La traducción de los setenta

En los primeros años del segundo Beith HaMíkdash, el pueblo de Israel se encontraba bajo dominio persa. Luego, Grecia heredó su lugar e
Israel pasó a ser sometida por los griegos. Un sucesor de Alejandro Magno, Talmai (Ptolomeo Filadelfo), ordenó a los Sabios judíos confeccionar una traducción griega de la Torá. El Talmud (MEGUILá 9a) relata: Sucedió que el rey Talmai reunió a setenta y dos eruditos, y los ubicó en setenta y dos habitaciones, sin informarles el motivo por el cual los había convocado.

Entró a cada una de las habitaciones y dijo: “Escribid para mí la Torá de Moshé, vuestro maestro”. Di-s concedió a cada uno de ellos
los mismos conocimientos, y produjeron versiones idénticas. Talmai no encontró ninguna diferencia entre las traducciones. Incluso en
aquellos pasajes que los Sabios creyeron conveniente alterar la traducción literal, los cambios
que cada uno introdujo fueron exactamente los mismos. Ello representó una manifiesta santificación pública del Nombre de Di-s – Kídush
HaShem – como así también del nombre de Israel y sus Sabios.

UN ACTO DE DI-S
La tarea que Talmai impuso a los setenta y dos Sabios, estaba más allá de la capacidad humana. La Torá está escrita de forma tal que su
contenido da lugar a una amplia gama de interpretaciones – y fue entregada a los judíos junto con los lineamientos necesarios para interpretar correctamente sus palabras, oraciones y letras, y a partir de ello obtener la gran variedad de significados que encierra. En contraste, aquel que traduce la Torá a una lengua extranjera encontrará que no existe ningún idioma con medios de expresión tan ricos en connotaciones múltiples como lo es el Lashón Hakódesh ( Lengua Sagrada).

Además, en la Torá hay muchos versículos que, de ser traducidos literalmente, podrían ser fácilmente malinterpretados por los gentiles, quienes en consecuencia tergiversarían o menospreciarían su contenido. Para evitarlo, se deben incluir explicaciones o alterar la traducción literal, de modo que la genuina intención de las palabras resulte clara y comprensible para ellos. ¿Cómo es posible que setenta y dos Sabios, con puntos de vista diferentes, lleguen a la misma conclusión?

El pedido de Talmái a los Sabios, y la manera en que los obligó a trabajar, evidencia que su verdadero propósito era inducirlos a producir versiones diferentes, que luego podría utilizar para denigrarlos. Fue por esta razón que los Sabios recibieron una colosal asistencia Divina,
y todos llegaron a las mismas conclusiones respecto de los lugares donde debían realizar cambios en el texto o su matiz. El día en que los
setenta y dos Sabios finalizaron la traducción griega de la Torá -un 8 de Tevet- fue de gran pesar para el pueblo de Israel. Aunque la providencia de Di-s en favor de Su pueblo y la protección Divina que recibieron los Sabios se pusieron de manifiesto en ese día, evocando maravilla entre judíos y gentiles, fue, sin embargo, un momento de desgracia, tan calamitoso como el día en que se había construido el becerro de oro.

En Meguilat Taanit, los Sabios describieron: En el octavo día de Tevet la Torá fue traducida al griego durante el reinado del rey Talmai, y el mundo quedó sumido en la oscuridad por tres días.¿Con qué puede compararse ello? Con
un león que fue capturado y enjaulado. Antes de ser apresado, todos le temían y huían de él, pero ahora, todos venían a verlo y decían: “¿Dónde está su fuerza?” Lo mismo ocurre con la Torá.
Mientras estaba en manos de Israel y era interpretada por los Sabios en su propio idioma, la

Lengua Santa, todos la respetaban y temían menospreciarla. Incluso los gentiles que querían estudiarla no podían tener contacto alguno con ella sin antes entrar bajo las alas de la Shejíná (Presencia Divina) y adquirir conocimientos de la lengua sagrada y de las formas prescriptas para interpretar la Torá. Pero una vez reducida a la traducción griega fue despojada del respeto que infundía, y todo el que lo deseaba podía venir ahora y contemplarla.

Seraj, la hija de Asher

Los nombres de los hijos y nietos de Iaakov se enumeran cuando entraron a Egipto.
Uno de ellos es Seraj, la hija2 de Asher.

Durante muchos años, Iaakov lamentó la muerte de su amado hijo Iosef y estaba convencido de que había sido asesinado por animales salvajes.
22 años después, sus hermanos lo encontraron en Egipto, donde era virrey. Iosef pidió a sus hermanos que regresaran a casa y trajeran a su anciano padre a Egipto, enviando carros para facilitar el transporte de su padre y sus familias.
Los hermanos tenían miedo.

¿La conmoción del anuncio sería demasiado para Iaakov? Decidieron pedirle a Seraj que se lo dijera de una manera que no fuera
impactante.
Seraj esperó hasta que Iaakov comenzó a orar. Luego se paró frente a él y le preguntó: “¿Iosef está en Egipto? ¿Tuvo dos hijos,
Manashé y Efraím?
Iaakov escuchó y cuando vio los carros que Iosef envió, comprendió que estaba vivo.

