Cinco hermanas: La historia de las hijas de Tzelafjad

Un grupo de cinco hermanas se acercaron a Moisés delante de toda la nación Judía. Eran las hijas de Tzelafjad, las mujeres que fueron privilegiadas en tener un capítulo agregado en la Torá por ellas: Majla, Noah, Joglah, Milka y Tirtza. Aquí la historia.

La división de la Tierra

Era el año número cuarenta desde el éxodo de Egipto, poco tiempo antes de que pueblo judío entrara a la Tierra Prometida. Di-s le había informado a Moisés que el territorio de cada tribu sería determinado por sorteo. Cada hombre en la tribu recibía una parte de tierra en el territorio de su tribu. Si un hombre fallecía, sus hijos heredaban su propiedad, asegurando de tal manera que esa porción permaneciera en la familia que originalmente le fue asignada.

Un hombre, Tzelafjad, de la tribu de Menashe, tenía sólo hijas mujeres. Él había fallecido en el desierto, y sus hijas estaban preocupadas de no recibir una parte en la Tierra de Israel. Por eso, le pidieron a Moisés que les diera la tierra que le hubieran dado a su padre.

La Torá describe la escena:

Se pararon delante de Moisés, Elazar, el Sumo Sacerdote, los líderes y la congregación, en la entrada de la Tienda de Encuentros, y dijeron: “Nuestro padre falleció en el desierto. Él no estuvo en el grupo de Koraj que estaban en contra de Di-s, de hecho, falleció por su propio pecado, y no tuvo hijos varones.

 

¿Por qué el nombre de nuestro padre debe ser eliminado de su familia por no haber tenido hijos varones? Dénos una parte de tierra entre los hermanos de nuestro padre”

Moisés llevó el caso delante de Di-s. Di-s le dijo a Moisés lo siguiente: “Las hijas de Tzelafjad hablaron correctamente. Seguro debes darles una porción de tierra entre los hermanos de su padre, y transferirles la herencia de su padre a ellas” (Números 27:2-7)

De hecho, en su mérito, las leyes de herencia siguen este precedente. Desde ese momento, uno que fallece sin hijos varones, las hijas heredan sus pertenencias.

El pecado de Tzelafjad

Las hijas describen que la muerte de su padre fue “por su propio pecado”. El Talmud trae dos opiniones sobre cuál fue ese pecado, igualmente los dos están de acuerdo en que fue hecho con buenas intenciones.

Una visión es de que Tzelafjad estaba entre los Maapilim, los Judíos que después de que Hashem haya decretado los cuarenta años en el desierto, volvieron a guerrear para entrar a la Tierra de Israel. Éstos fueron matados por los Amalekitas y Cnaanitas, pero sus intenciones fueron buenas.

La segunda opinión es que Tzelafjad fue el hombre ejecutado por violar el Shabat juntando madera. Aquí también, el Midrash atribuye intenciones positivas a su acto.

Según este Midrash, Tzelafjad había escuchado a algunos Israelitas decir que su sentencia de deambular significaba que tampoco tenían que cumplir con los mandamientos. Para mostrarles que estaban equivocados, violó el Shabat, dando una lección que le costaría su propia vida.

Cualquiera haya sido el pecado de Tzelafjad, no era tan severo como para que su nombre fuera eliminado de las páginas de la historia Judía. Al contrario, gracias a sus hijas, su nombre tiene connotaciones positivas.

Las hijas de Tzelafjad

A pesar de que no fueron dados muchos detalles sobre ellas, una lectura cuidadosa de las fuentes nos provee una imagen de inteligencia

La inteligencia de las hermanas era evidente de su clara presentación de su caso. De hecho, Di-s mismo aprobó sus argumentos diciendo: “Las hijas de Tzelafaj han hablado correctamente”

En varios lugares en donde aparecen escritos los nombres de las cinco hermanas, aparecen en diferentes orden. Esto es para demostrar que las cinco eran iguales en sabiduría y justicia.

También se nos ha dicho que a pesar de que se casaron tarde, todas fueron bendecidas con hijos.

Las hijas de Tzelafjad representan el amor de las mujeres judías por la Tierra de Israel. Nuestros Sabios notan el contraste entre los hombres, que tenían miedo de entrar y lloraron “déjanos poner un lider y volver a Egipto”, y las mujeres que estaban ansiosas en poseer la tierra y hasta demandaron una parte en ella.

Desarrollos posteriores

Poco tiempo después de los eventos descritos anteriormente, los parientes de Tzelafjad se acercaron a Moisés con otra preocupación: Si estas mujeres se casaban con alguien de otra tribu, sus tierras luego se transferirían a la posesión de sus hijos (que no pertenecían a esa tribu), y se perdería de la tribu de Menashe. Moisés transmitió de Di-s la respuesta: de hecho, las hijas de Tzelafajd sólo se podrían casar con hombres de su tribu. Las cinco se casaron con sus primos.

Por catorce años, cualquier mujer que heredara la propiedad de su padre podía casarse sólo con alguien de su misma tribu.

Luego que la tierra fue conquistada y dividida, ésta ley dejó de cumplirse, y podían casarse con quien quisiesen. Esto se declaró oficialmente como una ley el 15 de Av, y esa es una de las razones por la cual celebramos ese día.

