Rabí Mendel Futerfas debió pasar muchos años de su vida en los campos de trabajo de la Unión Soviética. Al salir, relató que pudo mantener su cordura conectando su mente con la experiencia jasídica, enseñada por Rabí Israel Baal Shem Tov, que enuncia que “de cada cosa que uno ve o escucha debe tomar una lección en su servicio a Di-s”. Muchas veces la enseñanza más profunda podía derivar del más inusual de los “profesores”.
Uno de los prisioneros se atribuía el hecho de ser equilibrista. Rab Mendel no lo creía, pues no podía imaginar que una persona malgastara su tiempo, caminando por una cuerda, arriesgando su vida, en vez de hacerlo como todo el mundo, sobre piso seguro.
Al fallecer Stalin se suavizó la presión sobre los presidiarios y el equilibrista decidió mostrar sus dotes. Encontró una soga larga, ató una de las puntas a uno de los edificios y aseguró la otra en un edificio distante a unos cuantos metros de allí. Verificó con seriedad todos los detalles, hasta quedar satisfecho. Un vasto grupo de espectadores se congregó debajo de la soga, que se encontraba a 5 metros de altura. El hombre se quitó los zapatos y trepó a la cuerda. Caminó unos pocos pasos, perdió el equilibrio y cayó. Se levantó como un gato, esperó algunos instantes y lo intentó de nuevo. Nuevamente se repitió la escena. Pero la tercera vez, comenzó a caminar y luego bailar sobre un pie, después sobre el otro, al ritmo de los aplausos. Entonces, fue hacia el final, dio la vuelta, y bailando retornó a su lugar anterior. Saltó y saludó como un artista al público que lo vitoreaba. Luego de estrechar las manos de todos, se acercó a Rab Mendel y le dijo: “Bueno Rabino, ¿qué piensa ahora?”. El Rab le dijo lo impresionado y sorprendido que estaba. “¿Cómo logras caminar por una cuerda tan finita, sin caer?” -preguntó.
Después de un momento, el equilibrista reveló su secreto: “Fijo mi vista en la dirección hacia la que deseo ir, y nunca pienso en que puedo caer” Hizo una pausa y agregó: “¿Sabe cuál es la parte más difícil? ¡Dar la vuelta! Pues al voltear, se pierde por un instante, el enfoque de la meta. Toma mucho tiempo aprender a virar… “