El Shemá de un psicoterapeuta en Auschwitz

Shemá Israel Hashem Elokeinu Hashem Ejad… Escucha Israel, Di‐s es nuestro Señor, Di‐s es Uno. (Deuteronomio 6:4)

Estas palabras, un punto culminante de nuestras plegarias diarias, expresan poderosas perlas de fe. Pero no esperaba leerlas en un clásico best‐seller atemporal.
En El hombre en busca de sentido, Viktor Frankl describe sus experiencias en los campos de concentración nazis.


Poco después de llegar a Auschwitz, Frankl fue despojado de su posesión más preciada: un manuscrito que era el trabajo de su vida, escondido en el bolsillo de su chaqueta.
Entonces tuvo “quizás su experiencia más profunda en los campos de concentración”. “Tuve que sufrir y superar la pérdida de mi hijo mental. Y ahora parecía que nada ni nadie me sobreviviría; ni un hijo físico ni mental propio. Así que me encontré frente a la pregunta de si en tales circunstancias mi vida estaba en última instancia vacía de sentido. “Una respuesta a esta pregunta con la que luchaba tan apasionadamente ya estaba guardada para mí… Así fue cuando tuve que entregar mi ropa y a su vez heredé los harapos gastados de un recluso que ya había sido enviado a la cámara de gas…


En lugar de las muchas páginas de mi manuscrito, encontré en un bolsillo de la chaqueta recién adquirida una sola página arrancada de un libro de plegarias hebreo, que contenía la plegaria más importante, Shema Israel.
“¿Cómo debería haber interpretado tal ‘coincidencia’, sino como un desafío a vivir mis pensamientos en lugar de ponerlos en papel?” ¿Por qué el Shema Israel ha inspirado a tantas personas en los momentos más difíciles?


Aparte de su simple afirmación de fe, creo que hay cuatro elementos psicológicos clave:
1) Relevancia: Escucha, Israel: la religión no puede comenzar y terminar con teorías; debe abordar nuestra humanidad. El Shemá no comienza con una declaración de fe despersonalizada. Se dirige a cada uno.
Escucha, Israel, escucha este mensaje y hazlo parte de tu ser.


2) Pertenencia: El Shemá está en plural
(“nuestro Di‐s” y no “mi Di‐s”), dirigido a un grupo colectivo. Obtenemos fuerza de los demás y fortaleza de ser parte de algo más grande que nosotros. Ese sentido de comunidad es uno de nuestros activos más fuertes.


3) Personalización: Di‐s es nuestro Di‐s. Di‐s, que es trascendental e infinito, es también nuestro Di‐s personal, que nos sostiene en tiempos de celebración y desesperación. Él no es sólo un gobernante objetivo, que crea y regula el cosmos.
Él es “nuestro”, está cerca nuestro, comprende la parte más profunda de nosotros.


4) Individualidad: Por mucho que necesitemos un sentido de pertenencia y comunidad, no debemos negar nuestras diferencias individuales.
El Shemá termina con las palabras “Di‐s es uno” (en lugar de “Di‐s es singular” o “solo”). Uno, el primero de los números, enseña que Di‐s está presente en la diversidad del mundo. Mientras que el conformismo impide el crecimiento, la “unidad de Di‐s” debería darnos poder para descubrir y cultivar la unidad y singularidad Divinas dentro de cada uno.

Chana Weisberg

 

Poco después de llegar a Auschwitz, Frankl fue
despojado de su posesión más preciada: un manuscrito que era el trabajo de su vida, escondido en el bolsillo de su chaqueta

En nuestras propias palabras

¿Por qué hablamos tanto? ¿Por qué esta necesidad de poner todo en palabras, como si nada existiese realmente, hasta que no se ajusta y encaja como un juego de sonidos emitidos humanamente?

No quiero decir hablar de cosas obvias como “La comida está allí” o “Viene hacia nosotros algo extraño, ¡corramos!” o “quiero un aumento”. Quiero decir la interminable explicación en la que nos involucramos; la perpetua conversación que nos sentimos obligados a “hacer”; los cuadrillones de palabras liberadas cada día de las pilas de libros, en los kilómetros de papel de diario, en las ondas radiofónicas y a través de alambres de cobre y fibra óptica. ¿Por qué esta necesidad de poner todo en palabras, como si nada existiese realmente, hasta que no se ajusta y encaja como un juego de sonidos emitidos humanamente?

Porque no hay nada que el ser humano más quiera–y necesite–que jugar a ser Di-s.

Di-s lo hizo: Él habló y la realidad cobró existencia. Dijo, “¡Haya luz!” y hubo luz. Dijo, “¡Que las aguas por debajo del cielo se junten en un área y que aparezca la tierra seca!” y se formaron océanos y continentes. Pero el hombre mira la creación de Di-s como algo todavía inconcluso, falto de definición. Entonces hablamos y hablamos y hablamos, categorizamos, cuantificamos y calificamos el mundo de Di-s en un esfuerzo para darle significado y propósito.

Hay diferencias, claro. Di-s es infinito y Todopoderoso; nosotros somos finitos y falibles. Di-s habló y la luz cobró existencia; nos han concedido el poder para hablar; esa luz hacia una más luminosa, más enfocada–pero así como somos, probablemente la hablaríamos hacia la oscuridad. Podemos verbalizar continentes como países y provincias de una comunidad mundial productiva–o podemos hablar de ellos en términos de animosidad y disputa.

