El Rebe: una breve biografía

El Rebe de Lubavitch, el Rabino Menachem Mendel Schneerson , de justa memoria (1902-1994), séptimo líder de la dinastía Jabad-Lubavitch , es considerado la personalidad judía más fenomenal de los tiempos modernos.

Para cientos de miles de seguidores y millones de simpatizantes y admiradores en todo el mundo, él fue —y sigue siendo, a pesar de su muerte— “el Rebe “, sin duda, el individuo más responsable que cualquier otro de agitar la conciencia y el despertar espiritual del judaísmo mundial.

El Rebe nació en 1902, el día 11 de Nisán , en Nikolaev, Rusia, hijo del renombrado cabalista, erudito talmúdico y líder Rabino Levi Yitzchak y la Rebetzin Chana Schneerson . 

La Rebetzin Chana (1880-1964) era conocida por su erudición, amabilidad y extraordinaria accesibilidad. 

Su coraje e ingenio se convirtieron en leyenda cuando, durante el exilio de su esposo por los soviéticos a una aldea remota en la Rusia asiática, trabajó para hacer tintas con hierbas que recogía en los campos, para que el Rabino Levi Yitzchak pudiera seguir escribiendo su comentario sobre la cábala y otros temas de la Torá. 

El Rebe recibió su nombre de su antepasado, el tercer Rebe, Rabino Menachem Mendel de Lubavitch , con quien más tarde compartió muchas características.

Hay una historia que se cuenta sobre la vida temprana del Rebe que parece ser casi simbólica de todo lo que vendría después. 

Cuando tenía nueve años, el joven Menachem Mendel se zambulló valientemente en el Mar Negro y salvó la vida de un niño que había remado mar adentro y había perdido el control de su pequeña embarcación. 

Esa sensación de “otras vidas en peligro” parece haber dominado su conciencia; de judíos ahogándose en la asimilación, la ignorancia o la alienación, y nadie escuchando sus gritos de ayuda: judíos en el campus, en comunidades aisladas, bajo regímenes represivos. 

Desde la primera infancia mostró una agudeza mental prodigiosa. Cuando llegó a su Bar Mitzvah , el Rebe era considerado un illuy , un prodigio de la Torá . Pasó su adolescencia inmerso en el estudio de la Torá .

Matrimonio en Varsovia:

En 1928, el Rabino Menachem Mendel se casó en Varsovia con la hija del sexto Rebe, la rebetzin Chaia Mushka (la rebetzin, nacida en 1901, fue elegida por su padre, el sexto Rebe, para acompañarlo en su exilio forzado a Kostromá en 1927. Durante sesenta años fue la compañera de vida del Rebe; falleció el 22 de Sh’vat de 1988).

 Más tarde estudió en la Universidad de Berlín y luego en la Sorbona de París. Es posible que haya sido en estos años cuando su formidable conocimiento de las matemáticas y las ciencias comenzó a florecer.

Llegada a los EE.UU.

El lunes 28 de Siván de 5701 (23 de junio de 1941) el Rebe y la Rebetzin llegaron a los Estados Unidos, después de haber sido milagrosamente rescatados, por la gracia de Dios Todopoderoso, del holocausto europeo. 

La llegada del Rebe marcó el lanzamiento de nuevos esfuerzos radicales para reforzar y difundir la Torá y el judaísmo en general, y las enseñanzas jasídicas en particular, a través del establecimiento de tres organizaciones centrales de Lubavitch bajo el liderazgo del Rebe: Merkos L’Inyonei Chinuch (“Organización Central para la Educación Judía”), Kehot Publication Society y Machne Israel, una agencia de servicios sociales. Poco después de su llegada, por insistencia de su suegro, el Rebe comenzó a publicar sus anotaciones a varios tratados jasídicos y cabalísticos, así como una amplia gama de respuestas sobre temas de la Torá. 

Con la publicación de estas obras su genio fue pronto reconocido por eruditos de todo el mundo.

Liderazgo:

Tras el fallecimiento de su suegro, el Rabino Yosef Yitzchak Schneersohn , en 1950, el rabino Menachem M. Schneerson ascendió a regañadientes a la jefatura del movimiento Lubavitch , cuya sede se encontraba en el 770 Eastern Parkway de Brooklyn, Nueva York. Pronto las instituciones y actividades de Lubavitch adquirieron nuevas dimensiones. 

La filosofía de difusión de Jabad-Lubavitch se tradujo en una acción cada vez mayor, a medida que se abrían centros Lubavitch y Casas Jabad en docenas de ciudades y campus universitarios de todo el mundo.

El Rebe comprendió profundamente que cada una de nuestras acciones es parte de un panorama más amplio. Cada buena acción que realizamos acerca a la humanidad a la meta final, la era de la perfección cósmica y la conciencia universal de Dios , conocida en el judaísmo como el tiempo del Mashiaj. El Rebe habló incansablemente sobre esta época, demostrando cómo el mundo se acerca cada vez más a esta era especial y cómo cada persona puede hacerla realidad aumentando sus actos de bondad y amabilidad.

El lunes por la tarde (2 de marzo de 1992), mientras rezaba en la tumba de su suegro y predecesor, el Rebe sufrió un derrame cerebral que paralizó su lado derecho y, lo más devastador, le robó la capacidad de hablar.

