¿Qué podés hacer cuando te das cuenta de que tu marido está demasiado apegado a su madre?…
Lo que ella diga significa más para él que el propio bienestar de su mujer y de sus hijos (o al menos así parece) .Jamás tomará una decisión sin primero consultar con ella, en cada minuto libre irá a visitarla. Y la asistirá en todo lo que necesite ella y su hogar, antes que a su propia casa.
Pero lo peor es que es tan confidente con su progenitora que hasta le confiesa los pensamientos y sentimientos más hondos que su cónyuge le ha confiado a él. Su esposa está decepcionada, enojada, frustrada. ¿Qué debería hacer para que esto no suceda?. Veamos cómo los jóvenes pueden prevenir esta situación con sus parejas.
Algunos años atrás se hizo un estudio en familias en las cuales el marido estaba demasiado apegado a su madre. Entre otras cosas se les preguntó a las mujeres si antes de estar casadas veían a sus respectivos maridos como una persona fuerte, si expresaba sus opiniones con convicción y si era decidido y comprometido.
La mayor parte de las mujeres dijeron que sus futuros maridos lucían dubitativos, sin muchas opiniones e indecisos. Muchas dijeron que realmente hubiesen preferido un hombre fuerte y que no entendían por qué se habían establecido con una persona tan débil. Resultó en muchos casos que estas mujeres eran muy decididas y fuertes e inconscientemente se habían “establecido” con una persona débil para tener la última palabra en la casa de ellas. Pero jamás pensaron que no iban a ser ellas las que tuviesen la última palabra en sus casas; sino sus suegras.
El estudio mostró, entre otras cosas, algunas señales de alerta que pueden ser detectadas antes del matrimonio, prediciendo si un hombre está demasiado apegado a su madre.
Pero, ¿qué puede hacer una mujer que ya está casada con este tipo de hombre, con este “nene de mamá”? Antes que nada debemos preguntarnos:
¿Por qué está corriendo todo el tiempo con su madre? ¿Por qué arregla la lámpara de su madre antes que la propia (y de su mujer)? Las posibilidades dicen que ese hijo suyo (de su madre) es el mejor a sus ojos, y se lo deja ver a él. Cuando le arregla la lámpara le dice “me salvaste la vida” y le da a entender que sin él estaría desamparada.
Ella considera cada favor como un favor muy especial y está muy agradecida. Siempre conserva su comida favorita en el refrigerador, para que cuando llegue su hijo cansado después de un arduo día de trabajo pueda disfrutar una buena comida.
Su madre lo hace sentir especial, necesitado, apreciado y aprobado, con ella no siente que está equivocado y su cariño es recíproco, y los cuidados que ella le da son apreciados. Es un placer para él ir a visitarla y ayudarla.
En algunos casos tal vez el marido no recibe de su mujer lo que recibe de su madre, sino todo lo contrario; tal vez en lugar de ser considerado el mejor se lo ubica en un lugar inferior y de crítica constante. Tal vez no se aprecie el hecho de que arregle cosas en la casa. Después de todo ¡“Es su deber”!
Su esposa siente que contribuye mucho con el hogar y muchas veces sin reconocimiento, ¿por qué él no puede hacer el mínimo en los mismos términos?
Entonces, ocasionalmente, no se le pide en buenos términos al marido que se ponga en movimiento sino que se le ordena hacerlo. Inclusive después de un largo día de trabajo no se le permite ni siquiera relajarse un rato, sino que inmediatamente se le presenta más trabajo, demandándolo de una manera impaciente y autoritaria.
Obviamente, aunque en algunos casos puede haber una gran diferencia entre el trato que un hombre recibe de su mujer y el que recibe de su madre, él debe saber cuáles son sus obligaciones respecto de cada una.
