Misión imposible

Una historia: Rabí Hirsh Altein sufría de terribles dolores de espalda, y luego de intentar sin éxito varios medicamentos y tratamientos, todos los especialistas que lo visitaban le aconsejaron que la única manera de librarse de ese problema, era operándose. Cuando le pidieron consejo al Rebe, implicó que una operación sería innecesario; debía de haber cierta pomada a la venta que resolvería el problema. Pero los doctores continuaban insistiendo que ellos no conocían de otra alternativa sin ser una ope-ración. Como último recurso, Rabí Altein visitó al Dr. Avraham Seligson (el doctor personal del Rebe, y un devoto Jasíd). El Dr. Seligson, que no era traumatólogo, revisó a Rabí Altein y le recetó un ungüento para su espalda. Obvio que hasta su fallecimiento, veinte años más tarde, el Rabino Altein nunca más tuvo dolores de espalda.

Cuando le preguntaron al Dr. Seligson cómo supo recetar aquella crema, cuando todos los especialistas pensaban que la única opción era una operación, respondió: “Los resultados del pronóstico indicaban que precisaba una operación, pero el Rebe dijo que no era el caso. Me dí cuenta que el Rebe quería crear un “recipiente” para que se manifestara el milagro, así que le receté la crema más simple y barata de todo el mercado”. La reconocida misión de los espías a Canaán, tenía la intención de recopilar información inteligente sobre el enemigo. Les dijeron que explorasen la llanura de la tierra, así como también sus fortalezas construidas por los hombres y las naturales. Tenían que reportar las fuerzas de los enemigos y sus debilidades, y las fuentes naturales que podían contar en tiempos de guerra. Esta información sería utilizada por la base militar Israelita para formular una estrategia apropiada de combate para la inminente batalla para conquistar la Tierra Santa. ¿Es esto un ejemplo de tirar el mensaje porque no te importa el mensaje? Los espías, todos conocidos como gente piadosa con una integridad incuestionable, fueron fielmente a cumplir con su tarea, pero lo que vieron les hizo caer la moral: los Cananitas eran una nación poderosa, gente gigante con una fuerza increíble.

No menos de 31 reyes se encontraban en palacios reales defendiendo a los enemigos militares en la tierra de Canaán. No había forma, concluyeron los espías, para los Israelitas conseguir una victoria natural contra el formidable enemigo Cananita. “No podemos ir en contra de esta gente, ya que son mucho más fuertes que nosotros”, declararon. Y esta honesta conclusión, tuvo resultados desastrosos. Di-s estaba muy desconforme con su reporte y la reacción que generó, y causó la muerte prematura de toda la generación que había salido de Egipto.

¿En qué se equivocaron los espías? ¿Puedes pedirle a alguien que te mande un reporte y luego castigarlo porque no te gustó? ¿No es éste acaso un ejemplo de tirar el mensaje a la borda porque no te interesa el mensaje? 

El Rebe explica que los espías se equivocaron en asumir que habían llegado a una conclusión. Les dijeron que vayan a Canaán y que trajeran hechos concretos: la naturaleza de su tierra y su población, etc. No les pidieron que tomaran una decisión con respecto a la facilidad de conquistar su tierra. Di-s había prometido a los judíos la victoria militar contra los Cananitas, y por lo tanto, no había una cuestión a debatir. La pregunta no era si se podía hacer, sino cómo debería hacerse. Lo mismo sucede con nuestras vidas personales. A todos nosotros se nos “encomendó una misión” en este mundo, de iluminar nuestros alrededores con la luz de la Torá y las mitzvot. Frecuentemente la oposición parece ser muy formidable; los obstáculos para implementarla aparentan ser insuperables. Cuando estos pensamientos entran en nuestras mentes debemos recordar que si Di-s nos encomendó una misión, seguro que la podemos llevar a cabo. Nuestra tarea es descubrir cómo lograrlo.

* Por Naftali Silberberg

Parashá en síntesis: Behaalotjá

Esta parte se inicia con el precepto encomendado a Aharón:  encender las luces de los siete brazos del candelabro ubicado en el Santuario. 

El término utilizado para “encender” es Behaalotjá, que en forma literal significa “cuando hagas subir”, cuando eleves. Aharón tenía que encender las llamadas hasta tanto estas se pudieran mantener encendidas por sí solas. 