Rabi Ionatan ben Uziel, en su traducción de la Torá, dice: “Debido a que Seraj le dijo a Iaakov que Iosef estaba vivo, entró al Gan Eden (Paraíso) sin tener que morir”.

Sefer Haiashar cuenta que Seraj tocaba un arpa (o algún otro instrumento de cuerda) y cantaba: “Iosef todavía vive y es rey en Egipto”.
Debido a su forma gentil de dar la noticia, su abuelo le dio a Seraj la bendición de vivir para siempre.

Cuando Moshé y Aarón anuncian que son los mensajeros de Di‐s, enviados para liberar a los judíos de su esclavitud en Egipto, los ancianos de los hijos de Israel no sabían si era cierto.
Seraj sabía que Iaakov le contó a Asher cómo identificar al redentor, y que Asher se lo había pasado a Seraj. Cuando citaron las palabras que Di‐s le dijo a Moshé que les dijera a los judíos:
“Me he acordado de vosotros”, ella dijo: “¡Él es el verdadero salvador! Aprendí por mi padre que el mensajero que venga a salvar a los israelitas usará esas palabras”.

Otro secreto que sabía Seraj era dónde encontrar el ataúd de Iosef. Antes de morir, Iosef hizo jurar a sus hermanos que cuando salieran de Egipto se llevarían su ataúd de regreso a la Tierra Prometida.
Cuando llegó el momento de salir de Egipto, Moshé buscó el ataúd, pero no pudo encontrarlo. ¡No podían salir de Egipto sin el ataúd!
Seraj era de las pocas personas que vivían cuando se sepultó a Iosef. Moshé le preguntó: “¿Sabes dónde está enterrado?”

Ella respondió: “Los egipcios lo introdujeron en un ataúd de metal y lo hundieron en el río Nilo, para que sus aguas fueran bendecidas”
Así Moshé pudo cumplir la promesa cuando el pueblo judío abandonó Egipto.
Seraj vivió una vida muy larga.
Rashi señala que se la menciona en los últimos versículos para señalar la duración inusual de su vida.

¿Cómo podemos mantener la identidad judía?


En Vaigash, Iaakov y sus hijos y nietos, en total 70 personas, que vivían en la Tierra de Israel, se mudaban a Egipto debido a la dura
hambruna. Iosef los invitaba Iaakov tenía buenas razones para estar preocupado. ¿Su familia podría mantener su identidad? ¿O desaparecería, inundada por la cultura sofisticada de una gran potencia?

¿Cómo se relacionarían los egipcios con los hebreos, adoradores de un Di‐s al que no podían ver? Como sabemos, el gobernante
egipcio esclavizó posteriormente a los judíos e hizo todo lo posible por destruirlos.

Durante el viaje a Egipto, Di‐s se apareció a Iaakov en una visión. “No tengas miedo de bajar a Egipto”, dijo Di‐s; “Bajaré contigo”.
Junto con esto vino la promesa de que el pueblo judío regresaría a Tierra Santa.

Esta promesa de Di‐s le dio a la familia de Iaakov un sentido de dirección. No olvidaron quiénes eran y hacia dónde iban.
Después de 200 años de esclavitud, cuando Di‐s les envió a Moshé para liberarlos, lo reconocieron como un hombre de Di‐s y respondieron a su liderazgo.

La promesa se cumplió: abandonaron Egipto, regresaron a Tierra Santa, tomaron posesión de ella y construyeron el Templo.
Nosotros, miles de años después, nos encontramos en una situación en la que es muy fácil perder el rumbo.
Pero también hemos recibido una promesa de Di‐s: siguiendo el camino de la Torá, haremos una morada para Di‐s en nuestros
corazones, nuestros hogares y nuestras vidas.

Esto afectará no sólo a todo el pueblo judío, sino a toda la humanidad.
La promesa de la enseñanza judía es que, de la manera más positiva imaginable, transformaremos el mundo.
Esta es la promesa Divina. ¡El resto depende de nosotros!

¿El Judaísmo es un culto?

Pregunta:

Me encontré con una vieja compañera. Está estudiando en un seminario, y ahora es religiosa. Después de hablar con ella durante unos cinco segundos, sentí que le habían lavado el cerebro. La forma en que hablaba era como si estuviera inmersa en un culto. No tengo nada en contra de la religión, ¿pero acaso el judaísmo religioso es una secta?

Respuesta:

Si bien no es un culto, incluso el judaísmo a veces puede ser usado de maneras que son inquietantemente similares a cómo las personas se comportan en una secta. ¿Cuál es la diferencia entre una secta y una religión? La mayoría de la gente define el término “culto” tan vagamente, que cualquier persona con opiniones fuertes podría ser clasificada como seguidora de un culto.

La mejor definición que he oído es esta:

La religión es un movimiento en el que las personas se encuentran; una secta es un movimiento en el que las personas se pierden.

Un culto secuestra tu identidad y te convierte en alguien que no eres. Una verdadera religión debe mejorar y profundizar en tu identidad, para que des lo mejor de ti.

