ES UN IEHUDÍ

Entenderemos esto de acuerdo a lo que dice la Guemará: “Israel, aunque haya pecado, es un Israel” Todo judío, se encuentre en la situación que fuera, tiene dentro de sí “el punto judío”; alberga dentro de él un alma Divina (el Jasidut explica que ése es el sentido íntimo de “uno es malvado”: también dentro del malvado se encuentra el Uno, la chispa judía que tiene una conexión eterna con el Di-s único)

Es por eso que debemos traer al hijo malvado a la mesa del Seder de Pesaj, para acercarlo y descubrir su punto judío. La Torá no está dispuesta a renunciar a él- “en correspondencia a los cuatro hijos se refiere la Torá”, ya que “aunque haya pecado, es un Israel”. También un judío que peca, sigue siendo llamado con el nombre más excelso: Israel (que es el acróstico de Iesh Shishim Ribó Otiot LaTorá- la Torá posee 600000 letras. Así como el Cashrut de un Sefer Torá depende de una sola letra, de la misma manera, la perfección del pueblo judío depende de cada iehudí, independientemente de su conducta)

NO DEBEMOS EVADIRNOS

¿Pero quién es capaz de acercar al hijo malvado? No puede encargarse de ello “el simple” ni “el que no sabe preguntar” ya que ellos mismos necesitan ayuda. Justamente, “el hijo sabio”, el más ilustre, es el más apto y quién posee la fortaleza de despertar en el alma del malvado su chispa Divina.

Aquí la Torá no entrega una doble enseñanza. Al malvado le dice que no debe desalentarse por su situación, pues tiene esperanza. Di-s lo reúne con el sabio, para que pueda mejorar su conducta con su ayuda.

Y al sabio lo guía para que no cuestione: ¿Qué tengo que ver yo con el malvado? Para que no se concentre únicamente en su crecimiento personal, le ordena aproximarse al prójimo para procurar acercarlo a Di-s y Su Torá.

TODOS SERÁN REDIMIDOS

No se trata de un objetivo fácil. Se debe trabajar duramente para lograr encender la llama del alma en el corazón del hijo malvado. Por eso recitamos lo principal de la Hagadá sobre la segunda copa.

¿Y cómo se lo acerca? A través de la frase “si hubiera estado allí, no hubiese sido redimido”. No es la intención alejarlo con ella – Di-s no lo permita- sino por el contrario, en este pasaje acentuamos que sólo allí, en Egipto, antes de la entrega de la Torá, no hubiera sido redimido, pero luego de haber sido elegidos como pueblo y que Hashem hizo un pacto eterno con cada judío en el Monte Sinai, está presente la promesa: “No será apartado ningún desviado”, e incluso él será redimido junto a todo el pueblo de Israel con la redención completa. Por medio de este incentivo, se despertará también el malvado y deseará descubrir la verdad que hay en él y ser redimido.

Likutei Sijot tomo 1, pag 247

¿Por dónde entra Eliahu?

Hace 31 años, concurrí a un Farbrenguen (reunión jasídica) en Crown Heights, Brooklyn y vi los ojos del Rebe por primera vez. El año que le siguió fue realmente pleno de milagros, incluso con una visita de Elihau Hanaví (el profeta).

La primer noche de Pesaj, mi familia y yo disfrutamos lo maravilloso de nuestro novedoso descubrimiento: el Jasidut (filosofía jasídica) y con fervorosa inspiración, estuvimos sentados alrededor de la mesa del Seder. Nunca hasta ese momento había experimentado un gozo espiritual y una añoranza por la redención.

Cuando terminamos la cena, y la copa de Eliahu se llenó, envié a mi hijo de seis años, con una vela en su mano, a la puerta de calle. Nuestra puerta era de las pesadas y antiguas de madera, cerrada con un macizo cerrojo de bronce. Era posible ver la puerta desde mi asiento. Cuando mi hijo se aproximaba a la entrada, la puerta se abrió de un golpe. Nadie estaba allí (al menos de manera visible). Mi hijo tiró la vela y corrió al lado de su madre. Me asomé y noté que era una noche clara, casi sin viento.

