Desde los últimos 100 años, la “fábrica” del espíritu del jasidut Jabad y el lugar donde se forman los jasidim es la Ieshivá Tomjei Tmimim, que fue fundada por el 5to Rebe de Jabad, Rabi Shalom Dovber, el 15 de Elul del año 5657. El día 18 de Elul de ese mismo año comenzaron los estudios.
Tomjei Tmimim fue la primera Ieshivá que incorporó en su plan de estudios junto al estudio de Talmud y ley judía, el estudio de Jasidismo.
En la inauguración, el Rebe contó que durante diez años pidió a sus ancestros, los santos Rebes, que los alumnos de esta Ieshivá sean verdaderos jasidim, luminarias que irradien y difundan la luz de la Torá y el Jasidut en cada lugar donde residan.
Rabi Shalom Dovber en persona indicó el orden de la Ieshivá y el programa de estudios. De la misma forma, instruyó a los alumnos en su servicio a Di-s, es decir, la forma de rezar. También cuidaba mucho que el ambiente de la Ieshivá fuera de santidad y pureza. Una vez le preguntaron por qué enseñan a los alumnos, que el mundo material no es importante, teniendo en cuenta que al abandonar la Ieshiva descubrirán que es necesario enfrentarse al mundo y a sus dificultades, a lo que el Rebe respondió: “Cuando afuera el frío es intenso y encendemos la calefacción a 100º, al apagarla luego, la habitación mantiene una agradable temperatura de 40º. En cambio, si la prendemos de entrada a 40º, la habitación estará fría al apagarla después”.
Quienes deseaban inscribirse en la Ieshivá eran sometidos a varios exámenes. El legendario mashpia (mentor) Rab Shmuel Groinem, cierta vez se reunió con los alumnos. En medio de su alocución le dijo a uno de ellos: “¿Recuerdas cuando llegaste a la Ieshivá y no iban a recibirte?; ¡estabas parado en la puerta y llorabas!. Pero no eras tú sino tu alma la que lloraba!. Si respecto al dedo, los Sabios dijeron que ningún hombre es señalado sino es declarado así en el Cielo, más aún acerca de un alma que tiene el privilegio de estudiar en Tomjei Temimim…”
También se cuenta sobre una viuda que trajo a sus dos hijos de doce y trece años para inscribirlos en la Ieshiva. El mayor tenía grandes aptitudes y fue admitido de inmediato. El menor, menos talentoso, no fue aceptado. Al enterarse, el niño comenzó a llorar. Varios días permaneció en la puerta sollozando, hasta que se encontró con el Rebe y le dijo: “Soy un huérfano y deseo ser un buen judío, por favor apiádese de mi!. Luego de este episodio, se incorporó a la Ieshivá. Resultó que el hermano mayor abandonó al poco tiempo sus estudios y el menor llegó a ser un alumno sobresaliente.
Dijo sobre esto Rabi Iosef Itzjak, el Rebe Anterior: “Un alumno que llegó a Tomjei Tmimim no lo hizo por casualidad!”