Técnicas de venta para mejorar la autoestima

A veces, entro en un comercio y en  medio de la conversación con el vendedor sé que no voy a comprarle nada. Sin embargo, hay otros que pueden venderme cualquier cosa…

¿Qué hace a un buen vendedor? En mi experiencia, es alguien con el talento de hacerme creer que yo, el cliente, soy la persona más importante en esta transacción, y que la venta se realizará sólo si es de mi interés. Incluso en caso que termine no haciéndola, siento que el vendedor interpreta mi “no” como: “no estoy todavía listo, pero pruebe de nuevo en el futuro”. Este reconocimiento y la focalización en el cliente y sus necesidades hacen a un vendedor exitoso.

Estas técnicas de ventas pueden ser adoptadas por padres que desean mejorar sus habilidades en relacionarse con sus hijos. Nuestro trabajo como padres es venderles a nuestros hijos su propia imagen. El primer punto de referencia para la autoestima de un niño –o la falta de ella- viene de lo que el niño cree que los padres piensan de él. Es por consiguiente importante convencer al niño que aunque no puede ser perfecto, igualmente es especial y está trabajando continuamente para adquirir más habilidades.

Un niño que no hace la tarea o tiene el cuarto desarreglado y se le dice repetidamente: “nunca haces la tarea” o “eres muy desarreglado” podría empezar a creerlo y es probable que empiece, tarde o temprano, a mantener esa expectativa. Por otro lado, podríamos decirle al mismo niño: “Eres una persona responsable, y estás aprendiendo nuevas habilidades cada día ejercitando cómo asumir tus responsabilidades para hacer tu tarea y cuidar que tu cuarto esté limpio”. Cuando fallan, debemos animarlos diciendo: “Intentaremos mañana de nuevo, para que puedas adquirir más habilidades en el futuro y ser la persona responsable que eres capaz de ser”. Declaraciones como estas animarán el ego positivo – la estima y el deseo de intentar la próxima vez con más fuerza.

Debemos tener presente que los niños tienen una habilidad especial de percibir si nuestra interacción con ellos es sincera o no.

Este principio de creer en la persona y no juzgar su futuro por sus conductas pasadas también es la llave a un buen matrimonio y a una relación de patrón-empleado eficaz. La actuación de las personas está normalmente basada en la fe y las expectativas que otros tienen de ellos. He visto calificaciones de niños en la escuela que suben o bajan drásticamente basadas en lo que percibieron que era la opinión del maestro acerca de ellos. Cuanto más positiva sea la opinión, mejor será la actuación del niño.

¡Pruébelo—funciona!

Por Yaakov Lieder

Guía práctica para el “viajero kosher”

P: ¿Puedo pedir un café u otras bebidas calientes en el avión, o en una estación de servicio?

R: Sí. Sin embargo, debes usar tu propio vaso (o un vaso térmico) y evitar ser ofrecido leche o leche de soja. También debes evitar los cafés saborizados (a menos que tengan un símbolo Kasher en el paquete), café automático, capuccino, y máquinas expresso siendo que sale leche no Kasher del mismo caño.

P: ¿Puedo entrar a un restaurante no Kasher para una reunión de negocios si me aseguro de no comer nada o comer sólo frutas, o incluso comer algo Kasher traído por mi?

R: Es mejor evitar estas situaciones y buscar otra alternativa. En el caso de verdadera presión (por ejemplo, el sustento de uno depende de esta reunión), uno debe aconsejarse con un Rabino Ortodoxo sobre lo que debe hacer.

P: Cuando estoy fuera de casa, ¿Puedo calentar comida en un horno no Kasher?

R: Sí. Debes asegurarte primero que el horno esté completamente vacío y limpio de cualquier residuo de comida o suciedad. También debes envolver con dos envoltorios lo que vas a calentar. Esto se hace envolviendo muy bien la comida con papel de aluminio y doble envoltorio.

P: Si voy a una cafetería, ¿Puedo comprar cosas que sé que son Kasher?

R: Es mejor evitar esta situación por Marit Ayin (crear una apariencia de hacer algo incorrecto), ya que otros judíos pueden verte llevar comida y pensar que todo el resto también es kasher. Cuando uno carga un producto empaquetado, como ser, bebidas, una botella de jugo de naranja o una caja de cereales Kasher, entonces está bien, ya que es similar a ir a un supermercado y comprar algo. Uno, sin embargo, no debería cargar una bandeja con comida, ya que puede aparentar a otros que el lugar ofrece servicio de comida Kasher, cuando en verdad, no es así.

(Going Kosher in 30 days)

¿Por qué vestir Tzitzit si no estamos obligados?

PREGUNTA:

Para mi sorpresa, descubrí que el mandamiento de vestir los Tzitzit (los flecos rituales), sólo se aplica si se está vistiendo una prenda de cuatro puntas. Espero que no se moleste si le pregunto una simple pregunta: Siendo que la mayoría de las prendas hoy en día, no tienen cuatro puntas, ¿Por qué a propósito caminamos con prendas de cuatro puntas, y así nos obligamos a vestir Tzitzit?

