Un fuego de júbilo

“Un fuego de júbilo se enciende dentro de mí, mientras pienso en el tiempo que partí de Egipto. Pero elevo mi voz en lamentaciones mientras rememoro cuando partí de Jerusalén” (Lamentaciones de Tishá BeAv).

En la vida de todos hay lluvia y brillo. ¿Por qué es que generalmente recordamos nuestros sufrimientos, y no preservamos igualmente memoria de experiencias gozosas?.
Por supuesto, como psiquiatra, raramente puedo esperar que los pacientes relaten sus experiencias placenteras. Ellos vienen por ayuda con sus problemas emocionales, los cuales creen ser el resultado de experiencias dolorosas. Esta selectividad está determinada por el juicio del paciente de lo que el psiquiatra necesita escuchar.
Pero, ¿por qué nosotros hacemos esto cuando hablamos a nuestros amigos? ¿No contamos nosotros mas frecuentemente a nuestros amigos acerca de nuestros problemas que lo que compartimos nuestras alegrías con ellos? ¿Podría ser que estamos proyectando, y que asumimos que ésta es la actitud de otros porque nosotros mismos preferiríamos escuchar acerca de las penas de otros antes que de sus alegrías?
Esta es una dura acusación, pero hagamos una pausa y pensemos. Escuchar acerca de la buena fortuna de alguien, tiende a despertar envidia, un sentimiento incómodo. Escuchar su pena puede hacernos sentir agradecidos que nosotros hemos sido más afortunados que ellos, un buen sentimiento.
Quizás si nosotros nos desembarazáramos de la envidia y desarrolláramos empatia, de modo que nos regocijaríamos con las alegrías de otros y sufriéramos con sus pesares, mejoraría nuestra selectividad de recuerdos..

Cuando dice la Amidá uno debe enfrentar a Jerusalén y el sitio del Templo (Oraj Jaím 94:2).

En Tishá BeAv, uno de los maestros jasídicos estaba llorando y afligiéndose tan implacable e intensamente que sus seguidores temieron por su vida. Decidieron que debían hacer algo para interrumpir el duelo de su maestro.
Uno de los discípulos lo abordó. “Maestro” dijo, Así que usted está afligiéndose porque el Santo Templo fue destruido. Por favor escúcheme. Nosotros podemos haber perdido el edificio, pero la parcela de tierra todavía está allí”.
El maestro cesó su llanto, y una débil sonrisa apareció en su rostro.
Tres veces al día nosotros enfrentamos Jerusalén. La parcela de tierra donde el Templo estaba en pie vincula a todos los judíos, uno al otro en plegaria. No todo se perdió.

Por el Rabino Twersky

Extraído de Viviendo cada día Editorial Bnei Sholem

¿Por que nos lamentamos?

El ayuno de Tisha BeAv, la fecha más triste del calendario Judío, es el día en el que vimos la destrucción de los dos Templos Sagrados, así como muchos eventos trágicos sucedidos en el correr del exilio de nuestra nación.

Se va creando cuidadosamente un estado de ánimo triste. Leemos el Libro de Lamentaciones de Jeremías y una gran colección de elegías que describen todas las tragedias, y durante el día, seguimos varias prácticas de lamentación.

Tisha BeAv es nuestro día nacional de lamentación cuando nos ponemos a reflexionar sobre todos los pogroms, las cruzadas, inquisiciones y holocaustos que han perseguido a nuestra nación durante los últimos 2000 años.

Sin embargo, son específicamente observados en la fecha en la que los Templos fueron destruidos, y los Templos son el principal enfoque de la lamentación del día. Está claro que nuestro sufrimiento está íntimamente asociado con la ausencia de los Templos. ¿Cuál es la conexión? ¿Y por qué tanta obsesión sobre una estructura antigua de Jerusalem? ¿Acaso la falta del Templo Sagrado nos deja sintiendo un agujero en nuestras vidas? El Talmud declara (BrAJoT 3a): Cuando los Judíos entran a las casas de estudio y a las plegarias y proclaman: “Que Su gran nombre sea bendecido”, el Santo Bendito Sea asiste y dice, “Afortunado es el rey que es alabado en su casa. ¿Qué le queda a un padre cuando tiene un hijo exiliado? ¡Y Ay de los hijos que han sido exiliados de la mesa de su padre!” Esta corta frase captura la propia esencia del Galut- exilio.

La relación entre padre e hijo comparte muchas cualidades que simbolizan todas las relaciones, aunque quizá en un nivel más grande: respeto, amor, cuidado, etc. No obstante, existe una diferencia esencial.

Las otras relaciones se basan en estos sentimientos arriba mencionados: porque Te quiero, te cuido, por eso, somos amigos.

En una relación de padre-hijo, lo contrario es cierto; estos sentimientos se basan en la relación: siendo que Yo soy tu padre/hijo, te quiero. Por eso, la relación padre-hijo posee dos aspectos; su esencia y sus manifestaciones.

Su centro es la relación esencial que es inmutable y no sujeta a cambios. No importa qué suceda, un padre siempre es un padre, y un hijo siempre es un hijo. En una relación padre-hijo normal y sana, este conexión del alma se expresa en la forma de amor, cuidado y respeto mutuo.

Di-s es nuestro padre, y nosotros somos Sus hijos. Y durante el Galut (exilio), constituimos una familia disfuncional. Nos han echado de la casa de nuestro Padre. Todos los rasgos perceptivos de la relación, han desaparecido. No vemos ni sentimos el amor de Di-s hacia nosotros, y no sentimos que somos Sus hijos.

