Resumen de Lej Lejá

Abraham fue la primera persona en darse cuenta de que Di-s es un Ser Supremo y que Di-s no es polvo, un ídolo, el mar o el sol. Él difunde este mensaje todo el tiempo en la ciudad de Jarán donde vive. Un día, Di-s le dice que abandone su ciudad y la casa de su padre y que vaya a la tierra que Di-s le mostrará. Entonces Abraham y su esposa Sarai junto con su sobrino Lot dejan Jarán y viajan a la Tierra de Canaán donde Di-s se le revela y le dice que dará esta tierra a los hijos de Abraham. Abraham construye un altar allí.

A Abraham y Sarai les encanta recibir invitados. Su carpa está abierta por los cuatro costados para que la gente pueda entrar desde cualquier dirección en la que viajen. Abraham y Sarai alimentan y cuidan a todos sus invitados y les enseñan acerca de Di-s.

Poco tiempo después, una hambruna llega a la tierra de Canaán, por lo que Abram y Sarai tienen que viajar a Egipto para conseguir comida. Allí dicen que son hermanos, porque Sarai es tan hermosa que Abram teme que los guardias del palacio lo maten para dársela al Faraón como esposa. Sarai es llevada prisionera al palacio, pero durante la noche Di-s envía una plaga al Faraón, quien recibe el mensaje y libera a Sarai. También les da muchos regalos: animales, oro y plata, y los despide.

De regreso a Canaán , Lot se va a vivir a la ciudad de Sodoma. Es capturado durante una guerra local y Abraham corre a rescatarlo con un pequeño ejército y milagrosamente derrota a un gran ejército de cuatro reyes. Di-s hace un pacto con Abraham y le dice que sus hijos sufrirán en el exilio ( galut ), pero luego serán liberados y llevados a la Tierra Santa, que será suya para siempre.

¿Suena bien? ¡Suena genial! Pero… Abraham y Sarai estuvieron casados ​​por mucho tiempo y no tenían hijos, y ellos están envejeciendo… así que Sarai anima a Abraham a casarse con su sirvienta Agar , quien era una princesa egipcia convertida (en esa época a los hombres se les permitía casarse con más de una esposa), para darle a Abram la oportunidad de tener un hijo. Agar queda embarazada y tiene un hijo, Ismael . Pero Agar le falta el respeto a Sarai y huye, luego regresa a la casa de Abram después de que un ángel la convence de regresar.

Finalmente, Di-s le promete a Abraham que sus hijos serán tan numerosos como las estrellas del cielo y el polvo de la tierra. Di-s hace un pacto con Abraham y le ordena que se circuncide (haga un brit milá ) como señal del pacto. A partir de ese día, todos los niños judíos hacen un brit milá a los 8 días de nacidos. Di-s cambia el nombre de Abram a Abraham y el de Sarai a Sara y le dice a Abraham que tendrán un hijo al que deberán llamar “ Isaac ” y que de Isaac surgirá la nación a la que Di-s prometió la Tierra Santa. En ese momento, Abraham tiene 99 años y Sara 89.

Arca dulce arca

Un aspecto notable, pero a menudo pasado por alto, de la historia del Diluvio son las condiciones de vida dentro del Arca y los “extraños compañeros de cama” que creó.
Durante todo un año, este recipiente relativamente pequeño albergó al menos dos ejemplares de cada ser vivo. Esto significa que los animales que en sus hábitats nativos son depredadores vivían cerca de sus presas naturales, pero ninguna criatura resultó dañada. 

La cooperación y armonía entre todos los habitantes del Arca fue clave para su supervivencia.

Nuestros Sabios explican que el Arca estaba impregnada de un espíritu mesiánico que producía una atmósfera milagrosamente armoniosa. “El lobo habitará con el cordero… y el león, como el ganado, comerá paja” (Isaías 11:6‐7). El “nuevo orden mundial” mesiánico descrito en los libros de los profetas se realizó temporalmente en los confines de la pequeña Arca.