De cualquier manera, no todos los maridos tienen esa etiqueta, pero si esa es la situación ¿cómo podemos hacer para que se revierta? Primero debemos preguntarnos qué necesidades emocionales no estamos llenando. Tal vez dimos por un hecho su devoción hacia nosotras, y como lo consideramos “su deber” no dimos una palabra de aliento ni un símbolo de aprecio por lo que hace.
En segundo lugar, ¿por qué corre a los brazos de su mamá en cada segundo que tiene libre? ¿Qué consigue en esos brazos que no consigue en los de su esposa? Tal vez ella escucha sus problemas… ¿nosotras hacemos lo mismo o lo atacamos con problemas y acusaciones antes de que cruce el umbral de la puerta?
¿Cree su mamá que él es el mejor cuando nosotras creemos que es el peor? Posiblemente ninguna de estas cosas sea verdad pero él es un “nene de mamá”. El no ha crecido. Siempre busca la salida rápida y no quiere completar sus obligaciones.
¿Qué hacemos, entonces? Probemos con la vieja y comprobada receta para reforzar la buena conducta. ¿Hace bien alguna cosa? Tal vez podamos decirle cuánto apreciamos aquello que sí hace y lo mucho que significa para nosotras.
Tal vez podamos hacerlo sentir bienvenido cuando llega a la casa (esto puede ser más complicado si su llegada coincide con la de los niños o con la cena); tal vez podamos demostrarle cuánto necesitamos de su presencia y que su ayuda es esencial para nosotras y los niños. Las probabilidades dicen que al menos uno de estos métodos dará buenos resultados.
Muchas mujeres asumen que sus maridos son maduros (mientras pueden no serlo) o que saben lo que ellas sienten respecto de sus “escapadas” a lo de su mamá. Después ellos se enojan y se resienten, o se van.
No cometas ese error. Descubrí cuál es su etiqueta y comenzá desde ahí. Quizá él nunca aprendió a ser responsable y solo se le permitió hacer cosas que él disfrutaba. Tal vez nunca le enseñaron a considerar los sentimientos de los otros.
No esperes que él simplemente sepa o adivine tus sentimientos. Háblale de ellos, de cuánto vos y los niños disfrutan de su participación en las actividades familiares, cómo disfrutás de su compañía.
Hacele entender que no solo sufrís vos, sino que el matrimonio es el que sufre y que él lo sufre también.
Si esto puede ser hecho con un cierto espíritu de amistad. Si podés mostrarle que es un hecho común, que va a elevar la felicidad de ambos compañeros, es muy posible que él comience a examinar su modo de vida y su matrimonio, y entonces comience a trabajar sobre el problema.
Durante el proceso de cambio es muy importante resaltar la recompensa ante cualquier mejora de su parte para que el crecimiento real pueda llevarse a cabo.
Este artículo fue escrito respecto de los “nenes de mamá”. Por supuesto los roles pueden estar invertidos. Hay bastantes “nenas de mamá”, quienes corren a casa ante cualquier pequeña dificultad. Quieren pasar todos los shabbats y los Iom Tov con sus padres, sin considerar una cena a solas con su marido. Inclusive en los días de semana, cuando comen en casa, sus madres les llevan la comida, y para cualquier decisión que tenga que ver con el matrimonio consultan a mami.
En este caso, las mismas técnicas propuestas anteriormente pueden ser utilizadas para llevar a una “nena de mamá” a ser una compañera madura en el matrimonio.
Si es tratada con dulzura y comprensión en lugar de estar a la defensiva, lo más probable es que esté motivada a abandonar su postura infantil y aprenda a relacionarse con otra persona cuidando sus necesidades y la de los demás en un nivel más maduro.
Rabanit Sheingarten z”l
Brooklyn, New York
Extraído de “Entre Mujeres”, Ajdus, la revista de Neshei Jabad
La rabanit Sheingarten z”l, recientemente fallecida, nació en Europa y desde que llegó a Estados Unidos se dedicó como psicóloga a transmitir apoyo terapéutico espiritual y emocional a parejas y familias necesitadas.