Las luces de la Menorá del Santuario son el símbolo del alma judía. “La Luz de Di-s es el alma del hombre”. La misión de Aharón era elevar espiritualmente a los judíos, no sólo encendiendo la llama del Judaísmo, sino engendrando en ellos el amor a Di-s, de modo que pudiera mantenerse por sí solo sin necesidad de depender de una inspiración externa. 

Aharón personificó la paz y el amor al prójimo. Tuvo el mérito de acercar a los judíos a la Torá, en vez de simplificar la Torá para bajarla al nivel en que ellos estaban. Elevó el nivel espiritual de las personas para que vivieran según lo establecido en la Torá. 

Simplificar el cumplimiento de los Preceptos atenta directamente contra la esencia y la existencia del Judaísmo, produciendo un ritual sin significantes y un vacío espiritual.

Aún cuando la instrucción del encendido fue dada a Aharón, es aplicable a todos los judíos en el ámbito espiritual, porque cada uno es miembro del “pueblo de sacerdotes” y le corresponde iluminar su camino y el de los demás con la Luz de la Torá. 

La función de la mujer judía es de gran relevancia, pues se le concedió el privilegio del encendido de las velas de Shabat y de las festividades; ella es el soporte espiritual del hogar y, por tanto, posee las fuerzas necesarias para promover la paz y la armonía, alumbrando tanto a los suyos como al mundo exterior. 

Aharón cumplió con entusiasmo la mitzvá del encendido de la Menorá. Lo hizo personalmente con gran precisión durante toda su vida, aun cuando estaba autorizado para delegar esta función en sus hijos; ello nos demuestra la importancia de la disciplina y la constancia en el Judaísmo. 

Los viajes que tuvieron que hacer los judíos durante su travesía por el desierto eran guiados por la Voluntad Divina, mediante las “Nubes de Gloria” que indicaban su estadía en determinado lugar o el avance hacia otro. A veces llegaban a lugares desagradables como Mará, o a otros con mayores recursos de agua y árboles.

Nunca, durante los 40 años, supieron la duración de su estadía en determinado lugar, demostrando así su aceptación y el deseo de seguir a Di-s, independientemente del lugar en donde se encontraban. 

La salida de un lugar a otro era anunciada por tres señales: la “nube de Gloria” apostada sobre el Tabernáculo se transformaba en una columna recta. Moshé proclamaba “Kuma Hashem” (“levantate”), conminando a la Nube a partir y, finalmente, los Cohanim tocaban las dos trompetas de plata con el sonido correspondiente a la partida. 

Por iniciativa del erev rav (Aquellos que salieron con los judíos de Egipto), los Bnei Israel empezaron a pedir carne, además del maná, que era lo único que recibían. Moshé se lo comunicó a Di-s y Éste, a pesar de su enojo con el pueblo por haber sucumbido al deseo de  comer carne, hizo aparecer las codornices (slav) en abundancia, para que comieran de ellas hasta que se saciaran y les repugnara, y se dieran cuenta de que aún las cosas más hermosas y deseables se convertían en lo contrario, si se tenían en exceso. 

¿Hamantashen para Shavuot?

En 1967, un joven jasid de Lubavitch de Australia viajó a Nueva York para pasar Shavuot con el Lubavitcher Rebe en Brooklyn. Llegó unos días antes de la fiesta- después del estallido de la Guerra de los Seis Días- cuando el Rebe comenzó la campaña de colocar Tefilín a todo varón judío mayor de Bar Mitzvá.

Un día acompañó a sus pares en la nueva campaña. Antes de entrar en el automóvil, fue a la tienda de comestibles cercana para llevarse algo de comer. Tomó una bandeja al azar del primer estante, pagó y retornó al coche.

Mientras viajaban sacó su bolsa para comer y les ofreció también a sus compañeros. De repente, todos se rieron. ¡Entre las masitas había hamantashen- masita típica de Purim! “¡Ahora! ¿En víspera de Shavuot?”

Los pasteles y galletas desaparecieron rápidamente. Sólo quedaron los hamantaschen.