Por: Mendy Kaminker

¿Por qué celebrar en una tumba?

Rabi Shimón Bar Iojai, fue uno de los más grandes sabios del pueblo judío. Alumno de Rabi Akiva, vivió en la época de las persecuciones romanas. Se decía de él que toda mujer debe orar para que su hijo pueda emularlo, y que por lo excepcional que era, su mérito fue suficiente para proteger a toda su generación.

Los romanos condenaron a Rabí Shimón a muerte por sus declaraciones contra el gobierno. Pasó a la clandestinidad junto con su hijo Elazar. Se escondieron en una cueva durante 12 años, pasando ese tiempo estudiando Torá.

Cuando salieron, se habían elevado a tales alturas de santidad y comprensión Divina que veían el mundo desde una perspectiva diferente de la persona promedio.

Compuso muchos volúmenes de comentarios de la Torá, pero es más conocido por el Zohar, la obra fundamental de la Cábala. Rabí Shimón pidió que el aniversario de su muerte, 33 del Omer, esté marcado por grandes celebraciones, especialmente en el lugar de su tumba en Merón.

Es inusual celebrar en un Iortzait así. Una fuente de esta antigua costumbre se basa en el hecho de que la sentencia de muerte contra Rabí Shimón fue anulada por un milagro. Ya que a los asesinados por los romanos se les negaba sepultura, la celebración es en su tumba, y Rabi Shimón murió de muerte natural.

La antigüedad y la continuidad de estas costumbres se evidencian por los registros en el diario de un viajero que data de 1522, “… El 15 de Iyar una gran caravana se formó en Meron, más de mil almas estaban allí, porque muchos vinieron de Damasco con sus esposas e hijos, y la mayoría de la comunidad de Safed, y toda la comunidad de Levukim, que es un pueblo cerca de la cueva donde Rashbi y su hijo estaban escondidos… y pasamos dos días y dos noches [coincidiendo con Lag Baomer] de celebración y regocijo”.

¿POR QUÉ CELEBRAR EN UNA TUMBA?

Rabí Akiva y su legado

Los 49 días entre la festividad de Pesaj y Shavuot, se distinguen por la costumbre de la sefirá, es decir la cuenta del Omer. Los días de Omer en general, y el día 33 –Lag Baomer- en particular, están relacionados con el Gran Rabí Akiba y sus discípulos.

Rabí Akiba tenía cuarenta años, era iletrado y extremadamente pobre cuando comenzó una vida de estudio de Torá. Se inspiró ante la visión de un pequeño chorro de agua que al golpear sobre la dura roca hizo un agujero. Se dijo entonces a sí mismo: “Si el agua al caer con constancia, puede hacer un agujero en la roca, igualmente si estudio con perseverancia, aún yo, puedo ser un Erudito”. Tanto logró Rabí Akiba con su esfuerzo que se convirtió en uno de los grandes sabios y maestros de nuestra nación. En su momento llegó a liderar una Academia de Estudios de Torá que contaba que contaba con más de 24.000 alumnos a lo largo y ancho de la Tierra de Israel.

Por no haber sido respetuosos entre ellos, una plaga los atacó durante los días de Omer y muchos fallecieron. Por esa razón, los días de Omer son considerados días de duelo. No se celebran casamientos y también hay otras limitaciones en lo que se refiere al regocijo durante este período. El día 33 del Omer –Lag Baomer- la plaga terminó. A partir de ese momento, Lag Baomer se convirtió en un día festivo y auspicioso.

Su significado

La Guemará (el Talmud), testimonia que los estudiantes que fallecieron eran “alumnos de Rabí Akiba”. Se entiende que debían ser merecedores de ese título. Eso significa que estaban dedicados al estudio de la Torá y al cumplimiento de las Mitzvot con devoción, diligencia y Mesirut Nefesh (autosacrificio), tal como su maestro, el grande y exaltado sabio Rabí Akiba les había enseñado. Se deduce de ello, que la falta de respeto que hubo entre ellos, no pudo ser a causa de algo trivial, sino que estuvo motivado por el alto nivel espiritual en que se encontraban como alumnos de Rabí Akiba.

La explicación de esta conducta se encuentra en el dicho de nuestros sabios de santa memoria: “las personas en general, tienen distintas mentes y personalidades”. Cada individuo tiene su propia forma de servir a Di-s, estudiar la Torá y cumplir las Mitzvot. Por ejemplo, una persona puede hacerlo por amor a Di-s, otro puede hacerlo por temor a Di-s, y un tercero puede hacerlo por un sentimiento de total obediencia y sumisión a la Voluntad de Di-s, y así sucesivamente, aunque en la práctica, todos ellos observan con meticulosidad la Torá en su vida diaria.

Por ser discípulos de Rabí Akiba, eran hombres de nobleza, que servían a Di-s con la mayor sinceridad y devoción y con todo su ser. Por eso le parecía a cada uno que el suyo era el enfoque correcto, y el que no hubiera llegado a su nivel estaba lejos de la perfección. Más aún, siendo ellos discípulos de Rabí Akiba que enseñaba: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo, este es un gran principio de la Torá”, no estaban conformes con avanzar en forma individual en su propia forma de servir a Di-s, sino que deseaban lo mismo de sus compañeros, tratando de inducirlos a seguir su camino. Cuando veían que éstos no aceptaban su influencia, no podían respetarlos en el nivel que se esperaba de los discípulos de Rabí Akiba.

