No seas justo

“Los hombres de Sodoma estaban corrompidos por la riqueza que Di-s había despilfarrado en ellos…”

El libro del Génesis (en los capítulos 13-14 y 18-19) nos cuenta sobre la perversa ciudad de Sodoma.

Primero leímos cómo Lot, sobrino de Abraham, se estableció en Sodoma a pesar del hecho de que sus habitantes eran “perversos y pecadores a Di-s”; Sodoma es arrasada por los ejércitos de Jerdolaomer, y Abraham viene al rescate de su sobrino prisionero; luego encontramos a Abraham que le suplica a Di-s que se apiade de la ciudad pecadora en mérito de los habitantes virtuosos que pudieran encontrarse, pero resulta que ni siquiera se pudo encontrar diez de esas personas; dos ángeles, enmascarados como los hombres, visitaron la ciudad, pero sólo Lot les ofrecerá hospitalidad; Él los salva de las hordas de Sodoma, y ellos, a su vez, lo rescatan a él y a sus dos hijas antes de destruir la ciudad.

¿Cuáles fueron los pecados de Sodoma? En nuestro idioma, el nombre de la ciudad es sinónimo de perversión sexual. Esto se deriva de lo que cuenta la Torá de cómo las hordas sodomitas que merodeaban la casa de Lot, le exigían que les entregue sus dos invitados “para que nosotros podamos violarlos”. Pero las fuentes judías tradicionales–el Talmud, los Midrashim y los Comentarios–tienen una visión diferente de la historia de Sodoma. Allí, el énfasis no está en sus pecados sexuales, sino en su falta de hospitalidad y en su agresión a cualquiera que se atreviera a compartir la riqueza de la ciudad con cualquier extraño.

En las palabras del Talmud: “Los hombres de Sodoma sólo estaban corrompidos a causa de la riqueza que Di-s había despilfarrado en ellos… Dijeron: “Si en nuestra tierra crece el pan, y tiene el polvo de oro, por qué debemos recibir forasteros que sólo vienen a llevarse nuestra riqueza? ¡Vamos!, hay que abolir la práctica de alojar a los viajeros en nuestra tierra…”

Inclusive hallaron una manera de ser caritativos asegurándose de que ningún extraño se beneficiara de su caridad: “Si algún pobre pasara por aquí, cada habitante le daría un dinar en el cual escribiría su nombre, pero no se le vendería nada de pan. Cuando él muriese, cada uno vendrá y tomará de vuelta su dinar”. Llegaron al extremo de decretar: “Cualquiera que dé un pedazo de pan a un pobre o a un extraño se lo quemará en la estaca”.

La historia de Sodoma aparece en la Torá en contraposición a la vida de Abraham. De hecho, Sodoma es la antítesis de Abraham que está retratado en la Torá como la personificación misma de jesed (benevolencia). Abraham da de él, materialmente (proporcionando comida y alojamiento a los forasteros) y espiritualmente (compartiendo las verdades que descubrió, rezando Sodoma); la intención del Sodomita es guardar para él lo que es suyo.

Lo que es notable sobre la gente de Sodoma es que no son ladrones (como era la generación del Diluvio). Incluso cuando niegan a un extraño sus posesiones, tienen el cuidado de hacerlo de una forma “legal”. De hecho, la base de su filosofía parece bastante benigna. En las palabras de la Ética de los Padres:

Uno que dice, “lo que es mío es mío y lo que es tuyo es tuyo”–éste es el rasgo de Sodoma.

¿Qué puede ser más justo? La gente de Sodoma tomaron esto al pie de la letra. Pero, cada persona que declara “lo que es mío, es mío y lo que es tuyo es tuyo”, todo lo que está diciendo es: “yo no tocaré lo que es tuyo, pero no esperes que te dé nada.”

Para el judío, tal justicia es la esencia misma del mal.

Yanki Tauber

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