En una carta escrita en el año 1937 por Rabi Iosef Itzjak Schneersohn, sexto Rebe de Jabad y suegro del actual Rebe de Lubavitch, el Rebe comparte la siguiente anécdota:
En el año 1913, en Rusia se festejaba los 300 años de la permanencia de la familia Romanov en el reinado. Yo viajaba en un tren a Petersbusgo. Estaba en un vagón de segunda clase, y junto a mí se ubicaron miembros del gobierno y del clero. Los pasajeros debatían sobre el sistema monárquico. En el medio del debate, surgió la pregunta: “¿Qué opina la Torá sobre este régimen?”. Inmediatamente se desató una encendida discusión sobre ello.
Algunos de los pasajeros opinaban que nuestra sagrada Torá está a favor de la monarquía. Otros opinaron lo contrario: la Torá está a favor del socialismo. Incluso hubo alguien que sostenía que la Torá armoniza con el pensamiento comunista.
Yo no tomé parte en la discusión.
Luego ingresaron al vagón algunos judíos, buenos amigos míos, que se introdujeron también en el debate. Ellos me pidieron que diera mi opinión al respecto. Entonces les expliqué: “Todos ustedes- aunque con diferentes ideas sobre nuestra Torá y religión- tienen razón.
Cada fracción política- monarquía, socialismo o comunismo- tiene su parte positiva y su parte negativa, de acuerdo a la regla filosófica conocida que dicta que no hay mal sin bien y bien sin mal. Es decir, no existe bien que no contenga algo de mal y no existe mal que no tenga dentro de él algo de bien. Sólo que esta ley es así exclusivamente con respecto a los elementos que las personas han instituido.
Pero la sagrada Torá que fue entregada por el Creador, bendito sea Su nombre, se compone únicamente de lo bueno que hay en cada cosa. Debido a ello todos encuentran en la Torá las mejores cosas de su partido.
Igrot Kodesh, Admur HaRaiatz, tomo 4, pag 200.