Parashá en síntesis: Ajarei Mot-Kedoshim

Durante el período que se extiende desde Pesaj hasta Shavuot (costumbre sefaradí) o hasta Rosh Hashaná (para los ashkenazìes) se lee cada Shabat – antes del rezo de MInjá – el Pikei Avot (Ética de los Padres), tratando contenido en el tomo de Nezikim, uno de los seis que componen la Mishná. Contiene una serie de reglas, pensamientos, principios de conducta y aforismos atribuidos a sesenta sabios que vivieron hace unos 2000 años (1330 a.e.c. hasta 200 e.c.)

Los principios morales  y éticos que se desprenden de estas enseñanzas difieren de aquellos expresas por sabios de otras nacionales, porque las enseñanzas del judaísmo están inspiradas en la Torá, que tiene el carácter de Revelación Divina y, por tanto, no son el resultado de reflexión, análisis o sabiduría personal, como sucede con otros pueblos. 

Los preceptos de vida contenidos en Pirkei Avot se leen en esa época del año, después del invierno, para canalizar las pasiones que renacen en primavera, a fin de que la persona no tenga la impresión de que todo depende de ella y está bajo su poder. También se considera parte de la preparación espiritual a la cual se tiene que dedicar este período de Sefirat haOmer (Conteo del Omer), que culmina con el recibimiento del a Torá en Sinaí.

“Después de la muerte” (Ajarei mot) de los hijos de Aharón, Di-s le da instrucciones detalladas a Moshé sobre el servicio especial y los sacrificios del día de Iom Kipur, que sería llevado a cabo por Aharón en su carácter de Cohén Gadol (Sumo Sacerdote), quien solo entraría al Kodesh Hakodashim (Santo Santuario, el lugar más santo del Templo) en esa ocasión. 

Siendo Eretz Israel la tierra más santa del mundo, era necesario que sus habitantes observarán una conducta de alta moralidad, pues, de lo contrario, la tierra los expulsaría y quedarían exilados, tal como se prevé en esta Parashá. 

Di-s estipula el carácter de Santo (Kedoshim) del Pueblo Judío en su doble acepción: como “santo”, en el sentido de los altos parámetros de moralidad que le son exigidos, a través del cumplimiento de las mitzvot, y como “separados” de los demás pueblos y de todas aquellas cosas que estén en contradicción con la Torá. 

Se advierte al Pueblo Judío que no debe imitar a los demás pueblos. Aún en la actualidad debemos estar alertas sobre nuestro modo de vida, porque técnicamente podríamos estar observando los preceptos (como el kashrut, por ejemplo), pero es necesario que lo hagamos según nuestros cánones de restricción y moralidad, porque tal como decía Rabi Shneur Zalman de Liadi: “Todo lo que está prohibido no se permite, pero mucho de lo que está permitido no es necesario”, por lo cual debemos actuar siempre con moderación y autenticidad. 

El pueblo escogido por Di-s para ser Santo debe actuar como modelo para las demás naciones, para demostrar en la práctica la posibilidad de una sociedad deseable. Esta escogencia no implica superioridad respecto a otros grupos, ni impunidad en las acciones, ni privilegios especiales, sino obligaciones y responsabilidades especiales de aquellos que están destinados a servir al mundo, a ser “luz entre las naciones”; servidores, mas no amos. 

Parashat Kedoshim, colmada de Mitzvot (aproximadamente 70) fue transmitida a todo el pueblo reunido en asamblea, porque en ella se incluyen los preceptos equivalentes a los Diez Mandamientos y, además, principios fundamentales tales como “amarás a tu prójimo como a ti mismo”, que consagra la unidad de la nación, donde cada judío es considerado como parte del gran cuerpo que es el pueblo entero.