Su enseñanza

A la luz de lo antes mencionado, podemos ver que la historia de Lag Baomer en la Guemará, nos enseña cuál debe ser nuestra conducta.

La instrucción consta de tres partes:

1) El servicio a Di-s debe ser hecho con verdadera inspiración y vitalidad, al punto que se refleje en la totalidad de la personalidad del individuo.

2) Lo recién mencionado incluye –por supuesto- la gran Mitzvá de “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”.

3) Además, el individuo debe mirar en forma respetuosa y benevolente a cada judío, que está absolutamente comprometido con la Torá y el cumplimiento de las Mitzvot, aunque difiera en su forma de servicio, sea por amor o por reverencia, etc.

Otra instrucción es que, si uno se encuentra con un judío que todavía no adquirió el nivel adecuado en el servicio Divino, su relación deberá ser también con el debido respeto y afecto, de acuerdo con la enseñanza de nuestros Sabios: “Juzgarás a cada persona en forma favorable”. Es necesario tener en cuenta que la persona que aún no está comprometida con el Judaísmo, puede no ser responsable, sino que simplemente no tuvo la oportunidad de recibir una educación judía tal como corresponde.

En un caso así, debemos compadecernos de esa persona, y hay que hacer el mayor esfuerzo para acercarlo al judaísmo en forma cordial, con todo amor y respeto.

Gedalia

Nabudonosor, rey de Babilonia, mal logró su objetivo. Había logrado someter por completo al Reino de Judá, destruido su capital Jerusalén, y su altar más sagrado, el Beit Hamikdásh

Mató o capturó a la mayor parte de la familia real y la nobleza de la tierra. Las clases más altas del pueblo judío, incluyendo los líderes del sacerdocio y los principales oficiales civiles y militares, fueron conducidos cautivos y en masa a Babilonia. Muchos de ellos fueron asesinados sin piedad en Ribla. Judá fue triturada y despojada de sus mejores hijos.

Sin embargo, Nabucodonosor no deseaba que la tierra de Judá se convirtiese en un completo desierto. Permitió que las clases más pobres permaneciesen en Judá a trabajar el suelo y atender los viñedos. Sobre ellos, Nabucodonosor había nombrado a Gedalia, hijo de Ajicam, como gobernador.

Al profeta Jeremías se le había permitido escoger entre permanecer en Judá o ir a Babilonia como invitado de honor de la casa real de Babilonia. Escogió permanecer con sus hermanos en tierra santa. Jeremías fue a Mizpah, ubicada cerca del norte de Jerusalén, donde Gedalia había establecido la sede de su gobernación, y le ofreció todo su apoyo. Gedalia aceptó con gratitud, y Mizpah se convirtió también en el centro espiritual del pueblo.

Gedalia era un hombre sabio, gentil y modesto. Celosamente empezó a animar a la gente a cultivar los campos y los viñedos, y establecer así las bases dela seguridad. Bajo la sabia administración de Gedalia, la comunidad judía empezó a prosperar. Su fama empezó a difundirse en el extranjero. Muchos judíos que habían huido a lugares seguros en tierras vecinas durante la guerra de destrucción, fueron atraídos por las noticias de que la comunidad judía había revivido en Judá. Vinieron a Gedalia en Mizpah y fueron cálidamente recibidos por éste.

El Gobernador judío exhortó a sus hermanos a seguir siendo leales al rey de Babilonia y les prometió paz y seguridad. Su consejo fue aceptado. La guarnición de Babilonia ubicada en la tierra no los molestó. Por el contrario, les ofreció protección contra vecinos hostiles. La joven comunidad judía iba camino a la recuperación cuando fue golpeada repentinamente por una cobarde acción de traición y derramamiento de sangre.

Entre los refugiados que se habían unido a Gedalia en Mizpah se encontraba Ismael, el hijo de Nathanías, descendiente de la casa real de Sedecías, el último rey de Judá. Ismael era un hombre ambicioso que no se detenía ante nada para lograr su meta. El honor y el éxito que Gedalia se había ganado le llenaron de celos crueles. Ismael empezó a tramar un complot contra Gedalia. Encontró un aliado en el rey de Amón, quien había estado siguiendo con aprensión el crecimiento de la nueva colonia judía.

Su historia se cuenta dos veces en las Escrituras
La breve historia de Gedalia se cuenta dos veces en los Profetas: una en 2 Reyes 25, donde ocupa un total de seis versículos, y otra con más detalle en Jeremías 40 y 41.

En Reyes, solo se hace referencia a él como Gedalia. En Jeremías, hay algunos casos en los que su nombre se registra como Gedalías, 2 la forma que desde entonces se ha popularizado.

El asesinato de judíos y babilonios inocentes por parte de Ismael puso fin a cualquier esperanza de vida judía en Tierra Santa, hasta el regreso de los exiliados babilonios varias generaciones después.

Los que quedaron huyeron a Egipto a pesar de la advertencia de Jeremías, quien les advirtió que Di-s no los salvaría allí.

