Un posadero llegó a la corte del famoso rabino Tzvi Elimelej de Dinov, conocido como “Bnei Isajar”, quejándose de que su casero planeaba desalojarlo de su posada.
El Rebe preguntó al judío si vivía en cierta ciudad y si su posada estaba diseñada de cierta manera. Cuando el judío respondió que sí, el Rebe preguntó si todavía había un pozo con agua de buen sabor en el patio.
Cuando el posadero volvió a asentir, el Rebe dijo que no había nada de qué preocuparse y que todo saldría bien.
Como respuesta al desconcierto del hombre, el Rebe le contó la siguiente historia:
Una vez un joven rabino viajó a ver a su Rebe. Después de tres días llegó a una posada. El posadero estaba ocupado con sus clientes y nadie se fijó en él. Esperó un rato y luego se levantó para irse.
Mirando por la ventana, el hijo del posadero notó que el joven se alejaba. Corrió tras él y le dijo que pronto su padre podría atenderlo.
Al joven rabino le dieron comida deliciosa para comer y luego pidió de beber. Esperó bastante tiempo por agua, pero el agua no llegó. El posadero le explicó que aunque tenían un pozo en el patio, su agua era amarga, por lo que había enviado a alguien a traer agua del pozo de la ciudad. El joven dijo que probaría agua del pozo de la posada, porque tenía mucha sed. Probó y dijo que, de hecho, era bastante agradable.
Sorprendidos, los demás clientes también probaron el agua. Era cierto: se había producido una transformación. Pronto se corrió la voz de que el posadero tenía agua deliciosa en su pozo. Vender el agua limpia con una buena ganancia le hizo prosperar.
Después de contar su historia, el Rebe le dijo al aldeano que él había sido el niño de la historia. En ese momento, el aldeano también recordó el episodio, ya que él había sido el joven que le había suplicado al futuro Rebe que regresara a la posada y disfrutara de la hospitalidad de su familia.
El Rebe explicó que cuando escuchó que el pozo todavía estaba suministrando agua sabrosa, entendió que la mitzvá de recibir invitados, que fue la fuente del cambio de fortuna de la familia, todavía se estaba cumpliendo. Por eso pudo asegurarle al hombre
que todo estaría bien.
*¿Qué tan generosos somos con nuestro hospedaje? ¿Buscamos personas que puedan necesitar hospitalidad?
Si experimentamos bondad en nuestras vidas, ¿reconocemos el comportamiento positivo por el cual estamos siendo recompensados y nos aseguramos de continuar con esas buenas obras?