Una elección de opciones

“Mira, he puesto ante ustedes la bendición y la maldición”. Así comienza la lectura de la Torá de esta semana de Ree (Deuteronomio 11:26-16:17), cuando Moisés reitera nuevamente la doctrina de Libre Elección.

Libertad de elección. Sin la cual, como nos recuerda Maimónides, la religión no tiene significado, no existe el concepto de moralidad, y la Torá es superflua.

 

En efecto, no sólo se nos ha dado libre elección entre bien y mal, sino también la opción de a qué nivel hacer esa elección. Una elección de opciones:

  1. a) Hay bien y hay mal. Bendición y maldición, luz y oscuridad. Di-s creó ambas, elegimos cuál de las dos, o qué combinación, definirá nuestra existencia.

 

  1. b) En verdad sólo hay bien. Di-s es la fuente de toda realidad, y debido a que Di-s es la esencia del bien, sólo el bien es real. Así como no hay algo como la oscuridad, sino sólo luz o su ausencia (a la que llamamos “oscuridad”), así también, sólo hay bien o su ausencia. Por lo tanto, la elección entre el bien y el mal no es una elección entre dos realidades, sino una elección entre ser o no ser, entre realidad e ilusión.

 

  1. c) Dado que “elección” por definición, es la libre afirmación de la voluntad, y debido a que la voluntad del alma humana es vivir y el bienestar, la única elección verdadera que puede haber, es la elección del bien. Pero se nos ha dado libertad de elección, lo que significa que podemos elegir no elegir. Lo que llamamos “libertad de elección” es en realidad la elección de ejercer la elección o negarla. Cuando afirmamos nuestra verdadera voluntad, cuando elegimos, invariablemente elegimos el bien.

 

¿Cuál es? ¿a, b ó c? Eso depende de vos. Ese es el verdadero significado de “libre elección”: no simplemente elegir entre dos o más opciones presentadas por una autoridad más alta, sino que sos vos quien determina el nivel de realidad sobre el que se desarrolla tu vida consciente. Sos vos quien  determina la distancia entre tu vida y tu Fuente.

 

Elegí tu opción.

 

Por: Yanki Tauber




Libre albedrío ¿natural o sobrenatural?

“Ve, he puesto ante ti hoy la bendición y la maldición. La bendición, si prestarás atención a los mandamientos del Señor tu Di-s…Y la maldición, si no prestarás atención a los mandamientos…” Deuteronomio, 11:26-28

 

La Libertad de Elección es uno de los núcleos principales de nuestra religión, y de hecho cada sistema judicial se basa en esta idea. Un robot o una computadora, no son premiados por ejecutar una misión noble, ni merecen castigo por realizar algún acto inmoral. No tenemos prisiones para almacenar computadoras que han difundido virus… Todo el crédito o la culpa es de los programadores. Si los hombres fuésemos robots sin habilidad de poder elegir libremente, entonces tampoco mereceríamos castigo. Ciertamente, los elementos más violentos de la sociedad todavía deberán ser retenidos en algún tipo de facilidad correccional, no por-que se los culpa por su comportamiento, sino para proteger al resto de la población, así como los depredadores salvajes deben ser retenidos lejos de la sociedad, pero nadie puede culparlos por sus actos, así como no podemos condenar al león o al águila por su naturaleza depredadora, o darle crédito a los delfines por su disposición amistosa.

 

El hecho que penalizamos a los criminales (y esto ha sido un método aceptado para poder lidiar con los criminales, por todas las civilizaciones a lo largo de la historia), muestra que la sociedad siempre ha reconocido que el ser humano posee una intuición de distinción entre lo correcto y lo incorrecto, y tiene la habilidad de elegir entre los dos, y por ende, es responsable por cualquier decisión que toma.

¿Pero es correcta esta facultad? ¿Disfruta de verdad el ser humano de la Libertad de elección? ¿Hay alguna diferencia entre el ser humano y las otras criaturas que Di-s creó que se comportan según la naturaleza que Di-s les otorgó, ya sea para bien o para mal?