Después llegaron a su destino: un gran hospital en Manhattan. Allí, se separaron en grupos y se asignaron diferentes pacientes para visitar. Había muchos judíos. Invitaron a cada hombre judío a colocar Tefilín y la mayoría aceptó.

A último momento entraron al cuarto de dos hombres judíos. Uno de ellos accedió a colocarlos en seguida, pero el otro se negó firmemente. Con rabia, exclamó: “¡yo estoy conectado a Di-s como ustedes!”

Los estudiantes intentaron calmar al hombre con palabras dulces, pero él se negaba. De hecho, parecía más enfadado. Su feroz objeción a la idea de realizar la Mitzvá de Tefilín despertó su curiosidad. Incluso su compañero de cuarto intentó persuadirlo, pero él no escuchaba.

Después de un rato, estaban listos para rendirse. Entonces, uno de ellos le ofreció un pedazo de fruta. “Coma esto. Por lo menos recite una bendición.”

El hombre volvió su cara a la pared, ignorándolos. Luego giró en su dirección y dijo sarcásticamente: “¿Fruta me ofreces? ¡Tráiganme un hamentash y entonces colocaré Tefilín!”

No podían creer lo oído. Tres pares de ojos giraron hacia el visitante de Australia. Con una ancha sonrisa, mirando tiernamente al paciente, dijo: “Si para ponerse el Tefilín usted requiere hamentashen, le daremos hamentashen!”

El hombre dijo incrédulamente. “¿Hamantashen ahora? ¡No lo creo!”

Entretanto, el australiano salió del cuarto y corrió al estacionamiento del hospital.

El joven sacó el paquete de hamentashen de su bolsa, que sólo un rato antes había sido desdeñado por todos.

En el cuarto, le extendió la bandeja. Los ojos del anciano se llenaron de lágrimas. “Increíble. Absolutamente increíble. ¿Hamantashen después de Pesaj? ¿Antes de Shavuot?” Y cautelosamente alzó uno a su boca. Uno de los muchachos de la Ieshivá lo ayudó a recitar la bendición. Cerró sus ojos y masticó despacio.

Después, enrolló la manga de su brazo izquierdo para cumplir el trato que, extrañamente, “propuso”. Con los Tefilín en su brazo, lloró silenciosamente. No era el único – todos lloraban en el cuarto.

Cuando regresaron a 770, en Brooklyn, estaban maravillados por la combinación extraordinaria de eventos. ¡Claramente todo había sido colocado directamente del Cielo!

Antes de volver a Australia, el joven tuvo una audiencia privada con el Lubavitcher Rebe y le contó la historia. El Rebe sonrió y contestó: “¡Nu, si eso es lo que pide, que alguien le traiga hamentashen todos los días!”

De Sijat HaShavua

Cuatro tipos de enfoque

“Hay cuatro tipos de enfoques: Fácilmente irascible y fácilmente aplacable – su pérdida termina en ganancia; duro para enojarse y duro para aplacarse – su ganancia se convierte en pérdida; duro de enojarse y fácil de aplacar, es un jasid; fácilmente irascible y duro de ser aplacado, es un malvado”.

El Taná (quien enseñó la Mishná) adjudica estas características al intelecto de la persona. “Según su madurez intelectual es su paciencia” (Midrash Shmuel)

El niño pequeño, que tiene su intelecto poco desarrollado, se enoja y encoleriza y hasta llora por pequeñeces, si contradicen su voluntad.

Esto sucede debido a que su juicio es pequeño aún. No puede dominarse, y no dejarse llevar por sus emociones. Por otro lado el adulto, que ya tiene desarrollado su intelecto, puede abarcar en su mente incluso elementos antagónicos a su voluntad. Debido a que domina sus emociones, no se enoja. En estos aspectos existen diferentes niveles, y “quien incrementa su conocimiento es menos propenso a encolerizarse” (Likutei Torá)

DIFERENTES CARACTERES

La Mishná nos habla de cuatro personas que en lo que hace a la conducta práctica actúan correctamente. Se alejan del enojo, y se apresuran a perdonar a quien peca en su contra. Pero Pirkei Avot son enseñanzas para los piadosos- Mili de Jasiduta. Los adjetivos que le otorga la Mishná se refieren al carácter, no a la conducta. La diferencia entre ellos radica en la naturaleza de cada uno de ellos.

