La virtud de Rabí Shimón ben Netanel – temeroso del pecado. Avot 2:9
“¿Cuál es el buen camino al que uno debe adherirse? Aquél que observa lo que se está gestando para el futuro.” Avot 2:10
El segundo capítulo del Pirkei Avot incluye la descripción que Rabí Iojanán Ben Zakai hace de sus cinco alumnos principales.
En pocas palabras, Rabí Iojanán resume sus cualidades predominantes. Luego realiza una breve encuesta sobre la visión que cada uno de ellos tiene acerca de la vida, haciéndoles la siguiente pregunta: “¿Cuál es el buen camino al que uno debe adherirse?”
Rabí Shimón, que es descrito por su maestro como “temeroso del pecado”, contesta que la virtud más importante que la persona debe poseer en su enfoque de la vida es “saber lo que se está gestando para el futuro”. Esto se debe a la característica particular de Rabí Shimón: el pecador vive para el momento, pero el temeroso del pecado prevé la consecuencia de sus actos. La gratificación instantánea que provoca el pecado, no puede incitar a alguien que teme de las consecuencias posteriores de largo alcance. El rey Salomón expresa: “El sabio tiene sus ojos en su cabeza; el tonto camina en la oscuridad”.
Obviamente que la locación física de los ojos es igual en ambos. Rashi explica que esto se refiere a que el sabio es quien, en todo lo que hace, “percibe desde el principio -la cabeza- de la acción, cuál será la consecuencia final”.
AHORA O DESPUÉS
El pasaje todavía necesita clarificación. La diferencia esencial que radica entre el “hombre sabio” y el “tonto”, “el temeroso del pecado” que “observa lo que se está gestando” y “aquel que camina en la oscuridad” no es tan sólo una cuestión de consideraciones de corto vs. largo plazo.
Además, el temor al castigo no es suficiente para evitar una acción equivocada. Aquel que mira las consecuencias negativas del mal en términos jurídicos o por la retribución del Cielo, difícilmente es “quien teme del pecado”, sino sólo se trata de quien se asusta de las derivaciones de éste.
Por otro lado, el que teme del pecado en sí, comprende de inmediato los efectos de los actos negativos. Entiende que semejante hecho va en contra del propósito de su vida y la auténtica esencia de su ser. Sabe, que aunque verdaderamente corrija sus actos, tenga éxito en reparar el daño provocado, incluso aunque esta “experiencia penitente” lo convierta finalmente en una persona mejor, de todas formas en el momento del desliz se habrá desconectado de la quinta esencia del bien que forma el núcleo Divino de su alma.
Es el auténtico significado de su acción, en el hoy y ahora, que él contempla y teme.
(Basado en una alocución del Rebe, del 15 de Adar, 5713. De Beyond the letter of the Law)