RESPUESTA:

Es aquél momento del año otra vez. Temporada de impuestos. El momento de revisar y buscar todas las cuentas que hemos acumulado durante el año, buscando algo que nos pueda ser de ayuda para poder bajar los impuestos. Después de todo, si una franquicia está permitida, ¿Por qué no usarla?

El tema es que, cumplir con los preceptos Divinos, no es como pagar impuestos.

Si una Mitzvá no fuera otra cosa más que una orden de Arriba, un tema de cumplir con una obligación, entonces sí estaríamos ansiosos de aprovechar las “franquicias”. 

¿Por qué cumplir con más reglas que las necesarias?

Una Mitzvá no es solamente una obligación. La palabra “Mitzvá” está relacionada con la palabra Hebrea “tzavta”, conexión. Esto es por que cada Mitzvá es otra oportunidad para conectarnos con Di-s. Es otra oportunidad de traer Divinidad a nuestras vidas y al mundo alrededor nuestro.

¿Y quién no quiere un mundo más sagrado y mejor?

Más específicamente, los Rabinos dicen que el mandamiento de tzitzit debe ser cumplido diariamente (o al menos durante las plegarias), siendo que nos sirve como memorándum para recordarnos de elegir lo correcto frente a cualquier situación. De hecho, nuestros Sabios escriben que este mandamiento es “equivalente a todos los mandamientos combinados”, Entonces, ¿Cómo vamos a perdernos de él?

¿Cuál es el significado del número de pliegues en los Tzitzit?

Hay cinco nudos (dobles) en cada una de las borlas del Tzitzit. En los espacios entre estos nudos, una de las franjas (que es más larga que las otras) está enroscada alrededor de las demás. Siete pliegues en el primer espacio, ocho en el segundo, once en el tercero, y trece en el cuarto. Estos 39 pliegues tienen el mismo valor número que “Hashem Ejad”, “Di-s es Uno”.

Comenzamos con los trece pliegues y concluimos con trece porque cuando el fleco celeste (Tjelet) era agregado al Tzitzit, era plegado alrededor de los flecos blancos en cualquier lado, entre siete y trece veces. Tjelet es un color azul cielo (un recordatorio constante del Di-s en los Cielos que mira cada una de nuestras acciones), y hay además, siete cielos (espirituales). Si incluimos en la cuenta, seis espacios entre los siete cielos, nos da un total de trece.

Quizá la razón de por qué los dos espacios del medio tienen ocho y once pliegues es porque el nombre de Di-s (el Tetragramatón) se divide en dos partes; siendo la primera Iud-Hey, equivalente a quince (que es el total de pliegues en los primeros dos espacios), y la segunda parte, Vav-Hey, equivalente a once (el total en el tercer espacio). El último espacio entonces, tiene el valor numérico de “Ejad”, “Uno”.

El duelo

Ni hablar que la experiencia más traumática que un ser humano puede experimentar es la de perder un familiar o un ser querido. Deja un vacío imposible de llenar. Quizás las sensaciones más presentes son las de la impotencia y sentimiento de culpa. No se puede traer de vuelta al fallecido. No se le puede decir lo que no se le dijo en vida.

Son dolores muy profundos.

Veamos algo de las leyes y costumbres judías relevantes y la sabiduría que contienen y cómo sirven de herramientas por medio de las cuales poder lidiar mejor con la experiencia.

Hay varias sensibilidades que se respetan en las acciones que se realizan en el entierro y en los períodos previos y posteriores: 1) La vida del fallecido; 2) el vacío que deja; 3) la responsabilidad que ahora cae sobre los familiares.

Fórmula de consuelo

La fórmula tradicional con la que se consuela a los dolientes es: Hamakom Ienajem Etjem bejot Shear Aveilei Tzión V´Íerushalaim, o sea: Que el Omnipresente los consuele entre los que están de duelo por Sión y Jerusalén. 

El Rebe, zi´´a, en una carta de consuelo enviada a Ariel Sharon al fallecer su hijo en un accidente, pregunta, ¿qué sentido tiene consolar a alguien que perdió a un ser querido con incluirlo entre los que están de duelo por la destrucción del Templo de Jerusalén? ¿Cómo se compara la muerte de un ser humano con la destrucción de un edificio, por más sagrado que sea?

Responde que hay tres puntos de comparación que hace la base del consuelo.

La muerte, igual que la destrucción del Templo, afecta nada más que la dimensión física y externa, ya que la esencia sigue existiendo en el plano espiritual;

Aun la desaparición física es nada más que temporaria, ya que creemos en la resurrección de los muertos y tal como se reconstruirá el Templo físicamente, los cuerpos volverán a vivir. 

