Enseñanza semanal Jaie-Sara

22 NOVIEMBRE, 2024 – 21 MARJESHVAN, 5785

GIRANDO LA HOZ – Extraído de Keeping in Touch por Rabí Eliyahu Touger

Un campesino, cierta vez, estaba trabajando en su campo, segando su trigo.
Realizaba el procedimiento con vigor, su hoz cortaba tallo tras tallo de grano.
Un conde, que pasaba casualmente por allí, notó la energía y gracia de sus golpes y quedó asombrado por su belleza.
“¿Puedo contratarlo para trabajar para mí”? le preguntó al campesino. “Gracias, pero tengo mi propio campo,” dijo el campesino.
“¿Cuánto puede ganar de la venta de su grano?” preguntó el conde. “Quinientos rublos “Le daré mil rublos si trabaja  ara mí.”
Incapaz de negarse a la oferta, el campesino estuvo de acuerdo.
Debía presentarse en el palacio con su hoz a las diez de la mañana siguiente.
A las diez, el campesino vino al palacio y fue guido al cuarto donde el conde dibujaba y pintaba.
“Ahora, corta el trigo” dijo el conde. “Así podré mirar tus elegantes movimientos”
“Pero no hay ningún trigo para cortar” el campesino contestó.
“De todas maneras, balancea tu hoz como si hubiera. Te pagaré los mil rublos que te prometí. Ahora corta trigo, así me permitirás captar tus graciosos movimientos”

Al principio, al campesino le resultó divertido.
Era mucho más simple cortar el trigo imaginario en el palacio que sudar bajo el sol caliente y cortar el grano real.
Pero lentamente, empezó a cansarse. Después de una hora, dijo al conde que no proseguiría. “¿Por qué”? preguntó el noble.
El campesino le dio una respuesta simple: “Cuando uno no ve los frutos de su labor, no siente que está haciendo algo”
El sentimiento de esfuerzo sin valor es una de las cosas más duras de llevar, algo que ninguna cantidad de dinero puede recompensar.

Todos tenemos el potencial para el logro, y una misión para la que fuimos traídos aquí para cumplir.
No hay nada más satisfactorio que trabajar duramente y ver que la misión florece en el cumplimiento.
La Tora, en la Parshá de esta semana describe a Abraham como “anciano, avanzado en años”. El Midrash explica esta expresión repetitiva: a menudo las personas funcionan en un nivel de madurez muy por debajo de su edad cronológica.
Lo que dice en el certificado del nacimiento de la persona es una cosa, pero el grado intelectual y el desarrollo emocional que muestra, puede ser distinto Abraham, el Midrash atestigua, creció cuando envejeció.
Su desarrollo personal y espiritual fue de la mano con el paso del tiempo.
El Jasidut desarrolla este concepto más
allá. Abraham “avanzó” en “sus años”.
Él se puso en sus días; cada uno de sus días estaba lleno con un ahondar en su conexión a Di‐s.
En la vida, invertimos esfuerzo para lograr lo que nos proponemos.
Intentamos completar un curso entero en dos semanas. O en el negocio, sabemos que el fin del mes está viniendo e intentamos empujar más las ventas para mejorar la ganancia.
Esto aplica espiritualmente, también. Demasiado a menudo, nos esforzamos.
Lo que Abraham nos enseña es tomar cada día, y vivirlo a lo máximo. No solo tener elevaciones espirituales ocasionales, sino relacionarnos seriamente con Di‐s cada día, en serio y usarlo de la manera más completa posible.

LA PARSHÁ EN PROFUNDIDAD – LA VIDA DE SARA

De las Palabras del Rebe de Lubavitch

El nombre de la Parshá es Jaiei Sara, literalmente la “vida de Sara”. Como lo explicó Rabi Shneur Zalman, fundador de Jabad, el nombre hebreo de un objeto o creación en particular es lo que le da vitalidad y lo sostiene. Por lo tanto, toda la porción de la Torá está de alguna manera conectada con la “vida de Sara”.

Esto parece difícil de entender a primera vista. Solo el primer versículo de la porción de la Torá se relaciona con la vida de Sara, mientras que el resto habla de asuntos aparentemente no relacionados: el matrimonio de Itzjak y Rivka, y el fallecimiento de Abraham. ¿Por qué toda la porción se conoce como Jaiei Sara? 

La respuesta es que todos los eventos relacionados de la Parsha, el matrimonio de Itzjaj y Rivka, así como el fallecimiento de Abraham, expresan la suma y la sustancia de la vida de nuestra Matriarca Sara.


