Purim se trata de ser diferente.
Hamán se quejó al rey Ajashverosh que “no existe una nación singular, dispersos y divididos entre las naciones en todas las provincias de tu reino, cuyas leyes son diferentes de las de todas las naciones ….” Una “nación singular” Ajashverosh dijo, diferente y único a pesar de su dispersión, no pueden ser tolerados,acordó con Hamán que “no vale la pena que el rey lo deje ser … debe ser decretada su destrucción”.
La respuesta Judía al decreto de Hamán fue intensificar su singularidad. En lugar de seguir las tendencias asimilacionistas, que comenzaron con el exilio de la Tierra Santa tres generaciones antes, se reunieron bajo la dirección de Mordejai, con un compromiso renovado con su singularidad como pueblo de Di-s.
Después de relatar la historia de la caída de Hamán y la victoria de Israel, el Libro de Ester resume el milagro de Purim en una frase: “Para los Judíos había luz, felicidad, alegría y prestigio”.
El Talmud interpreta estas palabras como un referencia a las cuatro características principales que distinguen al pueblo judío: “Luz” es la Torá,” felicidad” son las fiestas,”alegría” es la circuncisión, y el “prestigio” son los tefilín”.
Hay, por supuesto, 613 mitzvot (mandamientos Divinos) y numerosos principios, leyes y costumbres que conforman la fe Judía, pero estos cuatro son señalados como las matrices de la singularidad Judía.
Semejanzas distintivas
A simple vista parecería totalmente lo contrario, que estos cuatro preceptos en realidad reflejan la similitud de Israel con otras naciones.
El estudio no es exclusivo de los Judíos: prácticamente todas las comunidades y culturas tienen su credo y filosofía, un conjunto de escritos en los que se basan, y un ejército de académicos que lo estudian, interpretan y la aplican. Además, la Torá no se limita al pueblo de Israel; varias religiones se basan en ella, incluyendo dos que abarcan más de la mitad de la raza humana. Incluso algunos de los planteamientos específicamente Judíos de la Torá (como el Talmud, los escritos de Maimónides o de las enseñanzas de la Cábala) son universalmente conocidos y estudiados.
Las festividades son también una característica común de todas las sociedades. Es cierto que sólo los Judíos comen matzá en Pesaj y tocan el Shofar en Rosh Hashaná, pero el concepto de una festividad, o una fecha señalada para su celebración y observancia, es universal. Cada nación, cultura y religión tiene su calendario de fechas que marcan los acontecimientos históricos, y conmemoran esas fechas con apropiados rituales y costumbres.
Lo mismo puede decirse de los tefilín: sólo el Judío une estas cajas de cuero y correas a su brazo y cabeza como símbolo de su compromiso con Di-s, pero una vez más el concepto es universal. El anillo de mujer casada, el uniforme del soldado, todos estos son signos que se usan como una demostración de nuestra lealtad a un determinado grupo o causa. En cuanto a la circuncisión, es un procedimiento bastante común, practicado por muchos por razones de salud y otros.
Sin embargo, la Torá, las festividades, la circuncisión y los tefilín, o como el Libro de Ester se refiere a ellos, “la luz”, “felicidad”, “alegría” y “prestigio”, son las piedras angulares de la distinción Judía. Es cierto que las naciones y las sociedades tienen otros elementos similares, o prácticamente idénticos, en su doctrina y estilo de vida, pero la experiencia judía de estos elementos, es diferente, hasta incluso la antítesis a sus homólogos universales.
De hecho, esta es la marca definitiva de la distinción: cómo uno difiere no en aquellas áreas en las que uno es obviamente diferente, sino en las que externamente son similares, pero internamente mundos aparte.
Sabiduría femenina
¿Cómo la Torá Judía difiere de la concepción universal del aprendizaje? La clave está en el Libro de Ester en la palabra hebrea “ora”, que es la forma femenina de “luz”, que aparece en referencia a la Torá.
Toda sabiduría, cuya función es iluminar y aclarar, es la luz, pero hay luz masculina y femenina. La luz masculina es auto-generada, original y agresiva, en cambio la luz femenina es receptiva. La inteligencia masculina es la mente que explora lo desconocido, originando nuevas ideas, eliminando conceptos erróneos. El intelecto femenino es la mente que se abre a recibir de una fuente superior, desarrollando la gran cantidad de detalles y aplicaciones inherentes a ella.
El estudio de la Torá emplea tanto las funciones masculinas como femeninas de la mente, pero el mayor énfasis está en lo femenino. A pesar de sus sutilezas Talmúdicas, la Torá no se trata de intelecto en absoluto, éste no es mas que una “prenda”, un medio para transmitir la esencia supra-racional que lo inviste. El estudio de la Torá es, en primer lugar, para entregarse a una revelación de Divinidad verdadera, para transformar la mente en un receptáculo para la sabiduría y la voluntad de Di-s. La mente del Sabio de la Torá no es un generador de ideas, sino una matriz que recibe la Divinidad verdadera y luego la desarrolla como un principio racionalmente estructurado o ley.
El pasado presente
La función universal de una fiesta o festividad, es para celebrar y conmemorar el pasado. La función de las fiestas Judías es para revivir el pasado, o más bien para descubrir la esencia atemporal de un suceso del pasado que lo hace real para su presente existencia.
