El mensajero del Rebe

El Rabino Pinjas Teitz de N. Jersey, realizó 22 viajes a Rusia en los años sesenta y setenta. Incluso durante el auge del imperio comunista y la policía secreta, se las arregló para lograr el permiso para sus visitas. Tenía buenos contactos en el gobierno y ellos confiaban en él. A menudo utilizó sus visitas para pasar en secreto parafernalia judía, como Tefilín y Libros de Oraciones, para beneficio de los judíos oprimidos de la U.S.S.R.

Aunque el Rabino Teitz nació y se educó en Lituania, era imposible no involucrarse en la vida judía de la Unión Soviética de esos días y no loar las actividades de los Jasidim de Jabad, que dedicaban sus vidas para conservar el Judaísmo allí. Muchas veces tuvo el mérito de traer objetos del Lubavitcher Rebe a sus jasidim en Rusia, y viceversa. Una vez, cuando el Rabino Teitz se preparaba para otro viaje, el representante del Rebe le trajo un paquete; él ya estaba acostumbrado e incluso esperaba su llegada.

Pero esta vez el mensajero del Rebe sacó también un pequeño volumen de un Tania, el libro fundamental de las enseñanzas de Jabad. Le explicó que el Rebe pidió que lo llevara con él en Rusia, pero no dijo a quién darlo.

“Yo estaba sorprendido,” relató después el Rabino. Cooperar con el Rebe para entregar las necesidades judías básicas a los judíos de Rusia estaba bien, pero ¿ir con una copia del Tania en mi equipaje? ¿A Rusia? Parecía innecesariamente peligroso. La KGB sabía muy bien lo que es un Tania.

Finalmente, decidió llevarlo. Si el Rebe le hacía semejante pedido, debía tener una buena razón.

Al tercer día de su estadía en Moscú, mientras caminaba a su hotel desde la Gran Sinagoga después de Minjá (Oración de la Tarde), dos hombres se le acercaron cuando atravesaba una calle oscura. Rápidamente, lo forzaron a entrar en un automóvil. El rabino fue tomado por sorpresa y se asustó. ¿Eran la KGB? ¿Era un secuestro?

Sus miedos se disiparon, pues sus dos “secuestradores” resultaron ser jasidim de Jabad locales. Ellos se disculparon por el método aplicado, y explicaron que era el único medio para charlar con él, y discutir temas de emergencia.

Sólo después se presentaron. Dijeron que debían entregar un mensaje al Rebe. Tenían que tomar decisiones de vida y necesitaban la respuesta del Rebe, y no podían esperar a un emisario oficial.

El mayor de ellos había averiguado que la KGB estaba siguiéndolo, y quería saber si el Rebe pensaba que debía huir de Moscú, o permanecer a pesar del peligro y seguir con sus actividades educativas clandestinas.

El más joven quería saber si solicitar una visa de emigración a Israel. Él poseía un excelente puesto como ingeniero, y en cuanto aplicara para la visa se lo despediría de su trabajo, y si la visa le fuera denegada, quedaría sin sustento.

El Rabino Teitz, conmovido, memorizó sus nombres y preguntas para pasarlas al Rebe, ya que era peligroso apuntarlas. El rabino mencionó que el Rebe le había dado un Tania para llevar con él en el viaje. “¿Usted tiene un Tania del Rebe en su posesión? ¿Ahora? ¿Aquí”? exclamaron.

El Rabino sacó el Tania de su bolsillo y lo mostró. Ellos lo examinaron ávidamente.

Su excitación era palpable. Estaban alborozados al sostener un libro que había estado en las santas manos del Rebe.

Uno de ellos gritó con asombro. Una página estaba plegada en la punta. ¡Abrieron la página y se pasmaron por las primeras palabras! “… él está sumamente apretado por el tiempo y halla absolutamente imposible retrasar…” “¡Ésa es mi respuesta del Rebe!” clamó el Jasid con emoción. “Está diciéndome darme prisa y escapar de aquí”. El otro jasid tomó el libro y lo examinó ansiosamente, esperando encontrar otro doblez de página. ¡Y había uno!. ¡Esta vez tomó sólo dos palabras! “…l’hikanes l’aaretz …- entrar en la Tierra…” “¡Ésa es mi respuesta”! gritó. “Debo aplicar para emigrar a Israel.” Ambos le rogaron al Rabino Teitz permitirles guardar el libro. Él se negó diciendo que el Rebe le había dicho que lo llevara con él, y no dijo nada sobre entregarlo.

Adaptado de Verabim Hashiv Meavon y Sijat HaShavua

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