Mi tío, Rabí Sholom Gordon, de bendita memoria, era emisario de Lubavitch en Nueva Jersey, desde principios de los años cuarenta. En su trayectoria, tocó miles de vidas.
En algún momento alrededor de 1960, la madre de un ex alumno del Tío Sholom se acercó a él con un problema. A su hija, que había alcanzado la edad núbil, hacía ya varios años, le era difícil encontrar un marido. Conscientes de la grandeza del Rebe, la madre desesperada pidió a Sholom que concertara una cita para ella con el Rebe. Mi tío cumplió con el pedido, e incluso llevó a la madre, junto con su hijo, a su encuentro con el Rebe.
Mi tío esperó fuera. Cuando la madre salió de la oficina del Rebe, se veía muy molesta.
“¿Qué pasó?” Sholom preguntó. “Bueno”, contestó la madre, “me dirigí al Rebe y le pedí una bendición para conseguir una buena pareja para mi hija. Me sorprendí cuando el Rebe comenzó a hacerme preguntas sobre mi vida. Me preguntó acerca de nuestro medio de vida. Le dije que tenemos una tienda muy exitosa en Newark. El Rebe me preguntó si la tienda está abierta en Shabat. Le dije que sí.
“Entonces, y esto es lo que realmente no entiendo, el Rebe sugirió que ya que estamos financieramente seguros, debemos cerrar nuestra tienda en Shabat y que Di-s, a continuación, enviará al bashert (destinado) esposo a nuestra hija.
Le respondí que necesitamos abrir la tienda toda la semana para proveer de sustento a nuestra hija en caso de que algo nos suceda a nosotros y ella no se case. Cuando Di-s mande a su bashert… entonces voy a cerrar la tienda en Shabat. El Rebe no estuvo de acuerdo.”Rabino Gordon,” continuó la mujer,
“Soy de Europa. Sé de Rebes jasídicos. Pensé que nos daría las bendiciones correspondientes y querría una donación. No he venido aquí para obtener asesoramiento empresarial…”
Pasaron los años. En 1967 llegaron a Newark disturbios, violencia y bandidaje. El almacén de propiedad de los padres del ex estudiante de Sholom estaba entre los destruidos en manos de los vándalos. Ya alcanzando la edad de la jubilación, y después de fallecer su esposo poco antes, la madre decidió no reconstruir la tienda. El negocio se cerró definitivamente, y por supuesto, estuvo cerrado también en Shabat. A los pocos meses, la hija conoció a su bashert.
Hoy en día, gracias a Di-s, es la madre de una familia muy respetada.