Estudiamos Su Torá, y cumplimos con Sus mandamientos, y se nos dice que al hacerlo nos estamos conectando en Él, pero no sentimos que tenemos una relación. Ésta, ciertamente, no es la manera en la que debería ser la relación, y no siempre fue así el caso. Hubo un tiempo en el que estábamos mimados por el abrazo de nuestro Padre. Su amor por nosotros se manifestaba en varias formas: a través de milagros, profetas, abundantes bendiciones y una tierra que manaba leche y miel. Y en el centro de nuestra relación estaba el Templo Sagrado, la casa de Di-s en donde Él, literalmente moraba entre Su pueblo, en donde Su presencia era tangible.

Tres veces anuales, los judíos visitaban la casa de Di-s y sentían Su presencia, sentían su relación. Luego volvían a su casa vigorizados por la experiencia, con sus corazones y almas ardiendo de amor por Di-s.

Todo el sufrimiento que ha sido nuestro lote desde el día en el que el Templo fue destruido, es un resultado de nuestro estado de exilio. Cuando el hijo del rey vive en el palacio, cuando el amor del rey por el príncipe es evidente al público, el hijo entonces queda aislado frente a los designios de sus enemigos.

Pero cuando el hijo es echado, los enemigos atacan súbitamente. Es por eso que nos lamentamos por la destrucción de los Templos.

Y creemos con fe completa que el día en el que volveremos a la casa de nuestro Padre está cerca, y que una vez más nos embriagaremos con Su amor.

* Por Naftali Silberberg

La comida previa al ayuno de Tisha Be Av

El ayuno de Tisha Be Av – este año el 26 y 27 de julio de 2023-, comienza al atardecer de la víspera. Conocé algunas costumbres relacionadas con este día.

Hacia el final del día anterior a Tishá Be Av, antes de la puesta del sol, se debe comer la seudat hamafseket (la última comida previa al ayuno). En ésta no se deben ingerir dos clases diferentes de comida (cocinadas) aunque sean de la misma variedad —por ejemplo, dos tipos de fideos—, aun si generalmente uno de los alimentos se come crudo.

Algunos acostumbran en esta seudá a comer un huevo hervido o lentejas como símbolo de duelo. En este caso no se podrá comer ninguna otra comida cocinada y la persona deberá saciar su hambre con pan, productos lácteos o frutas. También hay quienes acostumbran a esparcir cenizas sobre el pan o el huevo y luego comerlo.

Es costumbre comer la seudat hamafseket sentado en el suelo o sobre una banqueta baja (de menos de 24 cm. de altura). Algunos opinan, según la Cabalá, que se debe colocar un felpudo, una alfombra o cualquier otro elemento debajo de uno para no sentarse directamente sobre el piso. También cabe destacar que no es necesario quitarse los zapatos de cuero antes de esta comida.

Luego de seudat hamafseket, si aún no se puso el sol, se puede continuar comiendo —siempre que no se haya pensado o expresado verbalmente asumir el ayuno desde ese momento—. Si la persona no tenía intenciones de volver a comer porque estaba satisfecha, ello no se considera una aceptación del ayuno, y si vuelve a sentir hambre puede comer hasta la puesta del sol. Es conveniente declarar o pensar explícitamente que uno no acepta el ayuno sobre sí sino a partir de la puesta del sol.

En Tishá beAv está prohibido estudiar Torá, pues el versículo (Salmos 19:9) expresa: Los preceptos de Di-s son rectos, alegran el corazón, y aquel que está de duelo —como todos nosotros en este día— tiene prohibido alegrarse. La costumbre es abstenerse de estudiar Torá desde el mediodía de la víspera de Tishá Be Av. Sin embargo, existen temas de la Torá que sí se pueden estudiar, como explicaremos más adelante.

Algunos acostumbran a comer una comida completa —sin carne ni vino— al mediodía de la víspera de Tishá Be Av, horas antes de la seudat hamafseket, para soportar mejor el ayuno —al igual que se hace en la víspera de Iom Kipur—.

Esta costumbre conmemora también el carácter festivo que estos días —la víspera de Tishá Be Av y Tishá Be Av— tenían durante el período del segundo Beit HaMikdash. En esa época, los cuatro días de ayuno que conmemoran la destrucción del primer Beit HaMikdash eran celebrados como festividades, con comida y bebida en medio de una gran alegría. Sin embargo, nosotros, que aún no tuvimos el privilegio de ser consolados, conmemoramos esta celebración en recordación de lo que fue, y de lo que volverá a ser en el futuro, cuando se reconstruya el Beit HaMikdash y retornemos de la diáspora, sea pronto en nuestros días. Esta costumbre expresa nuestra fe y confianza absoluta en Di-s, y nuestra esperanza de ser redimidos con la venida del Mashíaj.

Durante esta seudá (comida) se pueden comer todas las frutas o vegetales frescos que uno desee, aunque algunos son más estrictos y no comen ensalada de vegetales como guarnición. Luego se puede beber té o café.

Cualquier comida que conste de dos clases de alimentos que generalmente se cocinan juntos en un mismo recipiente se considera un solo plato, y no dos. Sin embargo, los piadosos comen (en la seudat hamafseket) sólo un trozo de pan seco con sal y un vaso de agua. El Talmud (Taanit 30a) señala:

Esta era la costumbre del Rabí Iehudá bar Ilaí: En la víspera de Tishá be Av le traían un pedazo de pan seco salado y él se sentaba cerca del horno [el lugar más desagradable de la casa (Rashi)] y lo comía junto con un vaso de agua, como aquel cuyo pariente yace muerto delante de él.

Extractado de “Nosotros en el Tiempo” de editorial Kehot

Buenas Intenciones

“Se la explicó a ellos en setenta idiomas”

(Comentario de Rashi, Devarim 4:1)

La primera traducción de la Torá fue llevada a cabo por Moshé Rabeinu, previo a la entrada de los israelitas a la tierra de Israel. Sobre el versículo de nuestra Parshá(1):“Moshé procedió a explicar esta Torá”, comentan nuestros Sabios(2) “Se la explicó a ellos en setenta idiomas”.