Las personas que se encuentran con la religión pasan por cambios. Aprenden a explorar partes de su personalidad que no sabían que existían. Como resultado, a menudo vuelven a evaluarse a sí mismos y a sus vidas. Todo crecimiento es acompañado con algún trastorno e inestabilidad, por lo que puede pasar por un corto período de tiempo, en el que parece un poco extraño a sus amigos y familiares. Incluso pueden misionar un poco, y tratar de “convertir” a todos a su alrededor. Lo que sucede es que quieren compartir su inspiración renovada con sus seres queridos. Esto es normal, y la familia debe tratar de ser paciente.

Sin embargo, si empiezan a convertirse en otra persona y parecen irreconocibles, entonces puede haber motivo de preocupación. Si pierden su personalidad, su sentido del humor, su interés por los demás, o su capacidad de pensar, pueden haberse perdido. Si estos síntomas persisten, pedir ayuda rabínica. Es posible que hayan sido víctimas de un culto, o se utiliza la religión como culto.

El culto demanda saltar sin cuestionamientos. Pero cuando se hace estos cambios repentinos, la persona desaparece. Este no es el camino judío. El Judaísmo alienta el cuestionamiento, incluso el escepticismo honesto. El desarrollo espiritual judío se hace poco a poco y con reflexión. De esa manera los cambios serán reales, ya que se integran y armonizan con la personalidad en lugar de abrumarla.

Dale a tu amiga un poco de tiempo. Si es de hecho un lavado de cerebro, probablemente no va a durar, saldrá tan rápido como entró. El juda- ísmo no puede ser utilizado como un culto. Pero lo más probable es que si se depositan en un medio equilibrado, su viejo yo regrese de nuevo, pero con una profundidad y dirección que nunca había tenido. A veces hay que perderse un poco para encontrarse de nuevo.

* Por Aron Moss

¡Fuego!

Todavía no he caído en la tentación de quemar una escuela, ni siquiera persigo los camiones de bomberos, pero admito que tengo una fascinación con el fuego.

No se por qué, pero las llamas bailarinas, la interacción de diferentes matices sutiles de luz y el calor que se produce cuando la leña arde lentamente, siempre me ha encantado.

Ciertamente  elegí la religión con suficientes puntos de venta para satisfacer mi atracción. ¿Cuántas de nuestras festividades y observancias se llevan a cabo alrededor de una flameante llama?

De entrada puedo pensar en las velas de Shabat, viernes a la noche. El servicio de Havdalá que marca la conclusión de Shabat, Janucá, las fogatas de Lag Balmer y la quema del jametz- todo lo que leuda- antes de Pesaj, sin mencionar el horneado de la Matzá, el encendido de las velas la noche antes a un Brit milá, y cargar las velas en la Jupá.

Aparentemente hay una conocida condición psicológica, Trastorno Afectivo Estacional (TAE), en donde la gente se deprime en invierno dado a la falta de luz solar. La presencia de luz y fuego en todo su esplendor, calor y belleza influencian directamente sobre nuestros sentimientos, salud y alegría.

En la Torá leemos sobre el mandamiento Divino al Sumo Sacerdote de encender el candelabro de siete brazos. El Templo era la fuente del esplendor e iluminación para el mundo físico, y la responsabilidad del sacerdote era encender estas llamas de gloria, y por lo tanto, iluminar el universo.

Tenemos una misión similar en nuestras peleas diarias en este mundo pesimista: transmitir el fulgor de Di-s de dentro de nosotros, iluminar nuestro alrededor e iluminar las vidas de nuestras familias, amigos y compañeros.

Aaron fue encargado de encender las mechas “hasta que las llamas ardan por si mismas”. Como cualquiera que haya luchado con una parrilla a carbón o trabajado para encender una fogata sin kerosén pueda testimoniar, que hay algo más en el encendido que simplemente sostener un fósforo cerca del combustible. Lleva su tiempo encontrar el lugar indicado, determinación para mantener el encendedor quito hasta que se prenda fuego y a veces hay que intentarlo varias veces (usar quizá media docena de fósforos) para garantizar que se propaguen las llamas. Una vez que se haya encendido correctamente, el nuevo fuego es incomparablemente más poderoso y útil que el fósforo insignificante que había sido encendido al principio.

No es fácil alcanzar a otros. A veces nos sentimos con vergüenza o extraños, preocupados por si interferimos, y no muy convencidos de que nuestra habilidad sea de utilidad. Es mucho más fácil esconderse en nuestro pequeño rincón y dejar que el mundo se cuide por sí mismo.

o podemos, no debemos. El efecto exponencial de inspirar a otros, el bien que se engendra y la inspiración afectada tienen consecuencias tan poderosas, que abnegar nuestras responsabilidades nos condenaría tanto a nosotros como a los otros, a una experiencia estéril y congelada.

Por Elisha Greenbaum

 

Sabiduría, agua y verdad

Cuando Iosef vino a sus hermanos… ellos lo tomaron y lo arrojaron a una fosa; y la fosa estaba vacía, no había en ella agua. – Genesis 37:23-24

¿Por qué escribe la Torá: “y la fosa estaba vacía, no había en ella agua’? ¿El hecho de que “estaba vacía” no implica ya que “no había en ella agua”?

[Las palabras adicionales] vienen a enseñarnos: no había agua, pero sí había serpientes y escorpiones.

