Frecuentaba la casa del Gran Rabino de la ciudad, Rabi Levi Itzjak Schneerson.
Mordejai era uno de los más brillantes estudiantes en la escuela secundaria. Sus pares y maestros advirtieron que era un judío observante y lo atormentaban. En cada conversación, sus maestros mencionaban lo fútil de la religión. Pero Mordejai permanecía firme en su observancia. Mordejai no estaba sólo en sus dificultades, pues su mentor, Rabi Levi Itzjak, lo apoyaba y animaba.
Aunque Rabi Levi Itzjak era el rabino oficial de la comunidad, el regimen comunista no le permitía mantener una discusión de Torá con la gente, ni tampoco influir en los jóvenes para seguir los Preceptos. Pero esto no lo detuvo. Usó cada oportunidad para hablar al público sobre fortalecer y conservar el Judaísmo, aunque hubiera delatores presentes.
Cuando Mordejai completó la secundaria, decidió asistir a la universidad, pero no fue aceptado.
No podía entender por qué, pues sus calificaciones eran excelentes.
Habló con el rector de la universidad, y éste le dijo: “Ve a preguntarle a Schneerson, nosotros no podemos ayudarte.” Finalmente, Mordejai fue aceptado, pero lo enviaron a una granja donde los estudiantes trabajaban y estudiaban. Mordejai seguía en contacto con Rabi Levi Itzjak.
Los estudiantes iban a la ciudad para comprar suministros para la granja. Todos aprovechaban la oportunidad para vender sus productos y ganar dinero. Pero Mordejai usaba sus visitas de otra manera. Indagaba sobre los judíos de la ciudad, y verificaba qué artículos religiosos les faltaban. Cada vez que iba allí, llevaba su bolso lleno de Mezuzot, Tzitzit y Libros de Oración. Los distribuía de acuerdo a las instrucciones de Rabi Levi Itzjak. Todo en secreto.
Cada día Mordejai se ponía sus Tefilín. Mientras los demás dormían, salía furtivamente a los campos. Allí, entre los tallos de maíz, rezaba rápidamente.
Todo fue bien hasta que una tarde de Janucá, un inspector judío llegó al lugar, y descubrió velas ardiendo. Al otro día Mordejai fue enviado a casa. Allí continuó estudiando Torá y observando las mitzvot. También visitaba la casa de Rabi Levi Itzjak.
Un día de verano, Mordejai fue a nadar al mar, y nunca volvió…
El rector de la universidad quería hacer el entierro por cuenta del gobierno. Preguntaron a la hermana de Mordejai, una comunista declarada con una importante posición gubernamental. Ella se excusó diciendo que sus padres eran tradicionales y no podía intervenir. Luego fue deprisa a lo de Rabi Levi Itzjak y le dijo: “La voluntad de Mordejai es su voluntad, lo que usted diga, haremos”.
El entierro fue de acuerdo a la ley judía. La gente acudió de todas las puntas de la ciudad. La universidad envió a estudiantes y profesores al entierro. Rabi Levi Itzjak empezó su discurso: “Mordejai, en su corta vida, nos mostró el camino. No temió de lo que sus amigos o el gobierno dijeran. No prestó atención a quienes buscaron dañarlo. Mordejai resistió por su fe y observancia”
La muchedumbre estaba muy agitada por las palabras del Rabino. Se sorprendieron al oír del sacrificio de Mordejai para distribuir artículos religiosos, y cómo oraba en secreto entre los tallos de maíz. El rabino los instó a seguir el camino de Mordejai y no olvidarse de su Padre Celestial.
Cuando Rabi Levi Itzjak concluyó, todos estaban asustados porque el Rabino se atrevió a hablar así, ignorando a las autoridades y sus amenazas. Tres años después, en 1939, fue arrestado, torturado, y desterrado.
Rabi Levi Itzjak falleció en el exilio. Pero nunca lograron quebrar el espíritu del gran hombre que fue el padre del Lubavitcher Rebe.
(Publicación de ufaratzta) de “Em BeIsrael”