Además les ordenó escribir toda la Torá en setenta idiomas, una vez que cruzaran el Jordán(3). Sin embargo, en el tratado de Sofrim(4) se relata: “Ocurrió con cinco ancianos que escribieron la Torá para el Rey Shlomo en griego, y el día fue duro para Israel como el día en el cual se hizo el becerro”.

 

¿A qué se debía esto? “puesto que la Torá no podía ser traducida en toda su dimensión”. 

Esto despierta asombro ¿acaso no tradujo ya Moshé a la Torá en setenta idiomas, incluido el idioma griego?

EN LUGAR DE MOSHÉ

La explicación de esto radica en la precisión del lenguaje de nuestros Sabios Z”L, que compararon a la traducción de la Torá no al propio pecado del becerro, sino al “día en el cual se hizo el becerro”.

Es en esto donde está la comparación: tanto la elaboración del becerro como la traducción hecha para Shlomo no se llevaron a cabo con intención negativa. Su gravedad consistía en que de ello podría generarse algo grave. Con respecto al becerro, los comentaristas de la Torá(5) explican que los israelitas no hicieron el becerro en lugar de Di-s, sino en lugar de Moshé. Ellos argumentaron(6):“puesto que este Moshé, el hombre… no supimos qué ocurrió con él”. Ellos vieron que el Altísimo dispuso que un hombre terrenal sea el vínculo unificador entre ellos y Hashem-“Yo estoy parado entre Hashem y ustedes”(7)-y cuando vieron que tardaba en venir, pensaron en crear en su lugar a otro intermediario- el becerro.

EL ALTÍSIMO PUEDE

Esta intención por sí misma era buena. En realidad, ese fue justamente el objetivo de la construcción del altar: hacer morar a la santidad dentro de la existencia material de este mundo.

De entre los dos Kerubim material emergía la palabra de Hashem y se revelaba la Shejiná- la Presencia Divina(8). Siguiendo estos principios fue que los israelitas hicieron el becerro, con la intención de generar aquí abajo en el mundo inferior, algo similar al “carruaje celestial” de los ángeles supernales (eligiendo “el rostro del toro” que se encuentra en el “carruaje celestial”). Pero cometieron un error tremendo: cuando el Altísimo establece que su Shejiná se revele a través de “intermediario alguno”, no se percibe sino la palabra Divina exclusivamente.

El “intermediario” es concebido como falto de entidad propia, sino tan solo como algo cuya única función es única y exclusivamente transmitir la palabra de Hashem. Pero cuando el hombre decide por su cuenta generar “intermediarios” que conecten con el Altísimo, puede aquí crearse una situación de “dos poderes” y literalmente idolatría. Esa fue la gravedad del “día en el cual se hizo el becerro”.

LAS CONSECUENCIAS DE LA TRADUCCIÓN

Lo mismo ocurrió con la traducción de la Torá: cuando Moshé tradujo la Torá de acuerdo a la instrucción recibida de Hashem se depositó la santidad de la Torá en toda la traducción, lo que impedía el peligro de que no sea interpretada correctamente; pero cuando la Torá se tradujo por la exigencia del Rey Ptolomeo, sin mediar una orden Divina, estaba el peligro de una interpretación errónea, por lo cual los Sabios se vieron forzados a alterar la traducción en lugares específicos.

En la práctica no salieron consecuencias erróneas de la traducción de los setenta Sabios (“la Septuaquinta”), sino por el contrario, gracias a la traducción llegó el concepto de la unidad de Di-s también a las demás naciones, e incluso quedó fijada la Ley– Halajá (9), que el único idioma fuera de la Lengua Sagrada (el hebreo bíblico) en la cuales posible escribir un Rollo de la Torá es el griego, lo que implica una purificación y elevación del griego en el nivel más perfecto.

(Likutei Sijot , tomo 24, pág 1)

 

NOTAS: 

1.Devarim 1:5 

2.Explicación de Rashi ahí y en Tanjumá Devarim 2 Ver Igueret Bereshit Bereshit Rabá Parshá 49,b 

3.Devarim 27:4 y 27:8 Nuestros Sabios explican (Rashi ahí- de Sotá 32,a) 

4. Capítulo 1 halajá 7 

5. Ver in extenso Rambam Shemot 32,1 

6.Shemot 32:1 

7.Devarim 5:5

8.Ver Rambam sobre la Torá principio Parshat Trumá 

9.Meguilá 9,a Y ver explicación de Rashiahí Ver Sfat Emet Meguilá ahí.

Parashá en síntesis: Devarim

Se comienza la lectura del quinto libro de la Torá que lleva el mismo nombre y que también es traducido como Deuteronomio. Generalmente se le denomina Mishné Torá (la representación de la Torá), porque en él Moshé repasa prácticamente toda la Torá con el pueblo antes de su muerte.

Se dirige a la generación que entraría a Eretz Israel y, por ello, repetidamente enfatiza el mandamiento contra la idolatría, para prevenir a los judíos de las prácticas de los pueblos que habitaban Canaán.

Cuando Moshé se dirigía a la generación que estuvo presente en Matán Torá (entrega de la Torá) en Sinaí, no utilizó nunca el término “creer”, si no los verbos “ver”, “oír” y “saber”; porque todos los acontecimientos fueron presenciados por ellos o sus padres y, por tanto, tenían conocimiento cierto de ellos. Como las generaciones sucesivas tendrían que basarse en el testimonio de sus antecesores, el libro Devarim ordena enfáticamente a cada padre transmitir a sus hijos los acontecimientos de Matán Torá. 

Estudiar el libro de Devarim es una manera excelente para reafirmar la fe (emuná, del hebreo emet “verdad”), porque hace referencia a los preceptos fundamentales de amor y temor a Di-s y nos impele a reconocer la grandeza de Di-s y su Torá.