– Talmud, Shabat 22a

El Midrash explica el más profundo significado de la fosa sin agua en la que Iosef fue arrojado por sus hermanos: “La fosa estaba vacía, el pozo de Iaacov fue vaciado. No había agua en él, estaba hueco de las palabras de Torá que son comparadas al agua, como está escrito: ‘Todos los sedientos, de al agua”. La Torá dice: ‘Si un hombre es descubierto raptando a uno de sus hermanos… y vendiéndolo… ‘2, y ustedes están vendiendo a su hermano… “3

Pero nuestros Sabios nos dicen que los hermanos de Iosef, quienes eran todos hombres piadosos y eruditos, estaban convencidos de que su proceder era justificado, incluso ordenado, por la ley de la Torá.

A sus ojos, Iosef era culpable de crímenes para los que la Torá misma prescribe el castigo que ellos desearon aplicarle4.

De modo que no era conocimiento de la Torá o erudición lo que les faltaba, sino la capacidad de lograr la verdad de la Torá, la capacidad necesaria para interpretarla y aplicarla a su situación libre de la subjetividad y predisposición humana.

Así, la Torá es llamada aquí “agua”.

La Torá también ha sido comparada por nuestros Profetas y Sabios al pan, al aceite, al vino, a la leche y a la miel, entre otras cosas5. Cada una de estas metáforas se relaciona con otro aspecto o característica de la Torá, otro aspecto de su condición nutritiva del alma.“Agua” expresa aquel elemento de Torá en extremo crucial para la recepción fiel de la verdad Divina por parte de la persona.

“¿Por qué se compara la Torá al agua?”, pregunta el Talmud. “Porque tal como el agua abandona el terreno alto y desciende al bajo, así lo hacen las palabras de la Torá: se perpetúan solamente en la mente humilde.

El Talmud declara que “incluso en el sueño, uno no puede ver un elefante pasando a través del ojo de una aguja”7. Pero, con todo, un elefante y el ojo de una aguja son, ambos, de un tamaño finito, sólo que el primero es de un tamaño finito más grande que el segundo. No obstante, es imposible que un elefante entre en el ojo de una aguja; tan imposible, que aun nuestros sueños (que nos muestran muchas cosas imposibles) no conjuran semejantes imágenes.

¡Cuán infinitamente más imposible es para la finita mente humana captar la infinita sabiduría del Creador!

Así, cada mañana, antes de que estudiemos una única palabra de Torá, expresamos nuestra gratitud al Omnipotente con la bendición “Bendito eres Tú, Di-s, Quien nos da la Torá”.

Cada logro nuestro en la Torá es un obsequio Divino, algo que nuestras finitas herramientas mentales jamás podrían lograr por medios propios 8. Es un regalo que viene empacado en prendas de razón que nuestras mentes racionales deben esforzarse por desenmarañar; pero la esencia de la Torá, la inequívoca verdad Divina que se oculta detrás de estos vestidos, está más allá de la capacidad natural de la más grande de las mentes.

Asimilamos esta verdad sólo porque Di-s elige dárnosla cada vez que nos aplicamos al estudio de Su sabiduría con el reconocimiento de su Divinidad y el compromiso con sus objetivos.

Así, ninguna mente humana puede lograr una verdadera comprensión de la Torá si no reconoce primero humildemente su insuficiencia intrínseca para abarcar la sabiduría de Di-s.

La mente que insiste en considerar primaria su proeza intelectual, o siquiera significativa, para la adquisición de Torá, se inhabilita a sí misma para llegar a su verdad.

Puede alcanzar impresionantes logros en el estudio de las envolturas racionales de la Torá, pero sin la humildad que es requisito previo -sin el “agua” de la Torá- la esencia Divina de la Torá queda más allá de su captación finita.

De hecho, cuanto más grande la mente de uno, cuanto más grandes los logros del pasado en la Torá, tanto mayor es el grado de humildad requerido para contrarrestar la arrogancia natural de la mente y para lograr una dimensión aún más profunda de la verdad Divina.

Allí se oculta la insuficiencia de los hermanos de Iosef.

Su pozo de sabiduría “estaba vacío, no había agua en él”. Carecieron del grado de humildad intelectual requerido de las mentes de su calibre.

Y porque no había agua en él, “había serpientes y escorpiones”. Privada de su esencia Divina, su Torá era ahora vulnerable a las subjetividades y predisposiciones de todo intelecto humano.

La conexión con Janucá

La historia de Iosef y sus hermanos se estudia y es leída siempre en la festividad de Janucá, o en proximidad a ella9.

También es notable que la arriba citada interpretación del Talmud (“no había agua en ella, pero sí había serpientes y escorpiones”) aparece, aparentemente fuera de contexto, en medio de la sección talmúdica que refiere la historia y las leyes de Janucá (Shabat 21a a 23b)10.

De hecho, la lección de la Torá deficiente en agua de los hermanos de Iosef es un componente central en la historia de Janucá.

En la plegaria de Al HaNisín, que describe los sucesos de Janucá, leemos: “En los días del Sumo Sacerdote Matitiahu, el Jashmonaí, y sus hijos, cuando el malvado régimen helénico se alzó contra Tu pueblo Israel para hacerle olvidar Tu Torá y violar los decretos de Tu voluntad…”.