Dos años y tres meses después, el Rebe falleció en las primeras horas de la mañana del día 3 del mes hebreo de Tamuz , en el año 5754 desde la creación (12 de junio de 1994), dejando huérfana a una generación.

Fotografía: Shlomo Vishinsky | Cortesía de Zev Markowitz / Chai Art Gallery

Unicidad

Con las enseñanzas del Rebe como motor y su ejemplo como modelo a seguir, Lubavitch ha crecido rápidamente hasta convertirse en una presencia mundial, y todas sus diversas actividades llevan el sello de su visión. No es de extrañar, entonces, que muchos se pregunten: “¿Qué tiene su liderazgo que lo hacía (y, en tantos sentidos, todavía lo hace) tan único? ¿Por qué las personalidades más importantes de la actualidad sienten por él un respeto y una admiración tan profundos?”.

Pasado, presente y futuro

Muchos líderes reconocen la necesidad del momento y responden con coraje y dirección. Ésta es su fortaleza, y es admirable. Otros, aunque su fortaleza no resida en la “respuesta instantánea” a los problemas actuales, tienen la bendición de la capacidad de previsión perceptiva: saben lo que traerá el mañana y cómo prepararse mejor. Otros líderes sobresalen en una tercera área distinta: poseen un agudo sentido de la historia y la tradición; sus consejos y su liderazgo están moldeados por una gran sensibilidad hacia el pasado.

Pero alguien que poseía las tres cualidades era verdaderamente único, y se destacaba en el liderazgo. Así era el Rebe de Lubavitch , la inspiración y la fuerza impulsora detrás del éxito de Lubavitch hoy. Irradiando un profundo sentido de urgencia, exigía mucho de sus seguidores, y aún más de sí mismo. El Rebe lideraba, por sobre todas las cosas, con el ejemplo .

Iniciación, no reacción:

Fue una rara combinación de visionario profético y líder pragmático, que sintetizó una profunda comprensión de las necesidades actuales del pueblo judío con una amplia visión de su futuro. 

En cierto sentido, trazó el curso de la historia judía, iniciando, además de reaccionar ante, los acontecimientos actuales. 

El Rebe se guió por una visión inspirada y una previsión combinadas con una erudición enciclopédica, y todos sus pronunciamientos y emprendimientos estaban, ante todo, arraigados en nuestra Sagrada Torá. 

Una y otra vez, lo que para él era claro al principio se volvió obvio para otros líderes con la visión retrospectiva, décadas después.

El papel único de cada uno:

Desde el momento en que el Rebe llegó a Estados Unidos en 1941, su brillantez al dirigirse a este ideal se hizo evidente: no reconocería división ni separación. Cada judío —de hecho, cada ser humano— tiene un papel único que desempeñar en el gran esquema de las cosas y es parte integral del tapiz de la creación de Dios.

Durante casi cinco de las décadas más críticas de la historia reciente, el objetivo del Rebe de llegar a cada rincón del mundo con amor y preocupación se ha desarrollado de manera espectacular. Ningún sector de la comunidad ha sido excluido: jóvenes y ancianos, hombres y mujeres, líderes y laicos, eruditos y trabajadores, estudiantes y maestros, niños e incluso bebés.

Tenía una capacidad extraordinaria para tratar con cada persona en su propio nivel: asesoraba a jefes de Estado en asuntos de importancia nacional e internacional, exploraba con profesionales las complejidades de sus propios campos de especialización y hablaba con niños pequeños con palabras cálidas y una sonrisa paternal.

¡Actualiza tu potencial!”

Con una visión extraordinaria, percibió la riqueza de potencial que hay en cada persona.

Su inspiración, ahora accesible a través de sus escritos y vídeos, potencia la autopercepción del individuo, enciende su conciencia de esa riqueza oculta y motiva el deseo de alcanzar su potencial.

De la misma manera, muchas comunidades han sido transformadas por el mensaje del Rebe y han recibido —directa o indirectamente— un nuevo sentido de propósito y confianza. En cada caso se imparte el mismo mensaje fuerte, aunque sutil: “Estás divinamente dotado de enorme fuerza y ​​energía: ¡hazlas realidad!”.

El asesoramiento del Rebe

Mi tío, Rabí Sholom Gordon, de bendita memoria, era emisario de Lubavitch en Nueva Jersey, desde principios de los años cuarenta. En su trayectoria, tocó miles de vidas.

En algún momento alrededor de 1960, la madre de un ex alumno del Tío Sholom se acercó a él con un problema. A su hija, que había alcanzado la edad núbil, hacía ya varios años, le era difícil encontrar un marido. Conscientes de la grandeza del Rebe, la madre desesperada pidió a Sholom que concertara una cita para ella con el Rebe. Mi tío cumplió con el pedido, e incluso llevó a la madre, junto con su hijo, a su encuentro con el Rebe.

Mi tío esperó fuera. Cuando la madre salió de la oficina del Rebe, se veía muy   molesta.

“¿Qué   pasó?” Sholom preguntó. “Bueno”, contestó la madre, “me dirigí al Rebe y le pedí una   bendición   para   conseguir   una buena pareja para mi hija. Me sorprendí cuando el Rebe comenzó a hacerme preguntas sobre mi vida. Me preguntó acerca de nuestro medio de vida. Le dije que tenemos una tienda muy exitosa en Newark. El Rebe me preguntó si la tienda está abierta en Shabat. Le dije que sí.