En casa se hallaba el ama de llave de mis padres, una mujer simple y católica devota. Estaba ayudándonos unos días con los niños. Durante la ceremonia del Seder permaneció en su habitación, que se hallaba en el segundo piso. A la mañana siguiente nos contó que oyó que a la noche la puerta se abrió de un golpe e instantáneamente la invadió un inexplicable sentimiento de temor.

Mi segundo encuentro con Elihau tuvo lugar al año siguiente, en Pesaj. En el interín nos habíamos mudado a Montreal. Cuando se acercaba la festividad de Pesaj, basándonos en la experiencia vivida, esperábamos también esta vez, recibir la visita de Eliahu en persona.

La noche de Pesaj llegó y el Seder se llevó a cabo con alegría y expectación. Y cuando llenamos la copa de Eliahu, mi hijo de (ahora) 7 años, se dirigió a la puerta con su hermano de 4. Vivíamos en un duplex, por lo tanto la puerta estaba escaleras abajo. Oí que los niños abrían la puerta y luego gritos de espanto y el ruido de sus pasos corriendo por la escalera. Entraron aterrorizados, pálidos y era imposible entender lo que balbuceaban. Creí que ahora vería a Eliahu. El año pasado no era merecedor. Pero este año, después de haber estudiado Tania, y colocando además de los Tefilín de Rashi, los Tefilín de Rabeinu Tam (como es la costumbre jasídica), habiendo visitado al Rebe más de media docena de veces- quizás ya había adquirido la altura espiritual y perfección suficiente como para que Eliahu se me revele.

Bajé las escaleras para recibir al profeta. Sin embargo encontré otra cosa. Allí, en la puerta no se hallaba la figura angelical de Eliahu, sino dos enormes perros sentados en el frente. Entendí entonces el delirio de mis niños. Ellos eran capaces de cruzar de acera si avistaban a un pequeño perrito con su dueño a dos cuadras de distancia. Y estos dos perros eran realmente grandes. Estaban plácidamente ubicados y me observaban. Cerré la puerta, disgustado. ¿Cómo le explicaría a mi familia que luego de 6 viajes al Rebe, un año de estudio de Tania, etc, sólo era merecedor de la visita de dos perros? A la mañana siguiente en el Templo, el Rabino se me acercó y me preguntó si podía tener un invitado en casa para el almuerzo de Pesaj. Se trataba del hijo de uno de los donantes de la Ieshivá, que se sentía atraído por el estudio de la Torá, y estudiaba abogacía. Había venido a visitar a sus padres en Pesaj, y el Rabino creía que era una buena idea que charlara conmigo.

Nos presentaron, y luego de la Plegaria, mis hijos, mi invitado y yo emprendimos el regreso. Cuando llegamos a la puerta de casa, el invitado se emocionó y exclamó: “¡No puedo creerlo!¡No puede ser verdad!” Luego nos explicó que llegó a Montreal el día anterior a Pesaj junto a sus mascotas, dos perros enormes. Antes del comienzo del Seder en la casa de sus padres, los perros escaparon. Luego del Seder, al notar su ausencia, el muchacho comenzó a buscarlos por las calles de la ciudad. Horas después los halló en un vecindario lejano, sentados en el porch de una casa. Mi casa. La Divina Providencia había guiado a estos monstruos hacia mi hogar. Eliahu no vino en persona, pero me había enviado sus perros. Mi invitado se convirtió con el tiempo en un gran amigo, asumió la observancia absoluta de las mitzvot (preceptos) y ha formado una hermosa familia jasídica.

Mi tercer encuentro con Eliahu, que ocurrió al año siguiente y sucedió a lo largo de todos los años desde entonces es, de alguna forma, menos inquietante. Luego de llenar la copa de Eliahu, mis nietos se acercan a la puerta del frente, con velas en sus manos. La puerta se abre, se recitan los versículos apropiados y nada más. Digamos que es una visita de bajo perfil.

En realidad, la tercera visita es la más trascendente, sólo que debemos saber apreciarla. El último Pesaj, lo pasé junto a mi hijo mayor (el que antes tenía 6 y 7 años) y él me relató una historia.