No era la Torá propiamente dicha lo que el malvado régimen helénico deseó erradicar del pueblo de Israel, sino Tu Torá.

Los griegos eran un pueblo “culto”, que respetó mucho la búsqueda del conocimiento; estaban perfectamente dispuestos a aceptar la Torá, e incluso abrazarla, como una filosofía, como la sabiduría colectiva de un pueblo estudioso. Lo que no podían tolerar era el agua” de la Torá, la humildad de la mente ante un dador Divino de la verdad.

Su guerra contra la Torá fue contra “Tu Torá”, contra la Torá como la sumisión humana al infinito, supraracional, Di-s.

Así, el Talmud nos cuenta que cuando los griegos invadieron el BeitHaMíkdash (el Gran Templo) en Jerusalén, “profanaron el aceite en el Santuario””

Este era el aceite empleado para encender la menord (el Candelabro del Gran Templo), que simboliza la luz Divina que emanaba desde el Beit HaMikdash hacia el mundo entero12. Los griegos no destruyeron el aceite de la menorá lo derramaron al suelo. Lo impurificaron, volviéndolo intencionalmente incompetente para el uso según las supra-racionales leyes de pureza ritual de la Torá.

Nuevamente, los griegos no objetaron el hecho de que el Templo sirviera de fuente de ilustración para el mundo; sólo buscaron despojarlo de su elemento supra-racional y Divino.

Con todo, los Jashmoneos sabían que una Torá despojada de su “agua” se convierte muy pronto en caldo de cultivo para serpientes y escorpiones. Que la sabiduría desprovista de su esencia Divina conduce, no a la verdad, sino a la racionalización de los más degradados apetitos y prejuicios del hombre.

De modo que pelearon para expulsar de Jerusalén al ídolo griego de la razón y reencender la menorá con la sabiduría receptiva a la verdad Divina.

Extraído de El Rebe Enseña, Ed. Kehot Lubavitch Sudamericana

Basado en Likutei Sijot, VoL XV~ pags. 324-330

Notas: 1.Isaías 55:1. 2. Deuteronomio 24:7. 3. M¡drash Rabá sobre el versículo. 4. Véase Sforno sobre Génesis 37:18; Or Hajaím, ibid., versículo 20; Parashat Debarím y otros comentaristas. 5. Véase Proverbios 9:5; Cantar de los Cantares 4:11, y Sforno, ibid.; “La Esencia del Jasidut” (Ed. Kehot Lubavitch Sudamericana), sección 7 y nota 4g; Likutéi Sijot, Vol. 1, pág. 170. 6. Talmud, Taanit 7a. 7. Ibid., Berajot 55b. 8. Véase Talmud, Nedarim 38a: “Al principio, Moshé estudiaba la Torá y la olvidaba, hasta que Di-s se la otorgó como un regalo”. 9. La Torá se divide en 54 secciones (sidrot o parshiot), una para cada semana del año. La sección de la semana se lee públicamente en la sinagoga y es estudiada individualmente en el curso de la semana.

¿Por qué Esav odia a Iaakov?

En Génesis 33:4, la Torá nos cuenta sobre un beso: después de treinta y cuatro años que Iaakov estuvo escapándose de las garras de su hermano, y de que Esav no había cesado de planear matarlo, Esav tuvo un cambio en su corazón. Viendo que Iaakov se acercaba, Esav corre hacia él, lo abraza y lo besa.

Pero la palabra “vaishakeu”, “y él lo besó”, tiene una línea de puntos arriba, que es una forma que tiene la Torá de decirnos que no era un beso normal. ¿Qué era lo anormal de este beso? El Midrash cita dos interpretaciones. Una es, que la Torá nos está diciendo que no era un beso verdadero, Esav realmente intentaba matarlo mordiéndole el cuello. Y la otra interpretación es que Esav besó a Iaakov con todo su corazón, y eso era lo anormal del beso, siendo que “todos sabemos que es ley cardenal que Esav odia a Iaakov”.

De cualquier forma que se vea, el tema principal es que Esav odia a Iaakov. No importa lo que Iaakov haga, Esav lo odia.Si Iaakov lo apacigua, le da regalos, actúa hacia él como el hermano que es, Esav lo odia incluso más. ¿Pero por qué?

¿Por qué Esav odia a Iaakov? Pero lo primero que uno debe preguntarse es: ¿Por qué existe Esav? ¿Por qué hay maldad en nuestro mundo? ¿Por qué hay odio y oscuridad? ¿Qué hay de malo con un mundo que consista sólo de bondad, amor y luz?

La maldad existe porque es mucho más poderosa que la bondad. ¿Hay un amante en el mundo que odie con la misma intensidad con la que una persona llena de odio odia? ¿Hay acaso una luz tan brillante como la oscuridad más profunda? ¿No hubo nunca un acto de bondad envuelto con la fuerza y vigorosidad contenidos en un acto de crueldad?

Es por eso, dicen los Kabalistas, que Di-s creó la maldad. La oscuridad existe para que pueda ser transformada en luz, resultando en una luminosidad infinitamente mayor que la luz misma puede emanar. La crueldad está implantada en el corazón de la persona para que podamos hacer actos de bondad infinitamente más potentes que lo que la bondad misma pueda producir. La maldad existe para ser explotada por la bondad.

