Enseñanza semanal

PARSHAT VAIERÁ

15 NOVIEMBRE, 2024 – 14 MARJESHVAN, 5785

CUIDEMOS LA “MORASHÁ”

Adaptado de un artículo de Katia Bolotin

La palabra Morashá ejemplifica la transmisión de creencias de una generación a la siguiente. Traducida como “herencia”, Morashá connota un proceso de entrega activa de algo.
Nuestra Morashá es la transmisión de la narrativa histórica, las leyes judías, las costumbres y los valores éticos.
Se adquiere de manera incremental, a través de esfuerzos continuos que afectan las creencias y acciones de uno. La dedicación de un judío a su Morashá asegura la continuidad del pueblo judío. La última Parshá de la Torá dice, Torá tziva lanu Moshe morashá kehilat Iaakov:
“La Torá que nos fue ordenada por Moshé es la herencia de la congregación de Iaakov”. Estas palabras transmiten la esencia de la Torá. El Talmud afirma que deben ser enseñadas a un niño cuando aprende a hablar. La Torá es la Morashá de todos los judíos.
Enseñamos a cada niño judío que la Torá le pertenece. La Torá no es exclusiva para rabinos y eruditos; está destinada a ser aprendida y observada por todos.
Cada judío es considerado un hijo de nuestros patriarcas y matriarcas, con los mismos derechos a su herencia espiritual.
Aquellos que pueden sentirse apartados o distantes de la vida judía siguen siendo parte de la familia.
Desarrollar una identidad judía significativa ayuda a enriquecer y fortalecer esta conexión.
La palabra Ierushá, que significa herencia, es similar a Morashá. Pero, existe una diferencia significativa entre ambas. Ierushá es un legado que puede usarse de la forma que elija el beneficiario: puede usarse sabiamente, desperdiciarse o descartarse

Pero, una morashá debe preservarse.
El beneficiario de la morashá tiene la responsabilidad de hacer buen uso de ella y transmitirla.
En nuestra familia, recuerdo a cuatro generaciones reunidas alrededor de nuestra mesa semanal de Shabat.
Los niños disfrutaban aprendiendo la Torá impartida por sus mayores. Todos estábamos encantados de escuchar sus historias.
Todos cantábamos con alegría las melodías de Shabat que nos enseñaron.
Esa amada generación anterior ya no está físicamente, pero aún repetimos sus historias y cantamos sus melodías. Muchos judíos de hoy no tienen esos recuerdos. Por diversas razones, no recibieron una Morashá de sus padres o abuelos. Pero, aún pueden buscar esa Morashá y transmitir una conexión duradera al integrar la sabiduría de la Torá en la vida diaria.
A menudo se nos advierte sobre el robo de identidad.
No permitamos que se nos convierta en víctimas del robo de identidad espiritual.
Nunca olvidemos quiénes somos. Somos el conector fundamental en una misión  Divina en curso.
Esta misión está incompleta sin ti. No es suficiente con saber que eres judío. Esfuérzate por vivir como judío.

Una clásica campaña publicitaria para una línea de relojes de lujo muestra a un padre que le muestra a su hijo pequeño el costoso reloj que llevaba.

El epígrafe dice: “Nunca posees realmente un Pattek Philippe. Solo lo cuidas para la próxima generación”. El mensaje es entrañable.


Cuánto más lo es una imagen de la vida real en la que las generaciones se unen a través de la transmisión de nuestra inestimable morashá: la Torá.

LA PARSHÁ EN PROFUNDIDAD

De las Palabras del Rebe de Lubavitch

Vaierá, relata la historia de la akeida, la atadura de Itzjak. Di‐s le dijo a Abraham: “Por favor, toma a tu hijo… y ofrécelo allí como ofrenda”.

Di‐s probó a Abraham diez veces. La akeida fue la décima y última prueba.
El Talmud explica que la petición de Hashem ‐ “Por favor, toma a tu hijo” ‐ era una súplica para expresar Su deseo de que Abraham superara la prueba.
“Te he probado muchas veces, y cada vez pasaste la prueba”, dijo Di‐s. “Ojalá que también pases esta prueba, para que la gente no diga que las primeras no tenían fundamento”.
¿Por qué era tan importante para Abraham pasar la prueba final, y cómo su fracaso en hacerlo habría invalidado el éxito de las nueve pruebas anteriores?
La akeida fue la prueba más difícil, pero incluso si Abraham no la hubiera superado, ¿por qué las anteriores habrían sido consideradas en vano?
La primera prueba fue cuando Abraham fue arrojado al horno de fuego después de destruir los ídolos de su padre. ¿No fue esta prueba tan crítica como la décima?
La respuesta es: A veces, cuando un judío está dispuesto a dar su vida por amor a Di‐s, es difícil distinguir si lo hace únicamente porque Di‐s quiere que lo haga o porque él mismo entiende que se requiere un acto de auto sacrificio.
Podríamos argumentar que Abraham comprendió la necesidad de difundir la conciencia del único Di‐s en todo el mundo, y estaba dispuesto a permitir que lo quemaran.