Así como la destrucción del Templo es una tragedia que afecta y es lamentada por todo el pueblo judío, del mismo modo la muerte de cada integrante de nuestro pueblo afecta a todos y es más que simplemente un duelo personal. 

Las tres consideraciones mencionadas ayudan a aliviar el dolor producido por lo que parecería ser una pérdida permanente y puramente personal.

Dicho concepto es expresado también en la costumbre de romper la ropa y pronunciar la bendición correspondiente antes de salir al entierro. El romper la ropa expresa la idea de que lo que se afectó es nada más que la “vestimenta” del fallecido, ya que su esencia sigue existiendo. La bendición que se pronuncia declara a Di-s como el “Juez de la Verdad”, quien lleva a cada uno en el momento justo. No pretendemos entender Sus caminos; simplemente reconocemos nuestras limitaciones y, humildemente, los aceptamos como justos. 

La muerte como estado provisorio

Lo transitorio de la muerte está expresado también en las preparaciones que la Jevra Kadisha (Sociedad Sagrada) le hace al cuerpo previo al entierro, lavando y vistiéndolo, preparándolo así para reencontrarse con su Creador y eventualmente para el día que vuelva a revivir. Se entierra al muerto en mortajas de lino blanco y cajones de madera simple ya que la muerte no es un estado permanente, también para no distinguir entre los ricos y los pobres. No se lleva nada de este mundo, salvo los méritos generados por las buenas acciones. 

Seudat Havraá

En realidad, cualquier tipo de “digestión” de la pérdida puede ocurrir recién después de un tiempo. La reacción inicial natural es una de Shock total, sin capacidad de respuesta. 

Dicha condición es reflejada en la primera comida que los dolientes deben comer luego de volver del entierro, conocida como Seudat Havraá, o comida de curación: Huevo duro o lentejas con pan. Tal como el huevo duro y la lenteja no tiene “boca”, así el doliente no tiene lo que decir ante su pérdida. La etapa inicial de tres días es de silencio y lágrimas. No se inicia conversaciones con el doliente. No se le invade su espacio. 

Shivá

La siguiente etapa es el duelo que termina a los siete días, contando a partir del entierro. La neblina se levanta un poquito. Durante la semana de duelo, denominada “Shivá”, los dolientes no salen de la casa, se sientan en el piso o en sillas bajas. El golpe es duro. Los amigos vienen a la casa para los rezos y así hacen posible la recitación del Kadish. Es un favor para el alma del fallecido que se realicen los rezos en su casa, si es posible. Es recomendable asumir, en la semana de Shivá, la fundación de algún proyecto de beneficencia en mérito del fallecido.  

Al terminar la semana de Shivá, los dolientes vuelven a la rutina de la vida. Hay ciertas costumbres que se aplican hasta completarse el mes, conocido como el Shloishim, y otras que siguen hasta completarse once meses y otras que siguen hasta completarse un año. 

Matzeivá

Se acostumbra colocar una lápida para marcar el lugar de sepultura.

Tiene una doble función:

1) honrar el lugar de descanso del fallecido.

2) inspirar a quien pasa por ahí y se acuerda de la vida vivida.

Las letras talladas en la misma deben contener el nombre hebreo del fallecido y el de su padre. Hay quienes agregan versículos de la Torá o textos que expresan lo resaltable de la vida de quien yace allí.

Visitas al Cementerio

Aunque se va desprendiendo cada vez más, el alma sigue siempre ligada a su cuerpo. Se acostumbra visitar al cementerio en ocasiones especiales para pedir a las almas de quienes yacen ahí para que intervengan ante el Trono celestial a favor de uno, su familia, comunidad o pueblo. Se acostumbra también a invitar a los ancestros a los casamientos de sus descendientes. 

Hay quienes tienen la costumbre de dejar una piedrita en la tumba como un acto de presencia y señal de respeto. No es una costumbre judía dejar flores ni en el entierro ni en visitas posteriores. 

Concluyó con el deseo de que merezcamos pronto la llegada del Mashiaj y el posterior reencuentro con todos aquellos seres queridos que hoy no están con nosotros físicamente.

La Kipá

Una kipá es una cubierta para la cabeza.

Una kipá es un velo que tradicionalmente usan los hombres y niños judíos como señal de reverencia y respeto a Di-s .

También se le llama Yarmulke o Koppel

Kippah (lit. domo) es la palabra hebrea para solideo . También se la conoce en idish como yarmulke o, con menos frecuencia, como koppel (lit. gorro pequeño).

Según muchos, yarmulke es una contracción de las palabras arameas yarei malka , “temor al Rey” (en referencia a Di-s ), ya que usarlo nos recuerda que hay un Ser Superior por encima de nosotros.

El uso de una kipá nos ayuda a recordar que existe un Ser Superior ante el cual debemos rendir cuentas. La ley judía exige el uso de una kipá por razones de modestia y para distinguirnos como judíos, recordándonos nuestra responsabilidad y privilegio como miembros de la Nación Elegida.