“Entonces, y esto es lo que realmente no entiendo, el Rebe sugirió que ya que estamos financieramente seguros,   debemos   cerrar   nuestra tienda en Shabat y que Di-s, a  continuación, enviará  al bashert (destinado)   esposo   a   nuestra   hija.   

Le respondí   que   necesitamos   abrir   la tienda toda la semana para proveer de sustento a nuestra hija en caso de que algo nos suceda a nosotros y ella no se case. Cuando Di-s mande a su bashert… entonces voy a cerrar la tienda en Shabat. El   Rebe   no   estuvo  de acuerdo.”Rabino   Gordon,” continuó   la mujer,

“Soy de Europa. Sé de Rebes jasídicos. Pensé que nos daría las bendiciones correspondientes y querría una donación. No he venido aquí para obtener asesoramiento empresarial…”

Pasaron los años. En 1967 llegaron a Newark disturbios, violencia y bandidaje. El almacén de propiedad de los padres del ex estudiante de Sholom estaba entre los destruidos en manos   de los vándalos. Ya   alcanzando la edad de la jubilación, y después   de   fallecer   su   esposo poco antes, la madre decidió no reconstruir la tienda. El negocio se cerró definitivamente, y por supuesto, estuvo cerrado también en Shabat. A los pocos meses, la hija conoció a su bashert.

Hoy   en   día,   gracias   a   Di-s,  es  la madre de una familia muy respetada.

El día en el que el sol se detuvo

“No te veas intimidado por los límites de las normas naturales, pero tampoco debes descartarlos: trabaja en el marco de ellos para ensancharlos y expandirlos. En lugar de liberarte de las circunstancias de la naturaleza, busca liberar y elevar la naturaleza de la naturaleza misma.”

El tercer día del mes hebreo de Tamuz, en el año 2488 desde la Creación (1273 antes de la Era Común), Iehoshúa conducía al pueblo judío en una de las batallas para conquistar la Tierra de Israel.

La victoria era inminente, pero la oscuridad estaba por caer. Entonces Iehoshúa declaró: “Sol, detente en Guivón; luna, en el valle de Aialón”

Milagrosamente, el sol frenó su avance en el cielo hasta que los ejércitos de Israel llevaron la batalla a su conclusión exitosa

Nuestros Sabios dijeron que “Di-s no realiza un milagro en vano” ¿Por qué, entonces, los cambios astronómicos efectuados en favor de Iehoshua? ¿No habría bastado con realizar un milagro algo más limitado, como ser iluminar el campo de batalla en Guivón por algún otro medio sobrenatural?

Subir o alzar

Pero primero debemos examinar la función de los milagros en general.

¿Qué es, exactamente, un milagro?

La palabra hebrea para milagro, “nes” significa “elevado”.

La regularidad y previsibilidad de la naturaleza crean las así llamadas “leyes”: esta es la manera en que es, dice el orden natural, y no puedes menos que ajustarte a esta definida y limitada realidad. La verdad, sin embargo, es diferente: el hombre ha sido imbuido por su Creador con el potencial para elevar su existencia, para trascender aquello dictado por “la manera en que son las cosas”.

Un milagro, con su manifiesta exhibición de poder Divino, tiene un efecto elevador sobre quienes lo experimentan, permitiéndoles ver a través de la fachada de la naturaleza e inspirarlos a trascender las aceptadas normas de su sociedad y las limitaciones propias que el individuo percibe.

Hablando en términos generales, existen dos categorías de milagros:

1) Un milagro de confrontación, que supera y desplaza la norma natural.

2) Un milagro natural que, aunque podría no ser menos “imposible” por las normas que parecen regir nuestras vidas, y en nada menos obviamente una exhibición de la mano de Di-s que el “milagro de confrontación”, ocurre no obstante por medios “naturales”, empleando procesos y fenómenos naturales para lograr su cometido.

Un ejemplo de semejante “milagro natural” es relatado por la Torá en el decimoséptimo capítulo de Números. Koraj y su facción rebelde habían disputado el derecho de Aharón a la kehuná guedolá (sumo sacerdocio). A fin de reafirmar Su elección de Aharón para servirle en el Santuario como representante de la nación judía, Di-s dijo a Moshé: “Toma… una vara de cada uno de los líderes [de las tribus]… cada uno escribirá su nombre sobre su vara… Escribe el nombre de Aharón sobre la vara de Leví… y el hombre a quien Yo escogeré, su vara florecerá… Moshé colocó las varas ante Di-s en el Santuario… Al día siguiente… He aquí que la vara de Aharón había florecido; produjo brotes, germinó fruto y maduró almendras”.

La presencia de frutos en una vara seca ciertamente hubiera bastado como señal Divina. Pero Di-s no hizo simplemente que aparecieran almendras sobre la vara de Aharón. En cambio, estimuló en ella todo el proceso de brotar, florecer, y la emergencia y maduración del fruto, etapas éstas todas visibles en la vara de Aharón.

La vara de Aharón desafió las leyes y restricciones de la naturaleza, pero no obstante ello se ajustó a las fases progresivas naturales que normalmente experimenta la almendra. Trascendió la naturaleza, pero lo hizo en los propios términos de ésta.

