El mes judío

El ciclo lunar

El calendario judío se basa en ciclos lunares.  Al comienzo del ciclo lunar, la luna aparece como una delgada medialuna, lo que indica el inicio de un nuevo mes judío. La luna crece hasta que está llena, a mediados del mes, y luego comienza a menguar hasta que no se la puede ver. Permanece invisible durante aproximadamente dos días y luego la delgada medialuna vuelve a aparecer y el ciclo comienza nuevamente.

El ciclo completo dura aproximadamente 29½ días. Dado que un mes debe constar de días completos, a veces un mes tiene veintinueve días (a este tipo de mes se lo conoce como chaser, “faltante”), y a veces treinta ( malei , “completo”).

Saber exactamente cuándo comienza el mes siempre ha sido importante en la práctica judía, porque la Torá programa las festividades judías según los días del mes.

El primer día del mes, así como el trigésimo día de un mes malei , se llama Rosh Jodesh , la “Cabeza del Mes”, y tiene un carácter semifestivo. 

Los meses judíos
Nisán es el primer mes del calendario judío. Antes de que los judíos salieran de Egipto, el primer día del mes de Nisán, Di-s le dijo a Moisés y Aarón : “Este jodesh (luna nueva o mes) será para ustedes la cabeza de los meses”.  De ahí la particularidad del calendario judío: el año comienza en Rosh Hashaná , el primer día del mes de Tishrei (el aniversario de la creación de Adán y Eva), pero Tishrei no es el primer mes. En realidad, Rosh Hashaná se menciona en la Torá como “el primer día del séptimo mes”

Santificando el mes
“Habló el Señor a Moisés y a Aarón en la tierra de Egipto, diciendo: Este Jodesh os será cabeza de los meses.” ( Éxodo 12:1-2 )

De la redacción de este versículo, “será para vosotros”, los sabios dedujeron que la responsabilidad de señalar y consagrar el jodesh , la luna nueva creciente, fue confiada a los líderes de nuestra nación, el Sanedrín , la corte rabínica suprema de cada generación.

Originalmente, no había un calendario fijo. No había forma de determinar de antemano el día exacto de una festividad o bar mitzvá venidero , porque no había forma de determinar de antemano cuándo comenzaría el mes. Cada mes, el Sanedrín determinaba si el mes tendría 29 o 30 días de duración (dependiendo de cuándo se viera por primera vez la luna nueva del mes siguiente) y santificaba el nuevo mes.

Hoy en día
En el siglo IV d. C., el sabio Hillel II previó la disolución del Sanedrín y comprendió que ya no sería posible seguir un calendario basado en él. Hillel y su corte rabínica establecieron el calendario perpetuo que se sigue en la actualidad.

Según este calendario, cada mes del año, excepto tres, tiene un número determinado de días:

Nissan—30
Iyar —29
Siván —30
Tamuz —29
Menajem Av —30
Elul —29
Tishrei—30
Mar Jeshvan —29 o 30
Kislev —29 o 30
Tevet —29
Shevat —30
Adar —29 (en años bisiestos, Adar I tiene 30 días)


En cuanto a los meses variables de Kislev y Jeshvan , hay tres opciones: 1) Ambos pueden ser de 29 días (el año es chaser ), 2) ambos son de 30 (el año es malei ), o 3) Jeshvan es de 29 y Kislev es de 30 (el año es k’sidran , es decir, estos dos meses siguen el patrón alternado del resto de los meses). Hillel también estableció las reglas que se utilizan para determinar si un año es chaser , malei o k’sidran .

Las reglas del calendario perpetuo también garantizan que el primer día de Rosh Hashaná nunca caiga en domingo, miércoles o viernes. 

Cuando Hillel estableció el calendario perpetuo, santificó cada Rosh Jodesh hasta que venga el Mashiaj y restablezca el Sanedrín.

El año judío comienza en Rosh Hashaná , “la cabeza del año”, el día en que Adán y Eva fueron creados. El número de un año determinado (en el momento de escribir este artículo, el año es 5767 (2007)), es la cantidad de años que han transcurrido desde la creación.