 

Hoy en día, se nos dice que casi todos los comportamientos dañinos pueden ser a causa de problemas genéticos. La persona que es un cleptomaníaco, o un individuo que es obeso, impulsivo, depresivo, etc, es porque tiene alguna falla genética. Si no es un tema de genes, entonces debe tratarse de alguna experiencia traumática de la niñez. Quizá perdió a un ser querido cuando era joven, fue abusado por sus padres, proviene de una familia disfuncional, o no ha recibido la suficiente atención de su maestro. Si ninguno de estos factores pueden explicar el comportamiento destructivo de la persona, entonces significa que no puede afrontar el pago de un psicólogo competente, uno que puede hacer un mejor diagnóstico, y que explique por qué no se lo debe culpar…

 

Es por eso que Di-s declara: “Ve, he puesto hoy ante ti la bendición y la maldición”. De hecho, la Libertad de Elección no es una cualidad original del ser humano; naturalmente, la persona debe ser obligada a comportarse de acuerdo a su naturaleza, una naturaleza que es formada por una combinación de genética y experiencias de vida. Pero Di-s le dice a cada persona: “no importa tu naturaleza, crecimiento, e inteligencia, no importa qué golpes has experimentado, Yo te garantizo la habilidad de ser santo como Moshé”. Y lo mismo es cierto al revés: incluso alguien que ha sido criado por padres rectos, y tiene la disposición natural de hacer lo que es correcto, tiene la habilidad de elegir también el mal y alejarse de los caminos de Di-s.

Uno nunca debe pensar que nunca será una persona espiritual: “no está dentro de mi naturaleza”. La naturaleza de la persona es meramente un desafío que Di-s garantiza que podemos sobrellevar.



Palabras en una puerta

“Escucha, Oh Israel, Di-s es nuestro Di-s, Di-s es uno” (Deuteronomio (6:4). Las palabras del Shemá constituyen la declaración más básica del Judaísmo: Que Di-s es nuestro Di-s, un presencia real en nuestras vidas, y que Di-s es uno, el singular, absoluto y el que contiene toda verdad de nuestra existencia.

¿Qué hacemos con estas palabras? Muchas cosas.

Mente: Las estudiamos y contemplamos. Como dice el versículo: “Escucha, Oh Israel”, la palabra en hebreo para “Escucha”, Shemá, también significa “comprender”.

Corazón: El estudio y contemplación traen la emoción, por lo tanto, “Escucha, Oh Israel”, nos lleva a “ Amarás al Eterno tu Di-s con todo tu corazón, con toda tu alma y con todos tus medios” (6:5).

Habla: Cuando “estas palabras están en tu corazón”, el próximo paso es la verbalización y comunicación, “Las enseñarás agudamente a tus hijos, y hablarás de ellas cuando te sientes en tu casa y cuando andes de camino, y al acostarte y al levantarte” (6:7). Las últimas palabras en este verso son la fuente de la Mitzvá de recitar el Shemá todas las noches (“al acostarse”), y cada mañana (“Al levantarse”).

Cuerpo: “Las atarás como señal en tu mano y serán diadema entre tus ojos” (6:8). Como la alianza de matrimonio en el dedo, el tefilín es un vínculo físicamente tangible en nuestro cuerpo, incorporando nuestro vínculo con Di-s y nuestro compromiso de hacer la unidad de Di-s real en el mundo.

Medio ambiente: “Las escribirás sobre los marcos de tu casa, y en tus portales” (6:9). La última fase es la mezuzá: un pergamino que contiene los versos del Shemá y se colocan en los marcos de las puertas en un hogar judío, definiendo tanto la santidad del medio ambiente dentro, como su influencia en el medio ambiente exterior.

Por: Yanki Tauber



¿Di-s es femenino o masculino?

¿Por qué Di-s siempre es referido en sexo masculino? Lo llamamos Nuestro Padre, nuestro Rey, y siempre es “Él”. Obviamente Di-s no es un hombre. ¿Por qué el judaísmo perpetúa esta dominancia masculina patriarca?