Con respecto al matrimonio de Itzjak y Rivka, la Torá nos dice:
“E Itzjak la llevó a la tienda de Sara, su madre, y tomó a Rivka, y ella se convirtió en su esposa”. ¿Cuándo Itzjak aceptó casarse con Rivka?
Después que la llevó a la tienda de su madre, y los milagros que solían ocurrir durante la vida de Sara se reanudaron.
Rashi explica que había tres milagros específicos: 1) las velas de Shabat que Sara encendía el viernes por la tarde duraban hasta el siguiente; 2) la masa que amasaba era bendecida especialmente, y; 3) una nube de santidad se cernía sobre su tienda. Después de la muerte de Sara, estos milagros cesaron; por mérito de Rivka, volvieron. 

Esto ocurrió tres años después de la muerte de Sara, pero vemos en estos milagros una continuación de su vida.
Existe una conexión similar con el fallecimiento de nuestro antepasado
Abraham. La Torá dice: “Sus hijos Itzjak e Ishmael lo enterraron”. Itzjak es mencionado antes de Ishmael, porque para cuando Abraham murió, Ishmael ya se había arrepentido. Al darle prioridad a su hermano menor, demostró que el derecho de nacimiento le pertenecía correctamente.
Este desarrollo fue en mérito exclusivo de Sara, quien cuando vio que Ishmael estaba “burlándose”, es decir, no se comportaba correctamente, exigió que Abraham “lo echara… porque no será el heredero”. La intención de Sara era que Ishmael regresara a Di‐s en arrepentimiento, lo que de hecho ocurrió. Muchos años después, después de que Sara ya no vivía, Ishmael permitió que su hermano menor liderara el camino, una vez más una expresión de la continuación de la vida de Sara.

Por lo tanto, toda la parte de la Torá se conoce como Jaiei Sara, ya que todos los eventos que relata están relacionados con su vida.

Adaptado de una alocución del Rebe sobre Shabat Jaiei Sara, 5736

UN MOMENTO

E Itzjak la trajo a la tienda de Sara su madre, y tomó a Rivka, y ella se convirtió en su esposa; y él la amó.

(Bereshit 24:67)


Rashi comenta: Al decirnos: “Él la trajo a la tienda y, ella era como Sara, su madre”.
Mientras Sara vivía, sus velas de Shabat ardían de un viernes al próximo milagrosamente…
Este mismo fenómeno pasó con las velas de Shabat de Rivka. Ella era una niña cuando se casó con Itzjak.


No estaba obligada a encender las velas, sobre todo cuando Abraham estaba haciéndolo desde la muerte de Sara.
Sin embargo, Rivka no estaba satisfecha participando del encendido de Abraham.
Ella encendió las velas.

Ésta es una indicación clara para nosotros que antes del matrimonio, e incluso antes del Bat Mitzvá‐ desde la edad de tres años ‐ las niñas judías deben encender su propia vela de Shabat.

JUDAÍSMO PRÁCTICO

“MASHIV HARUA J UMORID HAGUESHEM”

(Él hace que el viento sople y que Caiga la lluvia) Desde Shminí Atzeret en el rezo de Musaf comenzamos (de acuerdo a la costumbre
Ashkenazi y también algunas comunidades Sefaradim) a recitar Mashiv haRuaj Umorid haGueshem en la Amida, en la segunda bendición.
Estas menciones que efectuamos en la Amida responden a las necesidades de lluvias o rocío
según la estación del año en el que nos encontramos.
Dado que el Sidur fue compaginado en Israel y en algunas comunidades del exilio y en el hemisferio
norte las lluvias son necesarias en el invierno, los Sabios dictaminaron de mencionar para esta época “Mashiv haRuaj… y que caiga la lluvia”.

Siendo así, ¿por qué motivo nosotros
en el hemisferio Sur, mencionamos acorde al hemisferio Norte?
La respuesta es que mencionamos por las necesidades de Israel que necesita las lluvias ahora en invierno en conjunto con nuestra realidad
en la que necesitamos de lluvias en la primavera.
En caso de que hayamos mencionado Morid haTal en lugar de Morid haGueshem en el invierno boreal,
la ley establece que no se debe reiniciar la amida y aun así cumple aunque en segunda instancia.
Las comunidades Sefaraditas optaron por mencionar durante todo el año Morid haTal… que caiga el rocío para de este modo, según la Halajá en segunda instancia cumplir con ambas realidades

LO QUE SIEMPRE QUISE PREGUNTAR
¿PUEDE UNA PERSONA CONVERTIRSE AL JUDAÍSMO SIN PRACTICARLO?