¿Qué lección podemos extraer del aura mesiánica que invadió el Arca durante los días oscuros del Diluvio?
Si bien las lluvias torrenciales del Diluvio terminaron hace más de 4000 años, en un sentido espiritual y emocional, muchos de nosotros nos despertamos todos los días para enfrentar una “inundación” de preocupaciones, dificultades y responsabilidades. Estas “aguas embravecidas” metafóricas amenazan con ahogarnos: financieramente, emocionalmente y, quizás lo más importante, espiritualmente.

Muchos piensan que si se mantienen a flote el tiempo suficiente, los cielos se iluminarán y la tormenta pasará.

Una ilusión… En cambio, la Torá nos da la mejor solución: basta de “flotadores del hombre muerto”. ¡Entra al Arca!
Todos tenemos la capacidad de transformar nuestros hogares en Arcas en miniatura, microcosmos mesiánicos, capullos aislados donde escapar de la tormenta junto con nuestras familias.

La Era Mesiánica se caracteriza por ser una era en la que “todos los deleites físicos serán tan abundantes como el polvo de la tierra”, porque “el conocimiento de Di‐s será la búsqueda del mundo entero”. Al ajustar nuestra perspectiva y adoptar una “mentalidad mesiánica”, un estado mental que prioriza la Torá, las Mitzvot, la plegaria y la búsqueda de la espiritualidad, creamos una apariencia de este “mundo futuro” en nuestra vida actual. Cuando nuestras prioridades están en orden, todas las tormentas del mundo no pueden perturbarnos y prevalece la tranquilidad interior.
Esta transformación comienza con un cambio de prioridad mental; se expresa prácticamente mediante la adición constante de otra mitzvá, otra clase de Torá y otra sección más de las Tefilot recitadas con la concentración adecuada.
“Porque he aquí, tinieblas cubrirán la tierra, y una espesa nube los reinos, pero sobre ti brillará Di‐s” (Isaías 60:2)

¿Qué es el Zohar?

Está escrito en el Zohar (Libro básico de la Cabalá), que durante los días de la festividad de Sucot concurren a la Sucá los USHPIZIM (huéspedes). Son los Tzadikim de nuestro pueblo: Abraham, Itzjak, Iaakov, Moshé, Aarón, Iosef, David. Cada día de la fiesta uno de ellos es el visitante principal y los demás lo acompañan.

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El lado positivo del stress

La porción de la Torá de esta semana describe el diluvio que inundó la Tierra en el año 2105 A.E.C (1656 de la Creación), ahogando a todos sus habitantes.

Noaj, su familia y dos miembros de todas las especies animales sobrevivían el diluvio por medio de un arca maciza que
Noaj construyó para escudarlos de la destrucción. 

¿Qué relevancia posee esta historia en nuestras vidas?

UN DILUVIO DE TENSIÓN
Rabi Shneur Zalman de Liadi (fundador de Jasidut Jabad), explica el simbolismo de las poderosas aguas del
diluvio. Estas aguas representan las corrientes de ansiedad que constituyen nuestro esfuerzo diario para ganar el sustento y pagar las cuentas. Así como el diluvio abruma todo en su camino, también la carga de tensión financiera y las vicisitudes del mundo comercial pueden consumir nuestras mentes y ahogar nuestros espíritus. Y a medida que progresamos en la vida y nuestros horizontes de éxito se extienden, las presiones de la vida van en aumento. Las montañas dentro de nosotros, que representan lo alto que se hallaba nuestro espíritu del que estábamos orgullosos, se eclipsa por la ansiedad que proviene de nuestro enredo inevitable con el crudo mundo del materialismo. Y nos preguntamos, ¿qué pasó con mi alma? ¿Dónde desapareció mi montaña?

LA ISLA VERBAL
Para sobrevivir el diluvio en nuestras vidas construimos un “arca” en el que podemos encontrar refugio. La palabra hebrea para arca es, teivá, que también significa “palabra” Cuando Di-s le dice a Noaj “Entra en el Arca,” está diciéndole: “Entra en la palabra.”
Cada palabra de la Tefilá- Plegaria- es una mini arca. Si uno “entra” lo escudará de las tremendas presiones de sus horarios.
La Plegaria es una isla verbal, que da la bienvenida al hombre en el mundo sereno del espíritu, aunque sea por 15 minutos.