El alma de Esav sabe esto, que sólo existe para servir a su hermano menor. Que no importa cuán ferozmente se resista a esta verdad, esta ferocidad será a la larga de Iaakov.

Es por esto, que Esav odia tanto a Iaakov: porque sabe que el odio no es de él.

Por Yanki Tauber

¿Qué es Jasidut?

Generalmente se le suele definir de un modo muy escueto como el movimiento fundado por Rabi Israel Baal Shem Tov (1698-1760) destinado a revitalizar la vivencia espiritual religiosa del judaísmo, lo que además produce la sensación de que es un movimiento que pertenece al pasado.

Sin embargo subsiste hasta el presente y tiene gran relevancia como un sistema de filosofía religiosa, una aproximación integral a la totalidad que es el hombre y su conexión con el cosmos.

Actualmente existen ramas florecientes entre las cuales se destaca Jabad Lubavitch fundado por  Rabi   Shneur Zalman, autor del Tania que dio una nueva luz al judaísmo, al revelar la parte interna, oculta de la Torá, para hacerla accesible a la inteligencia humana de las mayorías. El método de estudio se conoce con el nombre deja JaBaD, (acróstico de las tres facultades intelectuales de la persona jojmá -Sabiduría; Bina -Entendimiento y Daat- Conocimiento); que son el punto de partida del nacimiento de las emociones que constituyen el centro del principio de que la mente debe dominar al corazón, en una relación simbiótica en la cual la mente engendra la emoción , y ésta valida la mente. La contribución de jabad está en la consideración de que mente y corazón están integrados, no existen compartimientos -solo hay un persona y sus diferentes aspectos -cuerpo y alma-, mente y corazón, acciones, vida privada y pública, realización de mitzvot o preceptos y actividades ordinarias – todos forman parte del individuo, fortificándose uno al otro y sirviendo de base a la totalidad que es la persona.

En la actualidad se escriben cientos de libros y panfletos de auto – ayuda, pero generalmente estos son superficiales y usan los mismos clichés. Los cambios en la vida de las personas – los profundos y duraderos-solo pueden provenir de un estudio más profundo de la personalidad, conjuntamente con una guía práctica que permita traducir el conocimiento en acción. Las enseñanzas de jasidut, las de misticismo judío, ofrecen una aproximación única en la esfera del mejoramiento personal pues combinan el estudio y el ejemplo personal de los grandes Maestros Jasídicos, con pasos prácticos que toda persona puede aplicar y que es efectivo no solo para aquellos que pertenecen al movimiento jasídico, y no solo para los judíos sino para toda la humanidad.

En resumen se puede decir que jasidut Jabad, es el estudio de la dimensión esotérica y espiritual de la Torá, que cuando se acompaña con la ley y la tradición judía, crea una sinergia de cuerpo y alma, que ayuda a hacer de Di-s un ser tan real y relevante para nosotros como el aire que se respira y la comida que se ingiere.

La dimensión interior siempre fue parte de la tradición, pero en generaciones anteriores solo era estudiada por pequeños grupos de Sabios. Jasidut dio entrada a una nueva era, en la cual ese misticismo se hizo accesible a aquellos que lo querían estudiar y ser inspirados por él, con la intención de que la difusion de esas enseñazas hiciera a Di-os una realidad en la vida de las personas y trajera la redención al mundo entero.

Que es el Tania?

Es la obra maestra de Rabi Shneur Zalman de Liadi

Es un trabajo nacido de las situaciones de la vida real y es allí donde reside su descomunal y eterno poder. Aunque las ideas son expresadas bajo el formato de un análisis erudito, presentando un sistema metafísico y místico, el Tania es el registro de 20 años de experiencia personal en el asesoramiento y consejos brindados por el autor. La obra fue escrita para aquellos cuyas creencias no han sido perturbadas por la duda, pero que buscan la senda correcta hacia Di-os.

El autor llamó a su obra con tres nombres diferentes:

Likutei Amarim – “Colección de Discursos”, título bajo el cual fue publicada por primera vez en Slavita en 1796.

Tania, en virtud de la palabra inicial del libro, citando una fuente del Talmud, que le sirve de punto de partida para desarrollar todo su sistema.

Sefer shel Beinonim – “Libro de los intermedios”, llamado así en virtud del tipo de personalidad sobre el cual el libro centra su atención; “el intermedio” cuyo rango está al alcance de toda persona que se encuentra entre el tzadik (hombre justo y piadoso) y el rashá (hombre malvado).

Hasta el presente han aparecido más de 3000 ediciones en todo el mundo de esta obra que es considerada como la «Torá Escrita» de Jabad, en la que cada palabra y cada letra tienen pleno significado. De hecho el autor la dividió en 53 capítulos para corresponderse con el número de sidrot o parashot (secciones semanales) del Pentateuco. Ha sido traducida a innumerables idiomas entre los cuales se encuentra el español.