Pero eso es el “socio en la creación” que Di-s quiso: un compañero que de la misma manera que arruina un negocio, también lo hace exitoso. Un socio libre, independiente, cuyas elecciones son totalmente propias–y por consiguiente propia su responsabilidad y sus logros. Porque Di-s quiso verdaderos socios en Su esfuerzo, no un manojo de empleados y mensajeros (Él ya tenía muchos de ellos cuando creó al hombre–se llaman “ángeles”).

Un verdadero compañero no sólo hace su parte en el funcionamiento y el desarrollo del negocio; también participa preparando la declaración de la misión, el modus operandi, las reglas y las regulaciones.

El libro de Devarim (“Palabras”), también llamado Mishné Torá (“Repetición de la Torá”, de ahí el anglo-latino Deuteronomio o “Segunda Ley”), consiste en un largo discurso de Moshé de 37 días, que comienza el 1 de Shevat y termina el 7 de Adar–día del fallecimiento de Moshé–del año 2488 de la creación (1273 antes de la Era Común).

En su discurso, Moshé recapitula los eventos más importantes y las leyes que se registran en los otros libros de la Torá. Moshé escribió esos libros también, pero allí él transcribió todo como lo recibió de Di-s, mientras que en el Deuteronomio él lo dice “en sus propias palabras”. (Así, un pasaje que en el Libro de Éxodo o Levítico inicia con “y Di-s le habló a Moshé diciendo”, en el Deuteronomio se expresa con “En ese momento, Di-s me dijo”.)

No obstante, el Libro del Deuteronomio pertenece a la “Torá Escrita”, en que no sólo el contenido sino también las palabras y las letras son de origen Divino. Nuestros Sabios explican que como Moshé había sometido su ego a la voluntad Divina “la presencia Divina hablaba de su garganta”, “las palabras de Moshé también son las propias palabras de Di-s”.

Como tal, el Libro del Deuteronomio actúa como un puente entre la Torá Escrita y la “Torá Oral”. La Torá Oral incluye el Talmud y los Midrashim, los comentarios y los códigos, el Zohar y la Cábala, y “todo lo que un digno estudiante expondría a su maestro”–todo lo que se ha producido en 33 siglos de estudio e interpretación de la Torá, de acuerdo con la tradición de Sinaica. En el Torá Oral que se genera en las mentes y voces menos perfectas que las de Moshé, el contenido es Divino, pero las palabras y las letras son humanas –propias del hombre. Al conceder Di-s no sólo un mandato para la boca humana de formar Su mundo, sino también de participar en la formulación de la Torá–las leyes, el modelo, el “código de la fuente” de la creación.

¿Por qué nosotros hablamos tanto? Porque para eso estamos aquí. Nuestras palabras–habladas o escritas, impresas o hechas de pixeles, destruyen o crean mundos.

Yanki Tauber

El actor de Saber

¿Puedo saber algo sin saber que lo sé? ¿Y si no sé que lo sé, qué diferencia hace si lo sé o no?

Freud generalmente se acredita el haber descubierto el inconsciente. Pero la idea de que hay cosas que sabemos aun cuando no sabemos que las sabemos, y sentimientos que sentimos aun cuando no sentimos que los sentimos–y que estos reinos inconscientes de sabiduría y sentimientos ejercen una influencia profunda en nuestras vidas–preceden al buen doctor vienés por muchos siglos.

En el Libro de Daniel, el gran príncipe Judío narra una visión profética: Y solo, yo, Daniel, vi la visión, pero la gente conmigo no la vio; con todo, un gran terror cayó sobre ellos, y huyeron a ocultarse. (Daniel 10:7). “Pero la gente conmigo no la vio”, dice el Talmud, “¿por qué estaban asustados”? Y responde el Talmud :”Porque aunque ellos no lo hayan visto, su mazal sí vio.”

¿Qué es este “mazal” nuestro que ve cosas que nosotros no vemos? Los maestros jasídicos explican que solo una pequeña porción –un simple “rayo” o “reflejo”– del propio alma se enviste en el cuerpo para volverse el ser consciente que siente y actúa. El alma misma permanece “por encima”. Sin embargo un constante flujo de vitalidad e iluminación del alma superna baja y va filtrando el alma corporal (el palabra mazal en hebreo significa “la fuente del filtrado”), imbuyéndolo con las cualidades trascendentales de la fe, el instinto y conocimiento suprarracional.

La existencia de tal conocimiento inconsciente–o más bien, supra-consciente–se nota extensivamente a lo largo de la Torá. Incluso tiene repercusión legal en la ley Torácica. Un ejemplo prominente es una cláusula en las leyes de divorcio: para un escrito de divorcio (guet) para que sea válido, debe concederse de buena gana. Sin embargo, si la halajá dicta que debe concederse un divorcio, el bet din (el tribunal rabínico) tiene el derecho de forzar al marido para que lo de; en las palabras del Talmud, “se lo golpea hasta que diga ”yo lo deseo”. Maimónides explica: “En verdad, (cada judío) desea ser de Israel, y desea observar todos los preceptos y evitar todas las transgresiones de la Torá. Sólo que su mala inclinación lo ha dominado. Así que, si se lo golpea hasta que su mala inclinación se debilite, y diga ”Lo deseo”, él se ha divorciado de buena gana… no se lo considera ”forzado” –al contrario, es su inclinación al mal que lo ha forzado, contra su verdadera voluntad, en primer lugar.”