En este libro se advierte sobre los futuros castigos por el olvido de la Torá, siendo uno de ellos la dispersión de los judíos a lo largo y ancho del mundo. Concluye prediciendo la redención final, para cerrar el ciclo iniciado con la creación del mundo.

Frente a todo el pueblo reunido en asamblea (para lo cual Di-s hizo el milagro de magnificar su voz), Moshé habló al pueblo, aludiendo a los eventos y experiencias negativas ocurridas durante la travesía en el desierto.

El nombramiento de los 70 jueces a los cuales se refiere Moshé nos enseña que Di-s no consideraba beneficioso el monopolio de liderazgo y, aún cuando ellos no podían equipararse en eminencia con Moshé, podrían desarrollar niveles de grandeza y distinciones, cada uno según su potencial.

Cada persona tiene la misión de descubrir la mejor forma en que puede utilizar sus talentos para servir a Di-s y el pueblo judío. A cada individuo se le dan ciertas habilidades, las cuales deben desarrollarse al máximo; el patrón de comparación no son otras personas, sino uno mismo, la posibilidad de desarrollar su propio potencial.

El Shabat que precede a Tishá Be´Av se llama Shabat Jazón por cuanto se lee como Haftará (porción del libro de los Profetas) la famosa visión (Jazón) de Yehayahu Ben Amos (Isaías).

Es la visión que muestra a cada judío, a gran distancia, el futuro Tercer Templo y señala como mensaje que así como esta Haftará es leída durante los nueve días de luto por la destrucción de los Templos, del mismo modo, del exilio (galut) que vive el Pueblo Judío en la actualidad vendrá la redención definitiva (Gueulá).

Esta es la tercera de tres Haftarot que se leen cada Shabat de “las tres semanas”, las cuales predicen los castigos sobre el Pueblo Judío. 

Las dos primeras son Divrei Yirmiyahu (Jeremías) y Shiimú (también de Jeremías, profeta que vivó en la época de la destrucción del Primer Templo).

La construcción y luto que caracterizan “las tres semanas” y, en especial, los nueve primeros días de Av, son interrumpidos en Shabat, porque ese día debe prevalecer la alegría. 

En el Shabat anterior a Tishá Be´Av debe incrementarse aún más la alegría, más de lo usual, para que no quede ninguna sombra de tristeza, pues se le compara con la época de la Redención por venir, que será definitiva, de perfección espiritual.

Desde el Shabat después de Tishá Be ´Av hasta el de antes de Rosh Hashaná siguen siete Haftarot con profecías de consuelo y salvación que tendrá el Pueblo Judío y que se conocen con el nombre de Shivá de Nejamatá (Siete de Consuelo).

Ley de condonación de deudas y pruzbul

Cuando es un año de Shemitá.

Está escrito en la Torá: (Devarim 15:1-3): 

“Al final de cada siete años deberás instituir un indulto. El indulto consistirá en lo siguiente: todo acreedor remitirá su autoridad (respecto de la deuda) que le haya prestado a su prójimo. No deberá presionar a su prójimo o a su hermano (el pago de la deuda) pues El proclama (en ese 7º año) una condonación (de deudas) en honor a Hashem. Podrás cobrarle a un no judío, pero deberás renunciar a cobrar la deuda que tu hermano te deba”

Escribió el Rambam (en Hiljot Shemitá y Iovel Cáp. 9).

Es un precepto obligatorio condonar (perdonar) las deudas en el 7º año, porque está escrito “todo acreedor remitirá su autoridad (respecto de la deuda)”, y el que reclama una deuda luego del 7º año, transgrede una prohibición de la Torá. Como está escrito: “No deberá presionar a su prójimo o a su hermano (el pago de la deuda)”.

Todas estas leyes se aplican también en la diáspora.

Pero quien entrega sus documentos a la Corte Rabínica y les dice: “cobren Uds. mi deuda”, ésta no se condona, porque está dicho: “pero deberás renunciar a cobrar la deuda que tu hermano te deba” la Torá especifica “a tu hermano” lo que excluye al tribunal Rabínico que es una institución. Y será entonces el Bet Din (tribunal) quien reclame la deuda.

Cuando Hilel el anciano (Sabio) vio que los judíos se abstenían de prestar los unos a los otros, y transgredían lo que está escrito en la Torá (Devarim 15:9): “Cuídate de que no haya en tu corazón algo negativo que diga: se acerca el 7º año, del indulto de deudas, y entonces mires con malicia a tu hermano menesteroso y no le prestes. El apelará ante Hashem contra ti, y será una transgresión en tu contra”. Estableció entonces el Pruzbul, para que no condonen las deudas y la gente no tema prestar.

Está escrito en el Shuljan Aruj Harav, leyes de préstamo 34, que no es requisito indispensable la entrega de los documentos al Tribunal sino que alcanza con declarar delante de ellos antes de la año de Shemitá: “He aquí que les entrego a Uds. mi deuda, que la cobraré cada vez que quiera”

¿Y cómo se realiza el acto del Pruzbul?

Solicita delante de tres hombres aptos para juzgar, que sean los jueces para realizar el Pruzbul:

Texto del Pruzbul:

“He aquí que les entrego todas las deudas que tengo a mi favor para (que ustedes me designen) cobrarlas cuando así yo lo desee”

Por el Rab. Iosef  Feigelstock

Costumbres para los 9 días de Av

Cuando comienza el mes de Av, hasta el día 9,  limitamos aún más nuestro regocijo al grado de evitar incluso cualquier situación que pueda llevar a alegrarnos. No plantamos árboles para dar sombra o para embellecer y dar aroma, ni emprendemos ningún proyecto de construcción o de refacción en la casa por mero lujo, como ser redecorar o pintar nuestros hogares. Sin embargo, si alguien no tiene dónde vivir, puede construir una casa durante este período.

En muchas comunidades es costumbre realizar un sium (culminación del estudio de un tratado talmúdico) cada día del mes de Av, desde Rosh Jodesh hasta Tishá beAv inclusive.