A primera vista, podría parecer que la “necesidad” del milagro natural de recurrir a procesos naturales lo hace menos milagroso que un milagro que trasciende la naturaleza por entero. En verdad, sin embargo, un milagro que trabaja a través de la naturaleza es más elevado (o sea, más “milagroso”) que un milagro que la supera.

El súbito y destrozante cambio no ha transformado la naturaleza, sólo ha ido más allá de ella; una hazaña más milagrosa es aquella que no solamente libera a la persona del orden natural, sino que libera la sustancia misma del orden natural propiamente dicho.

Esto explica las “molestias” extremas a que recurrió Di-s, llevando a todo el sistema celeste a detenerse para iluminar un cierto valle durante una noche.

Una milagrosa ingeniería de luz “artificial” hubiera significado que las leyes de la naturaleza fueron meramente desplazadas, mas no transformadas. Para inspirar al pueblo de Israel no solamente a trascender sus propias personalidades naturales sino también para transformarlos y sublimarlos, Di-s insistió en que la luz milagrosa provista a ellos fuera luz solar natural, incluso cuando esto significara crear un nuevo orden natural en los cielos.

Nuevo orden Mundial

El precedente establecido aquel 3 de Tamuz con la detención del sol por parte de Iehoshúa se reiteró en la misma fecha 3.199 años después, esta vez en términos aún más naturales (y por lo tanto más milagrosos).

El 3 de Tamuz del año 5687 (1927) fue el día en el que el Anterior Lubavitcher Rebe, Rabí Iosef Itzjak Schneerson, fue liberado de la prisión Spalerna en Leningrado (hoy Petersburgo).

El Rebe había sido arrestado por agentes de la GPU y la Ievsekia (la “sección judía” del partido comunista) por sus esfuerzos por mantener y promocionar la vida judía bajo el régimen comunista, y fue sentenciado a muerte, Di-s libre.

Pero la presión internacional obligó al régimen soviético a conmutar esta pena, primero a una sentencia de diez años de trabajos forzados en Siberia, y luego a tres años de exilio en Kostromá, un pueblo en el interior de Rusia.

El 3 de Tamuz el Rebe fue liberado de la prisión y enviado a su exilio. Nueve días después, el 12 de Tamuz, tuvo lugar una fase adicional en la redención del Rebe, la orden de liberarlo y permitirle regresar a su hogar en Leningrado. Unos meses más tarde, se le permitió abandonar el país.

Desde fuera de las fronteras de Rusia, el Rebe continuó dirigiendo su red clandestina de emisarios, quienes proveyeron, y proveen hasta este mismo día (aunque ya no más clandestinamente), apoyo espiritual y material a judíos en cada rincón del Imperio Soviético.

En una carta pública escrita en ocasión del primer aniversario de su liberación, Rabí Iosef Itzjak declara: “No solamente a mí redimió Di-s en este día… sino también a cada uno que lleva el nombre de Israel”. El Rebe había enfrentado al todopoderoso Partido y había triunfado.

Aquellos que procuraron destruir todo vestigio de vida judía en la Unión Soviética fueron, ellos mismos, forzados a reconocer que no tenían derecho a impedir que un judío practicara su fe.

Ahora, después de más de seis décadas, se nos ha privilegiado con ser testigos de un logro adicional de la victoria del Rebe, y de la judería soviética. La milagrosa transformación en marcha ahora en ese país es el continuo despliegue del milagro del “3 de Tamuz”.

La historia del 3 de Tamuz es la historia de un milagro, un suceso que trascendió totalmente el orden natural. Sugerir, en los años más oscuros del stalinismo, que un único individuo podría desafiar el todopoderoso empeño del Partido por arrancar de cuajo el judaísmo en la Unión Soviética y triunfar; sugerir que la amenazadora garra del comunismo sobre centenares de millones de almas desaparecería; en otras palabras, haber precedido [los sucesos del año] 1991 en 1927 -hubiera sido equivalente a decir que el sol alteraría su curso.

Al mismo tiempo, sin embargo, éste fue un “milagro natural”, como lo enfatiza el hecho de que: (1) La salvación del Rebe involucró el consentimiento de aquellos que en primera instancia lo habían arrestado y sentenciado (un cambio desde adentro, como los sucesos recientes en ese país); y (2) que la victoria no fue inmediata sino que sobrevino en etapas, y continuó desplegándose en el curso de las décadas.

El 3 de Tamuz fue el día en que una nueva realidad suplantó la vieja. Sin embargo, esta nueva realidad surgió por medios totalmente convencionales”, en la manera progresiva y gradual que es la marca de un desarrollo natural.

La nada caminante

Esta, entonces, es la lección del 3 de Tamuz: No te veas intimidado por los límites de las normas naturales, pero tampoco debes descartarlos: trabaja en el marco de ellos para ensancharlos y expandirlos. 

En lugar de liberarte de las circunstancias de la naturaleza, busca liberar y elevar la naturaleza de la naturaleza misma.

Se cuenta la historia de un jasid que estaba caminando de regreso a casa tras una larga noche de farbrenguen muchas horas después del toque de queda impuesto sobre esa región de una Europa Oriental desgarrada por la guerra.