De hecho, Di-s trasciende todo género. Siendo la fuente de toda vida, Di-s alberga tanto género masculino como femenino. Esto está reflejado en nuestras plegarias. A veces llamamos a Di-s en aspecto femenino, y a veces en su aspecto masculino. Depende del contexto.

De hecho, nos referimos a Di-s en femenino en una de las plegarias más populares: “Lejá Dodi”. Cada viernes a la noche, recibimos a la “Novia Shabat”, y a la “Reina Shabat”. ¿Quién es esta novia real? Es la Shejiná, la Divina Presencia femenina que desciende en este día de descanso. ¿Por qué Di-s es femenino en esta plegaria, mientras que en la mayoría de las plegarias es masculino?

Para responder a esto, analicemos una básica referencia entre masculino y femenino. Conozcamos a Brenda y Mike.

Mike llega a casa luego de un estresante día de trabajo. Brenda percibe su mal humor.

Brenda: ¿Qué sucede Mike? ¿Está todo bien?

Mike: ¿Eh?

Brenda: ¿Qué te está molestando?

Mike: Nada

Brenda (ofendida): ¿A qué te refieres con nada? Yo veo que hay algo malo. ¿No te importo lo suficiente como para compartir tus sentimientos?

Mike: ?????

Brenda se ha olvidado que los hombres sólo comparten sus problemas cuando piensan que puedes ayudarlos a encontrar una solución. De lo contrario, ¿Para qué cargar a otro con sus problemas? Siendo que Mike siente que sus temas en el trabajo no le conciernen a Brenda, se los guarda para él mismo. Ella no le puede aconsejar, así que él intenta solucionarlo por sus propios medios. Mientras tanto, ella se siente abandonada y no involucrada, porque las mujeres comparten sus problemas no para encontrar una solución, sino sólo para compartirlos y sentirse acogidas y amadas. Ella no planeaba aconsejarle nada, sólo quería estar allí para él. Pero los hombres no entienden eso.

Ahora, demos vuelta las cartas. Otro día, Brenda llega a casa del trabajo, y antes de que Mike le diga algo ella le dice:

Brenda: He tenido un día tan estresante. Mi jefe es un animal. No puede parar de presionarme sin importarle lo que hago. Y no puedo soportar su condescendiente actitud.

MIke: Te he dicho un millón de veces que debes dejar el trabajo. ¿Por qué sigues yendo?

Brenda (frustrada): No te he pedido un consejo sobre mi carrera, te estoy contando sobre mi día. Estoy muy contenta con mi trabajo.

Mike: ?????

Lo que Mike no entiende es que las mujeres lidian con sus problemas de forma diferente a los hombres. Brenda no buscaba un consejo, ella buscaba comprensión. Todo lo que Mike tenía que hacer era escucharla con mirada comprensiva y emitir el tan tranquilizante sonido de “mmmmm”. Esta es la manera femenina de lidiar con un problema: compartirlo con alguien que le importe, y ellos al escuchar, harán que ella no se sienta mal. A los hombres les gusta aconsejar, pero las mujeres solo quieren compartir sus frustraciones para luego sentirse mejor, incluso si no cambia nada.

Esto es por supuesto una generalización. Pero es muy cierto. Para un hombre, un problema precisa una solución. Para una mujer, un problema precisa ser compartido. Los hombres intentan cambiar los hechos. Las mujeres intentan cambiar los sentimientos. Los hombres intentan mejorar la situación. Las mujeres intentan sentirse mejor con las cosas de la manera que son.

Ahora veamos a Di-s. Di-s tiene modos de expresión femenina y masculina, porque Di-s es la fuente de ambos. Di-s puede ser el solucionador masculino de los problemas, o el tranquilizador femenino de las almas turbadas. En la plegaria, nos dirigimos a ambos. Depende de la circunstancia. A veces queremos una respuesta masculina de Di-s, y a veces precisamos un acercamiento femenino.