El Judío no recuerda exactamente el Éxodo en Pesaj. A través de la observancia de las mitzvot Divinamente ordenadas de Pesaj , se accede al regalo Divino de la libertad de lo que es el Éxodo, logrando con ello un “Éxodo” personal, una liberación de las restricciones que esclavizan su propia vida. Lo mismo puede decirse de la entrega de la Torá en Shavuot, la consecución del perdón en Iom Kipur, y así sucesivamente: la fiesta judía es una ventana atemporal en el tiempo, haciendo los eventos “pasados” accesibles y realizables.
Una festividad es una ocasión “feliz”. Pero, nuevamente, la felicidad experimentada por el Judío, a pasar que superficialmente es similar a la felicidad de un no-judío, es radicalmente diferente. Para el celebrante no-judío, una festividad es una vía de escape, sumergiéndose en un pasado alegre y optimista, y seguramente así es capaz de ignorar sus problema presentes.
El Judío también trasciende el presente en sus fiestas, y también para él, esta es una fuente de alegría. Pero la suya no es una alegría para escaparse. Por el contrario, es la alegría de penetrarse a la esencia de su día actual para descubrir el que no hay tiempo pasado en el. Es por esto que es una alegría disciplinada, una alegría que rompe las barreras externas, mientras amplía su enfoque interno. Es una alegría que lo hace más responsable y solidario.
La festividad en la que la distinción de la celebración Judía sale más vívidamente a la luz es Purim. En Purim se le ordena al Judío “beber hasta que no se puede distinguir entre el “maldito Haman” y “bendito Mordejai”. Beber, sobre todo hasta el punto de la irracionalidad, es generalmente un anatema para el Judío, es el Purim donde podemos ver el estado poco común de un Judío ebrio.
La Alegría del Sacrificio
La circuncisión es una práctica bastante común. Muchos lo hacen por razones de salud, otros por razones religiosas. En cualquier caso, la decisión de circuncidar es una cuestión de pasar por el dolor para ganar algo. El procedimiento es doloroso, hay elementos de riesgo (como ocurre con todos los procedimientos quirúrgicos), y se dice que disminuye el placer sexual. El estadounidense que decide circuncidar a su hijo podría decir: “Ciertamente, hay desventajas, pero los beneficios de la salud hacen que valga la pena”. El niño musulmán podría decir: “Claro que duele, pero me gano la entrada al cielo.”
Lo que es único acerca de la Judío es que, para él, la propia circuncisión es percibido como algo positivo y deseable. Cualquiera que haya asistido a un Brit Milá entiende por qué el Libro de Ester hace referencia a ella como una “alegría”, uno no recibe la impresión de que estamos “pagando un precio” para algún tipo de recompensa en el futuro. El Judío alegremente desea entregarse a Di-s no por los resultados o recompensas.
De hecho, se puede decir que la circuncisión representa a todos los”sacrificios”, se trata de entregarse a uno mismo en el sentido más físico y literal. El concepto de sacrificio es, por supuesto, universal. El hombre está siempre haciendo sacrificios por el bien de su futuro, sus seres queridos, su país, sus convicciones. Pero el sacrificio es siempre para luego recibir algo a cambio en el futuro (en la propia vida o en el más allá) o por un deber ineludible. Para el Judío, el sacrificio por orden de Di-s es una alegría.
De ahí el sorprendente fenómeno, racionalmente inexplicable: prácticamente todos los Judios, independientemente del compromiso religioso, practican la circuncisión. Judíos que se definen como “ateos”, o como “progresistas”, circuncidan a sus hijos. Judíos que emergieron de siete décadas de dominio soviético desprovistos de cualquier conocimiento o apreciación por el Judaísmo, inmediatamente organizan circuncisiones para ello mismos, sus hijos y sus nietos. La circuncisión, para el Judío, es acerca de lo que es, y no de lo que hace por él.
Cajas Negras
El cuarto definidor de la singularidad Judía son las cajas de cuero negro, los tefilín, que contienen pergaminos en el cual están inscriptos capítulos seleccionados de la Torá, que se ponen en el brazo y la cabeza como símbolo de nuestra relación con Di-s.
Cada comunidad y cada cultura tienen sus propias prendas y adornos que usan como símbolos de su identidad. A causa de lo que representan, estos reflejan, naturalmente, las concepciones de belleza y prestigio: el oro brillante de anillo de la novia, el impecable uniforme del general, etc, todos encarnan una persona o grupo orgullosos de quienes son.
El tefilín se destaca por su sencillez. Dos simples cajas, las cuales la Torá ordena que sean sin adornos y estén pintadas de negro. Los tefilín no transmiten el orgullo, sino la subyugación de la mente, corazón y acciones del Judío al Todopoderoso.
Sí, los tefilín son el prestigio del Judío, pero éste no es por su representación estética, sino por su Servidumbre a Di-s, a través de la unión de su intelecto, emociones y talentos con la voluntad Suprema.
En Purim celebramos la salvación de un pueblo singular: un pueblo cuyo aprendizaje, festividades, sacrificios e insignia de honor son tan comunes, pero sin embargo, muy únicas.
Basado en un discurso del Rebe en Purim 5719 (1959)