 

Un policía, notando al judío solitario, gritó: “¡Alto! ¿Quién anda allí?” El jasid, sumergido en sus pensamientos inspirados por el farbrenguen, contestó: “Bitul (anulación, nulidad) va!” Este jasid había internalizado tan plenamente la doctrina jasídica de ‘bitul’ (auto-negación), que su reacción instintiva ante la demanda de identificarse estaba permeada por su nulidad ante su Creador.

El instinto más básico del hombre es mejorar y satisfacer su propio Yo. De modo que Bitul, la negación del Yo ante una verdad superior, va contra la fibra misma de la naturaleza humana. El logro de bitul es un “milagro”, una transformación sobrenatural. No obstante, para este jasid, bitul no implicó la supresión de su identidad; más bien, fue la lenta y gradual remoción de las tendencias egocéntricas de su Yo y su reorientación hacia una identidad más alta, permeada de bitul.

 

El hombre nunca debe aceptar la invencibilidad de cualquier status quo. A la vez, sin embargo, su enfoque que trasciende las normas no debe resultar en logros que queden fuera de quién y qué es él: por el contrario, debe esforzarse por convertir en milagrosa la realidad de su vida.

Basado en Sefer Hasijot 5751,págs. 649-664
Extraído de “El Rebe Enseña” de Editorial Kehot

Líder de la oposición

Muy poca estima queda por Koraj. Seguro, siempre habrá quienes se quejen, ya sea gente o grupos que, por una razón u otra se encuentran insatisfechos con el orden establecido y no tienen temor de ir al frente y exponer sus puntos de vista. Pero por primera vez en la historia desde el Éxodo, la oposición a Moshé ha sido cristalizada alrededor de un individuo en particular. Por primera vez, los rebeldes y trazadores tenían una figura a la cual podían unirse. 

Koraj sufrió una muerte terrible, sus seguidores fueron exterminados y la rebelión fue aplastada, dejando a los estudiosos y escritores de los siguientes tres milenios sin otra cosa que hacer que unirse a la lista de éxitos y competir en carácter de asesinar a Koraj.  Sabes lo que quiero decir, sólo pon en Google el nombre Koraj, y en 0.13 milésimas de segundo también tú estarás de acuerdo en que será difícil encontrar algo positivo sobre este hombre, entre las 306.000 referencias que hay en la web. Koraj era codicioso, celoso. Koraj fue malicioso, Koraj era presumido. Koraj era el agitador que intentó dominar al mundo. ¡¿Hablamos de una víctima de mala fama?! ¿Qué sucede con la búsqueda de Koraj de iluminación espiritual? Imposible piensas; este hombre atacó a Moshe, y por extensión, desafió a Di-s. ¿Quién puede animarse a salir en su defensa?: Sólo el Rebe de Lubavitch.   

Rescatando lo mejor de las personas 

En un artículo inspirador, el Rebe postula que aunque cuestionemos los métodos e intenciones de Koraj, hay mucho para admirar sobre su propósito. Después de todo, ¿qué fue lo que Koraj demandó? Una oportunidad para intentar llegar al puesto de Sumo Sacerdote. A simple vista, esto parece una oportunidad de ambición, pero desde una perspectiva más sutil, ¿No podría ser éste un ejemplo de un hombre que intenta conectarse con Di-s? Seguro, él perdió el rumbo cuando dejó que este deseo entendible de espiritualidad lo llevara a rebelarse contra Moshé, pero no había nada de malo con su ambición en sí.

Debería ser la meta de cada judío servir a Di-s de la manera más fina y significativa posible. Si solo nosotros tuviésemos el deseo de ser Sumos Sacerdotes. Para mí, esta teoría encapsula la única perspectiva del Rebe acerca de los humanos y la humanidad.

No se precisa de grandes mentes ni de coraje para unirse a patear a un hombre que está caído, pero no hay muchos afuera que están buscando activamente oportunidades para ayudar a levantar de vuelta a las personas.

Desde el punto de vista del Rebe, nadie es verdaderamente malo o insalvable. Nadie está más allá de los límites sin ninguna característica positiva. El truco es enfocarse en lo que es valioso en una persona, construirlo a sus propios ojos, hacer que otros lo estimen, y usar esto como plataforma para construir un nuevo orden mundial. 

El Rebe mandó a sus emisarios a las calles para ayudar a educar y a rescatar a nuestros hermanos y hermanas perdidos, no por trabajo, lástima, o compasión, sino porque él honestamente aprecia a cada judío y a la faceta única de esplendor que cada uno de nosotros trae a nuestro tesoro nacional.

* Por Elisha Greenbaum

Confiá en tu socio

Cierta vez, un distribuidor internacional de telas de alta gama, visitó al Rebe de Lubavitch, Menajem Mendel Scheerson. Como miembro activo de la comunidad de Jabad en Inglaterra, el hombre ya conocía sobre cómo los asesoramientos y bendiciones del Rebe imapctaban en las vidas de muchas personas. En cierto punto de su discusión, el hombre de negocios le propuso al Rebe de que sea su socio para un negocio. El Rebe se puso serio y dijo: “Esta bien. Recuerde, sin embargo, que en una sociedad, ninguno de los dos llega a hacer un movimiento sin el consentimiento del otro. ¿Tenemos un trato?”