La fuente de esta costumbre surge de una interpretación original de la frase de nuestros Sabios: “Desde que ingresa [al mes de] Av, se disminuye la alegría”.

La interpretación es la siguiente: “Desde que ingresa Av, se disminuye” la tristeza del exilio diaspórico.

¿De qué manera se logra esto? Mediante “la alegría”. Y como la única alegría permitida es la que genera el estudio de la Torá (Los preceptos de Di-s son rectos, alegran el corazón — Salmos 19:9), se realiza un sium cada día. No obstante, no se comen alimentos cárneos tras éste, cómo suele hacerse en un sium en el resto del año.

*Está prohibido comprar, coser, y tejer prendas nuevas, incluso si la intención es estrenarlas luego de Tishá beAv.

Tampoco se puede comprar una prenda usada si es que ésta le agrada a la persona por su belleza. Sin embargo, debe observarse, estas restricciones atañen sólo a situaciones donde no se encuentra involucrada la realización de una mitzvá. Pero si el fin es el de cumplir una mitzvá —por ejemplo, comprar el ajuar para el novio y la novia, o construir una casa para ellos—, está permitido. Si existen razones para sospechar que después de Tishá beAv aumentarán los precios de las prendas, se puede comprar la ropa que se desee, pero no se ha de usarla hasta después de Tishá beAv.

*Desde Rosh Jodesh Av —y según la costumbre sefaradí, en la semana en que acaece Tishá beAv— no se debe lavar ropa, aunque no vaya a ser utilizada hasta después de Tishá beAv.

Sin embargo, si la persona tiene un único conjunto de ropa, puede lavarlo hasta comenzar la semana en la cual acaece Tishá beAv. Alguien que transpira mucho y necesita cambiar su camisa con suma frecuencia debe preparar de antemano —antes de Rosh Jodesh Av— varias camisas, y vestir por un rato cada una de ellas [o bien, usarlas en Shabat]. Sólo así podrá usarlas durante los “nueve días”.

*Además de la prohibición de cortarse el cabello, los adultos también tienen prohibido cortar el cabello de sus niños a partir del 17 de Tamuz, y lavar sus prendas desde Rosh Jodesh Av. Sin embargo, la ropa de niños pequeños puede ser lavada y planchada —incluso durante la semana en que acaece Tishá beAv—. De ser posible, no hay que lavar grandes cantidades de ropa ni hacerlo en forma pública.

*Está prohibido lucir zapatos nuevos a partir de Rosh Jodesh Av. Sin embargo, si fueron comprados especialmente para usar en Tishá beAv —por ejemplo, calzado confeccionado con lona o goma— pueden lucirse aunque sean nuevos. No obstante, es preferible estrenarlos en Iom Kipur y no en Tishá beAv.

*Desde Rosh Jodesh Av [según algunas opiniones, incluyendo ese día] hasta después de Tishá beAv, está prohibido comer carne y beber vino [a excepción de Shabat], pues durante este período se interrumpieron los sacrificios animales y las libaciones de vino en el Beit HaMikdash. Por costumbre esta prohibición se extendió para incluir también toda comida a base de carne. Sin embargo, está permitido comer alimentos parve que fueron preparados en un recipiente utilizado generalmente para preparar carne. La costumbre sefardí es observar todas estas restricciones sólo en la semana misma en que acaece Tishá beAv.

*Algunos son estrictos y se abstienen de beber el vino usado para el recitado de la Havdalá y el Birkat HaMazón. En su lugar, dan de beber el vino a un niño que aún no comprende el significado del duelo por Jerusalén, pero que ya es lo suficientemente grande como para ser entrenado en la práctica de mitzvot. Si no hay ningún niño presente, la persona misma que recita la Havdalá debe beber el vino, pero en el caso del Birkat HaMazón debe recitarlo sin vino.

*Desde Rosh Jodesh Av (según la costumbre sefardí, en la semana en que acaece Tishá beAv) no se puede lavar el cuerpo entero, aun con agua fría. Asimismo, está prohibido bañarse en una piscina, en un río, o en el mar. Sin embargo, si Rosh Jodesh Av acaece un viernes, la persona puede bañarse con agua caliente en honor a Shabat, siempre que ésta sea su costumbre cada viernes. La prohibición anterior se refiere específicamente al baño por placer. Aquel que debe bañarse por motivos de salud —por ejemplo, si los médicos le ordenaron bañarse cada día con agua caliente—, o un trabajador que se ensució como consecuencia de su trabajo, pueden bañarse durante este período.

Extraído de “Nosotros en el Tiempo” de editorial Kehot.

Mantené tu palabra

“Pero papá… VOS DIJISTE…”

“Sí, yo sé, pero ¡no sabía que la casa se quemaría ayer!”

“¡No me importa! VOS DIJISTE que me arreglarías la bicicleta ¡¡¡HOY!!!”

“Pero Susi, tu bicicleta ¡¡¡se DERRITIÓ con el fuego!!!”

“Pero vos DIJIIIIISTEEEE….”

¿Es Susi irracional? Tal vez. Pero el grado de desilusión de Susi y el inevitable berrinche consecuente sucedió mucho antes del incendio.

La expectativa para su desilusión es criada, no nacida. Y una vez que surge en la personalidad del niño, es como gasolina que se almacenó pobremente en un garaje atestado…le lleva poco tiempo encenderse. Y así como un incendio puede ser prevenido a través de pasos simples y prácticos, también puede suceder con escenas volátiles de frustración y culpa.

¿Cómo? Siguiendo una regla básica de oro: Mantené tu palabra.

Esto puede ser un consejo bastante obvio pero imposible, dado al curso cambiante de la realidad entre una promesa y su cumplimiento. Pero con siete niños he hecho miles de promesas. Y aún así, he encontrado posible mantener la regla de “cuida tu palabra” la mayoría del tiempo. He aquí algunas maneras que me han ayudado.

