Generalmente tenemos solo una oportunidad para comunicar un mensaje importante. Si perdemos esa oportunidad, luego la segunda vuelta lo que se recibe es muy mínimo.
En la historia de nuestra nación de hace 3300 años, Di‐s se dirigió a nosotros solamente una vez, cuando descendió sobre la montaña de Sinaí y nos dio los Diez Mandamientos. Sin ninguna duda, el Creador utilizó esta oportunidad al máximo asegurándose de que escucharan.
El Midrash dice que la voz de los Diez Mandamientos no tenía eco. El eco ocurre cuando las ondas del sonido se encuentran con una obstrucción. La voz de Di‐s no tuvo eco porque penetraba la materia. Con esto, Di‐s nos dejó un perfecto prototipo a seguir en aquellas ocasiones en las que queremos que nuestras palabras se tomen en serio. Aquí hay algunas enseñanzas de conversaciones de Gran Comunicación:
No de paso
No fue de repente o inesperado. Tam poco fue: “Oh qué bueno que estás aquí. Hay algo que quería discutir contigo…” Con tres días de anticipación, Di‐s se dirigió a los Israelitas para decirles que tenía un importante mensaje que darles. Cuando llegó el momento, la nación estaba preparada y curiosa. Ellos estaban esperando el momento, entonces fueron receptivos.
Elige tu tiempo
Aparentemente, Di‐s no quiso dirigirse a una nación cansada. Eligió el momento en el que tuvieron sus mentes limpias. Elige cómo “Cuando Di‐s entregó la Torá, el pájaro no trinó…” (Midrash). Al contrario de la popular concepción, el Talmud nos dice que Di‐s no hace milagros simplemente para impresionar. Cada milagro tiene su propósito.
Entonces, ¿por qué Di‐s dejó todos los sonidos a un lado menos el Suyo? Porque de esta forma Di‐s creó una atmósfera en la que los receptores sólo lo escuchaban a Él sin distracciones.
Usa los dos lados de tu boca
Antes de deliberar tu mensaje, pregúntate a ti mismo: “¿Estoy dirigiendo este mensaje desde todas las direcciones?, ¿O hay alguna parte en mí que está queriendo transmitir otro mensaje a la misma vez? Si aún no has interiorizado tu mensaje, entonces hay pocas chances de que la otra persona sea receptiva.
Todo el grandioso evento se centró en los Diez Mandamientos, expresado en exactamente 620 letras.
Dejó lugar para considerar los múltiples significados y enseñanzas. Dejó lugar para pensar y no para sofocar. ¿Has dejado a la otra persona pensando? ¡Ya está siendo receptivo!