Para encontrar el año judío correspondiente a cualquier año del calendario gregoriano, sume 3760 al número gregoriano si es anterior a Rosh Hashaná . Después de Rosh Hashaná, sume 3761.

Duración del año judío
Un año judío estándar tiene doce meses: seis meses de veintinueve días y seis meses de treinta días, lo que da un total de 354 días. Esto se debe a que nuestros meses siguen la órbita lunar, que es de aproximadamente 29,5 días. Sin embargo, debido a las variaciones en el calendario judío  , el año también podría tener 353 o 355 días.

Fuente

¿Por qué agregamos precisamente un mes de Adar extra al calendario? 

El propósito de establecer años de 13 meses es asegurar que Nisán coincida siempre con la primavera, época de maduraciónde los frutos, tal como nos ordena la Torá: Observa el mes de Aviv (primavera) y harás la ofrenda de Pesaj a Di-s… (Devarim 16:1).

Antes de que fuera instituido el calendario fijo, cuando los nuevos meses eran consagrados por el Sanhedrín, si se hubiera agregado un mes extra a los meses de Shvat o Tevet, por ejemplo, y la primavera hubiera llegado ese año en el mes de Adar, el beit dín podría haberse arrepentido por haber establecido ese año como de 13 meses [puesto que al agregar el mes extra ocasionaron que la primavera no acaezca en Nisán].

Sin embargo, estando en el mes de Adar, ya se puede saber si terminó el invierno —en cuyo caso no es necesario declarar un año de 13 meses— o si el invierno será prolongado, en cuyo caso se agregaría un mes para asegurar que Nisán coincida con la primavera.

Aunque nuestro calendario se basa hoyen día en cálculos fijos ya predeterminados, y no en la observación de las estaciones y los cambios del año, no obstante, no nos apartamos de los principios que tuvo en cuenta el Sanhedrín para establecer el calendario y seguimos agregando solamente un mes de Adar extra en los años de 13 meses.

¿Por qué en los años de 13 meses se celebra Purím en Adar II, en lugar de Adar I ?

Esto se debe a que el decreto de Hamánfue promulgado en un año de 13 meses durante el mes de Adar II. Además, observamos Purím en Adar II para celebrar la salvación de Ester en proximidad a la redención deEgipto, en el siguiente mes de Nisán, uniendo así las dos redenciones.Todas las leyes que rigen para el mes de Adar en un año regular, rigen también para Adar II en un año hebreo de 13 meses. Así, Purím y las cuatro lecturas especiales de la Torá tienen lugar en Adar II.

Aquellas personas que guardan la costumbre de ayunar el 7de Adar conmemorando la desaparición de moshé, lo hacen el 7 de Adar II. Sin embargo, en Ialkut Iehoshúa se hace referenciaa una tradición según la cual moshé falleció el 7 de Adar I en un año de 13 meses.

Por lo tanto, en esos años, el aniversario resultaría ser el 7 de Adar I.

En cuanto a esto, las costumbres varían según el lugar.

Pese a que, como hemos señalado, Purímse celebra en el mes de Adar II, se acostumbra no obstante a observar los días 14 y 15 de Adar I con un especial espíritu festivo. No sedice Tajanun (súplicas de perdón por los pecados) ni se ayuna o recitan discursos fúnebres.

Estos días se denominan Purím Katán (Pequeño Purím).Quien nació en el Adar de unaño regular, y cumple trece añosen un año de 13 meses, no se tornabar mitzvá sino hasta Adar II. Sin embargo, si nació en un año de 13 meses, su bar mitzvá tiene lugar en el mismo mes de su nacimiento [ya sea Adar I o Adar II].

Por lo tanto, es posible —en el caso de niños que nacieron en el mismo año con un día de diferencia— que el bar mitzvá del más joven tenga lugar casi un mes antes que el del niño mayor. De igual manera es posible—en el caso de niños que tienen un mes de diferencia entre ellos— que el bar mitzvá del más joven sea anterior al del mayor.