Generalmente rezamos porque hay un problema que tiene que solucionarse. Alguien está enfermo y precisa una curación, alguien está deprimido y precisa que se lo “levante”, hay gente hambrienta que precisa que se la alimente, y el mundo está lleno de dolor y oscuridad y precisa cambiarse. Sería desubicado dirigirse al lado femenino de Di-s con estos pedidos. No queremos sentirnos mejor sobre la pobreza, queremos acabarla. No queremos llegar a un trato con la enfermedad; queremos una cura. Así que le rezamos a “Nuestro Padre, nuestro Rey”, el aspecto masculino de la Divinidad. “Di-s, ¡soluciona el problema!”.

Pero hay veces que no buscamos un cambio en el mundo, sino una apreciación del mismo en un nivel más profundo. En Shabat, no queremos arreglar cosas. Desistimos de la agresiva misión de mejorar al mundo a través del trabajo y la creatividad, y disfrutamos de los placeres naturales que el mundo ya tiene: amistad, familia, espiritualidad. Más que cambiar la realidad, buscamos nutrir su belleza innata.

Así que en la noche del viernes, recibimos a la Divina Presencia en la forma de “La Reina Shabat”, o la “Novia Shabat”. Es el aspecto femenino de la Divinidad que desciende en Shabat, no para resolver los problemas del mundo, sino para adentrarnos en la conciencia de que el mundo en el que vivimos ya es bello.



Simbolismo en una sinfonía

Hace algunas semanas asistí a un concierto, que por algún motivo me resultó sumamente aburrido. Para pasar el tiempo, me dediqué a observar a los integrantes de la orquesta. Uno de ellos llamó mi atención. Estaba sentado en medio del grupo y aparentaba no tener ningún instrumento. Finalmente tomó su triángulo, lo hizo sonar y tomó asiento nuevamente. Lo miré por el resto del concierto: su aparición se repitió solo una o dos veces más.

Este percusionista, ¿era menos que los otros miembros de la orquesta?. No. Pensé entonces en el compositor de la sinfonía, que escribió la partitura incluyendo a ése hombre en ella. Me di cuenta de que para él, este detalle no era de poca importancia, quizás era la esencia de toda la partitura, y los otros músicos estaban allí sólo para complementarlo. Y mientras yo, quizás, hubiera elegido dejar fuera esta parte, esa omisión hubiese significado para el compositor la destrucción de la calidad y el sentido de la pieza que compuso.

Me percaté de haber descubierto en esta escena un concepto de suma importancia en la Divina Providencia (Hashgajá Pratit). Muchas veces pensamos que ese hombre o mujer que hace más “ruido”, que es el más visible, es el que tiene “el rol protagónico en la vida”. La persona puede pensar que en su rutina no está haciendo “nada interesante”.

Pero ese es exactamente el rol que Hashem, El Compositor, escribió para ella en este mundo y si abandona este papel y toma otro, Su sinfonía estaría incompleta.

El percusionista del concierto no se sentía ningún tonto levantándose una y otra vez, golpeando su instrumento. Por el contrario, comprendía su importancia. Estaba convencido de que representaba su rol con la mayor habilidad posible, llevando a cabo la intención del compositor de darle armonía y belleza a la partitura.

Cada uno de nosotros es un “percusionista”, debiendo llevar a cabo nuestra misión en este mundo como iehudim con el mayor compromiso hacia la Torá, que es La Partitura de Di-s.

Cuando comenté mis conclusiones a una amiga, luego del concierto, se sintió impactada por el análisis y dijo: “ Ya ves, la sinfonía no fue una pérdida de tiempo, después de todo, puedes utilizar este argumento en alguna charla o artículo que escribas…”. Eso fue lo que hice.

Fray Kranz, del Neshei Newsletter. 

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Flan de coco (neutro)

Ingredientes

6 Huevos

2 tazas de azúcar

1 taza de agua.

esencia de vainilla a gusto

1 taza de coco rallado

Hacer caramelo con 1 taza de azúcar y colocarlo en un molde para horno. 

En un bowl aparte mezclar los 5 huevos con 1 taza de azúcar, esencia de vainilla a gusto y la taza de agua, y la taza de coco rallado.