¿POR QUÉ LA VIDA DEBE SER “ESTRESANTE”?
Momentos después de que concluimos nuestras oraciones somos expulsamos del arca a las aguas rabiosas del diluvio.
¿Cómo reconciliar las dos realidades – la del espíritu con la batalla necesaria para la supervivencia en nuestra vida? ¿Por qué la jornada de la vida debe tener lugar en un diluvio, en lugar de un flujo liso y pacífico de agua?
La respuesta se encapsula en las palabras bíblicas: “Las aguas aumentaron y levantaron el arca para que se alzara sobre la tierra”
En el último esquema de cosas, no sólo que las aguas rabiosas del diluvio no ahogan el arca, sino que lo levantan a niveles inusitados de alturas espirituales.
La tensión creada en nuestras vidas genera un anhelo hacia la espiritualidad y Divinidad más poderoso que el que
podríamos experimentar en una vida de tranquilidad emocional.
El arca de la Tefilá nunca podría ser una experiencia elevada y profunda sin los rabiosos diluvios que la propulsan a tales alturas.
Cuando un ser humano -hundido por una miríada de presiones, frustrado por lo nulo de espiritualidad en su vida, atormentado por las vicisitudes de su condición diaria, entra en el arca de la plegaria y dice, “¡Di-s, libérame de mi interminable tensión!” cumple el propósito para lo que este estresante mundo fue creado: para generar un anhelo más profundo hacia Di-s y más verídico que el que se haya experimentado en el paraíso.

      • Rabi Yossi Jacobson

    Noaj, Abraham, Moshé y David

    “Noaj era un hombre justo, era íntegro en sus generaciones” (BERESHIT 6:9)

    Cuando la Torá describe la conducta piadosa de Noaj, enfatiza: “Noaj era un hombre justo, era íntegro en sus generaciones”. Nuestros Sabios Z”L deducen de aquí, que sólo en su generación era considerado un justo, pero no en comparación con otras generaciones. El Zohar detalla tres generaciones de piadosos en relación a quienes Noaj “era considerado como nada”: la generación de Abraham, la generación de Moshé y la generación de David. ¿Cuál es el motivo que se compara a Noaj específicamente con estas tres generaciones y no con las generaciones de otros piadosos?

    UN MUNDO NUEVO
    La explicación radica en que cada uno de estos tres Justos (Abraham, Moshé y David) comenzó una nueva etapa en la construcción del mundo. Abraham, el primer judío, abrió la etapa donde aparece en el mundo el pueblo de Israel, y comienza a cumplir con su función. Moshé trajo al mundo a la Torá, y a partir de él en adelante se dio la fuerza para santificar y refinar al mundo a través de la Torá. El rey David abrió la era del reinado cuyo objetivo fundamental es coronar a Hashem como Rey sobre la Tierra.

    También Noaj abre una nueva era en la creación – el mundo posterior al diluvio. El Midrash dice que cuando Noaj salió del arca “vio un nuevo mundo”, con él comenzó en la práctica la consolidación de un mundo corregido. Sin embargo, el trabajo de Noaj era sólo en un nivel de principio, y se lo considera “como nada” frente al trabajo de Abraham, Moshé y David (y por eso también la primera letra de la palabras Abraham, David y Moshé forman la palabra “Adam”, puesto que a través de estos tres tzadikim la creación del hombre alcanza la perfección).

    EL OBJETIVO -LA SANTIDAD

    La piedad de Noaj tenía lugar, fundamentalmente, en ese mismo campo donde actuaron con maldad y pecaron los hombres del diluvio. Estos eran corruptos en temas de la conducta para con el prójimo, y en ese campo Noaj era un justo íntegro. Pero la perfección en la conducta entre los hombres no es suficiente para llevar al mundo a la concreción de su objetivo Divino, y es tan sólo la prevención del desorden y la protección de la vida civilizada.

    Por eso, este trabajo no se considera “nada” en comparación al trabajo de Abraham, Moshé y David, cuya perfección no se limitaba tan sólo a temas de las relaciones humanas sino principalmente con amalgamar al mundo con la santidad Divina: Abraham difundió en el mundo con la santidad Divina: Abraham difundió en el mundo la fe en el único Di-s; Moshé recibió la Torá, cuyo objetivo es santificar al mundo, y David preparó la base para el sagrado Templo, donde moraba la Presencia Divina.

