Confiá en tu socio

Cierta vez, un distribuidor internacional de telas de alta gama, visitó al Rebe de Lubavitch, Menajem Mendel Scheerson. Como miembro activo de la comunidad de Jabad en Inglaterra, el hombre ya conocía sobre cómo los asesoramientos y bendiciones del Rebe imapctaban en las vidas de muchas personas. En cierto punto de su discusión, el hombre de negocios le propuso al Rebe de que sea su socio para un negocio. El Rebe se puso serio y dijo: “Esta bien. Recuerde, sin embargo, que en una sociedad, ninguno de los dos llega a hacer un movimiento sin el consentimiento del otro. ¿Tenemos un trato?”

El hombre estaba entusiasmado con esta oportunidad de ser “socio” con el tzadik, y rápidamente aceptó el acuerdo. El Rebe le aconsejó hacer una compra grande de un material determinado que no conocía. El comerciante se fue a su casa e hizo un gran pedido de este tejido inusual. Cuando se reportó de nuevo a Nueva York, el Rebe le respondió de que la compra era demasiado conservadora. Debía haber comprado una cantidad mucho mayor. El hombre salió y compró cantidades astronómicas, hasta el punto de invertir toda su fortuna personal para pagar los envíos.

Para disgusto del hombre, poco tiempo después de las adquisiciones, el valor de este material comenzó a bajar. Tal vez, pensó, debería vender al menos una parte importante. Como había prometido, se comunicó con el Rebe para su consentimiento. Para su sorpresa, el Rebe no le otorgó su consentimiento y le recordó sobre el acuerdo respecto a los movimientos unilaterales.

A medida que el precio del material continuaba bajando, lo mismo ocurría con el espíritu del hombre. Cada día, veía que su fortuna se resbalaba cada vez más lejos. Todas las súplicas al Rebe concluían con la misma respuesta: “No vendas”.

Frente a la ruina financiera, el hombre comenzó a cuestionar toda su relación con el Rebe y Jabad. Tal vez fue un error. Con la devaluación de cada día, su distancia con la comunidad de Jabad crecía.

Ésto continuó durante varios meses. Un día, el precio subió un poco. Le consultó de nuevo al Rebe, pero nuevamente le dijo que aún no. Cuando el precio subió incluso más, el Rebe todavía seguía sin darle la luz verde a la venta masiva.

Poco después, un famoso diseñador de moda extendió una línea que requería una gran cantidad de un material inusual. Cuando el hombre le informó de esto a la Rebe, le dijo que había llegado el momento de vender. El inventario fue rápido. El hombre hizo muchos millones. Entusiasmado, se subió a un avión para entregarle al Rebe un cheque por su “parte”. El Rebe se negó, pidiéndole al hombre que le diera el dinero para caridad.

Luego el hombre le preguntó al Rebe si podían hacer otro negocio juntos. El Rebe sonriendo le dijo: “Lo siento…eres un Shvajer Shutaf, un socio débil”.

Al comienzo de la lectura de la Torá de esta semana, se nos enseña que en el Monte Sinai, Di-s le dice a Moisés que le instruya a los Hijos de Israel sobre la observancia de Shmitá, el año Sabático. Al entrar a la Tierra de Israel, deberían contar los años en ciclos de siete. Durante seis años trabajarían, y el séptimo sería un descanso”. Nada de siembra, recolección, atados. Un año entero para la búsqueda espiritual.

La Torá luego dice: “Y si vas a decir: ¿Qué comeremos en el séptimo año?….Yo daré mi bendición de que el sexto año crecerá lo suficiente para un período de tres años…”. En otras palabras, la bendición Divina de enriquecer el suelo como resultado por haber observado “Shmitá”, compensará tres veces más la pérdida por haber dejado a la tierra descansar.

Tanto si se trata de Santificar el Shabat, enviar a nuestros hijos a escuelas de Torá o hacer un esfuerzo extra para mantener una cocina kosher, Shmitá nos recuerda de que el Monte Sinai representa un puente entre la teoría y la práctica, la fe y la acción. En esa montaña, el Todopoderoso nos tomó como socios en el negocio de la creación. Desde entonces nos ha estado implorando: “No seas un Shvajer Shutaf”

Por: Moshe Bryski

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