Cuando el caramelo del molde esté solidificado, añadir toda la preparación del bowl al molde.

Luego llevar a horno a baño maría durante aproximadamente 60, 65 minutos a un fuego medio. 

Sacar del horno cuando clavamos el cuchillo y sale casi limpio.

CONSEJO: dejarlo enfriar en heladera si o si antes de desmoldar, si se deja de un día para el otro para desmoldar MUCHO MEJOR. 

Importante: No desmoldar en caliente, de lo contrario se rompe.



Un chico se conoce con una chica…

PREGUNTA: Mi mejor amigo se comprometió después de un mes y medio de haber conocido a la chica. Se encontraron a través del sistema de citas judío, Shiduj, y es una pareja increíblemente bien preparada. Lo que no entiendo es, ¿cómo después de tan poco tiempo, pueden saber lo suficiente como para decidir vivir juntos por el resto de sus vidas? Puede tomar años saber que uno ha encontrado a la persona correcta. ¿Puede explicarlo?

RESPUESTA: Un tipo está sentado en la barra y una muchacha se sienta cerca. Se miran y sonríen.

Él dice “Hola, me llamo Juan. ¿Puedo invitarte una bebida?”

La muchacha dice: “Antes que nada, me gustaría saber si estás pensando en el matrimonio o estás buscando algo casual. Estoy lista para afianzar mi vida y no deseo perder mi tiempo. También, ¿eres del tipo familiar? Porque quiero tener muchos niños. ¿Cuáles son tus valores? ¿Tienes creencias fuertes y convicciones? Yo sí y quiero compartirlos con mi marido. Me gustaría también saber qué visión tienes para tu futuro. Una vez que pasamos esto, podemos empezar la charla informal”.

Juan regresa a su lugar y vuelve a mirar el fútbol.

¿Esta mujer no tiene razón? ¿No tendría más sentido averiguar estas cosas antes de empezar una relación? ¿No es tonto arriesgarse a atarse emocionalmente a alguien que está en una página diferente a uno? Si no está listo para el matrimonio y usted sí, si no quiere una familia y usted lo desea, si no tiene el mismo sistema de valores, ¿por qué empezar un camino que sólo llevará al dolor? Cada relación es un riesgo, pero el riesgo ¿no debe ser un poco más calculado y menos echado al azar?

El problema es que en el mundo de hoy, es completamente ‘desubicado’ discutir estos temas pesados en los primeros seis meses de una relación. ¿Pero no es tonto eso? Sólo se enfrenta la relación real una vez que uno se enreda y no puede ver claramente.

El sistema de citas judío tradicional es diferente. Antes de la primera reunión, cada uno averigua sobre el otro. Hablando con un amigo mutuo o rabino o alguna otra persona fidedigna, se puede conseguir un cuadro básico de una persona sin siquiera poner los ojos en ella. Antes de ver su cara, se puede saber cuáles son sus valores, dónde está en la vida y si está en la misma página general que uno.

Usted cita a alguien que tiene sus mismos valores. Alguien que comparte sus creencias, y tiene una lista similar de prioridades en la vida.

Una vez que tiene toda esa información, la cita real es ver si “hacen click”, si pueden comunicarse, entenderse, si se atraen. La mayoría de las preguntas fuertes ya se han contestado, ya sabe que los principios están. En los papeles es todo bueno, ahora usted necesita ver si hay conexión. Con los problemas más profundos resueltos, esto no toma mucho tiempo.

Y en este sistema, sólo se cita para el matrimonio. Usted o se comprometerá, o regresarán a ser extraños. Ningún área gris desarreglada, ninguna atadura prolongada, ninguna relación sin compromiso, ningún romance al azar condenado a fracasar.

El sistema de Shiduj no es perfecto. Pero es bastante mejor que cualquier otro método de citas que he visto.



Sopa de calabaza y manzana

Cuando hace frío afuera no hay nada mejor que el calentamiento en el interior con una sopa espesa y sabrosa. Espero que les guste!!!