Malvado es llamado también quien lo es en su carácter, aunque no en su proceder- debe ocuparse y cambiar su naturaleza hasta convertirse en “duro de enojarse y fácil de aplacar”

Quien es “fácilmente irascible y fácil de aplacar”– debe saber que, aunque “su pérdida se convierte en ganancia”, no debe contentarse con ello, sino corregirse y llegar a ser “duro de enojarse”.

Y quien naturalmente se inclina a ser “duro de enojarse y difícil de aplacar” le conviene saber que aunque “su ganancia se convierte en pérdida” puede revertir totalmente su tendencia, hasta lograr que sea “fácil de aplacar”.

(Beyond the letter of the Law)

¿Por qué el Judaísmo prohíbe los tatuajes?

La fuente de esta prohibición se encuentra en Levítico 19:28 “No se grabarán un tatuaje sobre ustedes”.

Esta prohibición se aplica a todo tipo de tatuajes, a excepción de aquellos hechos para propósitos médicos como ser una marca para guiar al cirujano en una intervención.

A pesar que algunos de los comentaristas aparentan creer que éste es uno de los Jukim (mandamientos que el intelecto de la persona no puede captar) de la Torá, otros traen diferentes explicaciones sobre esta prohibición:

1) El cuerpo humano es una creación de Di-s, y por lo tanto no es correcto mutilar el trabajo de Di-s. No es apropiado que miembros de la nación de Di-s mutilen sus cuerpos. Uno debe creer que Di-s, el más grande de todos los artesanos, lo ha formado de la manera más correcta y perfecta, y no debe cambiar esta forma. Cambiar el cuerpo de uno (no hablamos aquí por razones de salud), es equivalente a insultar la obra de Di-s.

2) En tiempos remotos, era una costumbre de los idólatras tatuarse como símbolo de compromiso a su deidad, así como un animal es etiquetado por su dueño. En muchas ocasiones, la Torá prohíbe la práctica de emular las costumbres paganas, considerando que seguir estas tradiciones es el primer paso a unirse a sus creencias idólatras y a sus servicios.

3) El pacto de la circuncisión es único en el hecho que es un signo en nuestros cuerpos que muestra nuestra relación con Di-s. Hacer otros símbolos en el cuerpo de uno, es debilitar este símbolo especial.

Por Baruj S. Davidson

¿Nos conectamos al creador al comer kosher?


Siempre  que  comemos  algo,  conscientes  de  nuestro  Creador  y  del  propósito Divino, nuestro acto de comer actúa como una conexión con El.

La energía que recibimos de ese alimento en sí se eleva a ese propósito superior.

Por  otro  lado,  si  solo  comemos  esa  comida porque tenemos hambre, sin una intención interna, nosotros y la comida seguimos siendo solo una parte más de este mundo fragmentado.

Así es como funciona con la comida kosher.  Kosher  significa “apto  para  su  uso”.

Este alimento es apto para comer porque puede elevarse mediante el tipo correcto  de  alimentación.  Por  eso  también se le llama mutar, que significa “desatado”. No está ligado a ser otra cosa material. A través de su alimentación adecuada, puede convertirse en una ofrenda Divina.

Pero si es del tipo de comida que el Creador no quiere que comamos, entonces  la  naturaleza  de  esa  comida  es  tal,  que nunca se puede elevar al comer. No importa  lo  que  hagamos,  permanece  \atrapada  en  este  mundo  y  nos  arrastra  con ella. Por eso también se llama asur,que  en  hebreo  significa  “atado”.  El  alimento está atado a su existencia material y  mundana  y  las  mejores  intenciones  nunca pueden sacarla de allí. Algunos de estos animales reflejan esta negatividad espiritual en su naturaleza y comportamiento. Así que Najmanides habla de los rasgos de carácter negativos imbuidos en la carne de especies no kosher.

Además, en muchos casos, lo que no es saludable para el alma tampoco lo es para el cuerpo. Entonces, tenemos nutricionistas  que  confirman  que  una  dieta kasher es más saludable. Buenos dividendos, pero no el factor subyacente.

El Banquete del Mashiaj

El octavo día de Pésaj está estrechamente ligado a la venida del Mashiaj.