1) Mira el futuro

A pesar de que las desilusiones inevitablemente ocurran, es posible para los niños aceptarlas sin culpas ni enojo, manteniendo una mirada optimista y bien orientada que los ayudará mucho en alcanzar las metas de sus vidas, tanto en el futuro distante como en el cercano. Pero primero, nuestros hijos deben aprender a confiar en los padres y a creer que cuidar nuestras palabras es una preocupación vital para nosotros. Al hacer esto, podemos crear en nuestros hijos una expectativa que lo que nosotros prometemos, lo cumplimos.

2) Hacé tu propio compromiso

Primero, tenemos que hacer un compromiso, para nosotros mismos más que para nuestros hijos, de cuidar con nuestra palabra. Esto es una decisión moralmente correcta y práctica. Cuidar nuestra palabra con nuestros hijos es simplemente la mejor política.

Ningún niño quiere enojarse con sus padres. Amor y confianza son las tendencias naturales del niño. Quieren creer en nosotros. Precisan confiar en nosotros para sentirse seguros y a salvo. Cada cosa, depende de nosotros. Desconfianza y desilusión son criadas internamente, no congénitas. Las engendramos con nuestros “pequeños” actos de comportamiento inapropiado.

Cuando no puedes cumplir con la promesa de llevar a tu hijo al zoológico, por ejemplo, tu desilusión de no poder cumplir con tu palabra debería ser tan grande como la desilusión del niño de no poder ir al zoológico.

3) Mantené tu Palabra

Una vez que te has comprometido en cumplir con tu palabra, intenta cumplirla siempre que puedas, especialmente cuando es fácil. Ya habrán varias veces en las que no podrás hacerlo, o en las que te será difícil.

Si decís que leerás un cuento, entonces hacelo. Si deciís que irás a caminar, también hacelo. Si decís que arreglarás la bicicleta (y la casa no se incendió), hazlo.

Hay que acordarse de nuestro compromiso y visualizar estos surcos del carácter. Forzar el futuro entero de nuestro hijo a que aparezca en nuestra mente. Imaginar que todo su futuro está sostenido en el balance de nuestra elección. Decirnos a nosotros mismos: “Ya sea si cumplo mi palabra o no, en este momento es otra gota de agua que talla la ranura del futuro crecimiento y desarrollo de mi hijo”.

Puede ser una exageración. Pero las exageraciones siempre ayudan cuando probamos nuevos comportamientos en nosotros, especialmente cuando estos comportamientos compiten con nuestros propios deseos.

Mantener nuestra palabra a nuestro hijo en ese momento debe ser más importante que el resto de las cosas.

4) Llamate vos mismo  la atención

“Papá, anoche le leíste una historia a Dovid, ¡dijiste que hoy me leerías a mí una!” “Por supuesto que lo haré querida, si Papá dijo que lo haría, entonces lo va a hacer”

“Mamá, ¿puedo tomar un vaso de leche?” “Estoy en el teléfono querida, pero te lo daré apenas corte”. Si la mamá de Sara ha creado confianza, Sara va a creer en su mamá. No va a esperar una hora, pero probablemente tolere unos quince o veinte minutos.

Cuando cumplimos con nuestra palabra, nuestros hijos se relajan. Saben que les estamos diciendo la verdad y que haremos lo mejor. Tienen fe en nosotros. Y la fe permite relajarse, tener paciencia y auto controlarse.

Cuando esto sucede, nuestros hijos paran de intentar controlarnos y manipularnos con su enojo y berrinches. Ellos creen en lo que decimos, no solo para darles lo que quieren, sino porque cumplir con nuestra palabra es importante para nosotros, sus padres.

5) Si no puedes hacerlo cuando dijiste, hacelo después

En caso de que algo te prevenga de cumplir con tu palabra, busca la primera oportunidad para poder cumplir con la frustrada promesa. Y si queremos ser conocidos como el hombre o la mujer que cumple con su palabra, lo mejor sería no arruinarlo la próxima vez.

Pregúntate: ¿Realmente tendré tiempo el próximo jueves? ¿Podré encontrar a alguna niñera? Si llevo de compras a Jaim el próximo miércoles, ¿Qué haré con los otros niños?

Es importante prever los obstáculos, y no comprometerse con los niños cuando hay dificultades potenciales que puedan alterar la habilidad de realizar las promesas. ¿Estaré demasiado cansado? ¿Podré conseguir los boletos? ¿Realmente podré salir temprano del trabajo? ¿Precisará mi esposa el auto?

Le llevará tiempo a nuestros hijos desarrollar la fe en nosotros que queremos establecer. En los primeros pasos de la construcción de la confianza, podemos encontrarnos con algunas frustraciones cuando nuestros planes interfieren con las pequeñas sorpresas de la vida, y no podemos hacer lo que les hemos dicho a los niños que haríamos. Así que, se precisa de paciencia, mezclada con nuestro compromiso de construir aquellos surcos para el futuro.

Beneficios y Conclusiones

Cambiar las expectativas de nuestros hijos y la respuesta a su desilusión y cultivar el carácter de la confianza en ellos, son dos de los beneficios de cumplir con nuestra palabra. Pero si esa es nuestra motivación principal, entonces no va a funcionar, ni para nosotros ni para ellos.

Los niños son muy sensibles a nuestra autenticidad. Saben inmediatamente cuando nuestro comportamiento es una máscara que vestimos para su beneficio. Si la confianza y el cumplimiento de la palabra es importante sólo como un mecanismo para desarrollar ésta característica en ellos, entonces sabrán y se sentirán manipulados. Pero si la característica la valoramos realmente, y es muy importante para nosotros, entonces ellos también percibirán esto, y querrán ser como nosotros.

Seremos el espejo en lo que ellos verán su ser digno de confianza.