El hombre estaba entusiasmado con esta oportunidad de ser “socio” con el tzadik, y rápidamente aceptó el acuerdo. El Rebe le aconsejó hacer una compra grande de un material determinado que no conocía. El comerciante se fue a su casa e hizo un gran pedido de este tejido inusual. Cuando se reportó de nuevo a Nueva York, el Rebe le respondió de que la compra era demasiado conservadora. Debía haber comprado una cantidad mucho mayor. El hombre salió y compró cantidades astronómicas, hasta el punto de invertir toda su fortuna personal para pagar los envíos.

Para disgusto del hombre, poco tiempo después de las adquisiciones, el valor de este material comenzó a bajar. Tal vez, pensó, debería vender al menos una parte importante. Como había prometido, se comunicó con el Rebe para su consentimiento. Para su sorpresa, el Rebe no le otorgó su consentimiento y le recordó sobre el acuerdo respecto a los movimientos unilaterales.

A medida que el precio del material continuaba bajando, lo mismo ocurría con el espíritu del hombre. Cada día, veía que su fortuna se resbalaba cada vez más lejos. Todas las súplicas al Rebe concluían con la misma respuesta: “No vendas”.

Frente a la ruina financiera, el hombre comenzó a cuestionar toda su relación con el Rebe y Jabad. Tal vez fue un error. Con la devaluación de cada día, su distancia con la comunidad de Jabad crecía.

Ésto continuó durante varios meses. Un día, el precio subió un poco. Le consultó de nuevo al Rebe, pero nuevamente le dijo que aún no. Cuando el precio subió incluso más, el Rebe todavía seguía sin darle la luz verde a la venta masiva.

Poco después, un famoso diseñador de moda extendió una línea que requería una gran cantidad de un material inusual. Cuando el hombre le informó de esto a la Rebe, le dijo que había llegado el momento de vender. El inventario fue rápido. El hombre hizo muchos millones. Entusiasmado, se subió a un avión para entregarle al Rebe un cheque por su “parte”. El Rebe se negó, pidiéndole al hombre que le diera el dinero para caridad.

Luego el hombre le preguntó al Rebe si podían hacer otro negocio juntos. El Rebe sonriendo le dijo: “Lo siento…eres un Shvajer Shutaf, un socio débil”.

Al comienzo de la lectura de la Torá de esta semana, se nos enseña que en el Monte Sinai, Di-s le dice a Moisés que le instruya a los Hijos de Israel sobre la observancia de Shmitá, el año Sabático. Al entrar a la Tierra de Israel, deberían contar los años en ciclos de siete. Durante seis años trabajarían, y el séptimo sería un descanso”. Nada de siembra, recolección, atados. Un año entero para la búsqueda espiritual.

La Torá luego dice: “Y si vas a decir: ¿Qué comeremos en el séptimo año?….Yo daré mi bendición de que el sexto año crecerá lo suficiente para un período de tres años…”. En otras palabras, la bendición Divina de enriquecer el suelo como resultado por haber observado “Shmitá”, compensará tres veces más la pérdida por haber dejado a la tierra descansar.

Tanto si se trata de Santificar el Shabat, enviar a nuestros hijos a escuelas de Torá o hacer un esfuerzo extra para mantener una cocina kosher, Shmitá nos recuerda de que el Monte Sinai representa un puente entre la teoría y la práctica, la fe y la acción. En esa montaña, el Todopoderoso nos tomó como socios en el negocio de la creación. Desde entonces nos ha estado implorando: “No seas un Shvajer Shutaf”

Por: Moshe Bryski

Un enigma en el camino

Un viernes, Rabi Iaakov Itzjak Horowitz (el “Jozé‐ Vidente‐ de Lublín”) viajaba con sus discípulos cuando llegaron a un cruce de caminos. El chofer preguntó qué dirección tomar. El “Jozé” encogiéndose de hombros dijo: “Suelte las riendas. Deje que los caballos tomen la direc‐ ción que deseen”

Llegaron a un pueblo. Comprendieron que no era el camino correcto.

“Es tarde. Nos quedaremos aquí para Shabat” anunció el Jozé. Y agregó: “No revelaremos mi identidad a nadie, ni diremos que soy un Rebe.”

Sus seguidores no tenían dinero porque el Vidente no permitía que guardaran siquiera una moneda de noche. Todo lo que poseían se distribuía a los pobres antes del anoche‐ cer. ¿Cómo se arreglarían para Shabat?

El Rebe contestó: “Como los viajeros ju‐ díos. Iremos esta noche a la Sinagoga, y nos invitarán cuando vean que no tenemos donde ir.”

Rezaron en el Templo, y después, los alumnos del Rebe fueron invitados individualmente. El Vidente, sin embargo, se quedó en el Templo. Siempre las Plegarias le tomaban mucho tiempo. Cuando terminó, todos se habían ido.

Un hombre anciano se le acercó.

“¿Dónde va estar para la comida de Shabat?” preguntó.

“No sé” dijo el Rebe.
“¿Por qué no come en la posada dónde se está hospedando?” preguntó, interesado. “Vi que no encendieron las velas de Shabat, por lo que presumo que no puedo confiar en el kashrut de la comida” dijo el Jozé. “Lo siento,” murmuró el anciano “en mi casa, mi esposa y yo sólo tenemos pan y vino”
“No soy glotón ni bebedor.”
“Venga” dijo el hombre. El Vidente lo siguió dócilmente.
Después del Kidush y la bendición del pan, sentados serenamente a la mesa, el hombre preguntó de dónde era. Al oír su respuesta, le preguntó si conocía al Rebe de Lublín.