Imagínese el siguiente escenario: Hacés algo feo a un amigo o un ser querido. Después te disculpás: “Lo siento mucho, honestamente no sé lo que me pasó. ¡Me conocés, yo no soy así! Realmente ayer no fui yo…”. Su amigo lo mira con simpatía, como diciendo “lo que decís tiene sentido”.

¿Qué quiere decir que “vos” no eras “vos”? Significa lo que todos verdaderamente sabemos, porque sabemos esto sobre nosotros: hay un yo real, y un yo irreal. El yo irreal puede actuar cruelmente o de manera estúpida, o ambas; el yo real nunca haría algo para herir a un amigo o ser querido, o a nadie.

Así que, ¿por qué mostramos a menudo al mundo un yo irreal? Hay, claro, muchos factores que conspiran para anular la bondad del corazón de nuestras almas. Pero quizás la causa principal es que simplemente nos adaptamos a la manera que los demás nos perciben, que a la vez es un espejo de la manera en que nosotros los percibimos a ellos. Así que terminamos viendo alrededor todo distorsionado, percepciones irreales de nosotros, y protegiéndose de todos esos monstruos aterradores que se acercan furtivamente a nuestro mundo con un monstruoso traje como el nuestro.

Imaginá si de repente todos los demás lo vieran cómo realmente sos, cómo vos te  ves a vos mismo. Y mirara a los demás y los viera como ellos se ven a sí mismos. Nuestro mundo sería un lugar muy diferente, ¿verdad?.

Esto explica uno de los más básicos –pero también uno de los más asombrosos– principios de la fe judía. Uno de los trece “principios” del Judaísmo es la creencia en la venida de Mashiaj, y que el judío “anticipa su venida, todos los días”. Para creer que vendrá un día cuando “no habrá más hambre o guerra, celos o rivalidad. La bondad será abundante, y todos los placeres disponibles como el aire. Y todo el mundo se llenará con el conocimiento de Di-s”, es realmente asombroso. Aún más es esperar que esto realmente suceda todos los días–incluyendo hoy, cuando el mundo que vemos por la ventana parece significativamente alejado de este ideal.

Pero si lo pensamos, realmente no es tan asombroso. Se reduce a esto: ¿Si creés en tu propia bondad esencial, es lógico pensar que el tipo de enfrente crea en la suya propia también, ¿no? ¿Y si lo que le está impidiendo ser tu verdadera esencia es el hecho de que el tipo de enfrente no ve el verdadero vos, es razonable pensar que lo mismo es cierto para él, ¿no?

En otras palabras, lo que está equivocado en nuestro mundo no es una cuestión sustancial, sino una cuestión de percepción: el hecho de que nosotros no estamos viendo las cosas de la manera en que realmente son. Como en un mal sueño donde todo está equivocado, en lo profundo sabemos que es simplemente una ilusión. No importa cuán feo y aterrador sea el sueño, no importa cuán distorsionada es la percepción de la realidad, nunca es “poco realista” esperar reemplazarla por un mundo sano y hermoso. Al contrario: es el sueño el que es irreal, y lo más realista es esperar reemplazar su distorsionada perspectiva, a través del solo acto de despertarse con una visión no distorsionada del mundo real.

El Shabat antes del 9 de Av se designa en el calendario judío como Shabat Jazón, el “Shabat de la Visión” -el día que lamentamos la destrucción de los dos Templos Santos -leemos una sección especial de los profetas (Isaías 1:1-27) que describe las causas de la destrucción y las maneras de rectificarlas. La lectura comienza con las palabras Jazón Ieshaiahu, “La visión de Ieshaiahu…”; de ahí el nombre, Shabat Jazón.

El gran maestro jasídico Rabí Levi Itzjak de Barditchev reveló un significado más profundo del nombre “Shabat de la Visión”: en este día, dijo Rabí Levi Itzjak, se concede a todos y cada uno de nosotros una visión del Tercer Templo que descenderá del cielo en el momento de la Redención.

El Rebe de Lubavitch a menudo citaba esta enseñanza de Rabí Levi Itzjak, y pregunta: ¿cuál es el punto de concedernos esta visión de la redención mesiánica, si no podemos verla realmente?

Podemos verla, enseñaba el Rebe. La redención mesiánica es nuestra propia y verdadera esencia revelándose, la realidad de la creación como realmente es. Y verla requiere de sólo una simple acción simple–una acción que tomamos claramente todos los días, los trescientos sesenta y cinco días al año.

Para ver la realidad, sólo necesitamos abrir nuestros ojos.

Yanki Tauber

Las 3 semanas de duelo.

Determinación para reconstruir.

Además de las reglas y restricciones “técnicas” durante este período de 3 semanas, dedicamos más tiempo a contemplar el estado menos que perfecto en el que se encuentra el mundo ahora y lo que podemos hacer para mejorarlo aumentando las obras de bondad.

El Rebe instó a que las Tres Semanas deberían ser un tiempo de mayor estudio de la Torá y de dar caridad, de acuerdo con el versículo “Tzión será redimida por la ley, y sus repatriados por la caridad”.