Las kipot vienen en varios colores y diseños, y están hechas de materiales tan diversos como terciopelo, gamuza, cuero e hilo de punto. Muchos sitios ofrecen servicios de bordado personalizados y agregarán las imágenes o palabras que usted elija. (No es raro ver a un niño con una kipá con su nombre).

Algunas comunidades han desarrollado diseños de kipot que son obras de arte muy complejas, como las realizadas por artesanos judíos de Yemen y Georgia, la mayoría de los cuales viven ahora en Israel .

El Talmud afirma que no se debe caminar una distancia de cuatro codos con la cabeza descubierta. También se requiere cubrirse la cabeza al rezar, recitar una bendición o ingresar a una sinagoga.

Según muchas autoridades, se requiere cubrirse la cabeza en todo momento (incluso cuando se está sentado en un lugar y no se hace nada).

La costumbre de llevar kipá en todo momento proviene de una anécdota del Talmud en la que los astrólogos le dijeron a una mujer que su hijo estaba destinado a convertirse en ladrón.

Para evitar que esto sucediera, ella insistió en que mantuviera la cabeza cubierta en todo momento, para recordarle la presencia de Di-s e infundirle temor al cielo. Una vez, mientras estaba sentado bajo una palmera, se le cayó el velo que cubría la cabeza. De repente, dominado por un deseo ardiente de comer la fruta del árbol que no le pertenecía, fue en ese momento que se dio cuenta del fuerte efecto que tenía sobre él el llevar kipá.

Algunos cubren la cabeza completamente

En algunas comunidades era costumbre llevar kipot grandes y altas que cubrían la cabeza por completo.  Las kipot de los judíos de Bujará son igualmente famosas por su gran tamaño, así como por sus intrincados bordados. 

Además de llevar kipá, muchos hombres también llevan sombrero cuando rezan . Llevar sombrero se considera un acto de respeto; hace apenas unas décadas, cuando los hombres salían en público, se aseguraban de llevar sombrero. El sombrero también recuerda al turbante que llevaban los sacerdotes durante el servicio del Templo.

Las mujeres no los usan

Las mujeres y las niñas no usan kipá. Una de las razones es que la kipá está ahí para recordarnos la presencia de Dios (ver arriba). Las mujeres, que son más intuitivas espiritualmente y poseen una fe más poderosa, no necesitan un recordatorio constante.

Las mujeres casadas sí se cubren la cabeza, aunque no con una kipá, y por diferentes razones.

Puede desecharse y reemplazarse

Cuando un libro de oraciones u otro objeto sagrado se desgasta y queda inutilizable, no se lo puede desechar. En cambio, por respeto a la santidad del objeto, se lo entierra cuidadosamente en un cementerio judío. (Muchas sinagogas brindan este servicio en nombre de sus feligreses).

A pesar del papel especial que desempeña la kipá en la vida judía, no posee ninguna santidad inherente y puede descartarse y reemplazarse por otra según sea necesario.

No es lugar para un Ieudí

En el momento en que Iaakov llega a Egipto, rápidamente se dirige a su comunidad privada en Goshen, donde lleva su
vida alejado de la corrupta sociedad egipcia.
Ahora, cuando se prepara para morir, llama a su hijo Iosef y le suplica: “Por favor, no me entierres en Egipto”… ¡Sácame de Egipto!
Para asegurarse de que sus restos permanezcan en Egipto, Iaakov siente que necesita más que la palabra de Iosef. “Júrame”, le pide.
Y Iosef lo hace.
Cuando los resultados son esenciales, un juramento es una herramienta poderosa, ya que obliga a la parte comprometida a cumplir sus
deberes en todas las circunstancias.

¿Por qué era necesario un juramento en esta historia? ¿Era insuficiente la palabra de Iosef a su padre moribundo?
Iosef formaba parte de la misma sociedad de la que Iaakov luchaba por permanecer fuera.

A cada alma se le confía su propia misión. Iosef encontró su vocación en el corazón de la sociedad egipcia, dentro del vientre de la
bestia, donde trabajó para identificar y elevar las chispas Divinas dondequiera que se encontraran.

Iaakov reconoce que Iosef consideraría mantener cerca a su justo padre, incluso póstumamente, como un activo fundamental en
su esfuerzo por elevar a Egipto.
La única manera en que podía estar seguro del cumplimiento de su voluntad era conjurando a Iosef.
¿Por qué Iaakov estaba tan ansioso de ser sacado de Egipto? ¿Por qué no ser enterrado entre sus hijos, donde su presencia podría ayudar a reducir su sensación de aislamiento en el exilio?