Por ejemplo, si dos niños nacieron en un año de 13 meses, uno el último día de Adar I y otro el primer día de Adar II, y cumplen trece años en un año regular, ¡el bar mítzvá del que nació más tarde (o sea, el más joven) tendrá lugar en Rosh Jodesh Adar, mientras que el del que nació primero (el mayor) tendrá lugar el último día de Adar! En el casode dos niños que nacieron en un año de 13 meses haciéndolo uno el 28 de Adar I y el segundo el 27 de Adar II, casi un mes más tarde, si cumplen trece años en un año regular, ¡el bar mitzvá del que nació más tarde tendrá lugar un día antes que el del que nació primero

Tiempo de balance

El último mes del año judío es tradicionalmente, un tiempo de introspección y balance, un tiempo para revisar el comportamiento  y el progreso espiritual durante el año saliente  y prepararse para las Altas Festividades.

Los maestros jasídicos comparan el mes de Elul con el periodo del año en el que “el rey está en el campo”. A diferencia de cuando el Rey está en el palacio real – donde no cualquiera puede verlo -, en el campo recibe con alegría y rostro sonriente a todo aquel que desee acercarse.

Como mes de revelación Divina y perdón, es el momento más oportuno para acercarnos a Di-s y fortalecer nuestra relación con Él.

¡VIVENCIALO!

SHOFAR: Todos los días del mes, excepto Shabat y víspera de Rosh Hashaná, se escucha el sonido del Shofar (asta de carnero) que sirve como un llamado al retorno [a Di-s].

TEFILIN Y MEZUZOT; los revisa un Sofer (escriba) para asegurar que estén en buenas condiciones y aptos para su uso.

SELIJOT: la última semana del mes se recitan las plegarias de Selijot, para pedir el perdón a Di-s. Se empiezan a recitar  el sábado 9/9 de noche después de medianoche y en los días subsiguientes se recitan  antes de la plegaria matutinal  (Shajarit). 

SHANA TOVA UMETUKA: cuando – en el transcurso del mes – se envían  cartas a amigos y seres queridos, se les desea “que sean inscriptos y sellados para un año bueno y dulce”.

¿SABÍAS QUÉ?

“Mejor una acción que mil suspiros”. La sinceridad de nuestro retorno a Di-s debe ser demostrada y acompañada de acciones concretas, tales como un compromiso para incrementar el estudio de Torá o para cumplir una Mitzvá más.

El secreto de Elul

El amor. La más poderosa de todas las emociones humanas. Todos lo anhelamos. 

No podemos vivir sin él. Y aun así es tan abrumador, tan abarcador, que no hay forma de medirlo, de demostrarlo, de definirlo o siquiera de describirlo.

Cuando hablamos del intelecto, este está representado por la mente. Y cuando hablamos de las emociones, y específicamente del amor, ellas están representadas por el corazón. 

Pero ¿por qué?

El símbolo del corazón es probablemente uno de los símbolos más conocidos. Atravesando continentes, culturas, religiones, idiomas, ese corazoncito rojo significa “amor”. Se lo usa para firmar cartas, para simbolizar la palabra “amor” y hasta ha inundado el mercado en forma de tarjetas, remeras, collares, globos y prácticamente cualquier cosa.

¿Cómo es que la imagen del corazón, tal como la conocemos comúnmente, constituye el símbolo de esta apasionada experiencia de amor?

El mes en que nos encontramos, el mes de Elul, es la clave para desentrañar el más íntimo y más potente significado del corazón. Como es sabido, las letras hebreas que forman la palabra “Elul” -alef, lamed, vav y lamed- son una sigla de la frase (tomada del Cantar de los Cantares) aní le-dodí ve-dodí li, que significa “Yo soy para mi amado y mi amado es para mí”.

Esta frase tan bella y tan romántica es aquello que representa nuestra relación con el Creador, la cual suele compararse a la relación de marido y mujer, de novio y novia, en nuestra vida individual.

