¿Cómo ser un padre?

Debemos saber lo que dice el primer diálogo entre un padre y su hijo que aparece en la Torá:
Y entonces, Itzjak le dijo a su padre: “¿Padre mío?”.
Y Abraham dijo: “Heme aquí, hijo mío”.
Abraham le responde a su hijo con las mismas palabras que uso para responderle a Di‐s:
…Di‐s puso a prueba a Abraham, y Él le dijo: “¡Abraham!”, y Abraham respondió: “Aquí estoy”.
Di‐s le pide a Abraham que haga algo que va en contra de cada una de las células de su cuerpo y de su alma: que endurezca su corazón, que apague la mente, que tome a su hijo y “lo eleves como sacrificio en una de las montañas que te mostraré”.
Los hombres conocen la modalidad. Tengo que hacer lo que tengo que hacer. Lo hacemos cuando vamos a la guerra y cuando vamos al trabajo y cuando disciplinamos a un hijo.

Adentro una voz grita: ¿Cómo soy capaz de hacer algo así?
Le decimos a esa voz que se calle para que podamos terminar con el trabajo.
Las horas pico en el tránsito, que te hacen estallar los nervios.
Las 7:30 de la mañana, y no quieres ir al trabajo, pero tienes que ir. Tú eres un hombre de familia con prioridades familiares.
Pero para alimentar a la familia, uno tiene que hacer sacrificios.
El papá que hay dentro de ti se apaga.
“¿Papá?”. “En este momento estoy ocupado”.
“¿Papá?” “Perdón hijo, estoy ocupado. Habla con mamá”.

Eso es lo que este mundo es capaz de hacerle a un hombre: mientras provee a su familia, la sacrifica en su propio altar.
Y aquí está Abraham, en medio de su prueba más grande. Solamente puede centrarse en una sola cosa: hacer
lo que se le mandó.
Trata de escuchar la voz de Di‐s y mientras, lo llama Itzjak, que no está seguro de que su padre está con él.
“¿Papá?”. “Aquí estoy hijo mío. Todo mi ser, para todo el tuyo ¿Qué pasa?”.
Tal vez, esa haya sido toda la prueba y con eso Abraham demostró que era digno de ser el Padre de la Nación que traería al mundo la compasión de Di‐s.
Con esas palabras, Abraham le pasó la antorcha a la siguiente generación, porque cuando Itzjak vio que su padre estaba junto a él de la misma manera que estuvo junto a Di‐s cuando le habló, estuvo dispuesto a estar junto a su padre y al Di‐s de su padre.
Esas palabras son lo único que tienes que saber para ser un verdadero papá judío. El resto ya va a venir solo.
“Aquí estoy hijo mío. Todo para ti”.

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