El Baal Shem Tov -Fundador del Movimiento Jasídico- enseñó y reveló que en ese día “brilla una luz del Mashíaj” en el mundo. Por ello también instauró una costumbre que enfatiza la relación especial del último día de Pésaj y Mashíaj: El último día de Pésaj, por la tarde, hizo una comida adicional y la llamó “Seudat Mashíaj”- la comida del Mashiaj. 

La “comida del Mashíaj” -deja en claro que el Mashíaj es parte concreta de nuestra vida. Comemos una comida en honor a él, que está próximo a llegar.

Uno de los elementos más importantes de Pésaj, la festividad que celebra la libertad del pueblo judío, es que sirve como preparación para la Redención completa y eterna a través de nuestro justo Mashíaj.

Así el versículo declara: “Yo revelaré maravillas [en el tiempo de la Redención final que son] semejantes a [aquellas que fueron reveladas en] el tiempo de vuestro éxodo de Egipto”. De hecho, el éxodo de Egipto abrió el canal para hacer posibles a todas las redenciones subsiguientes, incluyendo la final.

Más específicamente: los primeros días de Pésaj se relacionan la mayor parte con el éxodo de Egipto, mientras los últimos días están más estrechamente asociados con la Redención venidera.

Esto puede ser también visto de las Haftarot leídas durante los dos días finales, versando sobre el tema de cada uno de estos días: Uno de los elementos más importantes de Pésaj, la festividad que celebra la libertad del pueblo judío, es que sirve como preparación para la Redención completa y eterna a través de nuestro justo Mashíaj.

Así el versículo declara: “Yo revelaré maravillas [en el tiempo de la Redención final que son] semejantes a [aquellas que fueron reveladas en] el tiempo de vuestro éxodo de Egipto”. De hecho, el éxodo de Egipto abrió el canal para hacer posibles a todas las redenciones subsiguientes, incluyendo la final.

Más específicamente: los primeros días de Pésaj se relacionan la mayor parte con el éxodo de Egipto, mientras los últimos días están más estrechamente asociados con la Redención venidera. Esto puede ser también visto de las Haftarot leídas durante los dos días finales, versando sobre el tema de cada uno de estos días: estilo también causa a su radiación, permear al individuo no sólo en su pensamiento y palabra (algo logrado recitando la Haftará), sino también en su cuerpo físico. Así este concepto es asimilado en el cuerpo real de la persona.

Adicionalmente, celebrar y conmemorar con una comida señala la santidad que impregnará al mundo físico entero cuando Mashíaj venga. Pues en ese tiempo “la gloria de Di-s será revelada, y toda carne observará…”. Este permear de lo material por lo espiritual es mejor comprendido por la santificación del alimento. Dado que el judío – de acuerdo con el principio que todas las acciones de uno deberían ser en aras del Cielo – come aún una comida ordinaria con la intención de traer santidad a este mundo, ¡cuánto más así con respecto a una comida en un día sagrado!

Seguramente, entonces, el especial “Festín de Mashíaj” de Ajaron Shel Pésaj de una vez al año nos permite comprender mejor cómo toda condición física será imbuida de santidad en el tiempo de la Redención.

El efecto de este evento especial no está, por supuesto, limitado al día de Ajaron Shel Pésaj mismo. Más bien, la idea es que debería afectar al judío a lo largo de todo el año, para que todo lo que él haga en relación con el mundo terrenal sea colmado de santidad y espiritualidad, semejante a la espiritualidad que abarcará al mundo con la llegada de Mashíaj.

Además, la lección de Ajaron Shel Pésaj no está limitada a la relación del hombre con el mundo físico, sino que también se vincula con la espiritualidad interior de todo judío.

Pues el nivel de Mashíaj está en el núcleo de toda alma judía. Ajaron Shel Pésaj permite a cada judío revelar este núcleo a lo largo del año, permitiendo, con eso, servir a Di-s con la misma fibra de su ser.

Únase, pues, a la costumbre de comer el próximo domingo 4 de abril por la tarde, último día de Pésaj, una comida que incluya Matzá y se tomen cuatro copas de vino.

¡Lejaim, Rebe!

Citas de una disertación dada por Elie Wiesel, Premio Nobel de la Paz, en una cena del Congreso realizada en Washington en ocasión del cumpleaños del Rebe.

