La respuesta básica: Mientras recitamos esta importante plegaria, no debemos distraernos con nada. Cerrando los ojos, podemos concentrarnos más. (Código de la Ley Judía, 61:5)
El Talmud (Brajot 13b) trae como origen de esta práctica al gran Rabí Iehudá el Príncipe. Él solía interrumpir sus estudios de la Torá para decir Shemá, y sus estudiantes observaban que él se cubría sus ojos en el momento en que decía el versículo.
La respuesta más profunda es: El significado del Shemá va más allá de la creencia que sólo hay un Di-s. “Hashem Ejad” declara que *no existe nada fuera de él.*
Nuestro mundo, y todo lo que hay en él, es creado por la palabra de Di-s en cada momento. Durante un rato cada mañana, cerramos nuestros ojos y vivimos esta realidad. Nuestro desayuno, nuestro trabajo…todo es esencialmente Divinidad.
Luego abrimos nuestros ojos y vemos un lugar muy distinto enfrente nuestro.
Y esta realidad permanece con nosotros hasta la noche, cuando llega el turno para nuestra carga, el Shemá de la noche…
Por Israel Cotlar