    SERVICIO A PARTIR DE LA CONCIENCIA
    La diferencia entre Noaj, Abraham, Moshé y David, se expresó también desde otro enfoque. El servicio de Noaj surgía fundamentalmente a partir del temor. Su advertencia a sus contemporáneos estaba basada principalmente en el temor al diluvio. Incluso sobre el propio Noaj, nos relata el midrash : 

    “Noaj era falto de fe, si no fuera las aguas la llegaron a los tobillos no hubiera ingresado al arca”.
    En contraposición con esto, el trabajo de Abraham, Moshé y David, surgió del profundo reconocimiento interno en la grandeza de Hashem, y este conocimiento y conciencia fue difundido por ellos al mundo entero.


    Por eso, fue su trabajo específicamente el que estableció las bases para la verdadera corrección del mundo y su ser llevado hacia su objetivo.
    La perfección más cabal de este trabajo tendrá lugar en manos del “Rey de la Casa de David”, Mashíaj Tzidkeinu, que corregirá y arreglará al mundo todo para servir a Hashem en unión, hasta que incluso las naciones del mundo habrán de proclamar: “Id y subamos al monte de Di-s, a la Casa del Di-s de Iaakov, y que nos instruya de Sus caminos y, caminaremos por Sus senderos”

    (LIKUTEI SIJOT TOMO 35, Pág. 15)

    Tres situaciones en la educación

    En el comienzo de nuestra Parshá, la Torá ordena a los Cohanim (los sacerdotes), que no deben impurificarse y se les prohíbe permanecer bajo el mismo techo que un muerto. Lo llamativo es que el texto parece redundante: “Dile a los Cohanim hijos de Aarón y les dirás a ellos”. Rashi, el gran comentarista de la Torá, explica que el “les dirás” es para “responsabilizar a los adultos por los pequeños”. Esta no es la única oportunidad en que la Torá encomienda a los mayores por la conducta de los niños. Nuestros Sabios indican que esta regla aparece en tres oportunidades: en la prohibición de comer bichos e insectos, en la prohibición de comer o beber sangre y en la prohibición a los Cohanim de impurificarse.

    NO DARSE POR VENCIDO

    ¿Por qué la Torá ve necesario acentuar la importancia de la educación justo en estos tres temas? Esto se debe a que en estas tres situaciones el educador puede pensar que en este caso no es posible educar a un niño en el alto standard de exigencia de la Torá. Por eso la Torá lo alienta ya que aquí también es responsable de educar al menor para que no transgreda.

    Lo característico en la prohibición de comer bichos y reptiles es que, es algo que de por sí produce repugnancia.

    En cuanto al consumo de sangre, era una conducta a la que los judíos estaban acostumbrados a ver en los egipcios, y que imitaban. Y con respecto a las leyes de los Cohanim, su particularidad es que el concepto de la impureza es algo no racional. Del hecho que la Torá acentúa velar por la conducta de los niños en estos tres casos especialmente, aprendemos tres reglas fundamentales en la educación.

    EDUCAR A QUIEN COME ABOMINACIONES

    Cuando nos enfrentamos a una situación escabrosa, o frente a una reacción grosera o poco amable del educando, podemos pensar que en este caso es imposible lograr una mejora. Por eso viene la Torá y nos enseña que aunque se trate de una persona que come tarascas – un nivel de degradación moral grave – de todos modos debemos educarlo y encaminarlo en la senda correcta.

    Algunos opinan que la educación es aplicable mientras la persona no esté acostumbrada a transitar el mal camino, pero si sus malas costumbres se convirtieron en hábitos, es en vano todo esfuerzo por instruirlo. La Torá nos guía entonces, mostrándonos que incluso cuando los iehudim se encontraban totalmente habituados a la ingesta de sangre como lo hacían los egipcios, pudieron abandonar esta conducta por mandato de la Torá. También con los niños, por medio de una educación adecuada, podemos revertir los malos hábitos.