El ingrediente más importante para el éxito es la entrega del corazón,  el verdadero deseo y compromiso de ser una persona que cuida su palabra.

Siempre les estamos diciendo a nuestros hijos (y a nosotros mismos) cómo ellos (y nosotros) “deberíamos” ser: Más virtuosos, más honestos, más confiables, pacientes, y sensibles con los otros.

Pero debemos ser nosotros los que enseñemos y practiquemos los valores porque es la mejor manera para nosotros de ser.

Habrá muchos beneficios a este enfoque de “cumplir con tu palabra”. Habrá resultados rápidos y prácticos, como ser, evitar rabietas. Y habrán resultados agradables a largo plazo cuando veamos a nuestros hijos crecer, siendo pacientes, honestos y gente confiable. Nosotros no inculcamos estas características en nuestro hijo: Sólo Di-s puede hacerlo. Pero nuestro ejemplo les permite sacar adelante estas muy recomendables características de ellos mismos.

Por Jay Litvin

Shabat Jazón: destrucción y redención

Este Shabat se llama “Shabat Jazón” por el capítulo del Profeta que se lee como cierre de la lectura de la Torá -la Haftará- que comienza con las palabras “Jazón Ishaiahu”- la visión de Ishaiahu.

La misma trata sobre la profecía de la destrucción. Sin embargo, es conocido el dicho de Rabí Levi Itzjak de Berdichev, que el Shabat se llama Jazón, por la visión del Tercer Beit Hamikdash ,Sagrado Templo de Jerusalem, que se muestra –desde lejos- a cada judío. Resulta entonces, que la palabra Jazón -visión- alude tanto a la destrucción como a la redención.

Esta combinación entre el exilio y la redención se encuentra radicada en la misma esencia del exilio diaspórico. La historia del exilio comienza en el preciso instante en el cual el Altísimo selló un pacto eterno con Abraham, el Patriarca – el Pacto de Ben Habetarim. En ese momento Hashem le anuncia a Abraham: “has de saber que extranjera será tu simiente en tierra ajena, y los esclavizarán y harán sufrir”. Explican nuestros sabios Z”L, que en el pacto de Ben Habetarim se hace alusión a  todos los exilios por los cuales han de pasar los hijos de Israel hasta la Redención Final.

Y aquí surge la pregunta: ¿Cómo es posible que justamente en el momento en el cual el Altísimo sella un pacto de amor y unión eterna con Abraham, le anuncia sucesos tan duros, los cuatro exilios?

LA CUMBRE DEL AMOR 

Un interrogante similar se despierta a la luz de las palabras del Midrash de que cuando ingresaron nuestros enemigos al Santo Santuario (“Kodesh Hakodashim”),vieron a los Kerubim que están sobre el Arca Sagrado (el “Arón”) con su cara dirigida hacia el rostro de su compañero. Esta posición (“la cara hacia el rostro del compañero”) indica, de acuerdo al Talmud, un momento “cuando Israel hace la Voluntad del Omnipresente” (mientras que cuando “no hacen la Voluntad del Omnipresente” los Kerubim estaban en una posición opuesta).

Nuevamente nos preguntamos: el momento de la destrucción era, a simple vista, todo lo opuesto a un momento de aceptación y encuentro ¿por qué entonces estaban las caras de los Kerubim dirigidos uno hacia el otro?

En realidad esto expresa la composición del esquema de exilio y destrucción. No se trata simplemente de un enojo (de Di-s) hacia el pueblo judío y un castigo por sus pecados, sino que en el seno interior de pasar por el exilio y la destrucción se oculta un intenso y extraordinario amor de Di-s hacia Su pueblo. Las maravillosas promesas proféticas de la redención no pueden alcanzarse salvo a través de exilio, y todo el objetivo del exilio diaspórico es la redención. Por ello, precisamente en el mismo momento que se sella el pacto entre el Altísimo y Abraham, el Patriarca, Di-s le hace saber sobre el tema del exilio, que específicamente de su interior es que florecerá la extraordinaria luz de la redención, y en la destrucción se encuentra oculto el intenso amor de Hashem al pueblo de Israel.

MAESTRO Y ALUMNO 

El Jasidismo trae un ejemplo, para graficar cómo un suceso que se ve negativo puede contener en su interior un intenso amor. Se trata del maestro que está frente a su alumno, al que brinda atención y dedicación y le enseña una sabiduría profunda. Y de repente deja de enseñar, como que se hubiera desconectado totalmente del alumno. El alumno se siente abandonado y rechazado, y le parece que su maestro no quiere enseñarle más.

¿Pero qué pasó aquí realmente? En plena lección irrumpió en la mente del maestro un pensamiento novedoso y extraordinario, que puede brindar al alumno una comprensión verdaderamente más profunda del tema. Si el maestro se desentiende de esa inspiración y prosigue enseñando a su alumno- el pensamiento desaparecerá para no volver. Por eso, el maestro debe dirigir su atención de inmediato hacia la idea novedosa, concentrarse sólo en ella, para captarla en su totalidad, y para poder luego transmitirla al alumno. Se entiende que cuando retorne al alumno y le revele el nuevo pensamiento, también el alumno comprenderá que la desconexión sufrida fue para su propio bien, puesto que sólo gracias a ella adquirió un pensamiento novedoso y original.

LO BUENO DEL OCULTAMIENTO 

Ese es también el sentido interior de la destrucción y del exilio diaspórico: desde una perspectiva externa, ocurrieron entonces tragedias terribles, y hubo un tremendo ocultamiento a la Presencia Divina; pero siendo que el Altísimo es la bondad y benevolencia más absoluta, no es posible que de Él surja algo malo. Debemos decir que dentro de este ocultamiento se esconde una bondad extraordinaria y excelsa, en el seno del exilio se va tejiendo la redención, que consiste de una revelación Divina totalmente novedosa.