Particularmente, el Rebe solicitó una y otra vez el estudio de aquellas porciones de la Torá que tratan sobre la construcción del Templo Sagrado.

Las Tres Semanas deben ser un tiempo de mayor estudio de la Torá y actos caritativos.

¿Por qué estas leyes? El Rebe basó su pedido en un diálogo, citado en el Midrash, que ocurrió después de que Di‐s le dijo al Profeta Ezequiel que instruyera al pueblo judío entonces exiliado sobre las medidas y el diseño de tercer Templo Sagrado:

“Señor del mundo”, respondió Ezequiel,

“¿por qué me dices que vaya y le diga a Israel la forma de la Casa; ahora están en el exilio en la tierra de nuestros enemigos, ¿hay algo que puedan hacer al respecto? será hasta que regresen del destierro, entonces iré y les in‐ formaré”.

Di‐s respondió: “¿Debería ignorarse la construcción de Mi Casa porque Mis hijos están en el exilio?

El estudio del diseño del Templo Sagrado como se detalla en la Torá puede equipararse a su construcción real. Ve y diles que estudien la forma del Templo Sagrado.

Como recompensa por su estudio y su ocupación con él, lo consideraré como si realmente construyeron el Templo Sagrado”.

¡Es nuestra generación en particular, que se encuentra en el umbral de la Redención, la que debe estudiar estas leyes
con la conciencia de que estas leyes serán muy prácticas en el futuro inminente.

¿Por que se come pescado en Shabat?

1. Triple bendición Rabí  Tzvi  Elimelej  de  Dinov,  conocido como  Bnei  Isasjar,  explica  que  durante  los seis  días  de  la  creación, 

Di-s  bendijo  tres cosas a medida que fueron creadas:

El  jueves  bendijo  a  los  peces:  “Di-s  los bendijo, diciendo: ‘Sean fructíferos y multiplíquense, y llenen las aguas de los mares… ’” 

El viernes bendijo a la humanidad: “Di-s los bendijo (Adám y Java). Di-s les dijo: “¡Sean fructíferos  y  multiplíquense  y  llenen  la  tierra!” 

El Shabat, “Di-s bendijo el séptimo día y lo declaró santo… ”

“Un cordón de tres hilos no se romperá rápidamente”, dice la Escritura. Por lo tanto, combinamos los tres: el hombre come pescado en Shabat y, por lo tanto, es bendecido con la triple bendición sacerdotal.

2. El número siete En Shabat, el séptimo y último día de la semana, comemos alimentos asociados con el número siete. La palabra hebrea para pescado es dag (dalet y guimel), que tiene el valor numérico de siete.

3. Sin párpados, los peces no tienen párpados. Como resultado, sus ojos siempre están abiertos. Comemos pescado en Shabat, en alusión a la noción de que los “ojos” de Dis siempre están abiertos, cuidándonos con amor y compasión.

4. Más refinado Durante el Gran Diluvio en los días de Noaj, los animales terrestres también fueron castigados, ya que se habían corrompido y se estaban apareando con animales que no eran de su especie. Los peces, pudieron sobrevivir en el  agua,  ya  que  no  se  había  corrompido.  En  Shabat,  cuando  celebramos  el  día  de  la  semana más espiritualmente elevado, es lógico que  lo  hagamos  con  la  más  espiritualmente  elevada de las creaciones.

Los tesoros del Beit Hamikdash

Hoy podemos preguntarnos: ¿qué sucedió con todos los elementos sagrados realizados con materiales como el oro y piedras preciosas? En el libro Elef Dor (recopilado por Ierujam Horowitz), que es un compendio de datos extraídos de la Biblia, los exégetas, la Mishná, el
Talmud, midrashim, respuestas de los
Rishonim y Ajaronim, etc, hallamos interesantes respuestas a esta pregunta y otros datos quizás desconocidos. “no existe número para cuantificar el oro y la plata y tesoros que sustrajeron los romanos de Jerusalém. El historiador Iosef Ben Matitiahu (Flavio Josefo) relata que
tan grande era la cantidad de oro hallada por los soldados en la ciudad y el Templo, que esto provocó un marcado descenso del precio del oro en la zona, hasta la mitad de su costo habitual.

La vid de oro gigante realizada por Herodes que Iosef describe, también fue llevada a Roma: “Era de oro puro. Estaba colocada sobre una de las columnas y pesaba 1000 piezas de oro. Había sido realizada por orfebres profesionales. Las hojas estaban hechas en oro
verdoso y los frutos llevaban incrustadas piedras preciosas. Era una pieza increíble que deleitaba a todo aquel que la observaba…” Uno de los cohanim, amenazado de muerte, descubrió ante los romanos depósitos de lana turquesa, roja, hilos de lino y enormes cantidades
de fragancias costosas que se usaban para el Incienso. Además, entregó a Tito dos Menorot (Candelabros) de oro, similares en tamaño al Candelabro del Beit Hamikdash. También mesas, tenedores y fuentes de mucho peso realizadas en oro puro. Hallaron el lugar
secreto donde se guardaban las vestimentas del Sumo Sacerdote y numerosas piedras preciosas.