    ENSEÑAR A TENER FE

    Otros sostienen que la Torá y el judaísmo pueden instruirse a los jóvenes y principiantes sólo con conceptos racionales posibles de ser explicados con la lógica, pero los temas de fe, supra-racionales, son imposibles de transmitir a los niños en edad o en preparación espiritual. Nos puntualiza la Torá que incluso un tema como el de la impureza, que es irracional, más allá del intelecto humano, debe ser enseñado y cumplido por los niños. Los temas de la fe judía se pueden y deben enseñar y transmitir. En su fuero íntimo, todo judío es creyente, y la enseñanza que le proporcionamos sirve para revelar esta fe que ya se encuentra en él (aunque sea en forma potencial).

    El solo hecho que la Torá nos ordena algo, nos demuestra que esto es posible. Pero además, la orden de Di-s nos otorga las fuerzas necesarias para llevar a cabo la Mitzvá. Di-s no pide de la persona cosas que no están a su alcance, y si Él nos manda en la Torá y en el Shulján Aruj, actuar de cierta manera, ya nos ha dado las energías necesarias para lograrlo.

    Igrot Kodesh, tomo 1 Pág. 119

    Invitados espirituales de Sucot

    La Cabalá enseña que siempre que nos sentamos a comer en la  Sucá durante la festividad de  Sucot, nos acompañan siete invitados espirituales. 

    ¿Quiénes y qué son los Ushpizin?

    “Ushpizin” es la palabra aramea para “invitados”, una referencia a los siete huéspedes supremos, “padres fundadores” del pueblo judío, que vienen a visitarnos a la Sucá (la choza cubierta de ramas en la que comemos nuestras comidas durante la festividad de Sucot ), uno por cada uno de los siete días de la festividad:

    • Día uno: Abraham
    • Día dos: Isaac
    • Día tres: Jacob
    • Día cuatro: Moisés
    • Día cinco: Aaron
    • Día seis: José
    • Día siete: David 

    Traducido al español, la palabra “ushpizin” pierde algo de su misterio y su carácter sobrenatural.

    Sin embargo, estos “invitados” son, en efecto, bastante misteriosos (al menos hasta que aprendemos más sobre ellos) y sobrenaturales (al menos hasta que los hacemos parte de nosotros). Usamos el término arameo porque nuestra fuente de información sobre estos invitados místicos es el Zohar , la obra cabalística fundamental escrita en ese idioma místico.

    Invitados de Sucot

    Los invitados son una parte importante del hogar judío durante todo el año; incluso había judíos que nunca participaban de una comida en su propia casa a menos que hubiera al menos un invitado, preferiblemente un viajero necesitado, con quien compartirla, pero especialmente en Shabat , y aún más especialmente en las festividades judías ( Pésaj , Shavuot , Sucot, Rosh Hashaná , etc.). En las festividades, hay una mitzvá especial.

    Te alegrarás en tus fiestas” y, como explican nuestros sabios, la única alegría verdadera es la alegría compartida. De hecho, el versículo completo dice: “Te alegrarás en tus fiestas, tú, tu hijo, tu hija, tu siervo, tu sierva, el levita , el extranjero, el huérfano y la viuda que están dentro de tus ciudades”.

    En palabras de Maimónides (Mishneh Torá, Leyes de las Fiestas 6:18): “Cuando uno come y bebe, también debe alimentar al extranjero, al huérfano, a la viuda y a otros pobres desafortunados. Pero quien cierra las puertas de su patio, y come y bebe con sus hijos y su esposa, pero no alimenta al pobre y al alma amargada, esa no es la alegría de una mitzvá, sino la alegría de su vientre…”.Si los invitados son parte integral de la alegría de la festividad, lo son aún más en Sucot. Sucot es la festividad de la unidad judía; de hecho, el Talmud afirma que “es apropiado que todos los judíos se sienten en una sucá ”.  Si bien esto es logísticamente difícil de organizar, al menos debería implementarse en principio. Acomodamos a la mayor cantidad posible de invitados en nuestra sucá , demostrando que tenemos la plena intención de implementar la sucá comunitaria judía en la medida de nuestras posibilidades, cada uno en su propio dominio. Incluso se cuenta una historia sobre cierto maestro jasídico que, debido a que no tenía invitados, el patriarca Abraham se negó a entrar en su sucá (por qué Abraham estaba allí; hablaremos más sobre eso más adelante).