El autosa crificio era una conclusión lógica, a la que llegó el propio
intelecto de Abraham.
Pero, la prueba de la akeida fue diferente. Resistir la prueba no
daría como resultado el reconocimiento público del Nombre de Dis,
ya que no había nadie más presente excepto Abraham e Itzjak.
El pedido de Hashem parecía desafiar la lógica. Abraham quería
que su hijo siguiera difundiendo la fe en Di‐s después de su muerte, pero Él le estaba pidiendo que lo sacrificara como ofrenda.
Si Itzjak era sacrificado, ¿quién continuaría su camino?
La akeida constituyó una prueba de la voluntad de Abraham para el auto sacrificio en una situación en la que su propio intelecto lo llevó a la conclusión opuesta.
Su capacidad para soportar la décima prueba demostró de ese modo que las primeras nueve no fueron en vano, ya que demostró que había actuado por amor a Hashem y no porque su intelecto lo obligaba a obedecer.
Es una lección para cada uno de los descendientes de Abraham, sobre cómo servir a Di‐s. Rabi Shneur Zalman escribe: “Es bueno recitar el capítulo de la akeida cada día… para subyugar la inclinación [al mal] y servir a Di‐s”.
El poder para hacerlo nos viene de Abraham, el primero en mostrarnos cómo hacerlo.


Adaptado para Maayan Jai de Likutei Sijot, Volumen 20

UN MOMENTO

Cuando Abraham se dirigía a sacrificar a Itzjak, les dijo a quienes lo acompañaban: “Quédense aquí con el burro… Nosotros veneraremos a Hashem y luego regresaremos” (Génesis 22:5).


Las palabras “Quédense aquí – shvu lajem po” puede traducirse como “volverán”.
Abraham vio que el Sagrado Templo sería construido y luego destruido, después de lo cual seríamos exiliados.


También vio que el Mashíaj nos traería de regreso y reconstruiría el Sagrado Templo.

Abraham les dijo “volverán” para reconstruir el Templo. “Con el burro” se refiere al Mashíaj, quien es descrito como “una persona humilde montada en un burro”.


(Bereshit Rabá 56:2
en Descubra al Mashíaj)

 

Torá tziva lanu Moshe morashá kehilat
Iaakov: “La Torá que nos fue ordenada
por Moshé es la herencia de la
congregación de Iaakov”.
Estas palabras transmiten la esencia
de la Torá. El Talmud afirma que deben
ser enseñadas a un niño cuando
aprende a hablar.

JUDAÍSMO PRÁCTICO  –  HA JNAST ORJIM- HOSPITALIDAD

El sello distintivo de Abraham era su política de tiendas de campaña abiertas.

Instalaba su hospitalidad sin fines de lucro en medio del desierto y atraía a todos los viajeros y nómades para que comieran y descansaran por la
noche. Algunos lo consideraban un extremista.
Una vez estaba en medio de una charla con Di‐s mismo cuando aparecieron algunos viajeros a lo lejos.
Se disculpó y salió corriendo a atraer a los invitados. Para Abraham, la hospitalidad era más importante incluso que la comunión con Di‐s.
La tradición se quedó en la familia.
Cuando el emperador romano Juliano ordenó el establecimiento de albergues para transeúntes en cada ciudad, se refirió al ejemplo de los judíos “en cuyo seno ningún extraño queda desamparado”. Incluso en los peores momentos, cada comunidad judía tenía una sociedad que proporcionaba comida y alojamiento a cualquier viajero, sin discriminación.
Es una mitzvá muy importante.

¿Cómo ser anfitrión? La hospitalidad se cumple principalmente al atender a los visitantes de fuera de la ciudad.
Pero los invitados locales también están bien. Como es una mitzvá tan importante, no querrás esperar a que alguien llame y pregunte: invítalos tú mismo u ofrece tu casa a organizaciones locales que alojan visitantes.
Una vez dentro, algunos invitados se sienten demasiado avergonzados como para pedir una bebida fría o una almohada adicional.
Un buen anfitrión se anticipa a sus necesidades.
Aquí hay otra pista de Abraham: aunque tenía muchos sirvientes, se paraba junto a sus invitados y atendía sus necesidades él mismo.
Si es una mitzvá tan importante, ¿por qué regalarla? Cuando tus invitados se vayan, asegúrate de empacarles algo de comida kasher para el camino.
Es una mitzvá escoltarlos hasta el aeropuerto, el autobús o el tren, o al menos a cuatro codos (aproximadamente 2,1 metros) de la entrada de tu casa.
De hecho, la recompensa por acompañar a los huéspedes supera la recompensa por todo lo demás que les ofrecemos.
Va más allá de cuidarlos en tu ciudad: deseamos asegurarse de que lleguen a sus próximos destinos sanos y salvos.