Convertirse al Judaísmo y no practicarlo es como tirar de la alfombra que está debajo de sus propios pies. Estaríamos quitando el fundamento mismo en el que
estamos apoyado.
Hay judíos de nacimiento, y judíos por opción. El primero nació de una madre judía; el último se convirtió
según la ley judía.
Los dos tienen un alma judía, pero uno la recibió a través de los medios biológicos; el otro, por los medios legales.
Las leyes de conversión tienen requisitos claros. Uno es que, después de un periodo de estudio, el supuesto converso debe comprometerse sinceramente a observar la ley judía con la mejor de sus habilidades.
Si se niega a hacer esto, o queda en claro después que no era sincero en su compromiso, entonces un requisito esencial no se ha cumplido, y la conversión carece de sentido. La razón es simple. ¿Cómo alguien puede convertirse en judío a través de un proceso legal si no subscribe a esa ley?
Es como un oficial democráticamente elegido que usa su poder para declarar que esa democracia es redundante.
¡Si está en lo correcto, entonces él no tiene ninguna posición! Es la democracia la que le dio el poder; si quitamos la democracia, se le ha quitado su poder.
O como un juez que declara que la ley no es pertinente.
En ese caso, entonces él tampoco es pertinente, porque sólo tiene derecho para juzgar en virtud de la ley ‐
la misma ley que él está rechazando.

Si usted es judío de nacimiento, nada puede quitarle eso. Es un hecho biológico. Pero un converso sólo es
judío en virtud de la ley judía.
La conversión es una legislación espiritual que dota a una persona de un alma judía. ¿Si se ridiculiza ese
mismo sistema, entonces en base a qué son judíos? Por otro lado, un converso genuino no es menos
judío que un judío por nacimiento. De hecho, todos nosotros descendemos de conversos.
Nosotros somos judíos hoy, porque nuestros antepasados estuvieron de pie hace más de tres mil años en
el Monte Sinai e hicieron la misma aceptación de la Torá que hace un converso.
Nuestros antepasados pasaron por una forma de conversión, por lo que nosotros, sus descendientes,
somos irreversiblemente judíos.
Este evento se repite en cada conversión. El converso está de pie ante Di‐s‐ a su propio Sinai y se le
ofrece la Torá. Si la aceptan atentamente, y mantiene su compromiso, entonces él y sus futuros hijos serán por siempre judíos.
La devoción de verdaderos conversos puede inspirarnos a los judíos biológicos, que debemos ser más que sólo judíos de nacimiento: también podemos volvernos judíos por opción.

MENSAJE PARA LA VIDA

ARTE VS. FOTOGRAFÍA
Acerca de Ángeles y Hombres…

LOS LAMENTOS DE UN ADOLESCENTE
Permítanme compartir con ustedes una historia: Un adolescente visitó una vez al Lubavitcher Rebe,
Rabí Menajem M. Schneerson, y expresó su angustia pues su vida estaba llena de lucha y desilusión.
“¿Por qué no puede ser que sea simple y fácil?” preguntó el muchacho dolido.
“Porque los seres humanos no son ángeles,” contestó el Rebe. “Los ángeles son perfectos e íntegros, siempre en el objetivo.
Los seres humanos se quebrantan y son dualistas, siempre vacilando entre los extremos y agitados por los
conflictos.
Debido a la multi‐dimensional y desmembrada composición del hombre, él debe esforzarse a lo largo de
toda su vida para llegar a aceptar las condiciones junto con su alma.
El adolescente continuó buscando en el corazón del santo líder espiritual. “Pero ¿por qué Di‐s nos creó de semejante manera complicada?” preguntó. “¿Di‐s no nos disfrutaría mucho más si fuésemos como los ángeles?”

EL ALMA DEL ARTE El Rebe respondió con una pregunta: “¿Alguna vez consideraste la diferencia entre una fotografía y una pintura?” Y procedió a explicar. “Una fotografía captura cualquier escena con mucha más precisión que la que un pintor pueda soñar poseer en su vida.

Sin embargo, mientras que una fotografía costará sólo unos dólares, la pintura inexacta de una escena idéntica a veces puede valer millones de dólares. ¿Por qué?

“Porque la mayoría de las fotografías,” dijo el Rebe “son artículos inanimados, que carecen del aporte de un alma humana. Una pintura, por otro lado, contiene la riqueza de la imaginación humana, la profundidad de la emoción humana y la estética de la creatividad humana. Eso es lo que le otorga su tremendo valor a una pintura. “Los ángeles son fotografías,” el Rebe concluyó, “mientras que los seres humanos son piezas de arte.”

Los ángeles son criaturas completas y sin defectos, una foto perfecta de realidades espirituales.

Sin embargo, es precisamente el drama fluctuante de la existencia humana, el conflicto perpetuo entre nuestra luz interna y la oscuridad, y la búsqueda humana de significado y verdad‐ lo que convierte a nuestra vida en una pieza de arte.

Sólo en las atormentadas cámaras del corazón humano Di‐s puede descubrir una obra de arte genuina, impresionante.

Es la bondad y espiritualidad que emergen de la duda humana y la lucha, que le conceden a la humanidad una dignidad y esplendor que los más elevados de ángeles nunca pueden logra.

LA ENSEÑANZA SEMANAL
Director General: Rabino Tzví Grunblatt | Editora Responsable: Prof. Miriam Kapeluschnik

Para recibir la enseñanza por e-mail gratis:
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