El hombre y el templo

El Templo Sagrado simbolizaba a la pena, correspondiente a la mente humana. (En las sinagogas de todo el mundo de hoy, el arca – símbolo del arca del Templo Sagrado – contiene los rollos de la Torá.) La habitación exterior representaba la cara de una persona. En la parte superior izquierda de la habitación exterior estaba la Menorá, y en la parte superior derecha estaba la mesa de oro con doce jalot.

La Menorá y la mesa en la que se colocaban las jalot corresponden a los dos ojos supervivencia: ver y evitar trampas, buscar comida para vivir – simbolizada por las jalot. Las jalot no se preparaban todos los días, sino que se horneaban en la víspera del Shabat. En el centro de la sala estaba el altar de oro sobre el que se ofrecía el incienso.

Esto se corresponde con la nariz en el centro de la cara. El incienso estaba compuesto de hierbas y especias que tenían un significado místico. Representaba la difusión de la paz y el agrado entre las personas. La ofrenda del incienso era una expiación por los chismes y calumnias. Aprendemos de esto que uno debe esforzarse por hacer del mundo una morada mejor y más agradable para la Presencia de Di-s y Sus creaciones.

La abertura del santuario, que representaba la boca, estaba situada en el fondo de la habitación exterior. Aquí los sacerdotes estaban de pie cuando pronunciaban la bendición sacerdotal todas las mañanas: “Que el Señor os bendiga y os guarde, que el Señor haga resplandecer su rostro sobre vosotros y tenga misericordia de vosotros…” La persona tiene el poder de crear con sus palabras. Puede negociar la paz o declarar la guerra. La lección de la puerta del Santuario es usar nuestras palabras para crear y otorgar bendiciones a nuestros semejantes.

Fuera del Santuario, en el centro del patio, estaba el altar sobre el cual los sacrificios eran ofrendados y consumidos. Esto representa el estómago y los órganos internos del hombre.

Algunos sacrificios eran ofrecidos como una expiación por un pecado cometido. Otros como una feliz ofrenda de acción de gracias. Como regla general, cuanto más grave es el pecado, menos se come. Cuanto más feliz era la ocasión, más se comía y compartía. La lección para el hombre es que cuanto más dedique a la realización de las mitzvot, más tendrá que disfrutar y compartir.

¿Cómo se descubrió el Kotel?

“El Sagrado Templo será destruido, pero el Muro Occidental nunca será destruido” dijo una Voz Celestial. “Será la señal de que la Presencia Divina reside allí”
Los romanos no toleraban ver cómo los hebreos se aferraban al Muro e instigaron a todos los gentiles de Jerusalém a arrojar la basura diariamente en el Muro. Lentamente el Kotel quedó cubierto por los desperdicios.
Pasaron muchos años. Un judío rico visitó Jerusalém. Caminó por las calles, buscando el Kotel, sin poder hallarlo. Preguntó a los transeúntes y todos se encogían de hombros; nunca habían visto el Muro.

El hombre no se dio por vencido. Continuó con su búsqueda. Cierta vez notó la presencia de una mujer muy anciana que acarreaba un pesado paquete de basura.
Le preguntó: “¿Qué es lo que traes?”.
La mujer respondió: “Traigo mi basura para arrojarla sobre la colina”
El hombre volvió a insistir: “¿No tienes un lugar más cercano a tu hogar para llevarla?”
“Es una antigua costumbre la de arrojar la basura aquí. En otra época aquí se erigía un magnífico muro de piedra. Los judíos lo consideraban santo. Los romanos ordenaron cubrirlo con desperdicios”. Arrojó su bolsa y se retiró.

El iehudí dijo: “No me moveré de aquí hasta dejar a la vista el Kotel Hammaraví”
Salió a las calles de Jerusalém y susurró entre los que pasaban: “Dicen que hay un tesoro escondido debajo de la colina de basura” Él mismo tomó una pala y comenzó a cavar. A los pocos minutos una multitud lo rodeaba, imitándolo. La ciudad entera hablaba del tesoro enterrado. Todos llegaban con palas. Ya se veían las piedras del Muro. Cuando cayó el sol la gente se retiró. El judío escondió algunas monedas de oro en la colina. A la mañana temprano uno de los excavadores halló una moneda y luego otro. Estaban seguros de que el tesoro estaba bien abajo. Cada día agregaba más monedas hasta gastar toda su fortuna en su misión. Luego de 40 días de trabajo, todo el Muro quedó a la vista.

En el mismo lugar de donde Di‐s tomó la tierra para crear a Adam con Sus manos, donde Abraham trajo a Itzjak para sacrificarlo, donde estuvieron el Primer y Segundo Templo, allí mismo será reconstruido el Tercer Beit Hamikdash, con la pronta llegada del Mashiaj.

¿Por qué las mujeres no son consideradas herederas de acuerdo con la ley de la Torá?

HISTORIA JUDÍA- LAS HIJAS DE TZELOFJAD Y SU AMOR POR LA TIERRA DE ISRAEL

Un hombre llamado Tzelofjad falleció en el desierto, dejando cinco hijas – Majlá, Joglá, Noáh, Milká, y Tirtzá. Las cinco eran rectas, inteligentes, y cultas. En el tiempo de la muerte de Aharón, después de la cual sucedieron los eventos relatados aquí, ellas no estaban casadas, dado que no pudieron encontrar esposos dignos.