El Zohar explica que al comienzo de Elul estamos ajor el ajor, que significa “espalda con espalda”, y que para fines de Elul estamos panim el panim, “cara a cara”. Pero ¿cómo es posible que estemos espalda con espalda? ¿Acaso eso no daría a entender que Dios también nos dio Su espalda a nosotros? ¿Cómo podemos decir algo así, siendo este el mes en el que -tal como nos enseña el maestro jasídico Rabí Schneur Zalman de Liadi- “el Rey está en el campo”? ¿Acaso no es este el mes en el que Dios está más accesible que nunca, esperándonos a que vayamos a Su encuentro, en que está para nosotros en el “campo” de nuestra vida cotidiana?

El hecho de que se nos describe como “espalda con espalda” y luego “cara a cara” es una lección increíble. A menudo, cuando nos sentimos enojados, dolidos, abandonados, cualquiera sea la raíz de nuestro dolor, damos la espalda. Y cuando damos la espalda, no tenemos idea de cómo está el otro. Y muchas veces nos resulta más fácil creer que el otro también nos dio la espalda, porque si así es, entonces incluso si nos damos otra vez vuelta, no va a servir de nada, así que ¿para qué molestarnos? ¿Para qué vamos a dar el primer paso si al final lo único que vamos a ver va a ser la espalda del otro?

No obstante, esta racionalización es la causa de muchas discusiones no resueltas, de sentimientos heridos, y de relaciones rotas.

¿Se acuerdan de la clásica escena, actuada eternamente en las películas, de la pareja que se separa y cada uno va caminando en otra dirección…?

A cierta altura, él se da vuelta, y quiere llamarla, pedirle que le dé otra oportunidad, pedirle perdón. Él está a punto de hablar, pero entonces se da cuenta de que ella le da la espalda. Ella se está alejando de él. Y él se dice a sí mismo que ya es demasiado tarde, que a ella no le importa de él. Y entonces él vuelve a darle la espalda.

Al cabo de unos segundos, ella se da vuelta para mirarlo. Ella no quiere que esto termine. Ella quiere decir algo, pero no logra juntar el coraje; no tiene la fuerza necesaria. ¿Y por qué, por qué va a hacerlo cuando él le está dando la espalda? Ella lo mira con ansia, pero ya no importa; ella ve cómo él continúa alejándose de ella y entonces está segura de que a él no le importa en lo más mínimo de ella. Y nosotros, los espectadores, sentados al borde del asiento, todavía tenemos la esperanza de que quizás los dos se den vuelta al mismo tiempo y finalmente se den cuenta de que al otro sí le importa, que a pesar de que aparentemente están espalda con espalda, la verdad es que quieren estar cara a cara.

A veces, el final del cuento de hadas sí sucede; otras veces, ellos simplemente continúan caminando en direcciones opuestas, saliéndose cada uno de la vida del otro.

El mes de Elul es el que nos enseña la necesidad de estar dispuestos a darnos vuelta.

El Rey está en el campo; nuestro Creador se encuentra allí y más allá de cómo nos sintamos, Él nunca nos dio la espalda. Lo único que tenemos que hacer es darnos vuelta nosotros, y darnos cuenta de que Él está allí, esperándonos.

La sensación de “espalda con espalda” que sentimos al comienzo del mes se basa en nuestras percepciones erróneas, nuestros temores, nuestras suposiciones. Recién cuando nos damos vuelta nos damos cuenta de la verdad, de la esencia interna y entonces nos ponemos “cara a cara”, que no significa solamente que finalmente podemos mirarnos el uno al otro, sino que además podemos mirar el uno dentro del otro, pues la raíz de la palabra hebrea que significa “rostro”, o sea, panim, es la misma que la de pnimiut, que significa “interioridad”.

Por eso, ahora la cuestión es cómo se nos enseña esta lección, no sólo en el mes de Elul, sino a través del nombre mismo de “Elul”.

Los nombres en hebreo no son meramente formas de referirse a algo, sino que representan su alma misma.

La Jasidut nos enseña que cada padre recibe el don de la inspiración Divina cuando le pone nombre a su hijo. El nombre es lo que representa los aspectos más profundos de esa persona. La Kabalá y la Jasidut nos enseñan que a fin de descubrir el sentido esencial de una palabra hebrea, necesitamos analizar las letras que la componen, su valor numérico, su forma y su significado.