    La Cábala de los Ushpizin

    Y así llegamos a la ushpizin. Al llenar nuestra sucá con invitados terrenales, tenemos el mérito de hospedar a siete invitados celestiales. Si bien los siete ushpizin visitan nuestra sucá en cada una de las siete noches y días de Sucot, cada “invitado” celestial está específicamente asociado con uno de los siete días de la festividad, y es la ushpiza “principal” o dominante para esa noche y día. 

    Los cabalistas

    Enseñamos que estos siete líderes —a los que en nuestra tradición se hace referencia como los “siete pastores de Israel ”— corresponden a las siete sefirot , o atributos divinos, que categorizan la relación de Di-s con nuestra realidad, y que se reflejan en los siete componentes básicos de nuestro carácter (el hombre fue creado “a imagen de Di-s ”).

    Cada “invitado” divino que honra nuestra sucá nos otorga la cualidad particular que lo define. Esta es la razón más profunda por la que se los llama “pastores de Israel”, pues, como un pastor que alimenta a su rebaño, estos siete líderes nos nutren con su esencia espiritual: Abraham nos alimenta con amor; Isaac, con autodisciplina; Jacob, con armonía y verdad; y así sucesivamente.

    Y si bien estas siete grandes almas son nuestros “pastores” durante todo el año, los siete días de Sucot son un momento en el que su presencia en nuestras vidas es más pronunciada y revelada. Al entrar en la “morada temporal” de la sucá , liberándonos de la dependencia que desarrollamos de las comodidades materiales del hogar y el hogar, ahora estamos en un lugar en el que nuestro ser espiritual se revela más y es más accesible.

    En este lugar, los ushpizin nos visitan, dándonos el poder de conectar las siete dimensiones de la “imagen divina” de nuestra propia alma con su fuente suprema en las sefirot divinas , alimentando, nutriendo y fortificando nuestro ser espiritual para el año material que viene.

    ¿Qué es Shminí y Atzeret Simjat Torá?

    Esta festividad se caracteriza por una alegría sin límites que supera incluso la alegría de Sucot. La alegría alcanza su clímax el segundo día, conocido como Simjat Torá, cuando celebramos la conclusión -y reinicio- del ciclo anual delectura pública de la Torá.

    Tanto en la noche como en el día de Simjat Torá (24 y 25 de octubre) rodeamos la mesa de lectura de la Torá, abrazando los Rollos Sagrados y bailando junto a ellos (en algunas comunida­des, esto se hace también la noche de Shminí Atzeret, el 23 de octubre).

    Horarios de encendido de velas

    Miércoles 23 de octubre 18.57 h

    Jueves 24 de octubre 19.56 h*


    *Se debe encender las velas con un fuego preexistente.

    Horario de CABA.

    Brajot de las velas de Shminí Atzeret

    Barúj atá A-do-nái E-lo-héinu méej haolám ashér kidshánu bemitzvotáv vetzivánu lehadlík ner shel lom Tov.

    Bendito eres Tú, Señor Di-s nuestro, Rey del Universo, Quien nos santificó con Sus preceptos y nos ordenó encender la vela de la festividad.

    Barúj atá A-do-nái E-lo-héinu mélej haolám shehejeianu vekiimánu vehiguianu lizman hazé.

    Bendito eres Tú, Señor Di-s nuestro, Rey del Universo, Quien nos otorgó vida, nos sustentó y nos hizo llegar hasta la presente ocasión.

    Brajot de las velas de Simjat Torá

    Barúj atá A-do-nái E-lo-héinu méej haolám ashér kidshánu bemitzvotáv vetzivánu lehadlík ner shel lom Tov.

    Bendito eres Tú, Señor Di-s nuestro, Rey del Universo, Quien nos santificó con Sus preceptos y nos ordenó encender la vela de la festividad.

    Barúj atá A-do-nái E-lo-héinu mélej haolám shehejeianu vekiimánu vehiguianu lizman hazé.