“Un año, el Kotzker Rebe prometió a sus jasidim que serían testigos de la revelación de Eliahu . En la noche del Seder, el salón estaba colmado de discípulos. El aire estaba electrizado. Cuando llegó el momento de llenar la copa de Eliahu, la puerta fue abierta. Lo que sucedió luego, dejó a todos sin habla: Nada. Nadie entró. Los jasidim estaban destruidos. El Rebe había prometido revelación. El Kotzker, con su rostro radiante de sagrada felicidad, percibió lo que sentían y dijo: “¡Tontos! ¡¿Ustedes creen que Eliahu entra por la puerta?!¡Eliahu entra por el corazón!”

La verdadera luz de la redención viene de nuestro interior. Los milagros provocan inspiración y nos ayudan a prestar atención a verdades espirituales. Pero el auténtico milagro no es el de cambiar la naturaleza, sino el de transformar lo natural en Divinidad. Cada avance personal en lo espiritual, es un paso hacia la Redención. Estudiar Torá, las buenas acciones, y el refinamiento del carácter, abren la puerta de nuestros corazones a Eliahu Hanaví. Cuando este Pesaj se llene la copa de Eliahu y se abra la puerta, no te concentres en la puerta de entrada. Si miras tu corazón, será una buena oportunidad para ver que el santo profeta te sonríe.

Adaptado de un escrito del Profesor Iaakov Brawer.

Historia: el idioma de Pesaj

“¿Pero cómo vamos a hablar con ellos?”, preguntó mi hija Rivka cuando le dije a ella y a mis otros hijos que tendríamos de invitados para el Seder de Pesaj a una pareja mayor de Rusia con su hermana. “¡No hablamos Ruso, y ellos no saben ni Hebreo ni Inglés!”. 

En 1990, cuando la Unión Soviética colapsó, y Mikhail Gorbachev finalmente abrió las puertas de hierro, un millón de judíos de Rusia viajó a Israel. Muchos estaban interesados en descubrir más sobre la religión que el gobierno Socialista había prohibido, y casi todos querían ser parte de un Seder tradicional. Por lo tanto, se hicieron llamadas a la comunidad para recibir a familias Rusas para el Seder. 

Muchas familias judías de Rusia son multi generacionales, y por lo general padres solteros, así que el promedio de las familias consiste en un abuelo (generalmente abuela), una madre y un hijo. Los rusos son conocidos por confiar en que la educación es la llave del éxito y una vida con sentido. 

Me di cuenta cuán fuerte era esta creencia, cuando una mañana una amiga mía se apareció en mi puerta con una mujer de mediana edad, forzándome a que le diera la bienvenida. 

“Ann, ella es la Dra. Ilena Baronovky. Quería que te conociera. Se acaba de mudar a Israel desde Rusia, y durante su entrenamiento médico le enseñaron que tener más de dos hijos causa que la mujer colapse física y mentalmente”. 

Me reí. Quizás la víspera de Pesaj no era el momento ideal para convencer a alguien de que yo me encontraba sana y lejos de colapsar. Mi casa no presentaba una impresión “normal”, pero sin embargo las invité a que pasaran y le mostré fotos de mis siete hijos, de los cuales ninguno se encontraba en casa en ese momento. Ella había visto las plazas llenas de niños, pero estaba convencida de que cada niño le pertenecía a una familia diferente. 

Nuestros hijos hubieran estado contentos de tener niños como invitados, pero ofrecimos recibir a cualquier familia que necesitara un Seder de Pesaj. Después de todo, en nuestra área la mayoría de las familias tienen varios hijos pequeños, y aparentemente no todos podrían recibir una familia joven. 

Recordando mi encuentro con la Dra. Baronovky, fui más consciente de que nuestros invitados Rusos se sintieran abrumados ante la presencia de tantos niños. Pero Rivka también tenía un punto. La comunicación sería difícil. Luego recordé que mi cuñado, David, que estaría con nosotros junto con mi hermana, sabía un poco de Idish. Esperaba que eso rompiera el hielo. 

Los chicos ayudaron a preparar los elementos especiales del Seder de Pesaj. Pusieron el Jaroset y el Maror. El Karpás, el agua con sal y los huevos. Cuidadosamente abrieron la caja con las Matzot y prepararon el plato del Seder para cada hombre adulto que estaría con nosotros. 