Otra fuente de suministro de oro para los romanos fueron los propios habitantes de Jerusalém. Muchos de los utensilios importantes fueron llevados por los soldados y bastante tiempo después podían verse entre los tesoros de Roma: el Tzitz- Placa de oro para el turbante del
Sumo Sacerdote, un Candelabro de Oro, el Parojet- cortina Divisoria entre el Kodesh- Santo- y el Kodesh HaKodashimSanto de Santos.

Incluso el famoso trono de oro del rey Shlomó (o sus partes).
Rabí Itzjak Abarbanel testifica: “También fueron sustraídas piedras preciosas de Ierushalaim. Y muchas de ellas se hallan aún en Roma y la ciudad de Pisa y otras localidades”. Cuando Tito llegó a Roma, se organizó en su honor una marcha de victoria. Iosef Ben Matitiahu la
relata en detalle (La guerra de los judíostomo VII). Entre otros datos describe:
“De entre todos los tesoros del botín, sobresalían los utensilios que fueron llevados del Beit HaMikdash de Ierushalaim. La pesada mesa de oro puro, la gran Menorá – Candelabro de oro. Y como trofeo, desfiló un Sefer Torá (Rollo de Torá) de los judíos*…”
*en varios lugares nuestros Sabios recuerdan que el Sefer torá que fue llevado prisionero a roma era aparentemente de la época de los primeros Profetas o de Ezrá Hasofer.

Comer, rezar y amar

Si eres una mujer, entonces habrás horneado un pan, orado una plegaria y amado a otra persona, como nadie lo ha hecho.

Pero, ¿Sabías que comer, orar y amar, son mucho más que una trascendente oportunidad?

Las tres Mitzvot de la mujer: Santificar la producción de nuestros hogares, santificar el tiempo y santificar nuestra sexualidad, son la llave para descubrir el misterio de vivir conscientemente. El anhelo de las almas de vivir una inspirante vida se satisface con el cumplimiento de las Mitzvot de la mujer Judía.

¿Qué es una Mitzvá?

¿Te acuerdas cuando terminaste la Universidad? Después de todas las horas extras, tu mamá ha trabajado para traerte a este día, estaba orgullosa y un poco triste. Se veía victoriosa y un poco melancólica cuando te daba instrucciones: llamá a casa, estate atenta, y estemos en contacto. Sé feliz. Haz una diferencia. Llamá a casa, acordate de tus raíces.

Una Mitzvá es llamada Casa.

Con la creación del hombre, Di-s le dio al ser humano un sinfín de oportunidades….y una tarjeta de teléfono. Seguro, llamamos cuando necesitamos dinero, pero también podemos estar conectados, con nuestras raíces, y mantenernos cerca a nuestro Creador. Quédate atento cuando el mundo está perdiendo la cabeza, incluso cambia el mundo, un acto Divino por vez.

COMER

La Mitzvá de santificar la producción de uno, se encuentra preparando los panes de Shabat. Las materias primas usadas por Sará, nuestra matriarca, se transformaron en el origen de la nueva energía dinámica a través del acto de separar un pedazo de masa, con bendición y meditación. Nuestros Sabios dicen que la bendición de Sará permanecía en su tienda de un Shabat a otro. En las épocas del Templo, un pedazo del pan era separado y Santificado para los Sacerdotes del Templo.

REZAR

Las llamas se han convertido en un símbolo para ofrecer una oración. En los momentos de alegría y en los momentos de necesidad y angustia, el mundo enciende una vela y sentimos que Di-s está observando y escuchando.

El alma del hombre es la vela de Di-s. Estas palabras pronunciadas por nuestros Sabios unos dos mil años atrás, resuenan con más fuerza con el encendido de las velas de Shabat, antes del atardecer, en la noche del viernes.

La semana de trabajo ha llegado a su fin. Shabat nos da la oportunidad de hacer santo lo que hace unos momentos era mundano. Para santificar el tiempo en sí. En todo el mundo las mujeres judías mueven sus manos sobre las llamas, y susurran una oración silenciosa (tiempo de bendición y la singularidad de Shabat). Orando por todos los deseos de sus corazones, de sus seres queridos y por la humanidad.

Es en esos momentos preciosos la oración se eleva, y nos llevan cada vez más alto en el viaje de auto-descubrimiento y cada vez más en la vida de la conciencia del alma y la paz interior.

AMAR

La intimidad en el judaísmo es una cosa sagrada y maravillosa. La unión física entre marido y mujer es la fusión de la materia. Divina, vibrante y diversa en una experiencia de alma individual.

El ritmo orgánico de la mujer, dicta la pauta del encuentro de la pareja.

La Mivke, es un cuerpo natural de agua, como un océano o un río, o una piscina artificial construida de acuerdo con las especificaciones profundamente arraigadas en las fuentes cabalistas. Los secretos se transmiten de generación en generación. La experiencia de la intimidad, se convierte en un regalo, amor consagrado y sostenido en esta mitzvá de Mikve.

Cinco hermanas: La historia de las hijas de Tzelafjad

Un grupo de cinco hermanas se acercaron a Moisés delante de toda la nación Judía. Eran las hijas de Tzelafjad, las mujeres que fueron privilegiadas en tener un capítulo agregado en la Torá por ellas: Majla, Noah, Joglah, Milka y Tirtza. Aquí la historia.