    Bendito eres Tú, Señor Di-s nuestro, Rey del Universo, Quien nos otorgó vida, nos sustentó y nos hizo llegar hasta la presente ocasión.

    Se trata de una festividad importante ( yom tov ), ​​en la que se prohíben la mayoría de las formas de trabajo. En las noches anteriores, las mujeres y las niñas encienden velas, recitan las bendiciones correspondientes y disfrutamos de comidas festivas nocturnas y diarias, acompañadas de kidush . No vamos a trabajar, ni manejamos, ni escribimos, ni encendemos o apagamos aparatos eléctricos.

    Después del anochecer, todas las mujeres y niñas (o, si no hay una mujer adulta en la casa, el jefe de familia) encienden velas para anunciar el comienzo de la festividad.  Las velas deben encenderse con una llama existente.

    Estos dos días permiten que las sensaciones espirituales de las cuales nos empapamos en la Sucá se trasladen y nos acompañen durante todo el año. Después de haber ‘bajado los cielos” de Rosh Hashaná y Iom Kipur a lo cotidiano en nuestra Sucá, en Simjat Torá nos abra- zamos con la Torá para que nos guíe y acompañe durante el resto del año

    Shmini Atzeret: Alégrate

    “El octavo día tendréis un día de descanso. No haréis ningún trabajo pesado.” Los cinco libros de Moisés

    ¿Por qué se llama retención? Porque Di-s es como un rey que organiza una fiesta de siete días. Cuando todos están a punto de irse, retiene a su amigo más cercano y le dice:

    “Es difícil para nosotros separarnos. Quédate otro día y celebraremos con lo que quede”.

    El Talmud

    Por eso, para los jasidim la mayor celebración del año son los dos últimos días de las Altas Fiestas, Shmini Atzeret y Simjat Torá, días dedicados a la alegría de ser judío.

    Simjat Torá:

    Significa “la alegría de la Torá”. El nombre se deriva del hecho de que en este día celebramos la finalización de la lectura anual de la Torá y comenzamos de nuevo.

    Obsérvese que no se llama “alegría con la Torá” o “alegría de la Torá”, sino “alegría de la Torá”. Esto se debe a que la Torá misma se regocija. Y cuando cantamos y bailamos con ella, le damos piernas a la Torá y participamos de su celebración.

    Los Cinco Libros de Moisés se dividen en 53 porciones, llamadas parashá.

    Cada semana leemos una parashá, completando el rollo entero cada año. El ciclo comienza el último Shabat del mes de Tishrei y termina en Simjat Torá.

    Para celebrar, en la noche de Simjat Torá, sacamos todos los rollos de la Torá de su arca, desfilamos con ellos alrededor de la mesa de lectura siete veces, y bailamos y cantamos con ellos.

    Sin techo

    La falta de vivienda es uno de los fenómenos sociales más tristes. No importa cuán miserable sea una persona, su casa le proporciona una necesaria sensación de seguridad y pertenencia. De hecho, la necesidad de una casa es tan grande que el Talmud dice que “el que no tiene un hogar no es una persona.” Físicamente, tal vez se puede sobrevivir sin un hogar, pero emocionalmente hablando, una casa es la necesidad humana más básica.

    No hace falta decir, que la falta de vivienda no se trata de dónde uno puede encontrarse en un momento dado. Se puede estar en el trabajo, visitando amigos, atrapado en el tráfico, o de vacaciones a miles de kilómetros de su casa. Pero el conocimiento de que hay un pequeño rincón del mundo al que puede llamar propio, le da la tranquilidad que un hogar proporciona.

    El hecho que durante siete días estamos involucrados con una mitzvá, independientemente de dónde nos encontramos o lo que estamos haciendo, explica el Rebe, es lo que es tan especial acerca de la mitzvá de Sucá. Normalmente, estamos conectados a una mitzvá en particular (y a través de la mitzvá, a Aquel que ordenó la mitzvá), siempre y cuando estamos involucrados en su ejecución. Pero Sucá es una excepción. Durante siete días se nos ordena vivir en una Sucá; durante siete días el refugio sagrado de la Sucá se convierte en nuestra casa. Y como se ha explicado anteriormente, la asociación a su casa no se limita al tiempo dedicado en la misma. Es una conexión siempre presente.