Él sabía que sus hijos necesitarían ayuda para escapar de las cadenas de la esclavitud egipcia y sintió que estaría en la mejor posición para
ayudarlos a distancia. Para escapar de la prisión, necesitas que alguien de afuera te ayude.
Por eso fue transportado a la Tierra Prometida, mientras Iosef regresaba a las trincheras en Egipto. El juramento entre ellos sirvió como
un vínculo que Iaakov mantendría cuando llegara el momento de que sus hijos regresaran a casa.
S

e puede extraer una lección más de nuestra narrativa.
Mientras vivía en Goshén, Iaakov tenía excelentes pastizales para sus rebaños y una Ieshivá en las instalaciones: “lo mejor de la tierra
de Egipto”, tanto material como espiritualmente.
Aun así, le suplicó a Iosef: “Sácame de Egipto”.
Incluso en las mejores circunstancias, el exilio no es lugar para un iehudí.
Lo aprendemos de Iaakov, que no quería permanecer ni muerto en Egipto.

La fuerza de Iosef

“Y fue colocado en un cajón en Egipto” (Bereshit 50:26)

La Parshá Vaiejí cierra el libro de Bereshit y finaliza con el fallecimiento de Iosef, contándonos cómo fue colocado “en un cajón en Egipto”. Este final, en cierta medida, llama la atención; a la luz de la regla “se finaliza con lo bueno”, puesto que el texto podría haber concluido en unos versículos antes, donde dice que Iosef vivió ciento diez años y tuvo el privilegio de ver nietos y bisnietos, la Torá podría haber dejado el relato de su fallecimiento para el libro de Shemot. Debemos decir, entonces, que el deseo de Iosef tiene relación con el sentido esencial general del libro de Bereshit. La diferencia general entre el libro de Bereshit y el resto de los libros bíblicos del Pentateuco, radica en que el libro de Bereshit trata sobre los Patriarcas y las Tribus, es decir, es la formación y constitución del pueblo judío como pueblo, mientras que los demás libros tratan sobre los sucesos que tuvieron lugar con el pueblo de Israel, una vez ya convertido en pueblo.

LA QUEJA DE LAS NACIONES

El libro de Bereshit abre con el relato de la creación. Sobre ello Rabí Itzjak dice, que en realidad la Torá debería haber comenzado con la primera Mitzvá (precepto), y sin embargo eligió comenzar con la creación del mundo, para neutralizar los posibles argumentos de las naciones del mundo: “si van a decir las naciones del mundo: ‘ustedes son ladrones puesto que conquistasteis las tierras de los siete pueblos’, ellos (los israelitas) podrán responderles: toda la tierra le pertenece al Santo, Bendito Sea Él, Él la creó y la entregó a quien Él veía correcto, con Su Voluntad la entregó a ellos (las naciones), y con su Voluntad la tomó de ellos y la entregó a nosotros”. Es obvio que la Torá no hubiera alterado el orden de cómo fue escrita sólo para abastecer de respuestas a los pueblos, sino que en ello hay también un mensaje básico para el pueblo de Israel.

A QUIÉN LE PERTENECE LA TIERRA

También los pueblos saben de la singularidad del Pueblo de Israel y de su misión especial. Sólo que su argumento es justamente, que precisamente por esa singularidad, los judíos deben ocuparse sólo del Servicio a Hashem y no exigir el dominio de una tierra material. Siendo que ellos no son iguales al resto de las naciones, tampoco deben poseer un territorio igual como lo poseen las naciones. En realidad, este es un argumento básico sobre la relación existente entre el servir a Di-s y la realidad terrenal. A ello la Torá responde: “Toda la Tierra es de Hashem”- también lo terrenal pertenece a Di-s, y también ahí debe introducirse la luz de la santidad. Esa es, precisamente, la misión del pueblo judío, santificar también la existencia terrenal y material.

IOSEF ESTÁ EN EL EXILIO

Con este concepto abre el libro de Bereshit, y con el mismo finaliza. La causa de por qué el cajón de Iosef permaneció en Egipto (a diferencia del de Iaakov que fue llevado para ser sepultado en la Tierra de Israel) es para prodigar al pueblo judío las fuerzas necesarias estando también en el exilio egipcio. Iosef que fue colocado “en el cajón… Egipto”, simboliza la fuerza del pueblo de Israel también en pleno Egipto, y exilio. Con ello concluye el libro de Bereshit, el libro que prepara al Pueblo de Israel con esa fuerza especial que se dio a los judíos para compenetrar con la santidad de Di-s también en el seno del exilio y de Egipto: A través de esta preparación, el pueblo judío está capacitado para enfrentar las dificultades de la diáspora y llegar a la verdadera y completa redención a manos del Mashíaj.

(Likutei Sijot Tomo 30, Pág. 249)

Todo lo que queres saber acerca de la profecía

¿Qué es un profeta?
Un profeta es un individuo que recibe un mensaje de Di-s para ser transmitido a la gente.
Maimónides lo cuenta como uno de los 13 fundamentos de la fe judía que “Di-s se comunica con el humano a través de la profecía”.

¿Qué hay en estos mensajes?