La división de la Tierra

Era el año número cuarenta desde el éxodo de Egipto, poco tiempo antes de que pueblo judío entrara a la Tierra Prometida. Di-s le había informado a Moisés que el territorio de cada tribu sería determinado por sorteo. Cada hombre en la tribu recibía una parte de tierra en el territorio de su tribu. Si un hombre fallecía, sus hijos heredaban su propiedad, asegurando de tal manera que esa porción permaneciera en la familia que originalmente le fue asignada.

Un hombre, Tzelafjad, de la tribu de Menashe, tenía sólo hijas mujeres. Él había fallecido en el desierto, y sus hijas estaban preocupadas de no recibir una parte en la Tierra de Israel. Por eso, le pidieron a Moisés que les diera la tierra que le hubieran dado a su padre.

La Torá describe la escena:

Se pararon delante de Moisés, Elazar, el Sumo Sacerdote, los líderes y la congregación, en la entrada de la Tienda de Encuentros, y dijeron: “Nuestro padre falleció en el desierto. Él no estuvo en el grupo de Koraj que estaban en contra de Di-s, de hecho, falleció por su propio pecado, y no tuvo hijos varones.

 

¿Por qué el nombre de nuestro padre debe ser eliminado de su familia por no haber tenido hijos varones? Dénos una parte de tierra entre los hermanos de nuestro padre”

Moisés llevó el caso delante de Di-s. Di-s le dijo a Moisés lo siguiente: “Las hijas de Tzelafjad hablaron correctamente. Seguro debes darles una porción de tierra entre los hermanos de su padre, y transferirles la herencia de su padre a ellas” (Números 27:2-7)

De hecho, en su mérito, las leyes de herencia siguen este precedente. Desde ese momento, uno que fallece sin hijos varones, las hijas heredan sus pertenencias.

El pecado de Tzelafjad

Las hijas describen que la muerte de su padre fue “por su propio pecado”. El Talmud trae dos opiniones sobre cuál fue ese pecado, igualmente los dos están de acuerdo en que fue hecho con buenas intenciones.

Una visión es de que Tzelafjad estaba entre los Maapilim, los Judíos que después de que Hashem haya decretado los cuarenta años en el desierto, volvieron a guerrear para entrar a la Tierra de Israel. Éstos fueron matados por los Amalekitas y Cnaanitas, pero sus intenciones fueron buenas.

La segunda opinión es que Tzelafjad fue el hombre ejecutado por violar el Shabat juntando madera. Aquí también, el Midrash atribuye intenciones positivas a su acto.

Según este Midrash, Tzelafjad había escuchado a algunos Israelitas decir que su sentencia de deambular significaba que tampoco tenían que cumplir con los mandamientos. Para mostrarles que estaban equivocados, violó el Shabat, dando una lección que le costaría su propia vida.

Cualquiera haya sido el pecado de Tzelafjad, no era tan severo como para que su nombre fuera eliminado de las páginas de la historia Judía. Al contrario, gracias a sus hijas, su nombre tiene connotaciones positivas.

Las hijas de Tzelafjad

A pesar de que no fueron dados muchos detalles sobre ellas, una lectura cuidadosa de las fuentes nos provee una imagen de inteligencia

La inteligencia de las hermanas era evidente de su clara presentación de su caso. De hecho, Di-s mismo aprobó sus argumentos diciendo: “Las hijas de Tzelafaj han hablado correctamente”

En varios lugares en donde aparecen escritos los nombres de las cinco hermanas, aparecen en diferentes orden. Esto es para demostrar que las cinco eran iguales en sabiduría y justicia.

También se nos ha dicho que a pesar de que se casaron tarde, todas fueron bendecidas con hijos.

Las hijas de Tzelafjad representan el amor de las mujeres judías por la Tierra de Israel. Nuestros Sabios notan el contraste entre los hombres, que tenían miedo de entrar y lloraron “déjanos poner un lider y volver a Egipto”, y las mujeres que estaban ansiosas en poseer la tierra y hasta demandaron una parte en ella.

Desarrollos posteriores

Poco tiempo después de los eventos descritos anteriormente, los parientes de Tzelafjad se acercaron a Moisés con otra preocupación: Si estas mujeres se casaban con alguien de otra tribu, sus tierras luego se transferirían a la posesión de sus hijos (que no pertenecían a esa tribu), y se perdería de la tribu de Menashe. Moisés transmitió de Di-s la respuesta: de hecho, las hijas de Tzelafajd sólo se podrían casar con hombres de su tribu. Las cinco se casaron con sus primos.

Por catorce años, cualquier mujer que heredara la propiedad de su padre podía casarse sólo con alguien de su misma tribu.

Luego que la tierra fue conquistada y dividida, ésta ley dejó de cumplirse, y podían casarse con quien quisiesen. Esto se declaró oficialmente como una ley el 15 de Av, y esa es una de las razones por la cual celebramos ese día.

Por: Mendy Kaminker

El nacimiento del Freideker Rebe

El 12 de Tamuz, es el aniversario del nacimiento del Rebe Anterior de Lubavitch, Rabí Iosef Itzjak Schneerson, conocido como el Frierdiker Rebe. A continuación, transcribimos los interesantes detalles que tienen que ver con su nacimiento.