    Durante siete días estamos íntimamente involucrados con una mitzvá. Y no se trata de una participación periférica, justo como nuestra relación con nuestra casa, que nunca es periférica, y que es tan básica para nuestra identidad.

    Tal vez podemos tomar la lección de la Sucá un paso más allá.

    Rosh Hashaná y Iom Kipur acaban de pasar

    El tema de estos días de fiesta, así como el mes de Elul, preparatorio que les precedió, es Teshuvá. Generalmente se traduce como “arrepentimiento”, pero su significado literal es “retorno”. Después de un año de vagar a la deriva, volvemos. A los brazos de nuestro Padre, a nuestro hogar, al lugar al que siempre pertenecimos.

    Un año más nos convoca. Una vez más, nos veremos obligados a salir de casa para un prolongado viaje. Una perspectiva desalentadora, un pensamiento deprimente para el individuo que ahora está saboreando su breve estancia en el hogar. Pero nuestro GPS interno tendrá siempre su flecha apuntando al mensaje de la Sucá. Una vez que establecimos nuestro verdadero hogar, nunca debemos perder nuestro apego a casa, no importa dónde estemos. Y el conocimiento nos proporcionará tranquilidad y seguridad.

    No tenemos que esperar hasta el próximo Rosh Hashaná para volver. Hacernos un poco de tiempo para escaparnos a casa todos los días, ya sea de la Tefilá de la mañana en la sinagoga, o incluso lo pocos segundos que tarda en recitarse una bendición sobre una manzana que estamos a punto de morder.

    ¡Si esa es la tranquilizadora lección que tomamos de Sucot, no es de extrañar que es la más alegre de las festividades! ¿Hay algo más edificante que el conocimiento que nunca estamos sin hogar?

    Por Naftali Silberberg

    Las Cuatro Especies

    “Ulekajtem lajem baiom harishon pri eitz hadar, kapot tmarim, veanaf etz avot, varvei nachal”

    “Tomarán para ustedes el primer día (de Sucot) el magnífico fruto del árbol, la hoja de palmera de dátiles, ramas de árbol trenzado, y sauces de los arroyos”

    (Levítico 23:40).

    Te encuentras sentado en la Sucá. Las paredes hechas con madera aromática. En el suelo detrás de ti hay un juego de luces y sombras generado por el Sjaj, el techo de hojas que se encuentra sobre tu cabeza. Respira profundo. Vive la paz dentro de las paredes de la Sucá.

    El Sjaj en la sombra proyectada por un árbol celestial. Es antiguo, amplio y con vida. Dentro de las ramas puedes ver una fruta, un Etrog. Es el corazón dentro del corazón del Árbol de la Vida, y late con el amor infinito de Di-s, para ti.

    Toma tiempo interiorizar este amor. Respira profundo. Siente cómo tu columna se estira. Tiene la forma de la hoja de palmera, el Lulav. Trasciende tu mente racional, llegando más arriba, más allá del Sjaj, dentro del corazón del árbol. Siente el punto de contacto del Lulav con el Etrog. El amor de Di-s comienza a bajar a través del Lulav-columna, hasta tu sacro.

    Tu sacro está caliente. El amor comienza a sentirse. El amor del Lulav penetra tu corazón. Te lleva a tu ser más elevado. Tu corazón se ha convertido en un todo. Es un Etrog que late con amor hacia Di-s, por la chispa de Divinidad que hay en tu alma. La alegría se despierta cuando este amor es liberado.

    El amor viaja a través de tus pulmones llegando a tu boca. Tus labios tienen la forma de una hoja de sauce. No tienes necesidad de hablar, simplemente deja que tu alma se eleve.

    La energía fluye incluso hasta más arriba, entrando a los ojos y así llegando hasta tu frente. Ojos de mirto iluminados. Tómate un momento en visualizar tu vida a través de los lentes de abundancia y alegría. Observa la forma en la que te despiertas cada mañana, interactúas con otros y rezas cuando estás lleno de amor y felicidad.

    Por: Shimona Tzukernik