El Rebe Iosef Iitzjak Schneerson instituyó la costumbre de que cada día fuera estudiada una parte del Tania, así como del Jumash -con el comentario de Rashi y de Tehilim, Salmos. Estos estudios diarios son los conocidos bajo el nombre genérico de Jitat; siglas de las palabras Jumash, Tania y Tehilim.

¿Para qué debemos rezar?

Pregunta: Estoy un poco confundido acerca de la idea de rezarle a Di-s para que nos ayude en alguna situación o para que nos provea de algo. Si Di-s creó la situación en la que la persona se encuentra, es porque desea que así sea. Él sabe que eso es bueno para el individuo. Entonces, ¿para qué debemos rezar para que la cambie?

Respuesta: Si, en realidad todo el concepto del rezo es confuso. Confiamos en que Di-s es Bueno y todo Lo hace por el bien. Creemos en que Él posee el conocimiento perfecto de todo y todo está bajo Su control. Y le pedimos que cambie las cosas y las haga para bien. Si, parece ser una contradicción.

Pero, piénselo así: Di-s desea que la gente le rece a Él. Algo parecido a lo que cualquier padre desea. Que su hijo tome el celular  y escriba: “Hola, Papá, Mamá”.  Más aún, Él desea que las cosas progresen en su mundo a través de la mutua consulta. Desea que nos involucremos y tratemos de comprender qué es bueno para nosotros y tratemos de que suceda- no importa cuánto más grande y mejor es Su propio entendimiento y habilidad que la nuestra.

En eso consiste el rezo, en realidad: Vínculo entre vos y Di-s. Pensá que rezar es algo así como que Di-s conversa consigo Mismo a través tuyo. En la Plegaria Di-s y vos son uno.

Por eso, pide por todo lo que necesites, pero tené presente a Quién se lo está pidiendo. Y piensa: ¿qué estás haciendo a cambio? ¿Qué tipo de socio es con Di-s?

Rabino Tzví Freeman

El significado de los sueños

¿Qué son exactamente los sueños? ¿Profecías? ¿Revelaciones o simples fantasías? Nos angustian, nos alegran, nos dejan pensando…

Zejariá, Jagai y Malaji fueron los últimos Profetas y con ellos concluyó la etapa de la profecía en el seno del pueblo judío.

Tras ellos surgieron los Miembros de la Magna Asamblea -“Anshei Kneset Hagdolá”- quienes continuaron con la cadena de transmisión judía, de nuestra tradición, comenzada por Moisés, receptor de la Torá en el Monte Sinaí, y quien la recibiera de sus manos, Iehoshúa -Josué.

De aquí en más, a partir de la construcción del Primer Beit Hamikdash -Gran Templo de Jerusalem- en el año 3408 (352 antes de la E. C.), la tradición continuó a través de nuestros maestros de la Mishná -los “Tanaím”-, quienes ocuparon el lugar de los Profetas en la función de enseñar el verdadero camino de Di-s al pueblo.

Estos “Tanaim” poseían las virtudes de los Profetas y cumplían fielmente su cometido. Eran personalidades de talla superior, temerosos de Di-s y eruditos conocedores de la Torá y su significado, íntegros en sus virtudes personales y dotados de un inagotable caudal de entrega y dedicación. Carecían de intereses egoístas y solo buscaban servir a su Creador con alegría y cariño.

Con todo, aún cuando reuniesen las características de los Profetas, por razones que solo el Amo del Universo conoce, el espíritu de la profecía no se manifestó en ellos. Con los Profetas de la Biblia – el “Tanaj”-  había concluido, indefectiblemente, la etapa de los profetas.

Con todo, si bien la profecía había dejado de existir, había surgido algo relativamente cercano a ella: la Inspiración Divina (“Rúáj Hakodesh”).

Esta Inspiración Divina condujo y guió las enseñanzas de los Sabios de la Mishná y el Talmud -los “Tanaím” y los “Amoraím”- y sus sucesores, los “Rabanán Seburaé”, los “Gueoním” -Saadiá Gaón, Rav Sherira Gaón, Rav Hai Gaón, etc.-, y tras ellos los “Rishoním” -Rabí ltzjak Alfasi y otros-.

Sin embargo, cada generación se veía a sí misma en inferioridad de nivel frente a la generación precedente, respecto de la altura espiritual que le fue concedida. “Si los primeros fueron cual ángeles, nosotros somos cual hombres” -este refrán de nuestros Sabios- era el que de mejor manera ilustra el sentimiento que abrigaban ante la magnitud espiritual de generaciones anteriores.

En cuanto la profecía dejó de existir, nuestros Sabios dejaron de basarse en ella en su empeño de alcanzar la revelación Divina.

Desde ese momento, su función se remitía a cuidar el legado de la Torá, interpretarla y explicar sus detalles, y ver que fuese transmitida a las generaciones subsiguientes. Muchos de sus valores fundamentales habían sido entregados a modo de reglas generales, insinuadas en contadas palabras, condensada gran cantidad de sabiduría espiritual en poco espacio físico.

Y esta función específica de los Grandes de la Torá a partir de ese momento continúa siendo el basamento de actividad de los legítimos Sabios de la Torá incluso hasta nuestra presente generación.

Ahora bien, tras este preámbulo, veamos más de cerca cuál es el enfoque que nuestros Sabios han conferido al tema de los sueños, tal como éste se ve abordado en la literatura talmúdica.