Algunos de ustedes son conscientes de mi admiración, no sólo por el Rebe, sino también por su educación y labor. El hecho que él supo a quién enviar a lugares desamparados, para traer una palabra de fe y la palabra de  a jóvenes que se hubieran perdido probablemente, es para mí uno de los elementos que dan esperanza a una generación.  

Como jasid, puedo contarles esta noche una historia jasídica. Es sobre un gran Rebe llamado Reb Naftoli de Ropshitz. Él era un gran orador, dotado de un extraordinario sentido del humor. Un Shabat HaGadol (el Shabat antes de Pesaj), cuando el rabino del pueblo dirige un discurso acerca de la caridad, sobre la necesidad de ayudar a las personas pobres que no tienen dinero suficiente para celebrar el Seder, vino a casa del Beit Hakneset.  

Cuándo llegó, su esposa le preguntó: “Nu, ¿cómo estuvo?” Él dijo que estuvo todo en orden. “Bueno, pero… ¿has logrado algo?” Él dijo: “Sólo la mitad”. Ella preguntó: “¿Qué quieres decir?” Él respondió: “Convencí a los pobres para que quieran recibir la caridad”  

El Rebe ha logrado convencer al rico a dar y a los maestros a enseñar, y a los estudiantes a estudiar. El Rebe logra hacer cosas que los seres humanos normales no se atreverían a soñar de emprender siquiera.  

Ahora, ¿qué es lo que logra reunir a tantas personas aquí, de tantos países, actividades y esfuerzos diferentes? ¿Es el alcance de su asistencia espiritual? ¿es quizás la intensidad de su devoción? ¿Es la profundidad de su conocimiento, la calidad contagiosa de su sensibilidad e interés, y la preocupación por cada individuo, por cada ser humano, para cada judío?   ¿Qué es sobre este guía extraordinario y magistral mentor, que hace tan única su grandeza? ¿Fue elegido? En la tradición judía, la grandeza no es adquirida por elección. Moisés no fue elegido. Si Moisés hubiera tenido que postularse para la elección, habría fallado. Moisés era un orador pobre. No, no era un buen candidato.  

De todos los otros líderes que tuvimos, ninguno fue elegido democráticamente. La elección vino de Arriba.

Alguien que siente sobre sus hombros el peso de siglos, el peso de una tradición de moralidad. Entonces, esa persona se vuelve un líder. 

En cuanto a la grandeza…   

¿Cómo se mide la grandeza?  ¿Con qué criterio se evalúa la grandeza humana?

En el caso del Lubavitcher Rebe, la respuesta se obtiene fácilmente. No conozco a nadie que haya dejado al Rebe, incluso después de un momento de iejidut (audiencia privada), sin haber sido profundamente conmovido, sino cambiado, por su encuentro.  

Espero recordar siempre lo que sentí cuando por primera vez entré en su estudio, hace unos treinta años, y lo que nos dijimos. El tiempo en su presencia empieza a correr a un paso diferente.

Uno se siente inspirado, se percibe auto-examinado, se sorprende al preguntarse por la demanda de significado que debe ser suyo. En su presencia nada es superficial, ni artificial. En su presencia uno se acerca y se siente en contacto con su centro interno de gravedad.  

Pero lo que es más grande sobre el Rebe es que no sólo aquellos que lo han encontrado se sienten afectados, sino incluso aquellos que no han tenido la oportunidad. De algún modo, la presencia del hombre en nuestro medio envía una emanación de cualidad mística que afecta a personas que nunca han oído hablar de él, y esto, probablemente más que nada, es lo que hace al Rebe tan único.  

Es debido a su influencia, a su presencia, que el conocimiento judío y la educación judía han alcanzado alturas inusitadas en cada continente.

¿Hay un lugar bajo el sol donde los emisarios de Jabad no han llevado su palabra de tolerancia arraigada en Ahavat Israel, en el amor por Israel que realmente, por extensión, significa amor por cada uno?

Dondequiera que los judíos moran y trabajan, se exponen de algún modo al Rebe.  