Tal como dijimos más arriba, la palabra “Elul” está compuesta de una alef, que va seguida de una lamed, luego una vav y la última letra, otra lamed. La primera letra de “Elul” es también la primera letra del alfabeto hebreo. La letra alef equivale numéricamente a la cifra uno, que representa la idea de la total unidad de Dios. א

Ahora debemos responder cómo es que todo esto se relaciona con el corazón. Aquí es donde nuestras lameds vuelven a definirse. A esta altura es importante pensar nuevamente en el símbolo del corazón y cuestionar su origen. Y no deberá sorprendernos que el significado de dicho símbolo también se encuentre en la palabra misma que significa “corazón”.

En hebreo, la palabra “corazón” es lev, que se escribe lamed-bet. En el año 1291, Rabí Abraham Abulafia redactó un manuscrito intitulado Imrei Shefer, en el que define el significado del corazón.

Rabí Abulafia enseña que la palabra lev, lamed-bet, tiene que entenderse como dos lameds. Esto se debe a que la letra bet es la segunda letra del alfabeto, y equivale numéricamente a la cifra dos. Él explica que la palabra tiene que leerse y entenderse como “dos lameds”.

Pero no basta con tener dos lameds. Tal como explica Rabí Itzjak Guinsburg, a fin de que la suya sea una relación, las dos lameds necesitan estar conectadas. Necesitan estar cara a cara.

Cuando damos vuelta la segunda lamed para que se enfrente a la primera, estamos formando la imagen del Corazón Judío (tal como se lo puede apreciar en la ilustración al comienzo de este artículo). Si bien el corazón, tal como estamos acostumbrados a verlo, es bastante claro en esta forma, no obstante vemos que también se revela una parte completamente nueva del corazón.

Esto se debe a que la letra lamed es la más alta de todas las letras del alfabeto hebreo. Y esto es porque la lamed representa el concepto de quebrar las fronteras, de ir más allá de tu potencial, de entrar en el súper consciente a partir del consciente. ל

La lamed también significa dos cosas simultáneamente. Significa tanto “aprender” como “enseñar”, lo cual nos demuestra que ambos conceptos están entrelazados y que ambos son esenciales.

En toda relación, yo tengo que estar dispuesto a aprender del otro, de convertirme en un receptor. Pero la otra persona también tiene que ser capaz de aprender de mí, lo cual me convierte a mí en el maestro, en el dador.

Además, la imagen de la lamed puede quebrarse en otras tres letras. La parte superior de la letra es como una iud, que es la más pequeña de las letras hebreas, y la letra que representa la cabeza. La cabeza contiene la mente, el intelecto y también el rostro. י

La letra que sigue en “Elul” es la vav. En hebreo, la vav ו sirve de conjunción, como “y”. También significa “gancho” y su forma verdaderamente recuerda un gancho.

Por lo tanto, en este caso, la vav es el gancho que conecta a la iud, la mente, con la letra inferior, la jaf, כ que representa el cuerpo. En términos físicos, la vav simboliza el cuello, que es el que transporta la corriente de sangre del cerebro al corazón.

Esto nos enseña que el corazón, y que el amor que él representa, puede prosperar y alcanzar su apogeo únicamente cuando existe una totalidad en la conexión.

El corazón judío, el verdadero amor, representa una conexión mente a mente, cara a cara, ojo a ojo, alma con alma. La vav, que es la conexión entre la cabeza y el corazón, siempre tiene que mantenerse sana, con una corriente clara. Si algo la corta, entonces la relación no puede continuar.

Como todos sabemos, una de las formas más rápidas de matar a una persona es produciéndole un corte en el cuello. El cuello es nuestra línea de vida. Él asegura que nuestra cabeza, nuestro intelecto, domine a nuestras emociones y que haya un sano intercambio entre la mente y el corazón.

Al corazón con el que todos estamos familiarizados, o sea, al símbolo que representa el amor en el mundo entero, le falta la iud y la vav, o sea que le falta la mente y el cuello. Este símbolo tan popular representa solamente la conexión física entre los cuerpos.