Ingredientes :

1 calabaza  pelada y cortada en cubos

3 manzanas verdes peladas y cortadas en cubos

1 puerro, sólo la parte blanca, cortado en dados

2 dientes de ajo, picados

1 cucharada de aceite de oliva

1  1 / 2 l  de caldo de pollo o (se puede usar el que viene en polvo o en cubito)

canela

chile en polvo

cilantro

sal

Procedimiento:

Caliente 1 cucharada de aceite de oliva en una olla grande y saltee los puerros hasta que estén ligeramente dorados. Añadir el ajo picado. Continuar rehogando otros 2 minutos. A continuación, agregue los cubitos de calabaza y los cubitos de manzana. Dejar cocinar unos 5 minutos a fuego fuerte. Añadir la sal, el cilantro y canela, y cocine por unos minutos. A continuación, añadir el caldo y deje hervir a fuego lento hasta que los cubos de calabaza y los cubos de manzana estén tiernos (aproximadamente unos 40 minutos) Una vez que se ha cocinado, puede utilizar una licuadora o procesador de alimentos y procesar hasta que esté suave. Volver a la olla, calentar de nuevo, y condimente con sal.

El hijo del Rebe y el jasid

Muchas veces nos hemos preguntado: ¿Qué es un jasid? ¿Cómo se forma un jasid? 

Una historia apropiada para la ocasión…

Cierta vez, cuando Rabi Dovber, el hijo de Rabi Schneur Zalman de Liadi- fundador del movimiento Jasídico Jabad- era un joven muchacho, visitó la ciudad de Ianovitch con su suegro. Allí encontró a uno de los jasidim (discípulos) de su padre. El jasid notó que el joven “hijo del Rebe” era demasiado consciente de sus logros en su erudición y la plegaria meditativa, y pensó que era necesario “hacer un pequeño ajuste”.

El jasid le dijo a Rabi Dovber: “Considerando quién eres y cómo has vivido, ¿cuál es el gran logro? Tu padre,- bueno, todos sabemos quién es tu padre. Seguramente tú has sido concebido bajo las más sagradas circunstancias, y estoy seguro de que tu padre se aseguró de traer a este mundo un alma muy elevada. Además fuiste criado en la casa del Rebe, y se ha tenido mucho cuidado en moldear tu carácter y salvaguardarte de toda influencia negativa. Toda tu vida ha sido expuesta únicamente a santidad y erudición. Y hasta este momento sólo debes preocuparte por tu estudio de la Torá y las enseñanzas Jasídicas. Gran cosa”

“Ahora, tómame a mí por ejemplo. Mi padre era un hombre simple, y podemos imaginarnos qué tenía en mente cuando sacó un alma deficiente del fondo del barril. ¿Mi crianza? Fui criado como una cabra, y me las tuve que arreglar solo. ¿ Y sabes lo que hice con mi vida? Te contaré cómo me gano el sustento. Presto dinero a los campesinos durante la temporada de siembra, y durante los meses de invierno, debo comenzar mi recorrido por sus pueblitos y granjas, para cobrar las deudas antes de que se gasten todo el dinero ganado en vodka. Esto significa que debo levantarme varias horas antes del amanecer, bastante anticipadamente del momento en que está permitido rezar las plegarias de la mañana, equipado con una botella- pues sin ella no es posible comenzar a hablar de negocios con el campesino. Después de haber tomado a su salud, debo tomar un lejaim con su mujer también- pues sino ella puede arruinar todo el asunto. Sólo en ese momento, podemos sentarnos y así llegar cobrar parte de la deuda.

“Después de tres o cuatro horas de recorrido, me dirijo a mi casa, me sumerjo en la mikve (baño ritual) y me apresto a rezar. Pero después de semejantes preliminares… ¿qué clase de plegaria esperas que recite?”

Las palabras del jasid, que en realidad era famoso por su naturaleza refinada y sus conmovedoras plegarias, produjeron una profunda impresión en Rabi Dovber. El joven viajó inmediatamente a su casa, se encontró con su padre y volcó ante él su corazón. Se lamentó por su nivel espiritual, diciendo que su servicio a Di-s no tiene valor, dando de sí mismo muy poco de lo que en realidad se espera de él.

