Una historia: Rabí Hirsh Altein sufría de terribles dolores de espalda, y luego de intentar sin éxito varios medicamentos y tratamientos, todos los especialistas que lo visitaban le aconsejaron que la única manera de librarse de ese problema, era operándose. Cuando le pidieron consejo al Rebe, implicó que una operación sería innecesario; debía de haber cierta pomada a la venta que resolvería el problema. Pero los doctores continuaban insistiendo que ellos no conocían de otra alternativa sin ser una ope-ración. Como último recurso, Rabí Altein visitó al Dr. Avraham Seligson (el doctor personal del Rebe, y un devoto Jasíd). El Dr. Seligson, que no era traumatólogo, revisó a Rabí Altein y le recetó un ungüento para su espalda. Obvio que hasta su fallecimiento, veinte años más tarde, el Rabino Altein nunca más tuvo dolores de espalda.
Cuando le preguntaron al Dr. Seligson cómo supo recetar aquella crema, cuando todos los especialistas pensaban que la única opción era una operación, respondió: “Los resultados del pronóstico indicaban que precisaba una operación, pero el Rebe dijo que no era el caso. Me dí cuenta que el Rebe quería crear un “recipiente” para que se manifestara el milagro, así que le receté la crema más simple y barata de todo el mercado”. La reconocida misión de los espías a Canaán, tenía la intención de recopilar información inteligente sobre el enemigo. Les dijeron que explorasen la llanura de la tierra, así como también sus fortalezas construidas por los hombres y las naturales. Tenían que reportar las fuerzas de los enemigos y sus debilidades, y las fuentes naturales que podían contar en tiempos de guerra. Esta información sería utilizada por la base militar Israelita para formular una estrategia apropiada de combate para la inminente batalla para conquistar la Tierra Santa. ¿Es esto un ejemplo de tirar el mensaje porque no te importa el mensaje? Los espías, todos conocidos como gente piadosa con una integridad incuestionable, fueron fielmente a cumplir con su tarea, pero lo que vieron les hizo caer la moral: los Cananitas eran una nación poderosa, gente gigante con una fuerza increíble.
No menos de 31 reyes se encontraban en palacios reales defendiendo a los enemigos militares en la tierra de Canaán. No había forma, concluyeron los espías, para los Israelitas conseguir una victoria natural contra el formidable enemigo Cananita. “No podemos ir en contra de esta gente, ya que son mucho más fuertes que nosotros”, declararon. Y esta honesta conclusión, tuvo resultados desastrosos. Di-s estaba muy desconforme con su reporte y la reacción que generó, y causó la muerte prematura de toda la generación que había salido de Egipto.
¿En qué se equivocaron los espías? ¿Puedes pedirle a alguien que te mande un reporte y luego castigarlo porque no te gustó? ¿No es éste acaso un ejemplo de tirar el mensaje a la borda porque no te interesa el mensaje?
El Rebe explica que los espías se equivocaron en asumir que habían llegado a una conclusión. Les dijeron que vayan a Canaán y que trajeran hechos concretos: la naturaleza de su tierra y su población, etc. No les pidieron que tomaran una decisión con respecto a la facilidad de conquistar su tierra. Di-s había prometido a los judíos la victoria militar contra los Cananitas, y por lo tanto, no había una cuestión a debatir. La pregunta no era si se podía hacer, sino cómo debería hacerse. Lo mismo sucede con nuestras vidas personales. A todos nosotros se nos “encomendó una misión” en este mundo, de iluminar nuestros alrededores con la luz de la Torá y las mitzvot. Frecuentemente la oposición parece ser muy formidable; los obstáculos para implementarla aparentan ser insuperables. Cuando estos pensamientos entran en nuestras mentes debemos recordar que si Di-s nos encomendó una misión, seguro que la podemos llevar a cabo. Nuestra tarea es descubrir cómo lograrlo.
* Por Naftali Silberberg