Nuestros invitados llegaron, y se los veía claramente contentos. Con gestos de manos, sonrisas y nombres, se presentaron: Olga, su hermana Lena, y el esposo de Lena, Boris. Nosotros hicimos lo mismo. Le dimos a cada uno una Hagadá, con traducción al ruso, y los ubicamos al lado de David, quien inmediatamente comenzó a explicarles el significado de los elementos del Seder. 

Nos sentamos alrededor de la larga mesa vestida de blanco, llena de símbolos de Zman Jeruteinu, el tiempo de nuestra liberación. 

De pronto, me di cuenta que este año realmente habíamos sido privilegiados de tener a personas que experimentaban su primer Pesaj de Liberación, la liberación de celebrar como Judíos nuevamente. 

Habíamos decidido apresurar la primera parte de la Hagadá, ya que eran personas adultas y no estaban acostumbradas a largos Sedarim de Pesaj. Seguramente tendrían hambre e incluso sueño. 

Mi marido, hablando a través de David, les dijo que si querían preguntar algo que lo detuvieran para hacerlo. Luego, sosteniendo la copa de plata de Kidush, comenzó. Lo ojos de los invitados no dejaban de observarlo. 

Luego era el turno de los niños para que digan el “Ma Nishtaná”, las cuatro preguntas. Comenzaron con la conocida melodía, y pude notar que los ojos de Boris se llenaban de lágrimas. Comenzó a hablar rápido, y David, mientras escuchaba, tampoco pudo contener su emoción. “Hace setenta y cinco años, yo le dije esto a mi abuelo en la mesa de Pesaj. Pero desde aquel momento, no lo he vuelto a escuchar hasta ahora. Estoy tan contento. Muchas gracias”. 

Boris se unió al cántico de los niños y todos juntos cantamos el Ma Nishtaná varias veces. Incluso los chicos sintieron que este momento, este año, había algo especial. 

No me había dado cuenta lo correcto que había sido lo que le dije a mis hijos: Pesaj tiene su propio idioma.

La geometría de la libertad

Lograr la libertad se trata de una clara visión de un nuevo paradigma para un mundo mejor…

La historia nos cuenta acerca de muchas revoluciones que empezaron con ideales sublimes y visiones de libertad, para luego ser seguidas por una profunda desilusión, tiranía aún mayor y opresión.

La revolución francesa empezó con una llamarada magnífica de “Libertad, Igualdad y Fraternidad” y rápidamente evolucionó en el Reino de Terror y los horrores de las Guerras napoleónicas que devastaron Europa. El francés canjeó la esclavitud de abandono que sufría bajo los Monarcas Borbones por la esclavitud de abuso bajo la revolución. La verdadera libertad permanecía tan huidiza como siempre.

Los habitantes de Rusia habían sufrido bajo el dominio autocrático de los Zares Romanov durante siglos. Cuando se rebelaron en 1917, ellos y el mundo estaban llenos de esperanza por una vida de libertad y una nueva, justa y proporcionada sociedad. Esta esperanza fue asesinada en los sótanos y cámaras de tortura de la policía secreta soviética y congelada en los campamentos de esclavos del Gulag. La esclavitud al Romanov era un paraíso comparado a la esclavitud, la falta absoluta de libertad, y la matanza de millones de personas en el nuevo estado del soviet.

Lograr la libertad no es meramente dejar atrás el yugo de la esclavitud; se trata de una clara visión de un nuevo paradigma para un mundo mejor. Si no es así, la revolución no será una verdadera revolución, volteará 360 grados y los mismos modelos inculcados se reafirmarán, y a veces aún peor. Una verdadera revolución necesita ser de 180 grados, una completa y nueva dirección.

Vemos este tema articulado a lo largo de la historia de Pesaj. Di-s le dice a Moshé, al presentársele en la zarza ardiente, que le diga al Faraón: “Shalaj et amí veiaavduni” , “Permite a mi pueblo ir, para que puedan servirme”. Permitir simplemente que el pueblo salga en libertad no va a lograr algo a la larga, si no marchan a algo que es la alternativa, (de hecho la antítesis), a Egipto. Más aún, el encuentro de Moshé con la zarza ardiente tiene lugar frente al Monte Sinai, donde los judíos recibirían posteriormente la Torá, un documento verdaderamente revolucionario que, a través de la representación de los judíos, transformaría y fortalecería a toda la humanidad.