El propósito de los mensajes que se comunican a los profetas individuales no es revelar el propósito de la existencia o de legislar las leyes de la vida, ya que esto está contenido en la Torá y en sus 613 preceptos, aquellos que Di-s nos comunicó en el Monte Sinaí.

Una vez que Di-s transmitió el mensaje con la revelación en el Sinaí, en cierto sentido, Él nos lo dejó a nosotros para que lo estudiemos y lo expliquemos.

El Talmud incluso trae un caso en el que los Sabios de la Torá debatían un punto en la ley de la Torá y se oyó una Voz Celestial apoyando el punto de vista de la minoría; los Sabios no quedaron impresionados, y silenciaron a la Voz, citando la declaración propia de la Torá sobre ella misma “no está en los Cielos” (Deuteronomio 30:12).

El propósito de la profecía es corregir la dirección de la sociedad Judía, o la dirección de toda la sociedad.

A veces viene un profeta para predecir el futuro, cuando Di-s considera necesario que debemos saber qué sucederá para poder incentivarnos en nuestra misión de la vida. Otras veces viene, para hacernos acordar que estamos “aflojando el ritmo” de lo que Él espera de nosotros, y nos advierte sobre las consecuencias terribles que esto traerá si no recapacitamos.

A veces, Di-s usa a un profeta para enviar mensajes privados a un individuo (particularmente a un individuo cuyas acciones tienen un gran efecto, como por ejemplo un rey). Un profeta también puede transmitir una instrucción específica que no está contenida en la Torá como un mandamiento Divino “de una vez”, en tales casos, uno debe seguir las instrucciones incluso si van en contra del mandamiento universal de la Torá.

Una profecía, sin embargo, nunca contenderá una nueva Mitzvá, ni anulará una Mitzvá; un profeta que clama tal comunicación de Di-s, es pues, un falso profeta.

Por ello, Isaías fue enviado para describir la Era Mesiánica que es la culminación y la recompensa de nuestros esfuerzos.

Jeremías predijo la destrucción del Templo Sagrado. Ioná fue enviado a Ninvé para advertir a sus habitantes que la ciudad se destruirá a menos que ellos se arrepientan de sus caminos perversos. Samuel transmitió el mensaje Divinos al Rey Shaul para que batalle contra Amalek, y Elishá fue enviado para llevar a cabo el famoso desafío de los dos novillos en el Monte Carmel (incluso que esto implicó violar temporalmente la prohibición de la Torá de ofrecer sacrificios fuera del Templo Sagrado). Pero ningún profeta dijo alguna vez nada acerca que esto fuera producto de su propia mente. Hablaron y actuaron únicamente por mandato Divino.

 

¿Cómo se convierte uno en profeta?

Primero, uno debe ser meritorio. Maimónides trae la siguiente lista: uno debe ser sabio, tener una mente lúcida y clara; ser de carácter impecable, y estar en absoluto control de las pasiones y deseos de uno; ser de constitución alegre y tranquila; huir de la materialidad y de las frivolidades de la vida y dedicarse completamente al conocimiento y servicio de Di-s.

Todo esto, sin embargo, no trae la profecía, sólo hace que uno sea meritorio de recibirla. 

La recepción misma de la profecía viene de Arriba, por elección Divina. Mientras que la “escuela de profecía” en el antiguo Israel entrenaba a los aspirantes de profetas para poder recibir la profecía, a través de extensa meditación y forma de vida rigurosamente espiritual, el alumno de profecía no puede causar que una profecía venga a él a través de acciones específicas. 

La profecía se manifiesta de manera súbita, sin señales de advertencia o preparación por parte del profeta. Lo que sucedió fue que Di-s eligió a una persona a quien hablarle y transmitirle mensajes, no al revés.

¿Cómo se verifica a los profetas?

Primero, la persona debe ser conocida como alguien que posee atributos superiores. 

Luego, si una persona de tal calibre anuncia que recibió una profecía, se asume que está diciendo la verdad. Pero la última prueba es la veracidad de sus profecías; si lo que dijo que sucedería sucedió, sabemos que es un profeta; de lo contrario, no lo es.

(Esto, sin embargo, se aplica solamente a la predicción de un evento positivo, siendo que una vez que una promesa Divina sobre un bien es comunicada a través de un profeta, ésta nunca es retractada; sin embargo, si un profeta advierte, en nombre de Di-s que una calamidad está destinada a suceder, y no ocurre, esto no desaprueba su profecía, siendo que un mal decreto puede ser anulado a través de la plegaria y el arrepentimiento. Por supuesto, predecir el futuro sin poseer los caracteres de un profeta, no lo hace a uno profeta)

¿Cómo se siente experimentar la profecía?

Al igual que una señal de transmisión de un alto nivel de watts en un instrumento de bajo nivel de watts, la profecía generalmente sobrecarga el equipo mental del receptor. 

La profecía frecuentemente causa desmayos, demencia temporaria, convulsiones o espasmos musculares involuntarios. Algunos profetas podían recibir la señal durmiendo, teniendo sueños súper enigmáticos, en forma de acertijos que debían decodificar al despertarse. 