En forma general cabe decir que su perspectiva está magistralmente resumida en las palabras del Profeta Irmiahu – Jeremías “¿Qué hace el alimentocon el grano?” (Irmiahu 23:28). En otras palabras, cabe considerar que se trate de sueños con verdadero contenido, más, en su amplia mayoría, solo encierran palabras vanas.

De ese modo, nuestros Sabios, de acuerdo a las palabras de Irmiahu, han reflexionado de la siguiente manera: como no es posible que el alimentoexista sin el grano, del mismo modo no es posible un sueño sin palabras carentes de sentido” (Talmud, Berajot 55).

Lo dicho es cierto frente a la mayoría de los sueños, más aún si hemos de tener en cuenta que éstos dependen en gran medida con la temática del pensamiento durante el día transcurrido. Los sueños expresan en qué ha estado enfrascado su pensamiento.

En general nuestros Sabios han sido de la opinión de que no debe prestarse especial atención al contenido de los sueños.

Ven innecesario narrar su contenido, repetirlo a otros, así como buscar su interpretación.

De este modo, resulta que es absurdo hablar de “buenos sueños” o “malos sueños”. Tal es así que el mismo Rav Jisdá declara más benéfico un “sueño malo” que uno “bueno”, y Rashi explica que ello se debe a que el primero de estos sueños, al menos posee la virtud de incentivar al hombre a regresar a Di-s, lo invita a la “Teshubá”.

A la par de que nuestros Sabios restaron importancia a los sueños y consideraron un modo inadecuado querer entrever en ellos una noticia futura, buena o mala, resaltaron más la necesidad de tomar en consideración la personalidad del hombre que los ha soñado. Si se trata de un hombre que durante toda la jornada se dedica a asuntos materiales, acosado por la preocupación de su subsistencia y manutención, es muy probable que incluso en sus sueños esta temática esté presente, de modo que sus sueños no superan en importancia al cauce de sus pensamientos mientras estuvo despierto.

Por el contrario, cuando se trata de un hombre dedicado por entero a la vida espiritual, a la pureza y la santidad, impregnado constantemente del efecto de la Torá y sus preceptos celestiales, en ese caso, cabe prestar atención al mensaje intrínseco en sus sueños.

En el caso de un hombre así, el sueño puede ser portador de un significado más allá del usual.

Y este concepto es expresado en una corta frase de nuestros Sabios: “Un sueño – es una parte de sesenta, de profecía” (Talmud, Berajot 57b). Bajo una perspectiva similar, el Zohar -obra cumbre de la Kabalá- expresa que en el presente, al carecer nosotros de la profecía, solo un Eco Celestial puede ser portador de una información celestial. En el Talmud encontramos diversos casos en los que, a diferente gente, se les mostró o reveló algo, mediante el sueño. Incluso nuestros Sabios hablan de un ángel (“Baal Hajalomot”) encargado de notificar cosas mediante un sueño. En otras partes del Talmud se nos da cuenta de problemas resueltos, conflictos y debates solucionados o pasajes complejos e incomprensibles que resultaron accesibles – todo mediante revelaciones durante el sueño.

Casos similares ocurrieron en épocas post-talmúdicas, por ejemplo el caso de Rashi, quien apareció ante su nieto, el “Rashbám”, en el sueño, así como el caso de “Maharám” de Rotenburg, quien se apareció en el sueño a uno de sus discípulos y le enseñó un pasaje talmúdico.

Uno de los legisladores judíos (“Poskim”) del Siglo XIII, Rabí laacov Haleví de Marvidgh conocido con el apodo de Rabí laacov “Hajasid” (‘el piadoso’), escribió una Responsa halájica cimentada en aquellas leyes que le fueran preguntadas y cuya respuesta le fuera revelada en el sueño, según relata Rabí Jaim losef David Azulai -el “Jidá”-.

Mas, como hemos dicho, no pueden compararse los sueños de los Grandes de la Torá y el espíritu, a los sueños del hombre medio, cuyas “revelaciones” en sueños no están en la misma altura.

A pesar de esto, y teniendo en cuenta la naturaleza humana que sí se deja influenciar por sus sueños, es que nuestros Sabios han compuesto una plegaria que es recitada mientras los Kohanim -sacerdotes, descendientes de Aharón- bendicen al pueblo judío en la Sinagoga, durante las festividades.

Y así dicen nuestros Sabios:

“Quien tiene un sueño e ignora qué significa, que se levante cuando los sacerdotes extienden sus manos en bendición, y diga: ‘¡Señor del universo! He soñado mas ignoro qué significa. Sea si soñé respecto de mí, sea si soñaron mis compañeros acerca de mí, o si soñé yo acerca de otros. Si (estos sueños) son buenos, fortifícalos y fortalécelos, tal como los sueños de losef el Tzadik. Si precisan ser curados, cúralos tal como has hecho con las aguas de Mará mediante nuestro maestro Moisés, (como has hecho) con Miriám, de su lepra, con Jizkiahu de su enfermedad, y como las aguas de Ierijó – Jericó- mediante Elisha. Y tal como has convertido a la maldición del malvado de Bilá”.