Gracias a él, un judío, en cualquier parte y por todas partes, no puede sino sentir que él o ella pertenecen a un antiguo pueblo cuya tradición da énfasis a la grandeza de su tarea más que las prerrogativas de su condición. Gracias al Rebe, un judío se vuelve un judío mejor, un ser humano bueno, haciendo a sus prójimos más humanos,más hospitalarios, abiertos a un mayor sentido  de generosidad. Así que aquí es donde reside también la grandeza del Rebe.  

Algunos de nosotros tuvimos la suerte y oímos sus lecciones; nos unimos a él en el estudio, en la canción. Lo hemos visto con sus discípulos, hemos dado testimonio de sus logros. Por consiguiente, siento- con un sentido profundo de devoción, afecto y admiración- que debemos alzar nuestras copas para decir “Lejaim” al Admor (amo, maestro y rabino) de esta generación,  cuya  vida y trabajo han sido una bendición para tantos de nosotros, de hecho a todo Israel y el mundo.  

Así que, qué podríamos decir al Rebe en Brooklyn, excepto que somos sus discípulos, somos sus seguidores porque como usted Rebe, y con usted, creemos en el estudio, creemos en la oración.

Creemos en la oración como un eslabón entre un ser humano y el otro. Creemos en el estudio como un eslabón entre una generación y la otra. Y creemos que una medida agregada de solidaridad siempre debe estar presente en cualquier cosa que hacemos por nosotros, para nuestro pueblo, y por cada uno.  

Cuando estamos con el Rebe alzamos una pequeña copa y decimos: ¡Lejaim!, y el Rebe responde: ¡Lejaim!.

Permitámonos imaginar, por consiguiente, que estamos esta noche en 770 Eastern Parkway, y vemos al Rebe que- como han oído esta noche- nos necesita. Por consiguiente decimos con más vigor y con más fervor:

¡Lejaim Rebe!

Fe, intelecto y fe

Por: Yanky Tauber

Cuando eras un niño, fuiste bendecido con fe. El mundo era bueno, la gente era buena, y ser bueno uno mismo era simplemente un tema de seguir los “si” y “no” de la vida que Di-s le ha dicho a tus padres.

Luego creciste, conociste a algunos de los chicos malos, y has descubierto de que seguir las reglas no siempre te llevaban al camino que te hubieras imaginado que sería. La fe por sí sola no era suficiente: También necesitabas el intelecto, sensibilidad, sentimiento y deseo para navegar la vida.

Cuando te casaste, fuiste bendecido con fe. Tu marido/esposa, era la persona más buena, inteligente, talentosa y linda del universo. Luego pasaron los año de tu matrimonio, y solo el amor no era suficiente: también necesitabas intelecto, sensibilidad, sentimiento y deseo de mantener la relación

Comienzas con Fe, y luego sigues con experiencia. Pero también hay una tercera fase en la cual la fe reaparece. Una fase en la que descubres en la que tu cónyuge realmente ES la persona más increíble en el universo. Una etapa en la que descubres de que el mundo ES bueno, de que la gente ES buena, de que los “si” y “no” de Di-s SON la fórmula para una vida llena de sentido. No es tan simple como la fe de la juventud, pero tiene algo que ésta última no lo tiene: densidad, textura y gusto. Una riqueza.

Haz vuelto a la fe original, la misma que ha brillado tan fuerte y se ha mantenido porque no fue reemplazada por la sabiduría y experiencia. Ahora, sin embargo, tu fe coexiste junto con tu sabiduría y experiencia. 


La Matzá es el ícono más básico de la festividad de Pesaj. El nombre bíblico de Pesaj es “La festividad de las matzot”. Por ocho días, este “pan sin leudar”, desplaza todas las formas de levadura de la vida personal. 

Pero hay bastante confusión con el significado de “matzá”. Los Sabios del Talmud y la Kabalá, les dan diferentes nombres: “el pan de aflicción”, “el pan de la pobreza”,  “el pan de la humildad”, “el pan de Fe”,  “el pan de la curación”.

Y luego hay un tema de tiempo: ¿Cuándo nació la Matzá? Al principio del Seder anunciamos: “Este es el pan de la aflicción el cual nuestros antepasados comieron en la tierra de Egipto…” pero luego en la noche recitamos: “Esta Matzá que comemos, ¿por qué razón la comemos? Porque la masa de nuestros padres no tuvo tiempo de leudar porque el Rey de los Reyes de los reyes, el Santo Bendito Sea, se reveló ante ellos y los redimió”. 