(Esta historia fue contada por la Rabanit Shterna Sara, madre del Rebe Anterior, Rabí Iosef Itzjak Schneerson, a Reb Zalke Parsitz, durante el verano de 1918, y fue escrita por Rabí Rafael Kahan, en su libro Shmuot Besipurim, Vol, 1)
“Ya habían transcurrido varios años desde su boda, y aún la Rabanit Shterna Sara no había sido bendecida con el nacimiento de un niño. Esto pesaba mucho sobre su corazón. Además era muy joven y estaba lejos de su familia.

En Simjat Torá del año 1879, la Rabanit concurrió junto a toda la familia de su esposo a la casa de su suegro, el Rebe Maharash, para participar del Kidush(refrigerio festivo). En el transcurso del mismo se decidió que se daría una bendición a cada uno de los presentes (Misheberaj). Los hombres se acercaron a la habitación donde se encontraban las mujeres reunidas y comenzaron a recitar la bendición para cada una. Inadvertidamente, omitieron el nombre de la Rabanit Shterna Sara, quien se sintió muy mal por esto. Inmediatamente después de ser descubierto el error, retornaron a la habitación y pronunciaron un Misheberaj especialmente para ella, pero de todas formas la Rabanit no se sintió del todo reconfortada.
Al concluir el Kidush, el Rebe Maharash se retiró a su habitación y el resto de los Jasidim, incluido el marido de la Rabanit, Rabí Shalom Dover, se dirigieron a un Farbrenguen(reunión Jasídica).

La Rabanit Shterna Sara se retiró a su hogar, encerrándose en su dormitorio, y no pudiendo controlar su dolor, acentuado ahora por el olvido de su nombre, comenzó a llorar desconsoladamente, quedándose dormida empapada en lágrimas. En ese momento tuvo un increíble sueño. En él un hombre entraba a la habitación y le preguntaba: “Hija mía, ¿por qué lloras?”, Ella volcó su corazón contándole de su sufrimiento. El le contestó: “No llores, yo te prometo que este año serás bendecida con un hijo. Pero hay dos condiciones: La primera, que inmediatamente después de Iom Tov deberás distribuir 18 Rublos en Tzedaká de tu propio dinero. Y segundo, mantén todo este asunto en secreto”. Cuando terminó de hablar, abandonó la habitación, más retornó enseguida, junto a otras dos personas. Frente a ellos repitió la promesa con las dos condiciones, y ambos dieron su consentimiento. Entonces, los tres la bendijeron y salieron. Ese fue el final del sueño.

El Rebe Rashab, su marido, volvió a casa un instante después con un exultante humor. Después de todo, era Simjat Torá. Estaba tan alegre, que saltó el umbral! La Rebetzn Shterna Sara le contó inmediatamente sobre el sueño.

El Rebe Rashab quedó profundamente afectado y se dirigió directamente a lo de su padre, el Rebe Maharash, y le pidió que escuchara de la Rebetzn Shterna Sara el relato del sueño. Ni bien la Rebetzn concluyó, el Rebe Maharash le hizo preguntas puntuales sobre la apariencia de las tres personas que aparecían en el mismo. Cuando la Rebetzn terminó la descripción del sueño con grandes detalles, el Rebe Maharash le dijo, “La primer persona que vino a ti fue mi padre el Tzemaj Tzedek (Rabí Menajem Mendl). Las otras dos fueron mi abuelo, el Miteler Rebe (Rabí Dovber), y mi bisabuelo, el Alter Rebe (Rabí Shneur Zalman de Liadí)”.
Iom tov terminó y la Rebetzn Shterna Sara estaba lista para cumplir con las condiciones del sueño. Mas ¿de dónde conseguiría los 18 Rublos de su “propio” dinero? Finalmente, se le ocurrió una idea. Ella tenía un vestido de antes del casamiento que era extremadamente moderno. La Rebetzn Shterna Sara no lo usaba, sabiendo que su suegro, el Rebe, no lo aprobaría. Se encontraba colgado en su placard, sin haber sido siquiera estrenado. Ahora, decidió venderlo.

La Rebetzn Shterna Sara se comunicó con una señora que era muy activa en la comunidad de Lubavitch. Privadamente, le pidió que tenga la amabilidad de vender este vestido por ella, pero que se cerciorara de que nadie se enterase a quién pertenecía. Como motivo del secreto, ella le dijo que no era apropiado para la nuera del Rebe, que venda su vestido.
Esto se hizo, mas los 18 Rublos aún no estaban allí. La Rebetzn Shterna Sara se apuró en juntar el resto del dinero (no se sabe exactamente como lo hizo). Cuando reunió toda la suma, la distribuyó en Tzedaká. En el verano, el 12 de Tamuz, la Rebetzn Shterna Sara dio a luz al Frierdiker Rebe, Rabí Iosef Itzjak (También conocido como el Rebe Raiatz).
Durante el Brit Milá, el niño lloró, tal como suelen hacer los bebes en esa ocasión. El Rebe Maharash, el Zeide (abuelo) del niño, le dijo, “Por qué lloras, si dirás Jasidut con lenguaje claro”. El bebé se calmó inmediatamente.
Que siempre tengamos alegrías en el Pueblo de Israel!!!