Cuando oyeron a Moshé explicar que Eretz Israel sería distribuida de acuerdo con el número de varones, discutieron la materia entre sí.

“El nombre de nuestro padre será olvidado,” se dijeron una a la otra, “porque ningún heredero varón recibirá una porción en Eretz Israel asociada con su nombre. Dado que nosotras no tenemos hermanos, reclamemos la porción de nuestro padre en la Tierra, de tal modo su nombre será perpetuado.”

Las hijas de Tzelofjad eran descendientes de Majir, una familia de la Tribu de Menashé que había pedido permiso a Moshé para asentarse en el lado oriental del Jordán. Así ellas sabían que podrían obtener territorio fácilmente en aquel lado, dado que la tierra allí no era distribuida por la suerte Divina sino por Moshé personalmente. No obstante, amaban Eretz Israel, no estaban satisfechos con una porción en el lado oriental del Jordán, sino que decidieron pedir una parte apropiada en Eretz Israel.

Ellas se aproximaron a los jueces designados por cada diez personas y presentaron su petición. Dado que ésta era una cuestión legal sin precedentes, los jueces no pudieron decidirse. Ellos remitieron a las hijas de Tzelofjad a los jueces designados sobre cincuenta.

“Nosotros dejamos la decisión a más grandes,” dijeron también estas autoridades. Las hijas de Tzelofjad entonces abordaron a los jueces designados sobre cien, pero de allí fueron enviadas a los jueces de mil. Ningún juez se sintió competente para decidir la materia, hasta que finalmente las hijas de Tzelofjad fueron referidas a Moshé mismo.

Las hijas de Tzelofjad esperaron en presentar su caso hasta que Moshé comenzó a explicar las leyes de ibúm (matrimonio de levirato) en el Beit Hamidrash. En aquel punto ellas entraron y dirigieron la palabra a Moshé, Elazar (quien oficiaba después de la muerte de su padre Aharón), y los Ancianos.

A pesar de ser renuentes a presentarse en público, las hijas de Tzelofjad vencieron su natural modestia porque su cuestión era fundamental. Ellas la presentaron en un estilo culto.

La hija mayor comenzó, “Nuestro padre falleció en el desierto (y no en Egipto. Dado que él pertenece a la generación que abandonó Egipto, él tiene derecho a una porción en Eretz Israel)”.

La segunda hija continuó, “El no estuvo entre los querelladores o la malvada congregación de Koraj (quienes perdieron el derecho a sus partes en la Tierra)”.

La tercera resumió, “El no indujo a otros a pecar, (lo cual le causaría perder su porción), sino murió a causa de su propio pecado”.

La cuarta hija concluyó, “¿Por qué debería el nombre de nuestro padre ser olvidado de la familia porque él no dejó ningún hijo? ¡Permitídnos a nosotras, sus hijas, heredar todas las porciones que le eran debidas a él!”

Replicó Moshé, “Vosotras no tenéis derecho a la herencia de vuestro padre.”

¿Por qué?” ellas inquirieron.

“Porque las mujeres no son consideradas herederos de acuerdo con la ley de la Torá,” declaró Moshé.

Las hijas de Tzelofjad entonces argumentaron, “Si muchachas no son consideradas herederos, nuestra madre debe volver a casarse con uno de los hermanos de nuestro padre, de acuerdo con las leyes de ibum. Quizá ella tendrá entonces un hijo quien heredará la porción de nuestro padre.”

“Una vez que hay hijas,” replicó Moshé, “ibum no se aplica. Ella no puede casarse con uno de los hermanos de vuestro padre.”

“¿Qué razonamiento es éste, Moshé Rabeinu?” preguntaron estas cultas mujeres. “Si nuestro estatus es igual a hijos en cuanto concierne a ibum, ¿no debería la misma regla aplicarse en relación a la herencia de la Tierra?”.

De acuerdo con un parecer (Shabat 96), Tzelofjad era el mekoshesh, el hombre que recolectó leña en Shabat (15:32); de acuerdo con otra opinión él estaba entre los maapilim (quienes intentaron entrar a Eretz Israel sin permiso (14:44)).

Inmediatamente, Moshé se volvió para preguntar a Hashem para confirmar el reclamo de las hijas de Tzelofjad.

¿Por qué no reconoció Moshé la verdad de su argumento, prefiriendo esperar la decisión de Hashem?

Hay varias opiniones:

1.La ley de la Torá en esta materia fue ocultada de Moshé.

Dos tzadikim se alabaron a sí mismos de que ellos eran bien versados en Torá y Di-s les causó olvidar una ley.

El Rey David proclamó, “Tus leyes eran mis cantos en la casa donde yo era un extraño” (Tehilim 119:54). David implicaba que aún mientras él estaba en huida y en exilio, la Torá estaba constantemente sobre sus labios. A pesar de que en aquellos penosos tiempos él no podía concentrarse tan profundamente como cuando estaba en paz, incesantemente repetía las palabras de la Torá como quien lleva un canto sobre sus labios. Dijo Hashem, “David, no compares la Torá a un canto, alabándote tú mismo de que sus palabras son tan familiares para ti como un canto! Tú errarás todavía concerniente a una ley conocida incluso por niños pequeños.”