Los profetas no tenían conversaciones verbales o mentales con Di-s. 

La única excepción fue Moshé, quien hablaba con Di-s “como un hombre habla con su amigo” (Éxodo 33:11).

¿Cuáles son las reglas primordiales de la profecía?
De los 613 mandamientos de la Torá, algunos pertenecen a las profecías. 

Éstos incluyen:

1. Obedecer las instrucciones del profeta

2. No dudar ni probar las promesas de Di-s o advertencias transmitidas por el profeta.

 

Y para el profeta:

3. Transmitir personalmente las instrucciones de Di-s.

4. No suprimir una profecía recibida (como intentó hacerlo Ioná).

5. No profetizar en nombre de otros dioses (incluso si el contenido es cierto)

¿Quiénes eran los profetas?

Hubo miles de profetas en la historia Judía. La gran mayoría, sin embargo, transmitieron mensajes que eran específicos al tiempo y a las circunstancias en las que se encontraban. Sus profecías, por ende, no fueron grabadas para más adelante, e incluso sus nombres nos son desconocidos. Muchos de estos profetas eran ciudadanos comunes (estudiantes, campesinos, artesanos), quienes por virtud de su justicia y sensibilidad por lo espiritualidad, fueron seleccionados para recibir una profecía Divina. A menudo no sabía qué les ocurría, y sólo luego se daban cuenta que habían recibido una profecía. Algunos, como Ioná, sí sabía de qué se trataba, y aún así intentó escaparse de ella.

 

El Talmud cuenta 55 profetas “históricos” cuyas profecías están grabadas en la Torá porque contienen un mensaje relevante para todas las generaciones. La mayoría eran figuras públicas que profetizaron frecuentemente y que se convirtieron en líderes de su gente. Esto incluye 15 profetas cuyas palabras fueron registradas en libros individuales que llevan sus nombres: Isaías, Jeremías, Ezequiel, y doce libros más cortos, incluyendo Amos, Hoshea, Najúm, y otros. Los otros 40, que pudieron no haber tenido profecías todo el tiempo, están mencionados en otros varios lugares en el Tanaj-Biblia- como Natán (en los Libros de Samuel), y Ido (Crónicas).

 

 

La profecía parece haber sido una experiencia para el público masculino mayoritariamente, 48 de los 55 profetas “históricos” fueron hombres, aunque no podemos saber si esto refleja la proporción de profetas y profetizas. Las siete profetizas más importantes fueron: Sara (Esposa de Abraham), Miriam (hermana de Moshé), Débora (la única mujer entre los Jueces), Jana (madre de Samuel), Abigail, Juldá y Ester (de la historia de Purim).

¿Existe la profecía hoy en día?

La era de la profecía oficialmente acabó hace unos 23 siglos. La última generación de profetas fue aquella que comenzó a profetizar antes que el Primer Templo Sagrado fuera destruido en el año 424 AEC, a pesar que un número de esa generación sobrevivió el exilio Babilónico que duró 70 años y vivió para ve la construcción del Segundo Templo. El más famoso, Ezequiel profetizó en Babilonia, y tres profetas Jagai, Zejaria y Malaji fueron miembros de la “Gran Asamblea”, que dirigió a la gente durante los primeros años luego de su regreso desde Babilonia. Mordejai y Ester también fueron miembros de la generación que sufrió la destrucción del Primer Templo y presenció la construcción del segundo. Con el fallecimiento de esa generación, “la profecía partió de Israel”.

Sin embargo, el principio que “Di-s se comunica con la humanidad a través de la profecía” permanece un fundamento de la fe judía. Una forma menos de profecía, conocida como Ruaj Hakodesh (Inspiración Divina), permanece la provincia de los Tzadikim, los hombres y mujeres justos de todas las generaciones. De acuerdo a la tradición, uno de los profetas más grandes, Eliahu, nunca murió, y anunciará la llegada del Mashiaj. El Mashiaj mismo es un profeta, y en la era mesiánica, la profecía se convertirá en un fenómeno universal, en las palabras del profeta Joel, “Y sucederá que volcaré Mi espíritu sobre toda carne, y tus hijos e hijas profetizarán; tus mayores soñarán, tus hombres jóvenes verán visiones”. Y en una carta para los judíos de Yemen, Maimónides cuenta una tradición antigua que “poco después de la era mesiánica, la profecía volverá al pueblo judío”.

Por Mendy Hecht

¿Qué significado tiene el mes de Tevet?

Como es sabido, contamos los meses desde Nisan, al que la Torá llama el primer mes. Tevet es el décimo. El número diez indica un nivel de santidad y perfección en temas sagrados. Hay diez sefirot (Diez emanaciones), diez dichos con los que el mundo fue creado. Diez Mandamientos, y diez niveles de santidad en la Tierra de Israel.