LO QUE SIEMPRE QUISE PREGUNTAR
¿QUÉ ES EL GABAI DE LA SINAGOGA?
Menajem Posner

A menudo traducido como “guardián”, el gabai (o gabaim en plural) ayuda a mantener las cosas organizadas y funcionando sin problemas en una sinagoga.
En algunas congregaciones contemporáneas, los gabaim pueden ser conocidos como un “comité ritual”.
Los gabaim a veces, pero ciertamente no siempre, son elegidos para su puesto.
Durante la lectura de la Torá, el gabai llama a la gente a la bimá para las lecturas (aliá) y distribuye otros honores.
Este es el papel más visible del gabai, ya que gran parte de la planificación se realiza detrás de escena.
Un papel relacionado (y a veces superpuesto) es el del shamash, el cuidador de la sinagoga, cuyas tareas oración conmemorativa del kadish por aquellos que no dejaron familiares.
El Gabai Tzedaká Históricamente, el gabai era el título que se le daba a una persona encargada de recaudar fondos.
La persona que recaudaba y distribuía los fondos de tzedaká (la palabra gabai en realidad significa “recaudador”) era conocida como gabai tzedaká. El gabai del Rebe En algunos círculos, al asistente de un Rebe jasídico se lo puede llamar gabai.
Los gabaim de un Rebe programan citas para las personas que buscan el consejo y la bendición del Rebe y coordinan otros eventos en la corte jasídica.

MENSAJE PARA LA VIDA

RECIBIENDO A NUESTROS INVITADOS – Aliza Libman

Siguiendo al terror de no tener la comida suficiente para todos tus invitados de Shabat, está el inconveniente de servir a tus convidados comida que no puedan, o no quieran comer. Aunque conozcas las preferencias de comida de tu familia, en el momento de llenar tu mesa con invitados, se agregará una capa de incertidumbre que puede aliviarse con una planificación cuidadosa.
Invita a tus convidados con tu menú en mente:
No invites vegetarianos si estás pensando en cocinar una comida hecha con carne en cada plato Si estás comprometido a cierto tipo de cocina, entonces asegúrate invitar gente que lo puedan apreciar.
Pregúntales qué obvian y qué prefieren: Cuando tus invitados aceptan la invitación, pregúntales sobre restricciones dietéticas. 

Asegúrate de preguntarles sobre alimentos que no les gustan, así como alergias. No elimines comida así como así. Asume que han dejado algo sin contarte: Si eres el tipo de persona que trae a casa invitados de la sinagoga a último momento, debes esperar lo inesperado.
Algunos comensales son reacios a contarte sobre sus preferencias. Otros, simplemente no piensan hasta qué punto no le gustan las aceitunas (o tzimes o guefilte fish), porque nunca lo hacen en casa. Esfuérzate para tener la variedad suficiente para satisfacer a todos. 

Balancea tu comida:
Piensa que tu comida precisa tres componentes esenciales: proteínas, carbohidratos y grasas. Asegúrate de incluir al menos un plato de cada uno de estos grupos en tu menú. No repitas los mismos ingredientes en muchos platos.


Varía tus ingredientes:
Cocinar pollo con champignon y crepes de champignon puede emocionar a tus hijos, pero ¿qué hay si a un invitado no le gustan los champiñones? Limita los ingredientes conflictivos como ser el brócoli y espinaca a una comida por plato. Si estás invitando familias, considera las edades de tus invitados al planear el menú e incluye alguna comida “de niños”.
No te olvides de las personas que están a dieta: Shabat puede hacer difícil atenerse a la dieta. Asegura que tu menú incluya opciones más sanas, como ser verduras ligeramente condimentadas y frutas como opción de postre. Éstos invitados te agradecerán calladamente. Asegura que tu menú funcione “menos uno”:
Si cada uno de tus invitados no comió un elemento de lo que has servido, ¿se irán a su casa con hambre? La respuesta es sí, debes diversificar tu menú.


Evita la contaminación‐cruzada: 

Cuando preparas tu comida, se cuidadoso al usar ingredientes que producen alergia como frutos secos y pescado. Lava todos tus utensilios y tablas de cortar y lava bien las mesadas si los has usado.

Haz cosas fáciles de separar: Si sabes que tus invitados son muy exigentes, sirve las salsas y condimentos por separado. 

Evita “esconder” ingredientes o cortar  elementos de sabor muy fuerte demasiado fino. Aunque “expertos” en comida te digan  que escondas la comida que a tus hijos no les gusta en sopas o purés, esto puede llegar a ser una sorpresa un poco antipática para tus invitados.
Diseña un menú que tenga algo para todos, y tus invitados seguro volverán a casa muy contentos.

LA ENSEÑANZA SEMANAL
Director General: Rabino Tzví Grunblatt | Editora Responsable: Prof. Miriam Kapeluschnik

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