Cuando David trajo el Arón (arca) a Ierushalaim, no se lo cargó sobre los hombros de sus portadores, sino él ordenó que fuera colocado sobre una carreta. Hashem se enojó y causó a los bueyes que empujaban la carreta temblar. Un hombre llamado Uzá, quien estaba parado muy cerca, pensó que el Arón estaba a punto de caer y lo tomó. Di-s mató a Uzá por este acto (porque él debía haber entendido que el Arón que transporta a sus portadores, ciertamente se transporta a sí mismo). David se dio cuenta tristemente que esta tragedia había sido causada por su error, porque él había errado en colocar el Arón sobre una carreta. El Arón sólo podía ser cargado sobre los hombros de los portadores.

Cuando Moshé designó jueces sobre el pueblo, él anunció, “Cualquier materia que es demasiado difícil para vosotros, traedla ante mí” (Devarim 1:17). Él debería haber dicho, “En cualquier materia difícil, yo inquiriré sobre la ley a la Shejiná.”

Consecuentemente, Hashem ocultó de él una halajá la cual aún las mujeres sabían.

2. De acuerdo con un parecer diferente, Moshé sabía la correcta decisión halájica. No obstante, cuando él escuchó que los jueces sobre diez habían diferido el caso a una autoridad más alta, y todo Beit Din de turno se había abstenido de pronunciar una decisión, Moshé pensó, “Permitídme actuar de la misma manera. Hay Uno más grande que yo. Permitídme preguntarle a Él.”

Moshé con eso enseñó a los jueces de todas las generaciones venideras a no vacilar para consultar a una más grande autoridad si es necesario.

De acuerdo con este parecer, Moshé conscientemente corrigió su previa declaración presuntuosa de que él decidiría materias difíciles por sí mismo. Su teshuvá (arrepentimiento) consistió en presentar públicamente su pregunta a Hashem.

3.Moshé sabía que las hijas heredan las posesiones de su padre si no hay descendencia masculina. No obstante, él estaba inseguro acerca de si Tzelofjad, quien era un primogénito, tenía derecho a una doble porción en este caso. La ley de la porción doble podría no aplicarse aquí, dado que Eretz Israel no estaba todavía en la posesión de Benei Israel.

4.De acuerdo con el Zohar, Moshé no estaba seguro acerca de si el pecado de Tzelofjad, (el mekoshesh) había sido completamente perdonado en el Cielo. Él pensó que Hashem podría no querer conceder a las hijas de este hombre una porción en la Tierra. La réplica positiva del Todopoderoso indicó que el pecado de Tzelofjad había sido expiado. Hashem replicó a la pregunta de Moshé, “Las hijas de Tzelofjad argumentaron correctamente. Esta fue la ley apuntada ante Mí en lo Alto.

El denominador común

La historia judía resume entre otras cosas, las diferentes corrientes que existieron dentro del pueblo. Desde que salimos de Egipto hasta nuestros días somos testigos de discusiones y debates entre diferentes franjas de la comunidad. Sólo una vez fuimos meritorios de una unión verdadera y completa: al prepararnos para recibir la Torá en Shavuot. Cuando el pueblo judío estaba parado frente al Monte Sinaí “como un solo hombre con un solo corazón”.

Esto no es solamente una realidad histórica, sino un mensaje profundo. La unión del pueblo judío puede lograrse sólo a través de la base sólida de la Torá. Sin ella, quizás podemos pensar que somos un grupo de personas, o comunidades que no tienen nada en común.

Es imposible catalogar al pueblo judío de acuerdo a los parámetros comunes a las naciones. Por ejemplo, el pueblo francés está compuesto por personas que viven en Francia, hablan francés, se identifican con la cultura francesa, etc. Aquel cuyo abuelo emigró a los Estados Unidos de Norteamérica y nunca visitó Francia, no habla su idioma y no conoce su cultura- no puede considerarse francés. Sólo el pueblo judío puede mantenerse en una situación anormal. Sus integrantes viven en diferentes países, hablan idiomas distintos, y viven de acuerdo a culturas disímiles – y sin embargo todos son considerados parte de un solo pueblo. ¿Quizás se trate de una raza? No es correcto, ya que a lo largo de las generaciones se unieron a nuestro pueblo (a través de la conversión de acuerdo a la Halajá-Ley Judía-) miembros de todas las razas, y son considerados judíos completos. Entonces ¿podemos alinearlos como miembros de una misma religión (en los términos del mundo)? Tampoco, pues también aquel que no es religioso, y no lleva a cabo ninguno de los preceptos de la Torá- es judío. Incluso quien se haya convertido en ‘apóstata’ no requiere de ningún acto especial para retornar a sus raíces.

¿Cuál es entonces el punto que une a todos los judíos?