 

Es por eso que el mes de Elul, que empieza espalda con espalda, al final culmina cara a cara.

Al comienzo del mes, somos inconscientes de la realidad de que “Yo soy para mi amado y mi amado es para mí”. Pero al trabajar sobre nosotros mismos durante todo este mes, al estar dispuestos a darnos vuelta y hacer cambios, finalmente nos damos cuenta de que nuestro Creador nunca nos dio la espalda. Él siempre continuó dándonos la cara, y esperando que nosotros nos diéramos vuelta. Y una vez que lo hacemos, somos como las dos lameds que están enfrentadas, que conforman el corazón judío y que son la esencia del mes de Elul.

Por lo tanto, Elul puede entenderse como una alef, que representa a Dios, seguida de una lamed, vav, lamed -una lamed que está conectada (vav) con la otra lamed.

Y el corazón judío, esta idea de amor como una totalidad de conexión, no es meramente la tarea a llevar a cabo en el mes de Elul, sino todo el propósito de la Creación.

Este corazón judío es un símbolo de por qué fuimos creados y qué es lo que debemos lograr. Porque la Torá es el plano de la creación y el manual de cómo debemos conectarnos con la divinidad. Y no es un libro que tenga un comienzo, un medio y un final, sino que es más bien un rollo, pues se nos enseña que “el final está encajado con el principio, y el principio, con el final”.

 

Entonces ¿qué es lo que encontramos cuando el final del rollo de la Torá se arrolla con el comienzo? ¿Cómo empieza y cómo termina la Torá?

La última palabra de la Torá es Israel, que termina con la letra lamed; y la primera palabra es bereshit, que significa “en el comienzo”, y que empieza con una bet.

Cuando unimos la primera y la última letra de la Torá, obtenemos la palabra lev, que es “corazón” en hebreo.

Dios quiera que seamos bendecidos con la capacidad de aprovechar los poderes del mes de Elul, reconociendo y revelando nuestra capacidad de aprender y de enseñar, y de esa forma ponernos cara a cara con nosotros mismos, con nuestros seres queridos y con nuestro Creador, tal como nos enseña el corazón judío.

El Corazón Judío, tanto el diseño como las joyas, están bajo patente y copyright de Rabí Itzjak Guinsburg.

Por Sara Esther Crispe

Balance y acercamiento

Elul es el último mes del año hebreo. 

Por ser el último mes del calendario hebreo, Elul precede directamente a Rosh Hashaná, el día en el que el Creador juzga a las criaturas.

Con el primer día del mes comienzan los Cuarenta Días en los que Moshé Rabeinu subió por tercera vez al Monte Sinaí para pedir el perdón de Di-s por el pecado del becerro de oro y recibir, a su vez, las segundas Lujot (Tablas de la Ley). 

Estos fueron días de misericordia para el pueblo de Israel. Todo el pueblo se reunió para rezar y ayunar hasta que en el día de Iom Kipur (40 días después), fueron perdonados por Di-s.
Es por este motivo que estos 40 días desde el 1º de Elul hasta Iom Kipur, se fijaron como días de arrepentimiento y reflexión.

Leyes y Costumbres de Elul

Se toca el Shofar – Se acostumbra tocar el Shofar todos los días del mes de Elul, excepto en Shabat y en víspera de Rosh Hashaná.


Revisación de Tefilín y Mezuzot – Es costumbre en muchas comunidades entregar los Tefilín y Mezuzot para su control a un Sofer (Escriba) para asegurarnos de que aún siguen siendo aptos para ser usados.


Augurios y deseos – Se acostumbra a desearse unos a otros “Ketivá Vajatimá Tová”, o sea, que seamos inscriptos y sellados para bien.


Salmos – Desde el primer día de Rosh Jodesh Elul hasta el séptimo día de Sucot se recita durante los rezos matutinos y vespertinos el capítulo 27 del Salmo, que comienza: “LeDavid Hashem orí Vehishí…”.


Alegría – En estos días debemos estar alegres y tratar de hacer todo con alegría, ya que Di-s se encuentra en estos días más cerca de nosotros y nos concede la oportunidad del arrepentimiento.