El Diez de Tevet es el 10 del 10. Una indicación de un nivel extra de santidad.
En la Torá, el período del exilio y el fin del Galut es generalmente comparado con la situación de una mujer que está a punto de dar a luz.

Cuando el proceso de dar a luz se acerca, los dolores son más frecuentes y difíciles de soportar. Sin embargo, poco después, el dolor queda olvidado, como algo del pasado, y el día en el que nació el bebé es recordado como un día muy alegre.

Al pasar los años, el dolor se hace menos prominente, y la alegría y los Najat tomarán más preponderancia en la memoria que las dificultades del parto. Esa es la idea del Galut. Ahora estamos experimentando dolores de las contracciones. Es difícil, pero es solo temporario, sólo un pequeño precio que debemos pagar por toda la alegría y grandes bendiciones que saldrán de ello.

La traducción de los setenta

En los primeros años del segundo Beith HaMíkdash, el pueblo de Israel se encontraba bajo dominio persa. Luego, Grecia heredó su lugar e
Israel pasó a ser sometida por los griegos. Un sucesor de Alejandro Magno, Talmai (Ptolomeo Filadelfo), ordenó a los Sabios judíos confeccionar una traducción griega de la Torá. El Talmud (MEGUILá 9a) relata: Sucedió que el rey Talmai reunió a setenta y dos eruditos, y los ubicó en setenta y dos habitaciones, sin informarles el motivo por el cual los había convocado.

Entró a cada una de las habitaciones y dijo: “Escribid para mí la Torá de Moshé, vuestro maestro”. Di-s concedió a cada uno de ellos
los mismos conocimientos, y produjeron versiones idénticas. Talmai no encontró ninguna diferencia entre las traducciones. Incluso en
aquellos pasajes que los Sabios creyeron conveniente alterar la traducción literal, los cambios
que cada uno introdujo fueron exactamente los mismos. Ello representó una manifiesta santificación pública del Nombre de Di-s – Kídush
HaShem – como así también del nombre de Israel y sus Sabios.

UN ACTO DE DI-S
La tarea que Talmai impuso a los setenta y dos Sabios, estaba más allá de la capacidad humana. La Torá está escrita de forma tal que su
contenido da lugar a una amplia gama de interpretaciones – y fue entregada a los judíos junto con los lineamientos necesarios para interpretar correctamente sus palabras, oraciones y letras, y a partir de ello obtener la gran variedad de significados que encierra. En contraste, aquel que traduce la Torá a una lengua extranjera encontrará que no existe ningún idioma con medios de expresión tan ricos en connotaciones múltiples como lo es el Lashón Hakódesh ( Lengua Sagrada).

Además, en la Torá hay muchos versículos que, de ser traducidos literalmente, podrían ser fácilmente malinterpretados por los gentiles, quienes en consecuencia tergiversarían o menospreciarían su contenido. Para evitarlo, se deben incluir explicaciones o alterar la traducción literal, de modo que la genuina intención de las palabras resulte clara y comprensible para ellos. ¿Cómo es posible que setenta y dos Sabios, con puntos de vista diferentes, lleguen a la misma conclusión?

El pedido de Talmái a los Sabios, y la manera en que los obligó a trabajar, evidencia que su verdadero propósito era inducirlos a producir versiones diferentes, que luego podría utilizar para denigrarlos. Fue por esta razón que los Sabios recibieron una colosal asistencia Divina,
y todos llegaron a las mismas conclusiones respecto de los lugares donde debían realizar cambios en el texto o su matiz. El día en que los
setenta y dos Sabios finalizaron la traducción griega de la Torá -un 8 de Tevet- fue de gran pesar para el pueblo de Israel. Aunque la providencia de Di-s en favor de Su pueblo y la protección Divina que recibieron los Sabios se pusieron de manifiesto en ese día, evocando maravilla entre judíos y gentiles, fue, sin embargo, un momento de desgracia, tan calamitoso como el día en que se había construido el becerro de oro.

En Meguilat Taanit, los Sabios describieron: En el octavo día de Tevet la Torá fue traducida al griego durante el reinado del rey Talmai, y el mundo quedó sumido en la oscuridad por tres días.¿Con qué puede compararse ello? Con
un león que fue capturado y enjaulado. Antes de ser apresado, todos le temían y huían de él, pero ahora, todos venían a verlo y decían: “¿Dónde está su fuerza?” Lo mismo ocurre con la Torá.
Mientras estaba en manos de Israel y era interpretada por los Sabios en su propio idioma, la

Lengua Santa, todos la respetaban y temían menospreciarla. Incluso los gentiles que querían estudiarla no podían tener contacto alguno con ella sin antes entrar bajo las alas de la Shejíná (Presencia Divina) y adquirir conocimientos de la lengua sagrada y de las formas prescriptas para interpretar la Torá. Pero una vez reducida a la traducción griega fue despojada del respeto que infundía, y todo el que lo deseaba podía venir ahora y contemplarla.