Cuanto más fuerte sean la oscuridad y el ocultamiento, esto mismo indica que el Altísimo está entonces “ocupado”, por así decirlo, en la preparación de una luz Divina más elevada, la luz que se revelará cuando sea la redención, (en sus aras, valía la pena soportar todo el sufrimiento del exilio y la destrucción).

EXPRESIÓN DE AMOR 

Esto explica por qué el ocultamiento Divino y la oscuridad espiritual se hacen más fuertes a medida que se extiende más el exilio diaspórico: puesto que cuanto más se prolonga el exilio se agranda e intensifica el bien oculto en la redención. Cuanto más grande sea la desconexión del “alumno”, mayor y más extraordinaria será la revelación de “luz”por parte del maestro cuando retorne a él.

La posición de los Kerubim en el momento de la destrucción hace palpable el sentido interior del asunto: No se trata sólo de un castigo y de un enojo, sino que hay aquí una expresión del poderoso amor de Di-s hacia Su pueblo, que está preparando por medio de la destrucción ocurrida, la luz de la verdadera y completa redención a manos del Mashíaj.

(LIKUTEI SIJOT TOMO 2. PAG.360)

En nuestras propias palabras

¿Por qué hablamos tanto? ¿Por qué esta necesidad de poner todo en palabras, como si nada existiese realmente, hasta que no se ajusta y encaja como un juego de sonidos emitidos humanamente?

No quiero decir hablar de cosas obvias como “La comida está allí” o “Viene hacia nosotros algo extraño, ¡corramos!” o “quiero un aumento”. Quiero decir la interminable explicación en la que nos involucramos; la perpetua conversación que nos sentimos obligados a “hacer”; los cuadrillones de palabras liberadas cada día de las pilas de libros, en los kilómetros de papel de diario, en las ondas radiofónicas y a través de alambres de cobre y fibra óptica. ¿Por qué esta necesidad de poner todo en palabras, como si nada existiese realmente, hasta que no se ajusta y encaja como un juego de sonidos emitidos humanamente?

Porque no hay nada que el ser humano más quiera–y necesite–que jugar a ser Di-s.

Di-s lo hizo: Él habló y la realidad cobró existencia. Dijo, “¡Haya luz!” y hubo luz. Dijo, “¡Que las aguas por debajo del cielo se junten en un área y que aparezca la tierra seca!” y se formaron océanos y continentes. Pero el hombre mira la creación de Di-s como algo todavía inconcluso, falto de definición. Entonces hablamos y hablamos y hablamos, categorizamos, cuantificamos y calificamos el mundo de Di-s en un esfuerzo para darle significado y propósito.

Hay diferencias, claro. Di-s es infinito y Todopoderoso; nosotros somos finitos y falibles. Di-s habló y la luz cobró existencia; nos han concedido el poder para hablar; esa luz hacia una más luminosa, más enfocada–pero así como somos, probablemente la hablaríamos hacia la oscuridad. Podemos verbalizar continentes como países y provincias de una comunidad mundial productiva–o podemos hablar de ellos en términos de animosidad y disputa.

Pero eso es el “socio en la creación” que Di-s quiso: un compañero que de la misma manera que arruina un negocio, también lo hace exitoso. Un socio libre, independiente, cuyas elecciones son totalmente propias–y por consiguiente propia su responsabilidad y sus logros. Porque Di-s quiso verdaderos socios en Su esfuerzo, no un manojo de empleados y mensajeros (Él ya tenía muchos de ellos cuando creó al hombre–se llaman “ángeles”).

Un verdadero compañero no sólo hace su parte en el funcionamiento y el desarrollo del negocio; también participa preparando la declaración de la misión, el modus operandi, las reglas y las regulaciones.

El libro de Devarim (“Palabras”), también llamado Mishné Torá (“Repetición de la Torá”, de ahí el anglo-latino Deuteronomio o “Segunda Ley”), consiste en un largo discurso de Moshé de 37 días, que comienza el 1 de Shevat y termina el 7 de Adar–día del fallecimiento de Moshé–del año 2488 de la creación (1273 antes de la Era Común).

En su discurso, Moshé recapitula los eventos más importantes y las leyes que se registran en los otros libros de la Torá. Moshé escribió esos libros también, pero allí él transcribió todo como lo recibió de Di-s, mientras que en el Deuteronomio él lo dice “en sus propias palabras”. (Así, un pasaje que en el Libro de Éxodo o Levítico inicia con “y Di-s le habló a Moshé diciendo”, en el Deuteronomio se expresa con “En ese momento, Di-s me dijo”.)

No obstante, el Libro del Deuteronomio pertenece a la “Torá Escrita”, en que no sólo el contenido sino también las palabras y las letras son de origen Divino. Nuestros Sabios explican que como Moshé había sometido su ego a la voluntad Divina “la presencia Divina hablaba de su garganta”, “las palabras de Moshé también son las propias palabras de Di-s”.

Como tal, el Libro del Deuteronomio actúa como un puente entre la Torá Escrita y la “Torá Oral”. La Torá Oral incluye el Talmud y los Midrashim, los comentarios y los códigos, el Zohar y la Cábala, y “todo lo que un digno estudiante expondría a su maestro”–todo lo que se ha producido en 33 siglos de estudio e interpretación de la Torá, de acuerdo con la tradición de Sinaica. En el Torá Oral que se genera en las mentes y voces menos perfectas que las de Moshé, el contenido es Divino, pero las palabras y las letras son humanas –propias del hombre. Al conceder Di-s no sólo un mandato para la boca humana de formar Su mundo, sino también de participar en la formulación de la Torá–las leyes, el modelo, el “código de la fuente” de la creación.

¿Por qué nosotros hablamos tanto? Porque para eso estamos aquí. Nuestras palabras–habladas o escritas, impresas o hechas de pixeles, destruyen o crean mundos.

Yanki Tauber