Nuestra identidad no está delimitada por parámetros terrenales. La identidad judía se desprende del alma que nos heredaron nuestros antepasados Abraham, Itzjak y Iaakov, y del pacto que sellaron con Di-s. Somos judíos pues nuestro fuero íntimo lo es. Nuestra condición no depende de otros factores. Si naciste judío, llevas dentro de ti ‘el puntito judío’, el alma judía, y eres parte inseparable del pueblo de Israel (al igual que lo son quienes se convierten de acuerdo a la Halajá)

Esta es nuestra fuente de unión. Para que nuestro judaísmo sea notorio y reconocido, se necesita de vida judía: Torá, Mitzvot, cultura judía, Eretz Israel, etc. De esta forma llenamos nuestro mundo de contenidos judaicos, creando una armonía entre nuestra esencia interior y nuestra forma de vida y sentimientos. Y aunque existen grandes abismos entre algunas partes de nuestro pueblo, esto no cambia en absoluto la unión esencial que nos ata. El mejor momento para expresarla y reforzarla es Shavuot.

Adaptado del Sijat Hashavua

¿Por qué Peyena?

La ciudad de Kursk, en el suroeste de Rusia, es la más conocida por la gran batalla de tanques que se libró allí en 1943.

Sesenta y cinco kilómetros al sur de Kursk, y un poco más al oeste de la carretera principal, se encuentra una pequeña aldea llamada Peyena. Hoy en día casi no aparece en el mapa, y sólo no judíos viven allí. Hace doscientos años, tampoco vivían allí iehudim. Pero fue allí donde Rabi Shneur Zalman de Liadi, fundador del movimiento Jabad, falleció en la víspera de Shabat del 27 de diciembre de 1812. En nuestro calendario el 24 de Tevet de 5573.

En noviembre de 2011, el Instituto Zalman Shazar publicó una biografía realizada por el profesor Immanuel Etkes de la Universidad Hebrea de Jerusalén, donde demuestra que Rabi Shneur Zalman fue único como líder jasídico que actuaba principalmente como un educador.

Según Etkes, este enfoque pedagógico, habilitó a Rabi Shneur Zalman para llegar con éxito a un amplio sector de la sociedad judía, tanto a la académica como a los menos educados, mientras preservaba los elementos centrales de las enseñanzas místicas del Baal Shem Tov.

Si bien esta biografía se apoya fuertemente en el magnum opus de Rabi Shneur Zalman – el Tania – y en su correspondencia existente, sigue siendo limitada en su alcance, ya que no refiere a los esfuerzos comunitarios del Alter Rebe o a los elementos más esotéricos de su pensamiento. Existe mucha información sobre las interacciones del Alter Rebe con la comunidad judía en general, así como con sus propios seguidores, y una amplia variedad de proyectos comunales que él lideraba.

Pero volvamos al pueblo al sur de Kursk. ¿Cómo llegó Rabi Shneur Zalman a Peyena? ¿Por qué falleció en la casa de un campesino anónimo a unos quinientos kilómetros de su casa de Liadi?

Cinco meses antes, la Gran Armée de Napoleón Bonaparte había cruzado el río Niemen e invadió Rusia. A medida que la tensión entre la Alianza Francesa y el Imperio de Rusia llegó a un punto, la comunidad judía se dividió entre los partidarios de los franceses – heraldos del liberalismo y la emancipación – y los partidarios patriotas del zar. El Alter Rebe reconoció que los rusos no amaban a los judíos, y sin embargo, se comprometió totalmente a la causa del zar. El zar, insistió, era un hombre de fe, y esa fe le dotó de humildad y bondad, lo que le hace merecedor de que Di-s le otorgue la victoria. Consideraba a Napoleón, por el contrario, como la antítesis completa de todo lo Divino; un hombre cuyo egoísmo extremo lo llevaría primero a las profundidades de la depravación – tirar decenas de miles de vidas por nada más que su propia gloria y en última instancia a la derrota ignominiosa. Liadi se encuentra cerca de la carretera principal entre Minsk al oeste y al este de Smolensk, y Rabi Shneur Zalman utilizó una red de discípulos para seguir los movimientos hacia el este del ejército francés y reportarlos a las autoridades rusas. A medida que las fuerzas del mariscal Davout se acercaron, el Alter Rebe decidió dejar Liadi y unirse al ejército ruso bajo el mando del general Neverovsky. Ese día, las tropas de Neverovsky fueron atacadas por una fuerza francesa, y el grupo del Alter Rebe huyó en dirección a Smolensk.

Rabi Shneur Zalman y su séquito fueron perseguidos en los próximos meses por las tropas francesas.

Rabi Shneur Zalman se acercaba a los setenta años, y su escape se extendió en el invierno ruso. El 19 de Tevet, se enfermó. En el momento en que se dirigían hacia Kremenchug, se vieron obligados a buscar refugio en Peyena, unos cuatrocientos kilómetros antes de llegar a su destino. Allí falleció el 24 de Tevet.

Abstracto, pero muy cierto

Nuestra Parashá comienza diciendo: “cuando salgas a la guerra contra tu enemigo…“.

 

En aquella comunidad de la Europa de antaño, vivían dos líderes que impartían de su espíritu y Torá a toda la comunidad. Convivían en amistad y armonía. El respeto mutuo que cada uno demostraba por el otro, era celebrado por toda la comunidad, extendiendo sobre ella un espíritu de unión.

 

¿Qué pasaba? A los judíos les gustaba discutir. Y cuando el tema del valor de ambos líderes se puso en discusión, la comunidad se dividió. Algunos decían que uno de ellos era el más grande, en tanto que los otros sostenían que el segundo era más grande. Así se entabló la polémica, cada vez más ardiente.

