Una casa

Naciones guerrean por ella, familias apartan una considerable suma de sus ingresos para adquirir una. Hasta los Sabios del Talmud llegan a decir:

“Un hombre sin un hogar no es un hombre”.

Una casa es más que un techo que protege de la lluvia, paredes que mantienen fuera a visitantes indeseados, una cocina   para   preparar   comida   y   una cama para dormir. Fuertes, edificios de oficina, hoteles y restaurantes también pueden realizar esas funciones, inclusive mejor que cualquier residencia.

Pero sólo en casa una persona está “en casa”.

En casa es donde puedes hacer muecas en el espejo, puedes llevar un suéter verde viejo con agujeros y comer pickles con mayonesa porque te da la gana.

Di-s, también, desea una casa un lugar dónde Él pueda ser íntegro y desinhibido. Los maestros jasídicos preguntan: ¿Por qué Di-s creó el mundo físico? ¿Qué puede darle nuestra existencia tosca, finita y conflictiva, que las dimensiones espirituales de la creación no pueden? Y ellos contestan: Di-s creó el mundo físico porque Él quiso una casa, un lugar dónde pueda hacer las cosas porque tiene ganas.

La primera casa de Di-s tenía dos cuartos en un edificio de 13 mts. x 21mts aproximadamente. Según Éxodo 25, estaba hecha de los siguientes materiales: oro, plata, cobre, lana teñida de azul, violeta y rojo, lino, pelo de cabra, pieles animales y madera. Fue hecha a medida, con especificaciones detalladas dadas a Moshé en el Monte Sinaí. Se asentaba en el centro mismo del campamento Israelita en el desierto, y estaba   diseñada   para   que   pudiera desarmarse y volverse a armar cuando fueran de un lugar a otro durante los cuarenta años entre su Éxodo de Egipto y su entrada en la Tierra Santa. Después, una versión más grande y permanente   se   construyó   en   el   Monte   del Templo en Jerusalén.

Dijo Di-s a los hombres:

 “Yo creé sabiduría,   conocimiento   y   entendimiento, y en estas creaciones mora Mi mente. Yo creé amor, justicia y compasión, y en éstos reside mi carácter. Yo creé a la belleza, el esplendor y la majestuosidad, y en éstos investí Mi personalidad. Pero ninguno de éstos es Mi casa, más que la oficina en la que trabajas o el teatro en el que te entretienes.

Así que Creé la materia física, la cosa más ‘no-Divina’ que pueda concebir para que haya un lugar en donde no tenga que jugar ningún rol y no tenga que proyectar ninguna característica.

Sólo Mi deseo de realización. Cuando tomas tu oro (tus excesos materiales), tu plata (tu imperturbable riqueza de clase media) y tu cobre (los pocos pesitos para la subsistencia) y los usas para moldear una realidad conforme a Mi deseo, estás haciéndome una casa en Mi mundo”.

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