Cuando después de un tiempo el jasid de Ianovitch visitó a Rabi Shneur Zalman, el Rebe le dijo: “Te estoy muy agradecido. Has convertido a mi hijo Berl en un jasid”.

¿Qué es el amor?

Si el amor es tan necesario como la comida o el agua, ¿por qué es tan fugitivo?…

El amor es el componente singular más necesario en la vida humana. Es a la vez dar y recibir; nos permite experimentar a otra persona y permite que esa persona nos experimente a nosotros. El amor es el origen y el fundamento de toda interacción humana. Para vivir una vida plena de sentido, debemos aprender más sobre el amor y cómo introducirlo en nuestras vidas.

A primera vista, podríamos pensar que necesitamos amor del mismo modo en que necesitamos comer y beber, respirar y dormir. Sabemos que el amor consumea nuestra necesidad de que se ocupen de nosotros, nuestra necesidad de intimidad. Por eso procuramos el amor de una manera que muchas veces suele ser narcisista e indulgente; buscamos a alguien que nos ame porque así lo queremos; podemos querer amar a alguien para sentirnos bien con nosotros mismos.

Pero si el amor es sólo una necesidad más como la comida o el agua, ¿por qué es tan fugitivo? ¿Por qué a tanta gente se le hace tan difícil alcanzar el amor? Y cuando lo hallamos, no es fácil ejercerlo; siempre viene acompañado de alguna medida de dolor y frustración. Podemos tener éxito en amar por un tiempo, pero cuando fallamos, el dolor es intenso.

Estos son los inconvenientes que enfrentamos cuando consideramos al amor sólo como una más de nuestras necesidades corporales. Sí, necesitamos amor igual que necesitamos comida y agua, pero hay una diferencia. La comida y el agua son elementos de la tierra que sustentan nuestros cuerpos físicos, mientras que el amor es el lenguaje de Di-s, que sostiene a nuestra alma.

El amor genuino se parece poco al amor sobre el que leemos en las novelas u oímos en las canciones. El amor verdadero es trascendencia, equivale a unir nuestras personas físicas a Di-s y, en consecuencia, a todo lo que nos rodea. Con demasiada frecuencia tenemos una concepción egoísta del amor, como algo que queremos y necesitamos; pero el verdadero amor, al ser parte integral de nuestra relación con Di-s, es altruista.

Uno de nuestros principios más fundamentales es “Ama a tu prójimo como a ti mismo”.’ ¿Pero cómo puede ser posible esto? ¿Acaso no nos amamos más de lo que podríamos amar a cualquier otra cosa? La respuesta está en el hecho de que el verdadero amor altruista no surge del cuerpo sino del alma. El amor es la predominancia del espíritu sobre la materia. Según la definición de materialismo, dos objetos no pueden ocupar el mismo espacio simultáneamente. Pero el alma trasciende el tiempo y el espacio, y también trasciende el narcisismo, haciendo posible que nos compartamos realmente con otra persona.

El sabio Hilel dice: “No hagas a otros lo que no quieres que te hagan a ti. Esta es toda la Torá, y el resto es comentario.” El propósito de la sabiduría de Di-s es uno: enseñarnos cómo amar, trascender nuestros límites materiales y llegar a un lugar más espiritual. Ese viaje sólo se hace con el alma, y el amor es el idioma que debemos aprender para hablar en el camino. El amor es un modo de hablar con Di-s. Cuando miramos a los ojos de alguien y lo amamos, estamos trascendiendo el mundo físico y conectándonos con Di-s.

De modo que el amor es mucho más que tratar a otra persona con compasión. Va más allá del intercambio de sentimientos de ternura y.  eEs mucho más que hacer a otros sólo lo que nos haríamos a nosotros mismos. El amor es un acto Divino, el modo más puro de alimentar el alma de otra persona tanto como la nuestra. El amor más profundo no es meramente humano. Es un amor imbuido de Divinidad, por el cual un beso mortal se transforma en uno inmortal. El amor verdadero es un alma recibiendo a otra.

