El Shemá de un psicoterapeuta en Auschwitz

Shemá Israel Hashem Elokeinu Hashem Ejad… Escucha Israel, Di‐s es nuestro Señor, Di‐s es Uno. (Deuteronomio 6:4)

Estas palabras, un punto culminante de nuestras plegarias diarias, expresan poderosas perlas de fe. Pero no esperaba leerlas en un clásico best‐seller atemporal.
En El hombre en busca de sentido, Viktor Frankl describe sus experiencias en los campos de concentración nazis.


Poco después de llegar a Auschwitz, Frankl fue despojado de su posesión más preciada: un manuscrito que era el trabajo de su vida, escondido en el bolsillo de su chaqueta.
Entonces tuvo “quizás su experiencia más profunda en los campos de concentración”. “Tuve que sufrir y superar la pérdida de mi hijo mental. Y ahora parecía que nada ni nadie me sobreviviría; ni un hijo físico ni mental propio. Así que me encontré frente a la pregunta de si en tales circunstancias mi vida estaba en última instancia vacía de sentido. “Una respuesta a esta pregunta con la que luchaba tan apasionadamente ya estaba guardada para mí… Así fue cuando tuve que entregar mi ropa y a su vez heredé los harapos gastados de un recluso que ya había sido enviado a la cámara de gas…


En lugar de las muchas páginas de mi manuscrito, encontré en un bolsillo de la chaqueta recién adquirida una sola página arrancada de un libro de plegarias hebreo, que contenía la plegaria más importante, Shema Israel.
“¿Cómo debería haber interpretado tal ‘coincidencia’, sino como un desafío a vivir mis pensamientos en lugar de ponerlos en papel?” ¿Por qué el Shema Israel ha inspirado a tantas personas en los momentos más difíciles?


Aparte de su simple afirmación de fe, creo que hay cuatro elementos psicológicos clave:
1) Relevancia: Escucha, Israel: la religión no puede comenzar y terminar con teorías; debe abordar nuestra humanidad. El Shemá no comienza con una declaración de fe despersonalizada. Se dirige a cada uno.
Escucha, Israel, escucha este mensaje y hazlo parte de tu ser.


2) Pertenencia: El Shemá está en plural
(“nuestro Di‐s” y no “mi Di‐s”), dirigido a un grupo colectivo. Obtenemos fuerza de los demás y fortaleza de ser parte de algo más grande que nosotros. Ese sentido de comunidad es uno de nuestros activos más fuertes.


3) Personalización: Di‐s es nuestro Di‐s. Di‐s, que es trascendental e infinito, es también nuestro Di‐s personal, que nos sostiene en tiempos de celebración y desesperación. Él no es sólo un gobernante objetivo, que crea y regula el cosmos.
Él es “nuestro”, está cerca nuestro, comprende la parte más profunda de nosotros.


4) Individualidad: Por mucho que necesitemos un sentido de pertenencia y comunidad, no debemos negar nuestras diferencias individuales.
El Shemá termina con las palabras “Di‐s es uno” (en lugar de “Di‐s es singular” o “solo”). Uno, el primero de los números, enseña que Di‐s está presente en la diversidad del mundo. Mientras que el conformismo impide el crecimiento, la “unidad de Di‐s” debería darnos poder para descubrir y cultivar la unidad y singularidad Divinas dentro de cada uno.

Chana Weisberg

 

Poco después de llegar a Auschwitz, Frankl fue
despojado de su posesión más preciada: un manuscrito que era el trabajo de su vida, escondido en el bolsillo de su chaqueta

Instagram
Facebook
Email

Notas recomendadas