“Siempre estoy con él” contestó el Jozé. “¡Por favor, cuénteme algo sobre él!” “¿Por qué quiere saber de él?” preguntó el Rebe.
“Porque fui su maestro en el jeder (escuela tradicional) cuando era joven. Ahora oigo que es un gran Rebe y hace milagros”.

“¿Notó algo especial en él cuándo era un niño?” preguntó el Rebe.

“Sólo una cosa” el maestro contestó. “Cada mañana, cuando lo llamaba para leer del Sidur, no podía encontrarlo.

¡Desaparecía! Lo castigaba por su ausencia desautorizada. Un día, decidí: ¡Debo averiguar a dónde va!” Lo observé. Cuando salió del cuarto, lo seguí. Entró en el bosque. Me asomé a través de los árboles y allí estaba, sentado al lado de una colmena, clamando: Shemá Israel Hashem Elokeinu Hashem Ejad (Oye Israel, Hashem nuestro Di‐s, Hashem es Uno).

“Nunca más lo castigué. Todos estos años quise verlo. Soy muy pobre y débil, no puedo viajar a Lublín. Mi deseo es tan fuerte que ayuno un día por semana para tener el mérito de verlo”

El Jozé entendió por qué había llegado a este pueblo. Mirando a su anfitrión tierna‐ mente, dijo: “Yo soy el Rebe de Lublín.”

El hombre se desmayó. Su esposa y el invitado especial pudieron reavivarlo.

El sábado de noche, el Jozé y sus alumnos partieron. El hombre los escoltó y volvió a casa. Se detuvieron ‐por pedido del Vidente – cerca, para la comida de Melavé Malká. Des‐ pués, el Rebe dijo: “Volvamos a ese pueblo para asistir al entierro de mi maestro de la niñez y pronunciar un elogio apropiado”.

El Rebe

Conmemoramos los 30 años de su partida física con un Tributo al Rebe muy especial.
El 1º de julio a las 19.30 h en el Auditorio Nacional del CCK, Sarmiento 151, compartiremos una noche de inspiración y bendición.

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Lecciones del Tabernáculo

El Rebe usó como ejemplo el Mishkan, el santuario móvil que acompañó al pueblo de Israel en los viajes a través del desierto.

Dos historias, entonces. 

La primera historia nos retrotrae a unos 50 años atrás. Un joven estudiante de la ieshivá estaba a punto de embarcarse en un viaje y le escribió al Rebe de Lubavitch para una bendición. El Rebe le contestó que aprovechara la oportunidad de hacer algo positivo en cada lugar donde se detendría en su viaje. El Rebe usó el Mishkan, el santuario móvil que acompañó al pueblo de Israel en los viajes a través del desierto, como ejemplo. En cada lugar que acampaban, el pueblo armaba una estructura formidable–que consistía en centenares de partes y requería un ejército de más de 8,000 personas para levantarla –aun cuando se quedaran solamente una noche. Para un judío, concluyó el Rebe, no hay tal cosa como “atravesar” un lugar. Cada momento en la vida tiene “permanencia”, en virtud del hecho que la Providencia Divina nos ha guiado a ese preciso tiempo y lugar para un propósito específico.

La segunda historia cuenta sobre un visitante que, al pasar por la casa del gran maestro jasídico Rab DovBer de Mezhritch (fallecido en 1772), se sorprendió de la pobreza que encontró allí. La casa de rabino no tenía muebles, salvo por algunos tablones de madera y bloques que serían de bancos para sus estudiantes durante el día y de camas para su familia por la noche. “¿Cómo puede vivir así?”, dijo el visitante. “Yo no soy un hombre rico, pero por lo menos en mi casa usted encontrará, gracias a Di-s, las necesidades básicas: algunas sillas, una mesa, camas…”

“De veras?” dijo Rabino DovBer. “Pero yo no veo ninguno de sus muebles. ¿Cómo se arregla sin ellos?”

“¿Qué quiere decir? ¿Usted cree que yo cargo todas mis posesiones conmigo dondequiera que yo vaya? Cuando viajo, sobrevivo con lo que está disponible. ¡Pero en mi casa–la casa de una persona es una cuestión diferente!”.

“Ah, sí,” dijo Rabino DovBer. “En casa, es absolutamente una cuestión diferente…”

¿Un Rebe mentiroso?

R’ Abraham Iehoshua Heschel de Kopischnitz [1888 – 16 Tamuz 1967] siguió el camino de su predecesor, el Apter Rov en ser un verdadero Ohev Israel, amante de los iehudim. 

En la Norteamérica de las postrimerías de la Segunda Guerra Mundial, él cargó el peso del dolor y sufrimiento de innumerables personas en sus débiles y frágiles hombros. 

De hecho, a menudo cuando oía los problemas de otros, rompía en un llanto ingobernable. El pesar de sus prójimos judíos lo atormentaba mucho más que sus propias aflicciones, y en innumerables oportunidades, el Rebe puso su nombre y honra en riesgo, en un esfuerzo por ayudar a otros. 