¿POR QUÉ NECESITAMOS EL AMOR?

En cierto sentido, todos nos hemos ido alejando de nuestro verdadero ser. El nacimiento es el comienzo del viaje de nuestra alma, enviada desde su fuente divina para vivir en un estado no natural, en una tierra de materialismo. A lo largo de nuestras vidas, entonces, sentimos la nostalgia de reunirnos con nuestro verdadero ser. Buscamos nuestra alma, buscamos la chispa de Di-s dentro de nosotros. Ansiamos volver a conectarnos con nuestra fuente.

Muchos de nosotros no comprendemos que lo que llamamos amor es en realidad una búsqueda de Di-s. La necesidad urgente que estamos expresando cuando decimos: “Necesito que alguien se ocupe de mí», o “Necesito intimidad”, es en realidad la necesidad de trascender nuestra persona física y conectarnos con nuestras almas. De modo que, en cierto sentido, amar a otra persona debería ser lo mismo que amar a Di-s, y viceversa. Una persona que puede amar a Di-s pero no puede amar a otro ser humano en realidad no está amando a Di-s. Y una persona que amae a otra persona pero no tiene amor por Di-s descubrirá en última instancia que lo que él 1/ama, amor es algo condicionado y egoísta, lo que significa que no es en absoluto amor verdadero.

Los dos tipos de amor, el egoísta y el altruista, son diametralmente opuestos. El amor egoísta es un amor condicionado; se ama con la condición de que sus necesidades sean satisfechas, y si la persona que hemos elegido para amar no satisface esas necesidades, rechazamos a esa persona y buscamos otra. Aunque puede parecer hermoso por un tiempo, ese amor está destinado a ser pasajero. Cuando la persona que amamos quiere ayuda, podemos dársela. Pero si el precio se vuelve muy alto, si sentimos que estamos dando más de lo que estamos recibiendo, simplemente podemos dejar de amar. Después de todo, hay una medida fija de incomodidad que estamos dispuestos a tolerar de la otra persona.

El amor altruista, en cambio, significa elevarse por encima de las propias necesidades. Significa salir de uno mismo, conectarse realmente con el alma del otro, y, en consecuencia, con Di-s. Cuando el amor es trascendente, estamos llegando a un sitio más alto; juntos, estamos acercándonos a Di-s. No hay condiciones en ese amor altruista; cuando la trascendencia es el objetivo de nuestro amor, no estamos todo el tiempo redefiniendo nuestros deseos y necesidades.

El amor condicionado y egoísta se disipa cuando sus condiciones no se cumplen, pero el amor altruista e incondicionado es constante y eterno. El amor condicional con demasiada frecuencia significa la obliteración o sujeción de un individuo; en lugar de dos volviéndose uno, el amor de la persona dominante consume al otro. El amor incondicionado, en cambio, el amor de la trascendencia, nos permite hacer a un lado nuestros deseos egoístas y amar a esa persona en consecuencia.

El amor condicionado no estimula el crecimiento, porque es simplemente una necesidad temporal que se está satisfaciendo. Así como necesitamos comer de nuevo pocas horas después de una comida, alguien que ame condicionadamente necesitará constantemente más porciones de seguridad, cuidado y aceptación. Pero el amor incondicionado es el fundamento del crecimiento humano. Es amplio: se derrama, y afecta no sólo nuestras necesidades inmediatas sino toda nuestra persona. Mientras que el amor condicionado está compartimentado en nuestra vida, el amor incondicionado es una parte integral de toda nuestra existencia. Y por último, es la herramienta con la que aprendemos a experimentar la más alta realidad: Di-s.

El amor, por lo tanto, es el fundamento sobre el que se levanta todo nuestro mundo. Todas nuestras leyes, todas nuestras actitudes, todas nuestras interacciones, surgen del mismo principio. El amor es la raíz de toda civilidad y moralidad. Sin amor, sería imposible vivir en paz unos con otros, respetar las necesidades del otro, y tratar a cada cual con la misma compasión que nos gustaría recibir.