 

Como es usual en las comunidades judías, también ésta fue bendecida con un buen número de chiquilines juguetones. Estos vieron que sus mayores estaban discutiendo y se pararon a un costado prestando atención a sus “sabias” palabras. Grande fue su asombro cuando vieron que los ancianos se hallaban abocados a una tonta discusión; unos decían que éste era el más grande y otros dicen que el otro lo superaba.

 

Cuchichearon entre ellos y llegaron a una conclusión. El más bravo del grupo de niños asumió una postura digna, irguió la espalda y pidió, con el merecido respeto, permiso para hablar. Los ancianos se volvieron dispuestos a escuchar sus palabras.

 

El niño dijo: ¿Cuál es el punto de discusión? Acaso no ven ustedes que éste es mucho más grande que aquél? ¡Este tiene la espalda encorvada, mientras que el otro la tiene derecha!.

Los ancianos comprendieron el error conceptual de los niños y sintieron la obligación de brindarles una explicación. Comprendan, niños. No estamos hablando acá de grandeza física. Estamos tratando una cosa muy diferente. No había terminado sus palabras, cuando su voz fue cortada por un coro de risas por parte de los niños: Ya vuelven a sus extrañas explicaciones dijeron y salieron presurosos al patio mientras su risa seguía retumbando en el recinto de la sinagoga.

No es tan terrible. Los niños crecerán y entenderán. Su inteligencia captará con el correr de los años que el término “grandeza”, como cualquier otro, tiene más de un sentido. Entretanto, con su inteligencia infantil, les resulta difícil concebir cosas que no se ven con el ojo físico, cosas que no son palpables. Pero el tiempo hará lo suyo.

 

Pero ¿qué pasa con nosotros? ¿Hemos sido bendecidos con el suficiente desarrollo como para poder comprender cosas espirituales, temas “abstractos”?

Hoy elevamos esta pregunta, después de haber tratado durante semanas temas que no siempre son palpables. Nos hemos referido al alma y a la esencia judía, a la santidad con que hay que impregnar la materialidad del mundo, y, salvando las distancias, también se habló de la astuta inclinación al mal del que nos debemos apartar: el Ietzer Hará.

Poder entender cosas de este estilo es una prueba de crecimiento intelectual. No se trata de aceptar las cosas sin suficiente clarificación. Se puede, y hay que entenderla bien, formular preguntas y hasta polemizar. Pero el rechazo de las cosas con el pretexto de que ellas pertenecen al área de la “ciencia teórica”, muestra una inteligencia estrecha y pobre.

También esta semana trataremos un tema muy difícil de captar, pero cuya verdad es indiscutida. Explicaremos, al estilo de las enseñanzas del jasidismo, el primer versículo de la Parashá Ki Tetzé.

 

En nuestro interior se desarrollan, en forma permanente, duros conflictos. Conflictos sobre cuestiones de conciencia, en diferentes dimensiones, son frecuentes.

Las fuerzas enfrentadas son el “Alma Divina” por un lado y el “Alma animal” por el otro. La primera, no siente deseos por los placeres materiales y pasajeros, y anhela elevar a la persona a un nivel espiritual y superior. Frente a ella, el alma animal tiende hacia lo material tratando de arrastrar en su objetivo a toda la persona.

El sentido espiritual y eterno de las palabras expresadas al comienzo de la Parashá alude a esta dura contienda.

Nuestra Parashá comienza diciendo: “cuando salgas a la guerra contra tu enemigo…“. Estas palabras no escapan a su sentido literal, enseñando las leyes que la Torá impone en relación a la guerra con los enemigos.

 

Sin embargo, esta interpretación, no excluye la interpretación espiritual.

La Torá enseña que debemos salir a la guerra “contra tu enemigo“ es decir, contra el “alma animal” que anhela desperdiciar los años de la persona en vanidades mundanas. La persona debe concentrar todas sus fuerzas y luchar contra ella. El propósito es tomarla prisionera y aprovechar sus fuerzas para fines positivos y no necesariamente quebrarla y destruirla.

 

No cabe duda de que la fuerza del “Alma animal” es poderosa. Cuando anhelamos placeres espirituales, como efecto del fortalecimiento del “Alma Divina“, su intensidad no tiene comparación con el deseo del placer material, cuya raíz está en el “Alma animal“. Hay que dedicarse a ella de modo apropiado, y llevarla a un estado en el que por sí misma se aboque a la tarea espiritual. Cuando se convenza de que la vida espiritual es mejor, lo hará.

Es cierto que la lucha no es fácil. La fuerza del “alma animal” es inmensa. Pero no salimos solos a la guerra. Antes transcribimos sólo la parte inicial del versículo. Pero cuando lo leamos por entero, tendremos una imagen muy diferente. Dice así: “Cuando salgas a la guerra contra tu enemigo, Di-s tu Di-s lo entregará en tus manos y tomarás prisionero…”. Vemos que lo único que se has exige es salir a la “guerra”, mostrar disposición y buena voluntad. Sobre el resto… hay en quién apoyarse!

Las palabras “y tomarás prisionero” enseñan lo que dijimos antes. No hay necesidad de quebrar y destruir al “alma animal”, sino tan sólo tomarla “prisionera” y hacerla pasar a nuestro bando.