Durante el deambular de los Hijos de Israel a través del desierto, encontramos que cada vez que se alzaban aquellos que esquivaron su deber, coreaban el lamento “Permítenos regresar a Egipto”. ¿Acaso deseaban sufrir de nuevo como esclavos?

Ciertamente no. Pienso que lo que la Torá está diciéndonos es que abandonando la nueva visión y primacías de la misión, retornamos a Egipto. Quizás un nuevo Egipto, pero una misma esclavitud.

Todo lo que es verdad para las naciones e historia del mundo es verdad para lo que el Talmud llama el “pequeño mundo” de cada persona individual. Pesaj no es una conmemoración. Pesaj es volver a vivir y experimentar el poder liberador de la Divinidad en nuestras vidas.

La palabra hebrea para Egipto, Mitzraim, significa “coerción”. Sufrimos bajo la coerción de los hábitos que mantenemos sólo porque los teníamos ayer. Somos esclavos de las rutinas inculcadas en nuestras vidas y nuestro mundo, porque estamos demasiado ocupados como para desempolvar las tapas de nuestro Libro de Vida para leer sus páginas.

En Pesaj, y sobre todo en el Seder, apartamos todo el resto para concentrarnos en recibir el poder de libertad que fluye de Di-s a cada uno de nosotros. Pero para que esta experiencia tenga un efecto duradero, necesitamos recordar que no sólo tenemos que dejar los viejos hábitos (“permite salir a Mi pueblo”), sino que necesitamos una visión y programa de lo nuevo (“para que puedan servirme”). Si no, no terminaremos lejos de dónde empezamos.

El término veiaavduni en hebreo, “que puedan servirme” realmente significa “Que ellos puedan transformarse a través de Mí”. Cuando miramos a la Torá, cuya recepción fue el único propósito del Éxodo, descubrimos que la libertad es para comprender el potencial de cada aspecto de nuestro ser, reside dentro de las Mitzvot. 

Cada área de la vida está preparada para alcanzar un propósito, un significado y realización, si deseamos atrevernos a ser verdaderamente libres.

“Verdaderamente libres” no es la libertad de la esclavitud de cualquier Faraón, rey o zar que nos esté oprimiendo en ese momento, sino libertad de la esclavitud, de los límites auto impuestos a nuestra capacidad de comprender verdaderamente nuestro potencial Divino.

Matzá, el “alimento de la fe”

Cuando nuestros antepasados ​​salieron de Egipto, tenían tanta prisa que no había tiempo para esperar a que la masa leudara. Como consecuencia, comieron Matzá (pan sin leudar). Con solo esta comida (pero con gran fe), nuestros antepasados ​​confiaron en que el Todopoderoso proporcionaría sustento a toda la nación judía: unas dos millones de almas. 

El más humilde de los alimentos

Matzá simboliza la fe: consiste solamente en harina y agua, y no se le permite leudarse. Del mismo modo, los únicos “ingredientes” para la fe son la humildad y la sumisión a Di-s, que provienen del reconocimiento de nuestra condición de “nada” en comparación con el infinito del Creador.

La Mitzvá de Matzá se cumple en las dos noches del Séder.

Hay diferentes tipos de Matzá, elegí la correcta para cumplir la Mitzvá:

-Matzá de todo el año: no es apta para Pesaj bajo ninguna circunstancia.

-Matzá hecha con jugos o huevo: no es apta para Ashkenazim. Bajo circunstancias límites de salud, consultando con un rabino competente, se puede permitir, pero no para el Séder.

-Matzá a máquina hecha para Pesaj: sólo elaborada bajo estricta supervisión rabínica, pero no es óptima para el Séder.

-Matzá Shmurá hecha a máquina: Matzá hecha de harina que fue cuidada de humedad desde el momento de la cosecha hasta que fue horneada. Casi la mejor Matzá, excepto un detalle…

-Matzá Shmurá hecha a mano: para el Séder se requiere Matzá hecha específicamente para el cumplimiento de la Mitzvá. Tiene que ser elaborada con ese pensamiento, cosa que no es posible con la máquina. Por eso la Matzá más apropiada está hecha a mano, donde cada amasador dice: “amaso, estiro y horneo para confeccionar Matzá apta para cumplir con la obligación de comer Matzá”.