Entonces tenemos una Matzá pre-éxodo y otra post-éxodo. O, como son referidas en las enseñanzas Jasídicas, Matzá antes de la medianoche y matzá después de la medianoche.

La matzá, el pan de la fe, tiene dos lados. Es la fe de la “pobreza”, que se desarrolla en el alma intacta, libre de los enredos, inteligencia y cargas de experiencia. Y luego, cuando emerge desde el otro lado de la noche, es una fe enriquecida por los mismos elementos que se ahogaban en sus años de exilio.

Historia: Salvar a un amigo

Guedalia Moshe Goldman, que después se convirtió en Gran Rebe de Zvhil y Jaim Shaul Bruk, renombrado mentor de Jabad, estuvieron cautivos en la misma época en un campamento de trabajos forzados de la prisión soviética. ¿Su ‘detestable’ crimen? Observar y difundir Judaísmo bajo el régimen comunista.

Un Shabat, el sádico comandante del campamento llamó a Guedalia Moshe a su oficina. “Tengo aquí los papeles para tu descargo” dijo mientras ondeaba algunos papeles en el aire, “y si los firmas ahora, serás un hombre libre.

“¡Pero es Shabat!” contestó Guedalia Moshe. “No puedo y no firmaré en Shabat”.

El comandante -quién por supuesto sabía de antemano que Guedalia Moshe no transgrediría el Shabat- gritó: “¡Si no firmas los papeles ahora, permanecerás aquí otros ocho años!”. “No obstante, no firmaré y no profanaré el Shabat” respondió Guedalia Moshé.

“Muy bien,” sonrió con desprecio al comandante. “No firmes. Estarás en esta prisión durante ocho años más. Y veremos cómo tu Di-s te ayuda…”.

“Si mi Di-s quiere ayudarme, Él lo hará sin usted. Y si Él quiere que yo esté en esta prisión ocho años más, estaré aquí otros ocho años aun cuando usted decida permitirme marchar” contestó serenamente Guedalia Moshe. “No tiene nada que ver con usted.”.

El comandante ya enfurecido, estaba rojo. ¡Sacó su pistola fuera del estuche, apuntó al corazón de Guedalia Moshe, y gritó: “¡Veamos quién te ayudará ahora!”.

Jaló el arma…

Y en ese momento, su hija entró en la oficina. Vio a su padre apuntando con la

pistola a Guedalia Moshe y dijo con voz aburrida: “Padre, es una lástima la pérdida de una bala…”.

Despacio, el comandante bajó el arma. “¡No pienses que ha sido tu Di-s que te salvó!” gritó a Guedalia Moshe que permanecía de pie serenamente. “¡Si no hubiera sido por mi hija, serías ahora carne muerta!”.

El comandante se volvió a un ayudante y gritó: “Traiga al otro judío escandaloso, Jaim Shaul!”.

Pasaron  unos  momentos,  y  Jaim Shaul estaba parado en la oficina al lado de Guedalia Moshe. El comandante le hizo la misma oferta que a Guedalia Moshe: “Firma estos papeles y serás hombre libre”.

“Pero no puedo firmar los papeles” contestó Jaim Shaul “Es Shabat, y yo no violó el Shabat”.

“¡Entonces permanecerás aquí otros ocho años!”.

“¡No escribiré en Shabat!”.

De repente, Guedalia Moshe dijo: “Déme los papeles. Yo firmaré por él”.

El comandante quedó enmudecido. “¡¿Qué?! Acabas de decir que no escribirías en Shabat! ¡Vas a estar aquí ocho años más por esa razón! ¿Y ahora firmarás por él?”.

“Claro que no firmaría en Shabat para ganar mi libertad,” Guedalia Moshe contestó. “Pero esto es diferente. Yo soy fuerte, y puedo resistir las condiciones en esta prisión otros ocho años. Pero Jaim Shaul es más débil, y no puede resistir este lugar. Sería peligroso para su salud permanecer aquí ocho años más. Déme los papeles y permítame firmar…”.

Ambos hombres fueron liberados de la prisión a los pocos días.

Y después de todo, no fue el comandante quien estaba al mando.