Parashá en síntesis: Jukat- Balak

Las 613 Mitzvot de la Torá se subdividen en tres categorías, a saber: Edut (Testimonios), preceptos relacionado con eventos históricos de nuestro pueblo o con aspectos de nuestras creencias; en éstas figuran el Shabat como testimonio de la Creación del mundo y de la salida de Egipto, la celebración de fiestas como Sucot, Pesaj, Shavuot, las Mitzvot de Tzitzit y Tefilín, que demuestran la fe en Di-s. Mishpatim (Leyes), preceptos que tienden a preservar el orden civilizado de la sociedad, como “no matar”, “no robar”, “honrar a los padres”. Y jukim (Decretos), aquellas leyes divinas cuya explicación no está al alcance de la inteligencia y comprensión humana.

El origen Divino de estas categorías de Mitzvot es lo que determina la necesidad de su cumplimiento; el judío cumple los preceptos porque son expresiones de la voluntad divina, no porque le parezcan lógicos o razonables. Al hacerlo, se refina y eleva la espiritualidad del mundo, reafirmando su vínculo de trascendencia.

Aún cuando coincidan con las leyes civiles del país, los Mishpatim son de naturaleza distinta: la ley es establecida por el hombre, a diferencia de aquello que emana de las palabras “Yo soy Di-s, el único Di-s… No matarás “.

Los Testimonios (Edut) no hubiesen sido conocidos por el hombre si Di-s no los hubiera revelado, aún cuando sean racionalmente comprensibles. Los Jukim son evidencia de la existencia de Di-s como un Ser Supremo con una lógica que va más allá de lo que la mente humana puede comprender.

Existen diferentes ejemplos de Jukím: Kashrut, Mikve. Pero la Torá establece explícitamente cuatro de ellos como tal: Yibum, la mitzvá que hace el cuñado al casarse con la viuda de su hermano que no haya tenido hijos; Shatnez, la prohibición de usar una prenda de vestir que tenga en su tejido mezcla de lana con lino; Zair LaAzazel, el carnero que se mataba como parte del servicio de Yom Kipur y que se servía para expiar la culpa del pueblo judío; Pará Adumá, la vaca roja mencionada en el presente Parashá.

Se sacrificaba una vaca roja y sus cenizas se mezclaban con agua, para purificar a la persona que hubiera tenido contacto con un muerto. A la vez, quien hacía este proceso se contaminaba. Está Mitzvá (carente de lógica para nosotros) demuestra la total aceptación de la Voluntad Divina como antítesis de la idolatría. La única persona a quien se hizo comprender esta Mitzvá fue Moshé, porque no participó ni activa ni pasivamente en el pecado de idolatría del becerro de oro.

El rey Salomón, considerado el más sabio de los hombres, declaró que a pesar de sus esfuerzos y estudios, la Mitzvá de Pará Adumá estaba fuera del alcance de su comprensión.

Hasta el día de hoy se han quemado nueve Vacas Rojas: la primera por Elazar, hijo de Aharón, bajo la supervisión directa de Moshé; otra, en tiempos de Ezra; la tercera y cuarta bajo la guía de Shimón Hatzadik; dos más en tiempo de Yojanán, El Gran Sacerdote. Desde la destrucción del Segundo Templo fueron sacrificadas tres vacas más. La décima y última será preparada por Mashiaj.

Después de Matán Torá, Di-s elevó los judíos por encima del poder del “Ángel de la Muerte”. Al no estar sujetos a la muerte – como antes del pecado de Adam-, la impureza desapareció. Di-s designó a la vaca – madre del becerro – para purificar la impureza causada por su cría.

El “Ángel de la Muerte” no pudo ejercer su poder sobre seis justos (Tzadikim), quienes murieron al partir su alma por el llamado “Beso Divino” (mitat neshika). Ellos fueron: Abraham, Itzjak, Iaacov, Moshé, Aharón y Miriam, quien murió el 10 de Nisán del cuadragésimo año en el desierto, a la edad de 123 años. Aharón, su hermano, murió a la misma edad, el 1º de Av del año 2487.

La “fuente de Miriam”, de la cual los judíos tomaban agua durante su estadía en el desierto, desapareció temporalmente con su muerte, para que se dieran cuenta de que existía por su mérito. Lo mismo sucedió con las Nubes de Gloria que acompañaban a Israel por el mérito de Aharón y, tras una desaparición temporal, fueron restituidas por el mérito de Moshé.


Después de la victoria contra Sijón, el amorita, y Og, rey de Bashan, sobrevivientes de los gigantes que existieron antes de la época del diluvio, los demás pueblos por donde tenían que pasar los judíos sentían un gran temor. 

En Moab se designó un nuevo rey, llamado Balak, quien usó los servicios de Bilam para que, con los poderes que tenía, maldijera al Pueblo Judío. De acuerdo con la Guemará, Bilam era hijo de Laván y creyó la calumnia de que Iaacov le había robado a su padre sus posesiones. De allí, el odio que le profesaba a todos sus descendientes. 

En Egipto, como consejero del Faraón, fue quien propuso que los varones judíos recién nacidos fueron echados al río Nilo. Sentía además especial animadversión por Moshé,

porque se consideraba su igual en sabiduría. Bilam, a diferencia de Balak, ocultaba su odio hacia los judíos bajo su poder de profeta. 

Bilam imploró a Di-s que le permitiera maldecir a los judíos, pero mientras formulaba la maldición en su mente y su corazón, Di-s cambiaba su intención y le hacía pronunciar lo contrario de lo que estaba pensando; por ello, de cada bendición podemos deducir la maldición respectiva.