Una vez, un sobreviviente destrozado del infierno Nazi se presentó a la puerta del Rebe, llorando histéricamente. Recién había llegado de Europa y esperaba establecerse en América. A su esposa, sin embargo, se le había negado la entrada, debido a su salud deficiente y estaba en Isla de Ellis a la espera de la inminente deportación. El hombre estaba inconsolable y repetía que si su esposa era deportada, él no pensaría dos veces y se quitaría su propia vida. “¡No se preocupe, por favor, no se preocupe!”, imploró el Rebe. “¡Le prometo que la semana próxima su esposa estará aquí junto a usted!”. Al oír las palabras del Rebe, un sentimiento inmediato de calma invadió al hombre apenado y, librado de preocupación, se marchó como una persona nueva. 

R’ Morgenshtern, uno de los jasidim que había sido testigo de la escena, juntó valor y le preguntó al Rebe cómo era posible dar una garantía categórica como esa con tanta facilidad. ¡No era menos que prometer un milagro!. 

“¿Usted vio cuán histérico estaba este pobre hombre?” el Rebe preguntó. “Mi primera preocupación era tranquilizarlo y gracias a Di-s tuve éxito. Por lo menos durante la próxima semana se sentirá bien. Si después de una semana, ve que yo estaba equivocado y su esposa fue deportada, dirá: ‘Abraham Iehoshua no es un verdadero Rebe, Abraham Iehoshua es un mentiroso’. Pero por lo menos durante una semana, logré traer un poco de esperanza a su vida.” 

Con estas palabras el Rebe tomó su Tehilim (Libro de Salmos) y empezó a recitar los versículos con intensa emoción. Cuando las lágrimas caían copiosamente sobre su rostro, podía oírse su súplica: “¡Por favor Hashem, por favor, haz que Abraham Iehoshua no diga una mentira! Sólo estaba intentando ayudar a un judío en una situación patética. ¡¡¡Por favor no me permitas ser un mentiroso!!!” Y de esta forma, por largo rato, sus oraciones continuaron en la noche. 

Hashem oyó sus pedidos y a la semana siguiente le fue concedida la visa a la mujer para quedarse en América, y reunirse con su marido.

Artifices de la revolución de nuestra generación

…Recuerdo perfectamente el rostro del Rebe cuando descendió del barco a orillas de los estados unidos de Norteamérica. Sus ojos se destacaban, su mirada penetraba hasta el corazón. Creímos que descansaría unos días luego del viaje, pero al llegar nos aclaró la razón de su llegada aquí: “no he venido a descansar, sino a trabajar, y muy duro, para darle renovada vida al judaísmo de américa”… Así describe el Rabino Tzvi Iehuda Foguelman, hoy enviado del rebe en Worcester – Massachusets- acerca de la llegada de Rabí Iosef Itzjak Schneerson, el sexto Rebe de Jabad a Nueva York, el 19 de marzo (9 de Adar II) de 1940.

En ese entonces el Rabino Foguelman, era un joven alumno de la Ieshivá “Torá Vadaat”, y recuerda la sorpresa con que fueron recibidas las palabras del Rebe entre el público, sobre sus intenciones de convertir a América en un lugar de Torá como lo había sido Europa. “el Rebe nos pidió que no nos avergoncemos de caminar por las calles con barba y peot, pero eso se veía peor que circular con sombreros típicos de Turquía. Gracias al Rebe comenzaron a verse judíos con barba en las afueras de Nueva York, y con el pasar de los años esto se popularizó en todos los círculos en donde se estudiaba la Torá”.

Dos días después de su llegada dijo Rabí Iosef Itzjak: “ya hace 48 hs que llegué aquí y todavía no se fundó la Ieshivá Tomjei Tmimin (de lubavitch)”. Y ciertamente el Rebe instituyó la Ieshivá, y luego decenas de ellas se extendieron a lo largo de todo Estados Unidos.- Rabinos y personalidades judías vinieron a convencerlo de que sus planes eran irrealizables.

El Rebe les contestó “¡América no es diferente!”. 

En medio de esta revolución falleció, el 10 de shvat de 5710 (1950). Su alma se elevó a los cielos, y la tarea quedó en manos de su yerno, Rabí Menajem Mendel Schneerson, séptimo Rebe de la dinastía de jabad, conocido simplemente como “el Rebe”. El Rebe realzó y difundió el estudio y el cumplimiento de la torá de una manera increíble, hasta lograr que la luz del judaísmo brille en cada rincón del planeta.

El Rabino Foguelman recuerda la llegada del Rebe a América: “no lo conocíamos de antes; pero inmediatamente reconocimos su grandeza. Había sobre él un halo de santidad. Desde el primer instante el Rebe Rabí Iosef Itzjak le entregó la dirección de todas las instituciones que convertirían a América en un lugar de Torá”.

A pesar de su extremada modestia, el Rebe Anterior lo obligó a “revelar un poco de su grandeza”.

Una vez dijo el Rebe Iosef Itzjak de su yerno: “mi yerno nunca duerme a las 4 de la mañana; ó que recién se levanta o que todavía no se fue a dormir”.

Y se cumplió lo que está escrito: “se ocultó el sol y salió el sol”. El 10 de shvat de 5711 (1951) comenzó a brillar el sol del Rebe, y en su luz se refugian miles de judíos, en todo el mundo.

Luego de 70 años de liderazgo podemos decir: “dichosa la generación del Rebe”. ¡que pronto Di-s nos permita marchar hacia la redención verdadera y completa!